Roxana Cuba
¿Elección democrática?
Comentarios, hechos, reflexiones e inquietudes
Amigos
Después de leer los artículos de César Hildebrandt (El inti-piltrafa - Porque no votaré por Alan García) de Ricardo Alvarado (Manifiesto solitario por el voto viciado) y el de Jimena Sánchez (Perú: El triunfo de la impunidad) necesito comentarlos y compartir con ustedes algunos hechos, reflexiones e inquietudes.
Comenzaré citando algunas frases del artículo de Hildebrandt: “No puedo votar por Alan García porque así ayudaría a sentar el precedente de que en el Perú no hay castigos ni veredictos, ni escarmientos” “Si elegimos a García nos estaremos pronunciando ante el mundo como un país no sólo indescifrable sino enfermo, SOCIALMENTE LISIADO” “Porque premiaremos a quien NO ha expiado sus culpas” “¿De qué fustán venimos para ser el pueblo que se obstina en recompensar a quien lo esquilmó y lo decepcionó?” “García no cree en el pueblo: lo instrumenta. No quiere su superación: vive de su fracaso” “Es un gran candidato para un gran pueblo lastrado por la INGNORANCIA”
Soy perfectamente conciente de que a las vacas sagradas es muy difícil cuestionarlas, lo he experimentado a lo largo de toda mi vida, especialmente en mis actividades artísticas y políticas, porque finalmente la gente opta por quien más le conviene. Sin embargo lo he hecho y seguiré haciendo porque es una cuestión de naturaleza, principios y lógica elemental. Este periodista, sin duda, capaz, informado e inteligente no menciona en su artículo las entrevistas condescendientes a muchos fujimoristas, incluída la candidata Martha Chávez, a la que trató como si fuera una perseguida política. Entonces, con su inconsecuencia ha alimentando la desmemoria e irreflexión en la gente ante la corrupción, el crimen y la impunidad ¿De qué se queja ahora? Es lo mismo que escribí cuando a Ivcher le quitaron el canal 2, les dije en una nota que mandé a ese canal “El monstruo que ayudaron a construir y apoyaron por sus intereses, los devora irremediablemente”
Con respecto al artículo de Ricardo Alvarado, que es una persona que merece todo mi respeto por su infatigable defensa de la ética en la política, a pesar de ir muchas veces contra sus intereses, pues trabaja en ONGs de derechos humanos, debo decir que me sirvió para tomar la bandera del voto viciado. Pues con toda honestidad, cuando se hablaba de hacer una campaña por esta opción no pensé que podía funcionar. Sin embargo ya no es importante si funciona como campaña, se trata de recuperar algo de la fuerza adquirida a través de todos estos años de lucha, de seguir trabajando por cambiar la política, porque no sintamos que estos criminales puedan hacer lo que les de la gana y nuestra reacción como individuos y colectivo sea tardía e inútil.
En su artículo Jimena Sánchez hace un recuento certero de la corrupción e impunidad, desde el gobierno de Belaunde hasta el de Toledo. Señala el fracaso de la lucha contra estas dos lacras. Termina proponiendo que seamos capaces de convocar, a través de un acuerdo nacional contra la impunidad, a un millón de peruanos dispuestos a no permitir que ésta siga reinando.
Si pues, se fracasó, pero si decimos que todos somos responsables, nadie es responsable. Pienso que se tienen que hacer críticas y autocríticas para corregir lo que no funcionó. Y aquí vienen algunos hechos, reflexiones e inquietudes, que quizás nos ayuden a entender estos terribles momentos que estamos viviendo y también con la idea de aportar para transformarnos en una sociedad sana. Se lo debemos a nuestro presente y futuro.
Cuando Fujimori se fugó del país y luego se nombró a Paniagua para liderar el gobierno de transición, mucha gente, incluida la gente que estaba en La Resistencia creyeron que ya no había porque luchar ni nada a que oponerse, sin embargo un grupo reducido nos mantuvimos en nuestra consecuente pelea, por la justicia y la construcción de una democracia directa, en donde se crearan los mecanismos eficientes para investigar, juzgar y sentenciar, sin transas ni contemplaciones a los que fueron los causantes de la debacle nacional. Evidencias habían muchas, entre las más importantes figuran los vladivideos, que con Toledo se dejaron de emitir. Fuimos muy criticados, nos tildaron de desestabilizadores. Pero la intuición nunca se equivoca. Seguimos con nuestra actividad del Muro de la Verguenza, incluso en el gobierno de Toledo, denunciando el continuismo de la política fujimorista y la impunidad.
