La lucha sigue, otro Morelos vive

12.Abr.06    Análisis y Noticias

LA LUCHA SIGUE, OTRO MORELOS VIVE

Cuernavaca, Morelos
9-abril-2006

Por Karla Garza

Zapata sobre relincho, machete en mano y cientos de morelenses sobre algarabía y banderas en mano, reciben la noche del 7 de abril a la Otra Campaña que se encuentra aquí con las luchas y los luchadores contemporáneos de un pueblo de luchas y luchadores históricos.

El ejido de Ocotepec recibe a la Comisión Sexta del EZLN con banda y fuegos artificiales mientras el comisariado le cuenta de los frutos de sus luchas, de la autonomía tlahuica, de los usos y costumbres –ésos que para muchos gobernantes son “cosa de animales”-, de las resistencias.

Comienzan al día siguiente los trabajos de la otra en el estado y recuerda el Delegado Zero:

“Hace cinco años por estas fechas pasamos por este pueblo que entonces estaba en resistencia contra una gasolinera y un centro comercial. Es un orgullo tenerlos como compañeros y que cinco años después esa gasolinera siga sin funcionar. El ejemplo que nos están dando a nosotros como zapatistas y a muchos otros pueblos indígenas respecto a sus usos y costumbres, la forma en que resisten el avance de la mancha urbana y la defensa de sus tradiciones y cultura es también un ejemplo para el resto del país.”

Señalan los habitantes de Ocotepec la Soriana, tienda departamental construida a pesar de su oposición con la afrenta que representaba para la vida comunitaria y el pequeño comercio local; una historia que no han dejado repetirse, resistiendo cada vez de forma más decidida y terminante, haciendo valer su autonomía. Y ahí está de testigo el esqueleto de construcción de lo que un empresario quiso que fuera una gasolinera.

Como pocos estados conjuga Morelos el patrimonio histórico, la vanguardia cultural y la rica biodiversidad. Sin embargo, no hay un solo árbol, una sola parcela, una sola pieza artística o arqueológica, que no se amenazada por el avance desquiciado del capitalismo.

Amenazas que no están aisladas y que van también de la mano con las que los poderosos hacen a la libertad, a la seguridad y a la vida de quienes se oponen a sus intereses. Para los morelenses, un claro ejemplo de esto fue la agresión desatada en torno al Casino de la Selva hace algunos años y contra la cual se alzaron decididamente.

Otro centro comercial (Costco-Comercial Mexicana) sería construido llevándose entre las patas el Casino de la Selva, un antiguo hotel en el que dos grandes muralistas habían plasmado su obra, una zona arqueológica olmeca y un bosque urbano; un ataque que sumó descontentos: “fue una lucha que atrajo a los artistas y la comunidad cultural que usualmente no se preocupan por la ecología, a los ecologistas que usualmente no se preocupan por el pequeño comercio y a los pequeños comerciantes que usualmente no se preocupan ni por el arte ni por la ecología”, recuerda Charlie Goff, integrante del Frente Cívico Pro Defensa del Casino de la Selva, el heterogéneo movimiento que se enfrentó a un gobierno que ya está visto, usualmente no se preocupa ni por el arte, ni por la historia, ni por la ecología, ni por el pequeño comercio.

Defendía el frente 9 hectáreas y media en las que se encontraba el Casino de la Selva, valioso no sólo por los murales de José Renau y Reyes Mesa, sino también por ser el primer edificio construído con la técnica arquitectónica de techos delgados de concreto experiementada en él por Félix Candela, la misma con la que luego se creó la Ópera de Sidney, Australia; un bosque urbano de 938 árboles, algunos de los cuales tenían más de 100 años de edad y vestigios olmecas que databan del 1200 a.C. y que además representaban y documentaban un periodo importante por registrar el paso de la vida nómada a la sedentaria.

Sobre todo eso hoy hay “planchas de cemento para estacionar coches y anaqueles para vender sus productos enlatados” como expresa con coraje una de las integrantes del frente al que el gobierno tuvo que golpear para imponer sus intereses, es decir, los de los grandes empresarios, y en este caso, los de Guillermo González Mora, dueño de la Comercial Mexicana. En la represión 33 personas fueron detenidas, entre varios menores de edad, acusadas de “sabotaje”, “motín”, “ataques a las vías y medios de comunición” y otros ridículos cargos que bien debieron invertirse a quienes en realidad saboteaban los intereses de la comunidad.

