Colima: La Yerbabuena hizo suya la Sexta

31.Mar.06    Análisis y Noticias

El subcomandante Marcos toma nota de las denuncias de los colimenses Foto Víctor Camacho

Jueves 30 de marzo de 2006

En las faldas del Volcán de Fuego, La Yerbabuena hizo suya la Sexta
Sus habitantes han recibido embates para que dejen sus casas y sus tierras

La Jornada

La Yerbabuena, Colima, 29 de marzo. Vine a Comala porque me dijeron que acá había un pueblo en resistencia. No era fácil creerlo para este enviado. Por acá dicen que no hay pueblos indios. Y en resistencia, de cualquier clase, menos. No es por nada, pero los pueblos de por Comala y Colima tienen fama de poco combativos, o de plano apáticos. Y uno al menos, Suchitlán, podría desaparecer pronto.

La Yerbabuena ha recibido embates muy grandes para que sus pobladores dejen sus propiedades y se vayan. Más de la mitad ya lo hicieron, y se fueron a vivir en casas de concreto en La Cofradía de Suchitlán, como La Yerbabuena, en el municipio de Comala. Pero 50 personas se niegan a hacerlo. Como sea, tienen al Ejército dentro de la comunidad. En la casa de cultura; allí pusieron el cuartel.

En La Yerbabuena son campesinos; no se consideran indígenas, pero se encuentran en la única región indígena del estado. Las “razones” oficiales para sacarlos de aquí son de presunta seguridad. El sitio donde esta mañana se realiza una reunión de la otra campaña, cerca de las casas del pueblo, a orillas de un cafetal, se localiza a 8.5 kilómetros del cráter del Volcán de Colima, que hace unos años recobró actividad con erupciones y explosiones. Según sople el viento, puede admirarse su constante fumarola.

También vine a Comala porque me dijeron que acá iba a llegar Marcos, el subcomandante Marcos, y que los adherentes a la Sexta declaración de la selva Lacandona se iban a reunir con él para notificarle que la asamblea de La Yerbabuena se pronuncia por la defensa de los saberes tradicionales y los territorios de las comunidades.

Según Antonio Alonso, ‘’la asamblea opina que hay que estar muy pendientes de los niños, para que sepan cómo luchar por que sea el futuro'’. Y también dijo: ‘’La asamblea de La Yerbabuena ha hecho suya la Sexta'’.

Don Rafa, anciano de la comunidad, llamó a defender este pedazo de tierra. “Pase lo que pase no dejaremos que nos lo arrebaten.”

El despertar del coloso que nunca durmió

En 2001, el también llamado Volcán de Fuego, nunca dormido, se reactivó como no lo hacía desde 1914. De noche podían verse los ríos rojos de lava escurrir por las laderas altas. Se consiguen postales con la imagen. Ahora se distinguen surcos profundos en el cono de la alta montaña, cuya superficie muestra caprichosos trazos de dimensiones telúricas. No sufrió daños La Yerbabuena, bastante protegida por los cerros. Pero las autoridades priístas, diciéndose preocupadas por la gente, les construyeron ratoneras lejos del peligro. Lograron dividir a las familias.

Hubieran vaciado el pueblo de no resistirse don Rafa y cierto número de yerbabuenenses más. Su argumento es que las tierras les pertenecen; si el volcán explota, se irán por su propio pie, sin recibir ninguna otra casa a cambio, y volverán en cuanto el volcán se tranquilice. Pero el gobierno parece realmente interesado en este ejido “sin futuro”. Un poco raro, ¿no?

Pero vine a Comala porque me dijeron que acá estaba uno de los hoteles (resorts) más exclusivos y lujosos del mundo. Pegadito a La Yerbabuena, en El Jabalí. Y las cosas empezaron a resultar no tan raras. Un amigo visitó el resort por Internet. La noche cuesta allí entre 2 mil 500 y 3 mil 100 dólares. La noche. Debe ser un lugar padrísimo, me dije. Con pista de aterrizaje para jets privados. Los huéspedes llegan directamente, sin ensuciarse los zapatos con el suelo de México.

Así lo describen en su publicidad: “Entre el Volcán del Fuego y el Nevado de Colima yace la majestuosa Mahakua, Hacienda San Antonio, primer centro vacacional de Amanresorts en México (cadena cuyo nombre nombre proviene de una combinación del sánscrito y amerindio que significa ‘Gran Comunidad’). Construida en 1879 por el cafetalero alemán Arnoldo Vogel, la hacienda hoy consiste de (sic) 470 acres que forman parte de una fábrica (sic) cafetalera y lechera de 5 mil acres, actualmente en producción'’.

Además de lujos indecibles, hortalizas orgánicas propias, albercas y ojos de agua, el sitio ofrece privacidad absoluta, lo cual ha vuelto la hacienda destino turístico de príncipes y princesas de Arabia y Europa, estrellas de Hollywood y millonarios de Forbes. Su promoción agrega: ‘’En la propiedad se encuentra un acueducto de piedra volcánica, la cual data de 1904 y actualmente continúa surtiendo agua a la hacienda y a sus extensos jardines de exuberante vegetación inspirados en la Alhambra de España. La capilla San Antonio, de arquitectura neoclásica religiosa del siglo XIX, actualmente se utiliza para fiestas especiales. Este magnífico hotel de sobria elegancia ofrece un atisbo del espíritu de México en un ambiente íntimo y exclusivo, con una exquisita gastronomía e impresionante belleza natural”.

