Cientos de estudiantes acudieron a la cita con el subcomandante Marcos Foto Víctor Camacho
Jueves 27 de abril de 2006
“Necesitamos su decisión, su experiencia; sobre todo su corazón, que es de abajo”
La Jornada
San Salvador Atenco, Mex., 26 de abril. La gente de los pueblos de San Salvador Atenco vibró una vez más. La noche del martes salió a las calles del poblado y las colmó como hace casi cinco años, cuando en una noche de julio los pobladores, atrincherados y rodeados por el Ejército federal y la policía, esperaban una incursión militar. Eran los tiempos en que luchaban para detener el proyecto de aeropuerto que el gobierno federal pretendía construir en sus tierras de cultivo. Anoche, la razón de la bulliciosa movilización era otra: la población salió para ver pasar por sus calles al delegado Zero, recibirlo clamorosamente y, como pueblo, unirse a la otra campaña.
El machete, símbolo de la resistencia de los pueblos atenquenses, fue vigorosamente blandido en alto. Desde Tequisistlán, Santa Isabel Ixtapa, Nexquipayac y Acuexcomac, la gente siguió el paso de Marcos a caballo junto con la “caballería”, y llegó con él a la plaza principal de Atenco, donde miles de personas aclamaron al subcomandante.
Al frente, el batallón de la séptima caballería enarbolaba la bandera mexicana. Un grupo de danzantes corría y sacudía su plumaje. En las aceras y sobre los techos la gente saludaba. Una concentración tal no se veía desde aquella noche del primero de agosto de 2002, cuando también por miles los atenqueneses festejaron el anuncio del gobierno federal de que se cancelaba el proyectado aeropuerto. En esta ocasión, en la plaza principal fue recibido Marcos con cohetones, cañonazos (de salva, pero estruendosísimos) y machetes chocando entre sí a ritmo de tambora. Posteriormente, un coro de niños entonó el himno de los rebeldes de Chiapas: “Ya se mira el horizonte/combatiente zapatista/el camino marcará/a los que vienen atrás”.
Martha Pérez, una de las representantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), contó parte de la lucha que el pueblo de Atenco y Texcoco sostuvo contra el aeropuerto y en defensa de más de 5 mil hectáreas de 13 pueblos que habían sido expropiadas. “Aquí hay gente digna, que no se dobla ante los intereses económicos ni políticos y que luchó y sigue luchando por su tierra, su vida, su libertad.”
Después de atravesar otras poblaciones del combativo municipio mexiquense, el delegado Zero dijo a la multitud: “Venimos a reconocerles como nuestros hermanos mayores, porque nos han enseñado también a desafiar al poderoso, a enfrentarlo y a defender con nuestra propia fuerza aquello que nos quieren quitar: la tierra, la libertad y la vida. Esta tierra digna de Atenco tiene mucho que enseñar, no a sólo a nosotros como zapatistas, sino a toda la gente que está luchando”.
Marcos hizo un emotivo reconocimiento a estos pueblos, que hoy son símbolo y ejemplo de generosidad y compromiso con otras luchas. También simbolizan la bestia negra de algunos candidatos presidenciales que se sienten obligados a decirle a su público con gallardía de la que ya no hay: “A mí no me espantan unos machetes”. Pero el miedo que les tiene el poder no anda en burro, como dice el refrán.
“Hace un momento fue un honor cabalgar al lado del séptimo regimiento de caballería”, y explicó Marcos de dónde viene ese título: “Resulta que en cualquier lugar donde se está luchando, quién sabe cómo le hacen, pero aparecen los machetes de ustedes dando apoyo, alegría, combatividad a la gente que está sufriendo, no importa lo grande o pequeño que sea ese movimiento”.
El subcomandante Marcos relató que a lo largo del recorrido de la otra campaña ha escuchado historias de despojos de tierras, persecución y exterminio de pueblos indios, pero “no en todas partes se han alzado los machetes que se alzaron en Atenco. Y a cada paso que damos nuestra fuerza crece, y entonces uno se pregunta, de qué se trata esto, quién es el que va a llegar al poder, quién es el que se va a enriquecer, el que va a vender nuestro movimiento. Tal vez haya desconfianza en algunos, no en la gente digna que levantó el nombre de Atenco por todo el mundo, porque sabe que tienen una organización que ni se vende ni se rinde, así lo sabemos todos y lo venimos a reconocer delante de ustedes. La que nos enseñaron en las calles, la que nos enseñaron con las chispas del machete arrastrado con el cemento, la que hizo temblar al gobierno de Acción Nacional de Vicente Fox y a los empresarios que ambicionaron estas tierras para tener un lugar donde meter sus lujos, sus aviones”.
Frente al auditorio ejidal y teniendo como fondo el mural de Emiliano Zapata pintado por el muralista Javier Campos, Cienfuegos, en el que se representa parte de las tradiciones y la lucha de Atenco, el delegado Zero preguntó a la concurrencia sobre su decisión de unirse a la otra campaña.
