Martes 11 de abril de 2006
El español se ha convertido en el idioma oficial del movimiento
Ciudad por ciudad, migrantes sacuden a EU en demanda de un trato justo
Se trata de la acción coordinada más importante en defensa de sus derechos
La Jornada
Desde temprano las calles comenzaron a llenarse de quienes llegaron de todo el mundo a este país, primero en Atlanta, después en Los Angeles, más tarde en Washington, Phoenix, y en esta ciudad, y de repente eran incontables los lugares -por lo menos 125 ciudades- donde se realizó la acción coordinada a escala nacional más grande de la historia en defensa de los migrantes.
Las demandas del denominado “día de acción nacional por la justicia para los migrantes” fueron universales, sólo que expresadas en los particulares acentos de cada país de origen. “Somos trabajadores, no terroristas”, “En Estados Unidos todos son migrantes”, “Los pioneros no necesitaban la green card”. La consigna fue “Sí se puede”, por todas partes.
El español se ha convertido en el idioma oficial de este movimiento y líderes religiosos anglosajones, políticos estadunidenses, líderes afroamericanos, sindicalistas, árabes, chinos, africanos y hasta irlandeses decidieron, al tomar micrófonos por todo el país hoy, que por lo menos algunas palabras tenían que ser en español.
En Washington los organizadores calcularon haber superado por mucho los 180 mil que se esperaban. El cardenal Theodore McCarrick, de la capital, acudió a bendecir la concentración y su discurso fue casi todo en español, ante el gozo de los miles que lo escucharon. El senador Edward Kennedy se presentó a la manifestación y dijo que este movimiento era como el de los derechos civiles de hace medio siglo. “El doctor Martin Luther King Jr. hizo un llamado a la nación para hacer soñar la libertad. Es hora de que los estadunidenses alcen la voz de nuevo, esta vez en orgullo por nuestro pasado inmigrante y en apoyo de nuestro futuro migrante.”
Estudiantes latinoamericanos de varias preparatorias de Virginia y Maryland tomaron el micrófono y declararon que forman parte de “este movimiento por la justicia”. Estas voces de la juventud se repitieron por todo el país en las acciones de hoy.
“Estamos así porque dicen que somos ilegales, los que estamos en las esquinas de todo este país”, declaró Ramón García, de una agrupación de jornaleros. “Pero ¿dónde está la ilegalidad? La libertad, la justicia y el trabajo son derechos universales, y eso nos están negando, ellos son los ilegales. Al pueblo de Estados Unidos, le pido que recuerde su historia, que este país se formó con puro migrante”, dijo ante los miles concentrados en el monumento a Washington.
Esos mensajes hicieron eco por todo el país. En Phoenix marcharon, según los organizadores, hasta 300 mil, mientras unos 75 mil lo hicieron en Fort Myers, Florida, más de 40 mil en Atlanta, y se realizaron boicots y paros en partes de Carolina del Norte. Se realizaron marchas y manifestaciones a lo largo y ancho del país -a veces con decenas de miles, a veces con unos cientos- en Lexington, Kentucky; en South Bend, Indiana; en Filadelfia, en Omaha, Nebraska; Dodge City, Kansas, Portland, Maine, y Houston, Texas (50 mil) -acciones programadas en casi 40 estados (de los 50) de esta unión- hasta en Alaska, donde unos 30 activistas realizaron un acto de solidaridad en Anchorage con los “paisanos” mexicanos en otros estados.
Durante el transcurso del día llegaban más noticias: 50 mil en Houston, en Las Vegas 3 mil 500, 10 mil en Fresno, California. En el pueblito de Garden City, Kansas, con una población total de 30 mil, se informó de una marcha de 3 mil, o sea, 10 por ciento de esa población. En Champaign, Illinois, en pueblos de Carolina del Norte, en Maine. En Boston se reunieron brasileños, dominicanos y chinos. En Seattle participaron miles de mexicanos, argentinos y migrantes de Costa de Marfil. Unos 25 mil marcharon por Madison, Wisconsin, y continuaban los informes desde todas partes de este país.
En la capital de Mississippi -Jackson- en pleno epicentro del sur profundo y sitio sangriento del movimiento de derechos civiles para los afroestadunidenses, unas 500 personas se presentaron y cantaron la canción histórica de ese movimiento, We Shall Overcome (Venceremos), en español.
Organizadores y activistas han señalado que todo esto es “el nuevo movimiento de derechos civiles”. Por cierto, ayer en Birmingham, Alabama, manifestantes marcharon sobre la mismas calles donde hubo algunos de los peores enfrentamientos en los años 60 entre policías y activistas de derechos civiles, y el mitin fue realizado frente a una estatua de Martin Luther King Jr.
