Las Escuelas Campesinas de Agroecología: Acontecimiento y transgresión

26.Ago.06    Análisis y Noticias

LAS ESCUELAS CAMPESINAS DE AGROECOLOGÍA: ACONTECIMIENTO Y TRANSGRESIÓN

“… que no hay relaciones de poder sin resistencias, que éstas son tanto más reales y eficaces en cuanto se forman en el lugar exacto en que se ejercen las relaciones de poder; la resistencia al poder no debe venir de afuera para ser real, no está atrapada porque sea la compatriota del poder. Existe tanto más en la medida en que está allí donde está el poder; es pues, como él, múltiple e integrable en otras estrategias globales”

Michel Foucault. Poderes y estrategias.

“Ser territorializado es moverse a partir de modelos rígidos de comportamiento, de geometrías que controlan el territorio o de semiologías, signos y escrituras que vuelven el territorio un lugar de captura”.

EDGAR GARAVITO PARDO.

Sabemos con Borges que escribir sólo le es dado a los grandes y que en cuanto a él se refiere tan sólo es un modesto lector. Nosotros no somos ni lo uno ni lo otro, pero si queremos manifestar que tenemos unos pequeños balbuceos respecto de una propuesta que se viene construyendo en Colombia que se llama Escuelas Campesinas de Agroecología, que pretende rescatar del campesino no solamente el hecho de que sea productor de alimentos, sino también un ser que tiene, recrea y reconstruye permanentemente una historia, además de una cultura que le permite resistir los embates de cuantas guerras le han declarado. En ese sentido, queremos compartir algunas ideas respecto de lo que pensamos y estamos tratando de construir alrededor de la propuesta, no sin antes advertir que los conceptos fuerza allí expresados no tienen la contundencia y la coherencia que podrían tener debido a nuestra propia incapacidad.

El presente ensayo no tiene pretensión distinta de ser una provocación en el mejor sentido filosófico de la palabra y ésta no es otra cosa que invitar a las personas que de una u otra manera se encuentran hoy día vinculados con procesos comunitarios, denominados Escuelas Campesinas de Agroecología, para que asuman tal desafío en términos del pensar y del actuar pero con coordenadas que permitan situar el acontecimiento como proceso inédito de emergencia de las singularidades y del pensamiento del afuera. El afuera no es el anverso de lo que está “dentro” preso de una identidad y una significación, sino la irrupción de pensamientos fuera de toda presuposición de un sujeto, de un objeto, de una reflexión del sujeto sobre el objeto y de una relación de significación. Según Edgar Garavito y en ello siguiendo el linaje de Foucault y Blanchot, de lo que se trata es de encontrar el espacio donde eventualmente pueden aparecer los sujetos, los objetos y sus relaciones.
Ahora bien, la propuesta de Escuela Campesina de Agroecología emerge como acontecimiento creador que interpela a las líneas de segmentariedad y binarización que pretenden formalizarlas y encauzarlas en compartimentos estancos, asignándoles una identidad férrea y asfixiante que les impide abrirse a actos creativos de reafirmación de la diferencia. Siendo así las cosas, las ECAS reconstruyen y redefinen cartografías de la historia vivida y de la potencia deseante que guía las emergencias de resistencia y subjetivación de nuestra actualidad. Por esta razón se afirma hoy en día que el tipo de lucha que tiene mayor interés es cuanto a su potencia es el que se realiza contra las formas de sujeción. Este tipo de acción creativa es la que a nuestro parecer está siendo posible y emergiendo en las ECAS y se manifiesta en formas de resistencia que son imputables a la propia vida, es decir, que lo que se pone a prueba cotidianamente es la propia vida que es anterior a los poderes que la quieren dominar y sojuzgar. “Es la vida la que resiste. Antes que cualquier organización de tipo social, político, es la propia vida la que ejerce una resistencia a los manejos del poder que incluyen los genocidios, las masacres, el control genético sobre poblaciones, etc. Cuando se dice que es la propia vida la que se resiste, la que resiste, quiero decir con ello que la resistencia no es una posición reactiva o que se elabore como respuesta posterior a un manejo de tipo político, sino que la vida existe antes de esos ejercicios de poder y, en ese sentido, la resistencia no es reactiva, la resistencia es anterior al propio ejercicio del poder, al propio poder, en este caso la vida existe antes que los poderes que la tratan de controlar.
Por lo tanto la genealogía de las ECA´S no como retornos positivistas a una forma de metodología mas exacta; la genealogía es precisamente un antímetodo, una búsqueda de “insurrección de los saberes” no tanto contra los contenidos, los métodos o los conceptos de una ciencia sino sobretodo contra los efectos de un saber centralizado que ha sido legado a las instituciones y el funcionamiento de un discurso científico organizado en el seno de una sociedad como la nuestra. La genealogía no funda, remueve lo que se percibe inmóvil, fragmenta lo que se piensa unido, muestra la heterogeneidad.

