Domingo 7 de mayo de 2006
El CNI apoya la resistencia contra la represión oficial
Hoy, Atenco, ¿mañana quién?, preguntan indios
Denuncian guerra de exterminio que alienta el gobierno
La Jornada
San Pedro Atlapulco, Méx., 6 de mayo. “Hoy es Atenco, mañana, ¿quién sigue de nosotros?”, fue la interrogante. En el espíritu de la otra campaña, como recalcaron varios de los representantes indígenas congregados aquí desde ayer, y con el fantasma de la violencia ejercida por las autoridades en San Salvador Atenco, los más de 800 asistentes, delegados de 26 pueblos originarios procedentes de múltiples regiones de 23 estados de la República celebraron el cuarto Congreso Nacional Indígena (CNI). De esa manera, se sumó a la resistencia contra la represión oficial convocada por el delegado Zero. La reunión no dejó de lado ninguno de los problemas que aquejan a las comunidades y territorios indígenas de México.
No pudo soslayarse el asesinato de Faustino Acevedo Bailón, este 4 de mayo en San Blas Atempa, cuando el que era tesorero de dicho municipio autónomo fue asesinado en la puerta de su casa. Acevedo se disponía a partir hacia esta reunión. Este municipio zapoteco, atacado brutalmente por la policía de Oaxaca hace varias semanas, había recibido a la otra campaña a su paso por Tehuantepec.
El congreso se solidarizó con el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de San Salvador Atenco. Los asistentes se pronunciaron por desterrar la “semilla de violencia y represión” sembrada en ese pueblo, pues el hecho deja precedente para que se sigan cometiendo actos de flagrante violación de derechos humanos.
El subcomandante Marcos canceló su participación personal en la reunión (que como quiera fue asumida por todos los presentes como parte de la otra campaña), debido a las circunstancias generadas por el ataque en Texcoco y Atenco. Al concluir la plenaria, se leyó un comunicado del delegado zapatista que galvanizó el ambiente y fue recibido con entusiasmo. En las cinco mesas de trabajo se sucedieron las muestras de solidaridad con el FPDT y la exigencia de liberación de todos los detenidos.
Al iniciar el cónclave, Carlos González, de la región Centro-Pacífico del CNI, rechazó la represión contra grupos que demandan justicia social y defienden sus derechos y territorios. Esto, ante representantes de los pueblos nahua, maya peninsular, tlahuica, zapoteca, tapehua, wixárika, ñhañu, mazahua, mixteco, chol, totonaco, tenek y amuzgo, entre otros, quienes se congregaron en Atlapulco, a más de 2 mil 500 metros sobre el nivel de mar, en uno de los puntos más altos del estado de México. González destacó que en este momento los pueblos indígenas del país están cruzados por una guerra de extermino desatada por grandes empresarios, las potencias internacionales, los órganos financieros mundiales, el gobierno mexicano en todas sus instancias y los partidos políticos.
Dijo que la guerra de extermino se ha vuelto más intensa a partir de los últimos tiempos, cuando los pueblos indígenas, junto con muchos explotados más, comenzaron a organizarse. Destacó que desde hace cinco años, en el tercer congreso celebrado en Nurío, Michoacán, se demandó al Estado mexicano el reconocimiento constitucional de los derechos de los pueblos indígenas, que abriera paso a una nueva relación de la sociedad con los pueblos indios.
Sin embargo, después del tercer congreso, en 2001, la respuesta de los poderes de la Unión fue la contraria. “Por ello hoy nos reunimos para exigir los derechos que nos corresponden, y nos uniremos a la gran rebelión que se está gestando en el país, para que de manera pacífica y civil acabemos con toda la mierda que nos están plantando”.
Expuso que la represión ha aumentado, y enlistó nombres de miembros del CNI que han sido asesinados. Destacó el caso de Concepción Barragán Piñones, muerto este 13 de marzo, por defender mil hectáreas de la comunidad nahua de Cuzalapa (municipio de Cuautitlán de García Barragán, Jalisco). Informó que el pasado jueves fue asesinado Faustino Acevedo Bailón en San Blas Atempa, Oaxaca. Por ellos pidió un minuto de silencio.
Claudia Torres acudió en nombre de la otra campaña, y ante los grupos indígenas congregados en el atrio de la iglesia de San Pedro Atlapulco hizo una relatoría de los recientes sucesos en Atenco. Expuso que al momento hay personas desaparecidas, entre ellos César del Valle, hijo de Ignacio del Valle. Destacó que el proyectil alojado en el cadáver del menor de 14 años, Javier Cortés Santiago, confirma que los policías iban armados y dispararon contra los atenquenses.