Hoy en Atlanta, el reverendo James Orange declaró ante los 50 mil reunidos ahí: “pueblos del mundo, hemos llegado aquí para decir que éste es nuestro momento”. En otros lugares participaron líderes religiosos musulmanes, rabinos, evangélicos y hasta budistas.
Con la megamarcha de medio millón de personas en Dallas con que arrancó esta jornada de acciones, parecía no haber punto del mapa estadunidense en el que no hubiera algo, desde estudiantes que dejaron las aulas hasta trabajadores que suspendieron sus labores para sumarse a las marchas de costa a costa, de norte a sur.
Ya había señales de que este Estados Unidos no es el mismo que hace unos meses. Ayer en Washington, en la misa del Domingo de Ramos a la que asistió el presidente George W. Bush y su esposa, a una cuadra de la Casa Blanca, el reverendo Luis León mencionó durante su sermón que él tenía la intención de sumarse a la manifestación en defensa de los migrantes programada para hoy en la capital.
Una vez más, la radio latina y otros medios “étnicos” fueron claves en la convocatoria a los miles de asistentes. La infraestructura de muchas de estas movilizaciones estaba en manos de varios sindicatos nacionales (en Washington, el presidente de la central obrera AFL-CIO encabezó parte de la marcha; en Nueva York fue el sindicato de servicios SEIU el que se encargó de la coordinación de la manifestación), pero también de líderes religiosos y con la gran energía de los estudiantes.
Pero los protagonistas fueron los migrantes mismos -mexicanos y latinoamericanos la gran mayoría- que forman las filas de estos sindicatos, los que llenan las iglesias, los alumnos, pero sobre todo los trabajadores que sostienen esta economía (y de la de muchos de sus países de origen).
Tan poderosa ha sido esta ola de manifestaciones que alcaldes, cardenales, legisladores y otras figuras de las cúpulas política y social de diversas partes del país se han visto obligados a presentarse, y hasta participar. Hoy, el senador Kennedy estuvo en Washington; representantes federales y estatales -entre ellos la senadora Hillary Clinton y los representantes Nydia Velásquez y Charles Rangel, acudieron a la concentración en Nueva York.
Las banderas también enviaron mensajes, con migrantes de todo el planeta llevando la enseña estadunidense, porque “nosotros también somos Estados Unidos”. Pero a la vez, varios portaban las banderas de sus países, y las imágenes eran un mosaico de colores. Alguien decidió coser la bandera estadunidense y la salvadoreña en una sola, otros llevaban dos. En muchas de las marchas la gente se vistió de blanco, símbolo de que estas acciones son pacíficas, y así fueron, mientras la policía reportaba casi ningún incidente grave.
Pero como comentaron a La Jornada varios participantes en las manifestaciones desde Los Angeles, Washington y otras ciudades, lo notable fue el tono festivo de las movilizaciones, donde participaron familias, se celebró la resistencia y el hecho de que cientos de miles de migrantes decidieron salir de las sombras y declarar a pleno sol “ya no somos invisibles”.
Durante las últimas 48 horas este país ha sido testigo de la movilización de más de millón y medio de personas -de migrantes y sus aliados- en casi cada estado, en demanda de justicia, respeto y dignidad.
Habrá más acciones, dicen los organizadores. Algunos están impulsando un paro y boicot nacional por los migrantes para el primero de mayo -día en que buscan que ningún migrante vaya a trabajar, no compre nada, no vaya a la escuela- y buscar así que este país sienta lo que es “un día sin migrantes”. Con la acción de ese día se cierra un círculo de cierta manera: el primero de mayo se conmemora en todo el mundo (menos en este país) la lucha por la jornada de ocho horas que nació en Chicago a finales del siglo XIX, un movimiento de trabajadores migrantes.
Por otro lado, una nueva encuesta de CBS News difundida hoy registra que una amplia mayoría de estadunidenses -74 por ciento- opina que a los indocumentados se les deber permitir permanecer aquí si cumplen con condiciones (pagar una multa, pagar impuestos, hablar inglés, haber residido aquí durante cinco años y no tener antecedentes penales). Sólo 23 por ciento se opone. A la vez, sólo 26 por ciento aprueban la manera en que el presidente George W. Bush ha manejado el tema de migración, 53 por ciento lo desaprueba. Un 43 por ciento cree que el Partido Demócrata haría una mejor labor sobre migración, y 31 por ciento opina lo mismo de los republicanos.