Pero el frente no ha desaparecido. Hoy da una nueva batalla, defendiendo la “Barranca de los Sauces” que el gobierno quiere desaparecer porque estorba uno de sus proyectos de urbanización, porque “interrumpe” una importante avenida. Si bien es la avenida la que le estorba a los centenarios sauces para vivir y a la población morelense para respirar de uno de sus ya pocos pulmones.

Han tenido que amarrarse a los árboles para impedir el paso de la maquinaria y acampar en el corazón de la barranca, como guardianes, literalmente, ante la acechanza del “progreso”.

Corren el mismo riesgo los árboles del bosque de Tetela del Monte, más de 200 hectáreas del último bosque natural de pino encino que le queda a Cuernavaca, una de las últimas áreas de bosque húmedo de altura que le quedan a Morelos y que para su mala suerte, se encuentra en el camino trazado para el ambicioso proyecto del Libramiento Nor- Poniente, que de paso arrasará también con los ecosistemas naturales de Tepoztlán, Cuernavaca y Temixco.

Los 40 ejidatarios de Tetela del Monte se han empeñado en defender el bosque como bien de uso común y la osadía les ha costado la embestida feroz del gobierno panista de Sergio Estrada Cajigal, que otra vez, reacciona con los golpes que tienen a Lucila González García, representante legal de los ejidatarios, en una silla de ruedas.

Pese a las amenazas, la otra campaña se traslada hasta allá, porque, como les dice el Sub Comandante Marcos:

“Queríamos venir a decirles una cosa. No es cierto que son 40 ejidatarios, sino todo un movimiento nacional, el de la otra campaña que está también en defensa de esta tierra junto con ustedes.

Agradecen el apoyo los ejidatarios, también el oído, pues como expresa uno de ellos “gracias a su visita los ejidatarios de Tetela del Monte hemos podido expresar lo que un gobierno represor nos ha impedido”.

El Delegado Zero remarca a propósito la actuación de los gobiernos panistas: “porque esto es un doble asesinato. Uno inmediato sobre la naturaleza, y otro sobre las personas más a futuro”.

Más abajo, zonas completas del bosque han desaparecido y en su lugar se erigen lujosas residencias, en calles “privadas”, por lo que el Delegado Zero advierte: “Si no hacemos lo que tenemos que hacer, lo que aquí va a haber es un a zona residencial y no se va a poder pasar, como no nos dejaron pasar hace rato. Y si hacemos lo que tenemos que hacer, este va a ser un lugar donde vendrán los hijos de los obreros, de los campesinos, de los empleados, de toda la gente que trabaja y que ahora no dejan entrar en calles que son ‘libres de tránsito’”.

También se encuentra La Otra con la resistencia del Ejido de Tecomalco a la Carretera Siglo XXI, que pretende tragarse con asfalto ricas parcelas productoras de cebolla, calabaza, maíz, frijol, arroz y caña de azúcar.

El proyecto que para nadie es un secreto, forma parte desde el 2000, del Plan Puebla Panamá, ha puesto a los comuneros contra las cuerdas, hostigados por los representantes de la empresa constructora y representantes de Reservas Territoriales.

Lo cierto es que la mayoría ha cedido a la disimulada amenaza hecha “en tono amable” de quedarse sin tierras a cambio de nada, porque “o venden o les expropiamos” y así por las buenas sí, hasta con los humillantes pagos de a 12 pesos el metro cuadrado.

Pero el Lic. José Alanís, representante de la empresa CAJIDE, encargada del proyecto se ha topado con los otros pocos que no se amedrentan, como Guadalupe Torres quien se lo dejó claro: “ mi padre luchó por la tierra junto a Zapata. De eso se llevó una bala en pulmón. Ponerle precio a la tierra es como ponerle precio al pulmón de mi padre”.

La Otra campaña aún tiene experiencias que recoger en la tierra de Zapata. Son éstos apenas algunos ejemplos de las trincheras desde las que muchos morelenses se aferran al legado de lucha de zapatista y que seguirá dando lecciones de rebeldía y coraje desde aquí, donde el Zapata de Morelos vive porque el Morelos de Zapata no ha dejado de luchar.