Mucha gente que estuvo y se mantuvo, a pesar de todas las amenazas, en la lucha contra la dictadura anterior, luego participaron del gobierno de Toledo, desde los integrantes del Foro Democrático hasta La Resistencia. Unos porque pensaban honestamente que desde adentro se podían cambiar las cosas, otros por interés. A mí personalmente me ofrecieron formar parte de este gobierno, nunca acepté nada. Sabía que Toledo era un farsante, un tipo que no se siente bien dentro de su piel, un adicto y mentiroso. Además, estoy convencida que desde el poder no es posible cambiar nada, lo único que cambia negativamente es uno mismo. Toledo no podía tener la fuerza, la capacidad ni la lucidez para llevar adelante la conducción de nuestro país, para realizar los cambios que el Perú necesita a gritos desde hace demasiado tiempo. Durante estos cinco años hemos visto como toda esa fuerza moral se diluía, hemos visto las componendas, los arreglos bajo la mesa, hemos visto reciclarse a todos los nefastos personajes del fujimontesinismo, lavarse la cara con la ayuda de los “luchadores sociales” ¿Tantos cadáveres hay en los closets? ¿Tanta ambición por el poder, o estupidez puede haber?
En el Muro estaban denunciados todos, desde Belaunde hasta Toledo, y en eso se incluía a: políticos, militares, curas, periodistas, académicos, empresarios, dirigentes sindicales, magistrados, faranduleros. La traición encarnada en rostros que tenían nombre y apellido. Como se dice, a los Muros me remito. Existen, los hemos guardado para la memoria de la infamia, la obsecuencia, la cobardía y la indolencia. Pero ya éramos visitados por apristas furibundos, fujimoristas rabiosos y humalistas racistamente agresivos, difundiendo su pasquín “Ollanta” y estoy hablando del 2003. La acción se veía constantemente contaminada por estos individuos, mandados a propósito para desvirtuar lo que era una campaña sólida contra el olvido y la impunidad. Lo que pretendíamos era que los ciudadanos de a pie no perdieran la memoria, se informaran, reflexionaran y mantuvieran la indignación para hacer posible la tan ansiada justicia. La verdad, no sirvió de mucho. Supongo que el impulso destructivo es más fuerte por la falta de autoestima, la confusión cultural, los mensajes cruzados, y la necesidad de dejar en manos de “salvadores” su vida, lo que los hace presas fáciles de cualquier desvarío omnipotente.
Lo que estamos viviendo hoy en día es consecuencia de todo aquello que no se procesó, elaboró, ni se corrigió radicalmente ¿Pensaron que la degradación ética se corrige sola con el tiempo? ¿Cómo podemos pretender que las personas tengan la más mínima capacidad de reflexión para optar por lo correcto cuando se claudicó antes de dar la batalla? Después de todo el trabajo que se hizo desde la “sociedad civil”, en vez de aglutinar y cohesionar esa enorme energía ¿Qué dijeron algunos políticos profesionales? “Pueden irse a sus casas, ahora conducimos nosotros” bueno pues, este desastre moral es el resultado. A propósito ¿Alguien me puede explicar la diferencia entre un político tradicional y Humala?
La mafia fujimontesinista apostó por las tres candidaturas grandes, llegar a esa conclusión no es difícil, basta ver a los integrantes de las planchas presidenciales. Toda la campaña electoral ha estado plagada de un experto manejo sicosocial, los últimos acontecimientos lo confirman. Montesinos declarando en contra de Humala, Fujimori con libertad provisional, los Crouisillat de regreso ¿Existen las coincidencias? El fujimontesinismo nunca dejó de marcar la agenda sucio-política.
La semana pasada recibí la llamada de uno de los miembros de Foro Democrático para participar en una reunión de esta desactivada institución, querían reactivarla para apoyar la opción democrática, que según ellos, representa el Apra. Me negué rotundamente con argumentos sólidos, tan sólidos como el Ausangate, le dije que jamás apoyaría la opción del asesinato y la corrupción, entre otras finezas de mi exquisito lenguaje femenino.
¡La vida te da sorpresas! Tengo amigos o conocidos, como se quiera, que alguna vez estuvieron en el mismo proyecto democrático, ahora están en los bandos contrarios de esta inmunda lid electoral, por supuesto no merecen mi respeto ni mi consideración, unos por arribistas, otros por ingenuos. A los arribistas les gustó la mamadera y no quieren soltar el chupón y los otros, supongo que querrán probarla para confirmar que efectivamente es “leche”
Para no terminar negativamente, le pido a Ricardo Alvarado y a Jimena Sánchez que nos digan que proponen para construir un nuevo pacto contra la impunidad, que sea efectivo. Desde aquí y ahora cuentan conmigo.
Saludos
Roxana Cuba
Cusco, 20 de mayo del 2006