El creador del resort fue su anterior propietario, ‘’sir'’ Jimmy Goldsmith, millonario inglés, seguramente excéntrico, como todos los millonarios ingleses de las novelas.

Y eso, ¿qué tiene que ver con La Yerbabuena y su resistencia? Como dice una broma local en Comala, la Hacienda San Antonio incluye de todo, menos un volcán en el jardín. Y La Yerbabuena tiene uno.

Amanresorts es la empresa más rentable del mundo en su ramo. Obtiene unos 75 mil dólares por cuarto al año. Luego de pertenecer al tailandés Adrian Zacha, hoy la administra Lee Hing Developement. Son datos irrelevantes para los fines de esta crónica, pero revelan que, como sea, los dueños son capitalistas extranjeros.

Volviendo a la otra campaña en Colima, vine a Comala porque me dijeron que acá iban a estar las cámaras de las grandes televisoras privadas y filmarían todo y a todos, pero seguramente no sacarían nada en sus noticieros. Así que para ver la reunión había que acudir personalmente. Y me dije: ¿qué tiene de malo? De por sí es mi trabajo. Pero antes le pregunté su opinión a Juan Rulfo, y de ultratumba respondió: ‘Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces… Hay esperanza, en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar’. Y aunque en Pedro Páramo Comala es distinto, le tomé la palabra y enseguida tomé la de otras personas de los pueblos nahuas de Suchitlán, Zacualpa e Ixtlahuacán.

Juan Carlos, ejidatario, dijo en la reunión de la otra campaña que Suchitlán es uno de los ejidos más antiguos del país. De hecho es una de las comunidades más antiguas: data de 1524. A través del Corett, se han titulado los solares urbanos de Suchitlán para que los propietarios puedan vender, cosa que se volvió epidemia, y a quienes no lo aceptan se les persigue hasta con la cárcel, como a la señora Eugenia, quien fue comisaria ejidal, y desde ese cargo se opuso a la privatización del pueblo. Entonces la acusaron, infundadamente, de asesinar a su hermano; la metieron presa. Luego la liberaron, pues no había pruebas. Pero el comisariado ya había pasado a manos más “propicias”.

Una monografía reciente caracteriza a Suchitlán como comunidad de “autogestión comunitaria minimizada”, y dice: “Tradicionalmente el manejo de acciones comunitarias ha sido a conveniencia de personas o grupos con poder político y económico que reparten dádivas para acarrear gente a actos populistas. Los programas de ayuda a los más necesitados llevan fuerte tinte de paternalismo que aniquila la capacidad de gestión de los favorecidos” (Suchitlán, un acercamiento holístico, de Francisco Javier Cárdenas Munguía, Universidad de Colima, 2005).

El estudio agrega que “la cultura de participación no se ha desarrollado en la región, esto aunado a las condiciones socioeconómicas degradantes por las que ha pasado el pueblo”. La conciencia de participación de los afectados en las decisiones de carácter comunal no se ha alentado ni siquiera “en la promoción de la religión católica”.

Suchitlán podría desaparecer pronto, reconoce hoy Juan Carlos, hombre que ha decidido dejar la apatía, al igual que otros, y trata de salvar su pueblo del embate final del capitalismo. En el municipio de Comala, el turismo es controlado por cuatro familias pudientes, vinculadas con los gobiernos priístas de un estado donde se supone que no pasa nada, la vida es tranquila. No obstante, la maestra Angeles Márquez revela que es el segundo estado mexicano en violencia sexual contra las mujeres; la homofobia es hábito social y abundan los problemas de salud. En Manzanillo proliferan pornografía infantil y narcotráfico.

Otro pueblo nahua de Comala, Zacualpa, está siendo desecado hasta la muerte por el gobierno, que extrae el agua de Cerro Grande para dotar de líquido a Colima, Villa de Alvarez y la planta de Coca- Cola en Tecomán. Sometidos a un programa “de servicios ambientales”, los pobladores no pueden disponer de su propia agua y dependen de “ollas” que colectan agua de lluvia. Y acá no llueve mucho.

Según el científico Sergio Graff, de la Universidad de Guadalajara y promotor de esta desecación, Zacualpa (así como Lagunitas, Campo Cuatro y Terrero) es una “fábrica de agua” (concepto alucinante y por demás centralista).

El acto de la otra campaña transcurre con el delegado Zero sentado en una silla modesta, ante una especie de pupitre en un tronco para que escriba los testimonios y los planteamientos del centenar de colimenses que se congregan bajo un toldo de lona. Varias mantas denuncian al banco HSBC, por cancelar las cuentas que recibían el dinero de las comunidades zapatistas de Chiapas: “HSBC, el banco racista del mundo”, parafrasean la publicidad.

Participan no sólo indígenas y campesinos. También colectivos urbanos, adherentes individuales a la Sexta, universitarios, artistas y defensores de derechos humanos. Todos ellos vinieron acá, a Comala, para oponerse a las múltiples destrucciones del neoliberalismo terminal. No quieren que la vida dé aquí un golpe seco contra la tierra y se vaya desmoronando como si fuera un montón de piedras.