Danzantes tradicionales reciben al sup en Ocotepec

10.Abr.06    Análisis y Noticias

Danzantes tradicionales recibieron a la caravana zapatista en Ocotepec, Morelos Foto Víctor Camacho

Domingo 9 de abril de 2006

Orejas oficiales han oído tanto dolor que están por adherirse a la otra, afirma Marcos

Defienden morelenses tierra y agua de embate gubernamental y de empresas
El PAN, uno de los grandes capitales con que se dirige la conquista de México, señala

La Jornada

Cuernavaca, Mor., 8 de abril. Las resistencias de Cuernavaca y Ocotepec, y las que llegaron aquí a encontrarse con la otra campaña, muestran el paisaje neoliberal más desnudo. La lucha por defender el agua y la tierra van en directo contra la “relación” del gobierno panista con las inmobiliarias y las empresas embotelladoras; contra los centros comerciales y la proliferación ad nauseam de carreteras y puentes monumentales sobre los lugares donde viven pueblos históricamente verdaderos y más vivos de lo que el poder quisiera.

Paraíso de la especulación inmobiliaria. Y también de la represión sin matices. La actividad social se criminaliza sistemáticamente en Morelos, como señala esta tarde un representante de la Coordinadora de Movimientos Culturales Indígenas y Populares, quien también revela en sus palabras los procesos de recuperación de las identidades indígenas y los precedentes históricos. “La discusión del ser indígena es un debate permanente”. Se había alejado de la conciencia de los pueblos morelenses, y ahora se aproxima. Y se pregunta dónde termina lo “indígena” y comienza lo “popular”, en un escenario nuevo.

La reunión de adherentes de la otra campaña en la iglesia de la comunidad metropolitana de Cuernavaca, y antes el acto público en el ejido conurbado y casi devorado de Ocotepec, pusieron al centro las experiencias del llamado Frente Cívico que nació para defender el Casino de la Selva contra la trasnacional Costco, y las de los ejidatarios que detuvieron a la cadena de almacenes Soriana y luego a una gasolinera. Estas luchas son ya más que ellas mismas.

La oposición a Costco va en derrota, pero al seguir viva es también un triunfo; ha sido el lugar de encuentro de resistencias dispersas, de incorformidades, de dignidades reconquistadas. En el caso
de Ocotepec, la palabra derrota va desapareciendo del vocabulario, mientras gana realidad la identidad comunitaria e indígena. Esta combinación atrajo esta mañana otras luchas campesinas morelenses como la de Tetela del Monte, que defiende de un libramiento el último bosque que le queda a Cuernavaca; la del ejido Tecomalco, que busca detener la carretera Siglo XXI, la cual pasaría sobre sus tierras, y la de Santa Catarina (Tepoztlán), que se opone a la explotación de la laguna más grande del estado, y en el camino se reconcilia con sus rivales históricos de Tejalpa (Jiutepec) en la defensa de lo que ahora identifican como territorio de los pueblos contra el gobierno y sus socios empresariales.

Trato de animales

El florido gobernador Sergio Estrada Cajigal, orgullo scout nacional, ha comparado estos movimientos con los “animales”, reprochándoles no querer el “progreso”. Y varias veces así, como animales, los ha tratado. Que lo diga si no Carmen Lucila González Gómez, en silla de ruedas gracias a los golpes de la policía, y que hoy fue presentada por sus compañeros de Tetela en el acto público de Ocotepec.

En el corazón urbano de Morelos, la otra campaña vino a encontrar el mismo tipo de luchas que se dan en tantos enclaves del país, pero con un talante distinto, por así decir. Improntas insurreccionales como el jaramillismo y el viejo zapatismo se encuentran aquí con terrenos de utopía, pacifismo radical como el de El Arca (inspirado en Gandhi y Lanza del Vasto), espiritualidades diversas y una emotividad que pasa por las prácticas en favor del las artes y los derechos humanos. Donde nació la teología de la liberación a la mexicana y donde pasó la estela de Lemercier y su siconálisis cristiano. La culpa la han de tener Erich Fromm, Iván Ilich, Malcolm Lowry, Emiliano Zapata y otros residentes incómodos.

Pero todo en una entidad gobernada por el panismo empresarial más desatado y un conservadurismo que no resiste las pruebas del “helicóptero del amor”, la del narco ni de la pornografía. Tierra de impunidades a prueba de escándalos y procesos jurídicos. Y ahora también de los feminicidios.

Ocho homicidios de mujeres en 15 días

La Comisión Independiente de Derechos Humanos documenta hoy en Ocotepec: “Entre 2002 y 2005 hubo 49 mujeres asesinadas. En los primeros meses de 2006 se han cometido 11 asesinatos más de mujeres, los últimos ocho en tan sólo 15 días”. La representante de la comisión expresa ante el delegado Zero: “Aquí venimos a hablar de resistencias, de negarnos a aceptar pasivamente esta terrible realidad que vivimos las mujeres de Morelos. De quienes, como la compañera Otilia, mueren en Tepoztlán y se concluye sin más que fue suicidio. De la compañera Verónica, destacada ecologista que aparece asesinada en su casa en Ahuatepec, a un kilómetro de donde llevamos a cabo este foro”.