“Compañeros, tienen que hacer una valoración como pueblo y como organización. Han conquistado la tranquilidad en estas tierras, pudieran quedarse así. Estamos seguros de que nadie se las quitará, con esta organización y esta decisión.” Y aventuró: “si pudieran optar por unirse a la otra campaña y correr de nuevo los riesgos para defender sus tierras, nada más que ahora para defender una cosa que tal vez muchos ignoran y que nosotros llamamos patria.
“Nosotros y nosotras los necesitamos; necesitamos su decisión, su experiencia. Necesitamos sobre todo su corazón, que es de abajo y es de izquierda. En el caso de que decidieran quedarse donde están, no cambiaría la admiración y respeto que sentimos por ustedes, pero en caso que decidan marchar junto con nosotros en este nuevo horizonte que pensamos que es la única posibilidad de sobrevivir como seres humanos, como seres dignos, sepan que nuestra alegría será tan grande que rebasará las fronteras.” Entonces sopló en el viento la respuesta, en forma de aplausos, aclamaciones y vivas al EZLN.
Esta mañana, el subcomandante Marcos encabezó un mitin en la explanada principal de San Francisco Acuexcomac. Ante un numeroso grupo de pobladores, llamó al FPDT a que se reagrupe y salga a otras ciudades y poblados a compartir su experiencia de lucha. “Ahora se trata se mantener esa lucha, de no perder la organización y unirse a otras organizaciones.
“Les pedimos eso: no suelten la lucha, no suelten la organización, empiecen a tender sus manos, sus voces, a otros compañeros y compañeras, a otros campesinos, indígenas, estudiantes, maestros, toda la gente pobre que hay en este país. Hay mucho que nos tienen que enseñar a todos.
“Les venimos a pedir que vuelvan a levantar ese orgullo y esa dignidad y que enseñen a otros, no sólo con videos o grabaciones, sino con gente de aquí que vaya a otros lados a platicar lo que fue la lucha. Que la mano de San Francisco Acuexcomac se tienda a otros pueblos y también su palabra.”
En jardín del rey poeta
Posteriormente, el delegado zapatista hizo un recorrido por los campos de cultivo de Atenco. Para ello fue conducido a los “cerritos” Huatepec y Tepexingo, en el vasto valle de Texcoco que el gobierno foxista pretendió expropiar hace unos años. En la cima del Huatepec hay una roca en forma de silla, y dice la leyenda que a ella venía el rey Nezahualcóyotl para contemplar el lago de Texcoco, que precisamente se localizaba en este valle. Desde ese sitio, el comunero David Pájaro expresó, rodeado de centenares de personas procedentes de muchos de los 13 pueblos: “Si en verdad los pueblos nos queremos adherir a la otra, lo primero es no dejar de sembrar esta tierra, y defenderla, aunque nos lleve la chingada”.
David Pájaro extendió su mirada alrededor, mostrando la grandeza de un valle aún agrícola, rodeado a la distancia por la mancha urbana, muy lejos, pero a la redonda. Los campesinos y campesinas (ellas, muy decididas al expresar su amor a la tierra y a su trabajo) repetían a los visitantes que todas esas tierras: “hasta donde alcanza la vista” son las que les querían arrebatar. Y el panorama era grandioso en verdad.
“Nos querían quitar 50 kilómetros de zanjas y otros 50 de caminos, y 11 de nuestros 20 pozos de agua, los mejores”, expuso Pájaro, entre alabanzas a la bondad de estos campos, capaces de producir maíz en grandes cantidades. Y hasta donde la mirada lograba distinguir, el valle lucía trabajado, productivo. Esta es la abundancia del pobre. (”El que no ha perdido todo no ha pedido nada”, decía el poeta campesino Miguel Hernández.)
Doña Aída Evarista, mujer de edad, dijo allí a La Jornada: “Los que amamos estos campos nos oponemos a la mancha urbana. Yo no soy de las personas que permiten que las fraccionen. Esto, que era la laguna, la querían Montiel y el grupo Atlacomulco para una ciudad industrial, no sólo el aeropuerto”.
Más tarde, de nuevo en la plaza de la cabecera municipal, el delegado Zero se despidió de Atenco: “Esas tierras que fuimos a ver son todavía ambicionadas por los poderosos. Es un punto estratégico en todo desarrollo. Lo que ellos han considerando una derrota, la consideran momentánea y piensan volver sobre ella. En ese pequeño cerro les explicaba a los compañeros por qué es importante para los de arriba controlar el valle, y que si lo controlan, si ganan, la destrucción va a ser no sólo para Atenco, sino para todos los pueblos alrededor hasta el pie de las montañas, incluso hasta la parte alta”. Estando en el cerro Huatepec, Marcos lo llamó, muy militarmente, “cabeza de playa”.
Y advirtió: “Conforme vaya avanzando el poder del capital que tiene su sede allá en la ciudad de México, iremos perdiendo cada vez más. Es necesario hacerse fuerte, prepararse para esos días cuando quieran volver a conquistar estas tierras, y hay que conquistar todavía muchas cosas que nos faltan. La tierra tiene que ser de quien la trabaja, pero no sólo la extensión, sino también lo necesario para trabajarla sin envenenarla. El precio de los productos tiene que ser justo. No es cierto que no hay dinero para los pueblos. Hay, pero se lo están quedando ellos (los de arriba)”.