Notificó que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha proporcionado una lista de detenidos, entre ellos varios extranjeros que el 4 de mayo habían llegado en actitud pacífica para proteger al pueblo. Además de que el uso de armas por los policías dejó heridos graves, como Francisco Cortés Santiago, quien tiene alojadas tres balas en el cerebro. Asimismo, narró el caso del estudiante de la UNAM Alexis Benhumea, de 22 años, a quien le estalló en la nuca un bote de gas lacrimógeno y se encuentra en coma. Destacó que se están documentando las numerosas violaciones sexuales que los policías mexiquenses cometieron, en muchos casos de manera tumultuaria, contra decenas de detenidas. “Pero eso las televisoras no lo dicen.”
Entre los presentes hubo quienes demandaron acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y aconsejaron no dejar a la CNDH la pesquisa de violaciones a las garantías individuales, por no tener confianza en ese organismo, que no ha dado resultados sobre los casos trágicos de Pasta de Conchos (Coahuila) y Lázaro Cárdenas (Michoacán).
El cuarto congreso hizo el recuento de demandas incumplidas por gobiernos estatales y federales. Instaladas las cinco mesas de trabajo, donde se discutieron esos temas, pero de manera espaciada, se pugnó por que se reconozca la propiedad de los pueblos sobre las tierras que trabajan, por el respeto a la explotación de aguas, el rechazo a la discriminación cultural y el respeto a las tradiciones.
Raúl Murillo Betanzos, delegado de zapoteco de San Jerónimo Ixhuatepec, Oaxaca, rechazó la cesión de las tierras para que gobierno y empresas consoliden proyectos de inversión en la región porque, dijo, devastarían la naturaleza, así como las tradiciones y cultura del istmo.
A partir del tercer congreso del CNI “empezó nuestra resistencia”, manifestó Lauro Carrillo, wixárika, en la plenaria de esta noche; citó la Declaración de Tuapurie, de 2005, y comentó: “Me duele mucho que algunos pueblos indígenas quieran negociar con las empresas. Creo que unidos podemos vencer. Lo que está sucediendo en Atenco nos puede pasar a cualquiera de nosotros”.
Las exposiciones se sucedían, con una claridad que a los mismos indígenas tenía sorprendidos. “Nunca habíamos escuchado en una reunión del CNI tantas participaciones claras y decididas como ahora”, comentó a La Jornada un purépecha de Zirahuén. Una totonaca de Veracruz se refirió a la “represión ideológica de los medios de comunicación, que nos quiere obligar a pensar poco y reprimir nuestra lengua”.
Cruz Sánchez, rarámuri de Chihuahua, se sumó al casi letánico señalamiento de que los programas del gobierno amenazan de manera mortal a los pueblos: “el Procede ha dejado a muchos campesinos sin tierra. Y la tala de la sierra nos está dejando sin árboles. Lo importante de los tiempos nuevos es que hemos empezado a valorar otra vez nuestras costumbres. Ya recuperamos los consejos supremos de nuestros ancianos”. Fue histórica la participación de los nahuas de Colima, mayos de Sinaloa, mayas de Yucatán y Campeche, y paipai y kumiai de Baja California, los cuales no habían participado en el CNI, o lo habían hecho muy escasamente.
El pueblo ñahñu de Atlapulco, anfitrión del congreso, es la quintaesencia del territorio amenazado. Un punto toral es su agua, que está siendo devorada por el gobierno de Enrique Peña Nieto, el último cachorro del grupo Atlacomulco y responsable directo de ese desastre de los derechos humanos que se vivió en Atenco esta semana.
Las mazahuas delegadas para esta reunión ofrecieron entregarse 50 de ellas a cambio de 10 presas. El Movimiento Mazahua realizó hoy, paralelamente al congreso, una marcha de antorchas en el cerro del Molcajete, en apoyo a los campesinos de Atenco. En la plenaria, los delegados se sumaron al repudio por las acciones del gobierno en el desdichado municipio mexiquense. “Su sufrimiento es nuestro”, dijo otro delegado.
La unanimidad en los puntos esenciales demuestra que este congreso representa la situación y las posturas del grueso de los indígenas independientes de México. Estuvieron la policía comunitaria de Guerrero, los comuneros autónomos de Zirahuén, las radios de Suljaa’ y Bellavista. También los campesinos mixes, chontales, zoques y zapotecas del istmo, afectados por la instalación de cerca de 100 molinos eólicos que amenazan con destruir la región, merced a una inversión programada de 5 mil millones de dólares, que la CFE ya está construyendo.
Una de las relatorías concluía: “Declaramos que históricamente hemos sido sujetos a una destrucción social y moral, a un robo de nuestros recursos naturales y de nuestro territorio. Las religiones y los partidos políticos se han vuelto un cáncer que nos destruye y el gobierno aumenta nuestros problemas territoriales para dividirnos y enfrentarnos. Por eso es indispensable que construyamos la autonomía por la vía de los hechos. Aunque hemos andado ese camino, muchas autroridades han sido cooptadas por los partidos. Es fundamental rescatar nuestras autoridades tradicionales para recuperar espacios, como la justicia. Este es un escudo protector para que el gobierno no nos aplaste”.