Miércoles 16 de agosto de 2006
José Steinsleger
La Jornada
Se supone que la civilización occidental ha librado grandes batallas a favor del laicismo, la libre expresión, el pensamiento crítico y otras golosinas intelectuales. De Oriente y Medio Oriente admiramos sus glorias y esplendores pasados, aunque preferiblemente en forma de libros de arte, viajes a crédito, películas y productos maquilados.
Y de sus luchas, ¿qué nos importa? Aquellos pueblos parecen tan “irracionales”, tan “complejos”, tan “impredecibles”, tan “teocráticos”. ¡Nosotros somos mejores! Nosotros somos parte de una civilización “racional” en la que Estados Unidos, por ejemplo, tiene un presupuesto militar equivalente a 29 mil dólares por cada hora transcurrida desde el nacimiento de Jesucristo.
Eso se llama tener fe. Una fe que hoy, tras la destrucción de Líbano, señala a Siria e Irán como estación terminal del Señor. El Líbano ha sido destruido y la “Profecía sobre Damasco” retumba en los círculos de poder de Washington, Londres y Tel Aviv: “‘He aquí que Damasco dejará de ser ciudad; será montón de ruinas…; y lo que quede de Siria será como la gloria de los hijos de Israel’, dice Jehová de los ejércitos” (Isaías 17:1-3).
Sin embargo, en los planes de Jehová parece que algo está saliendo mal… ¡Esa “mierda” de Hezbollah!” (Bush, dixit). ¿Imaginó el ungido, en su bruta ignorancia, que los hijos de Alá podían ser más fuertes? A falta de credulómetros (aparatitos que miden la fe), oigamos la profecía del hermano Sayyid Hasan Nasralá, secretario general de Hezbollah, el 14 de julio pasado.
En su mensaje “a la nación, al pueblo del Líbano, a los luchadores de la resistencia, a los sionistas y a los líderes árabes”, Nasralá empezó diciendo que no se dirigía a la “comunidad internacional porque nunca pensé que tal cosa existía”.
Nasralá advirtió: “… No serán solamente nuestras casas las que serán destrozadas. No serán solamente nuestros niños los que serán asesinados. No será más solamente sobre nuestra gente la que se verá desplazada. Esa época pertenece al pasado… Ustedes quieren guerra abierta, pues habrá guerra abierta. Ustedes lo han querido”.
Considerado en todo Líbano como un dirigente que “dice las cosas como son” (inclusive por aquellos que no están de acuerdo con la ideología de su partido y con sus acciones), la operación Promesa Verdadera enfrentó al ejército de Israel y cumplió con lo anunciado: derrotar a la “entidad agresora usurpadora que, ahora, no puede aceptar su derrota”.
Según varias fuentes que echaron por tierra la mentirosa y cinematográfica versión del par de soldados israelíes “secuestrados” por Hezbollah en el sur del Líbano (supuesto detonante de la guerra), la operación de Tel Aviv debía “… empezar con fuertes bombardeos aéreos, seguir con una intervención terrestre y durar sólo tres semanas”. A un mes de la invasión, Hezbollah ha cosechado once victorias en once frentes de lucha, a saber:
1. Político: se reveló como único factor de unidad capaz de garantizar la soberanía nacional del Líbano.
2. Militar: puso en cuestión el mito del “invencible” ejército de Israel (armas nucleares, presupuesto de defensa de 6 mil millones de dólares, 500 mil soldados y 600 aviones de combate).
3. Social: reforzó su profunda inserción y representatividad entre las masas desposeídas del Líbano.
4. Internacional: consiguió, por amplia mayoría, la condena de Israel en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por “masivas violaciones”, resolución impulsada en Ginebra por los países de la Conferencia Islámica y la Liga Arabe.
5. Mediático: ridiculizó el uso arbitrario de términos como “terrorismo”, “fundamentalismo”, “antisemitismo” o “fanatismo” para explicar cualquier manifestación adversa a la política de Washington y Tel Aviv.
6. Histórico: asestó a Israel un golpe que ninguna otra fuerza árabe o musulmana consiguió desde la fundación del estado sionista en 1948.
7. Cultural: elevó la autoestima de la comunidad chiíta que en los países del Islam (con excepción de Irán), es vista con subestimación y desdén.
8. Religioso: rompió el espíritu sectario de las comunidades confesionales y la política imperialista (como en Irak), de polarización y enfrentamiento de sunníes, drusos, cristianos y chiítas libaneses.
9. Académico: refrescó y puso al día la pertinencia de nociones como “pueblo”, “nación”, “soberanía”, “revolución” y “lucha de clases” para dar la batalla efectiva contra el imperialismo.
10. Sicológico: precipitó, en el conjunto de la sociedad israelí, una profunda crisis ideológica, política y de autopercepción. ¿El “derecho a existir” exige la ocupación de territorios y la violación de tratados, de la masacre sistemática de niños, mujeres y ancianos, y el asesinato de dirigentes políticos extranjeros, la tortura legal, destrucción de casas, construcción de muros y de la negativa a existir o “echar al mar” a pueblos y estados vecinos?
11. Moral: transmitió un mensaje de esperanza a los pueblos oprimidos del mundo, y en particular a los pueblos del Islam y Palestina.