El ejido de Ocotepec se opuso en 2000 a una monumental sede de Soriana. Esto, en un momento en que la comunidad estaba amenazada como tal. Una pasividad se había apoderado de los ejidatarios, quienes ya vendían sus tierras y dejaban que Cuernavaca los tragara. Su comisariado ejidal impulsaba el negocio inmobiliario, y la gente incluso votaba por Vicente Fox y Sergio Estrada Cajigal. Hasta que la asamblea de pueblo depuso al comisariado, resistió a Soriana y se decidió por la autonomía comunitaria. En 2001 recibieron a la marcha del color de la tierra, recobraron inesperadamente su identidad tlahuica y se vincularon con el Congreso Nacional Indígena y otros movimientos nahuas, como el de Xoxocotla.

Cuando surgió la oposición contra una gasolinera en el ejido, que es también parte de la rumbosa capital morelense, sometida de por sí a la servidumbre del automóvil y los embotellamientos, Ocotepec es otro. El empresario Mario Estrada, reputado como “dueño de medio Cuernavaca”, con historias sangrientas en su haber para romper resistencias campesinas en favor de sus proyectos inmobiliarios desde los años 50, topó ahora con comuneros que recobraron su asamblea ejidal, se replantearon en serio su identidad indígena y se aproximaron al zapatismo chiapaneco, que en otro momento criticaban.

El subcomandante Marcos los saluda hoy así: “Queremos agradecer al pueblo de Ocotepec y a sus autoridades que nos hayan recibido y nos hayan hecho sentir como de por sí nos sentimos, como si estuviéramos en una comunidad nuestra, porque ésta es una comunidad zapatista”. En poco tiempo, mucho ha corrido bajo los puentes de esta microhistoria.

El ejido Tecomalco, al oriente del valle de Cuernavaca, reaccionó al avance de la carretera Siglo XXI, caro proyecto del gobierno del cambio (de uso del suelo). Los funcionarios ya habían negociado con el comisariado ejidal, llegándole al precio. La comunidad reaccionó y decidió defender la tierra que heredaron de sus padres. “Valen más que la bala que le metieron a mi padre en un pulmón”, habría dicho una anciana de la comunidad.

La comunidad de Santa Catarina decidió frenar el deterioro ecológico al que sometieron el texcal (manto acuífero entre roca volcánica) en la laguna de Hueyapa, que abastece de agua a muchos pueblos del sur, y ahora el panismo quiere ofrendar a las refresqueras y a la Cuernavaca residencial.

Una participación individual en Ocotepec ofrece un contrapunto interesante. César Añorve proclama haber nacido en el Salto de San Antón, y haber bebido de esas aguas hoy totalmente contaminadas. Y expone que la escasez de agua “es un invento de las trasnacionales” para vender y universalizar sus botellitas de plástico. Invita a poner agua en las puertas de las casas para la gente que tenga sed, y alega que el agua de lluvia filtrada podría bastar para surtir a la población, al menos aquí donde llueve.

Ante estas y otras experiencias, el delegado Zero replica en Ocotepec este mediodía: “Para nosotros como zapatistas es un honor que tantos corazones morenos, de pieles de color diferente, se hayan unido junto con nosotros en este noble empeño. Incluso aquellos que están aquí porque son mandados, los orejas que manda el gobierno, también tienen un trabajo y algunos que vienen desde Chiapas han escuchado tanto dolor y tanta rebeldía que están por adherirse a la Sexta Declaración y a la otra campaña”.

Y recuerda: “Hace cinco años pasamos por este pueblo, que entonces estaba en resistencia contra una gasolinera y un centro comercial. Es un orgullo tenerlos como compañeros y que cinco años después esa gasolinera siga sin funcionar. El ejemplo que nos están dando a nosotros como zapatistas y a muchos otros pueblos indígenas respecto a sus usos y costumbres, la forma en que resisten el avance de la mancha urbana y la defensa de sus tradiciones y cultura.

“La gente de este pueblo no sólo se encuentra hostigada y cercada por el afán capitalista, también por uno de sus encomenderos, el gobernador Estrada, ése que para ponerse cachondo tiene que subirse a un helicóptero. Hay que remarcar lo que el PAN significa para este país y para los pueblos indios. Este partido es uno de
los grandes capitales con los que se dirige la conquista de nuestro país.”

Permanente desdén a la silla del poder

Marcos también aborda otros asuntos: “Cuando llegue el momento de estar frente a la silla del poder, nosotros los zapatistas haremos lo mismo que hizo nuestro general en jefe, Emiliano Zapata: daremos media vuelta, volveremos a la montaña y volveremos a ser lo que somos, los guardianes de la noche, los vigilantes de la sombra. Volveremos a ser los guerreros que somos; otra vez a esperar el día en que haya que alzarse de nuevo para volver a hacer este país de nuevo”.

Y comenta que anoche, al llegar a Ocotepec, “un compañero comunero nos venía contando que cuando ellos plantearon lo de usos y costumbres, un político les dijo que eso era de los animales. El le contestó que tuviera cuidado, porque los animales, cuando se ponen en estampida, pasan a llevar todo lo que tienen enfrente”.

Y plantea que, si “la lucha ya no es por sobrevivir, ¿por qué nos vamos a conformar con que nos perdonen la vida?” Esto y más expresa una manta en la iglesia alternativa, orientada hacia la diversidad sexual, donde se reúne la otra campaña en Cuernavaca: “Nuestra fuerza, la diversidad de luchas”.