Las elecciones presidenciales anteriores que se definieron por Toledo en contra de Alan García tuvieron 14.900.000 electores inscritos de los cuales votaron por algún candidato 10.650.752 y se abstuvieron o votaron blanco y nulo 4.249.247 personas, esto es, el 28,51% de los electores. En las elecciones actuales hay 16.500.000 personas habilitadas para votar.
La fuerte campaña de las instituciones para que se ejerza el voto junto a la ilegalización de los llamados a la abstención y la feroz competencia entre Flores, García y Humala hacen pensar que la abstención tendería a disminuir, pero eso está por verse. Sendero Luminoso ha llamado a la abstención y espera capitalizar dicho resultado con fines propagandísticos.
En los últimos años ha habido un crecimiento de la lucha social desde abajo y un fuerte protagonismo de las regiones, lo que lleva a pensar que hay también un aumento en la confianza en las fuerzas y capacidades propias de la población para resolver sus problemas. Dentro de ese campo tenemos la experiencia de autoorganización asamblearia de Tambogrande contra la minería contaminante, las luchas de Ilave, donde los comunarios arrastraron al alcalde, así como de otras regiones aymaras y ashaninka, los bloqueos campesinos, las movilizaciones de los cocaleros y el desarrollo de fuertes colectivos autónomos en algunas ciudades.
Humala representa un nacionalismo militar poco parecido al de Chávez y atrae desde fujimoristas hasta comunarios indígenas y sectores de izquierda. Flores es más derechista que Toledo, si cabe, y García representa la vieja aristocracia burócrata aprista. Los grupos más a la izquierda como el partido de la descentralización, con cierto arraigo en regiones y sectores de derechos humanos, el partido socialista con Javier Diez Canseco y otros menores, no tienen posibilidades de acumular una cifra significativa de votos.
Todo ello sumado al descrédito de las instituciones y a las medidas pusilánimes del movimiento obrero organizado, aleja toda posibilidad de que los sectores populares se decidan a apoyar a alguien que presente discurso progresista, lo que explica que Humala haya ascendido en las intenciones de voto por su agresividad y el apoyo de su familia que ha lanzado voladores de luces en todas las direcciones posibles, desde liberar a los dirigentes del Sendero Luminoso y del MRTA presos hasta matar a los homosexuales.
La conciencia progresista real se ha estado manifestando en las luchas y movilizaciones por abajo, y ahí está el temor del capital, siendo ese uno de los objetivos del nacionalismo renovado: acabar con el protagonismo social influido notablemente por las luchas bolivianas y ecuatorianas para evitar la emergencia de un movimiento social rupturista con capacidad de derribar gobiernos o de efectuar levantamientos populares como el que se está gestando en Guatemala siguiendo los pasos argentinos, bolivianos y ecuatorianos.
Como la izquierda no tiene un referente con capacidad electoral, se confía en que Humala capitalice el voto protesta de los sectores populares insatisfechos, pero nosotros pensamos que ello no será tan fácil y que de alguna manera se va a manifestar un cierto nivel de conciencia reflejo de las últimas batallas de localidades mediante la abstención, que si aumenta no será por el llamado de Sendero, sino precisamente por el desarrollo del protagonismo social desde abajo.
O sea que los sectores populares han realizado un cierto aprendizaje de uso y confianza en sus propias capacidades para orientar o reorientar el curso de sus vidas y la satisfacción de necesidades.
Las últimas batallas populares en los territorios controlados por el estado peruano y la tendencia visible hasta ahora en el continente así lo indican.
Abrazos
Profesor J