De aquí se deriva para la genealogía una tarea indispensable: percibir la singularidad de los sucesos, fuera de toda finalidad monótona; encontrarlos allí donde menos se espera y en aquello que pasa desapercibido por no tener nada de historia –los sentimientos, el amor, la conciencia, los instintos–, captar su retorno, pero en absoluto para trazar la curva lenta de una evolución, sino para reencontrar las diferentes escenas en las que han jugado diferentes papeles; definir incluso el punto de su ausencia, el momento en el que no han tenido lugar (Platón en Siracusa no se convirtió en Mahoma…).
Pues bien, ¿si el genealogista se ocupa de escuchar la historia más que de alimentar la fe en la metafísica, qué es lo que aprende? Que detrás de las cosas existe algo muy distinto: «en absoluto su secreto esencial y sin fechas, sino el secreto de que ellas están sin esencia, o que su esencia fue construida pieza por pieza a partir de figuras que le eran extrañas. La razón? Pero ésta nació de un modo perfectamente razonable, del azar . El apego a la verdad y al rigor de los métodos científicos? Esto nació de la pasión de los sabios, de su odio recíproco, de sus discusiones fanáticas y siempre retomadas, de la necesidad de triunfar –armas lentamente forjadas a lo largo de luchas personales. Será la libertad la raíz del hombre, la que lo liga al ser y a la verdad? En realidad, ésta no es más que una «invención de las clases dirigentes». Lo que se encuentra al comienzo histórico de las cosas, no es la identidad aún preservada de su origen –es la discordia de las otras cosas, es el disparate.
Para Foucault entonces el problema genealógico tiene que ver con la destitución del sujeto constituyente, es decir, desembarazarse del sujeto constituyente, desembarazarse del sujeto mismo, es decir, llegar a un análisis que pueda dar cuenta de la constitución misma del sujeto en su trama histórica. Es lo que yo llamaría genealogía, es decir, una forma de historia que de cuenta de la constitución de saberes, discursos, dominios de objetos, etc.
Por otra parte, Foucault, a través del concepto de biopolítica, nos había anunciado desde los años setenta lo que hoy día va haciéndose evidente: la “vida” y lo “viviente” son los retos de las nuevas luchas políticas y de las nuevas estrategias económicas. También nos había mostrado que la “entrada de la vida en la historia” corresponde al surgimiento del capitalismo. En efecto, desde el siglo XVIII, los dispositivos de poder y de saber tienen en cuenta los “procesos de la vida” y la posibilidad de controlarlos y modificarlos. “El hombre occidental aprende poco a poco lo que significa ser una especie viviente en un mundo viviente, tener un cuerpo, condiciones de existencia, probabilidades de vida, una salud individual y colectiva, fuerzas que se pueden modificar…” Que la vida y lo viviente, que la especie y sus condiciones de producción se hayan convertido en los retos de las luchas políticas constituye una novedad radical en la historia de la humanidad. “Durante miles de años, el hombre ha permanecido siendo lo que era ya para Aristóteles: un animal vivo y, además, capaz de una existencia política; el hombre moderno es un animal en la política cuya vida, en tanto que ser vivo, está en cuestión”

Por otra parte, las ECAS también son escenarios que se construyen para que la memoria habite como acontecimiento inmanente. La memoria es el lugar del acontecimiento y la diferencia, en ella la intensidad de las fuerzas que mueven la vida están diríase suspendidas, el presente dividido infinitamente en pasado y futuro hace de la imagen un estallido, un remolino en el río de la vida y podemos por fin en medio de la vergüenza histórica que significa la atrocidad de lo vivido y el desalojo de nuestra identidad, contemplar el resquicio de la salida a la mutación que advertimos como necesaria e inaplazable. Mirar la escuela como acontecimiento permite observar la emergencia de lo múltiple e inasible en la dinámica social de una comunidad dada. Una vida que no puede separarse de su forma implica que los modos, actos y procesos del vivir no son simplemente hechos sino que estos son también posibilidad y potencia.
Así pues la potencia o posibilidad que le concierne a la vida traza en el ser humano una opción de libertad que se diferencia del ámbito de la nuda vida la cual avista la dimensión escueta del sólo existir o sobrevivir a que quedan reducidos ingentes masas de la población humana.
Por ello, una de las formas que adquiere la resistencia es la transgresión que es afirmación de la diferencia. Hoy por hoy es lo grupal, las practicas vivas de la subjetividad quienes pueden incentivar la vida desde el ejercicio de su propio devenir otro en que están empeñadas sus singularidades especificas desbordando así la idea homogénea de comunidad que se mantiene, además de que son los grupos minoritarios quienes pueden lograr la confluencia de voces novedosas desde la propia experiencia tejida en la memoria ancestral que precede, dar cabida a las motivaciones pertinentes al bienestar colectivo, no sólo en lo concerniente a su relación novedosa con la tierra, la siembra y la alimentación, la configuración del paisaje multiplicando la biodiversidad y preservando el medio ambiente, sino también porque ellos son los responsables de su propio destino en la medida de la resistencia que propulsa la fuerza autopoietica frente a la acción multinacional y la plusvalía del capital y la maquinaria de guerra y devastación que vivimos.

La propuesta de Escuela Campesina de Agroecología surge como condición de posibilidad para que las comunidades rurales recuperen el sentido de solidaridad, soberanía alimentaría y la autogestión como elementos fundamentales en el proceso de resistencia cultural e histórica que las comunidades campesinas han construido a lo largo de la historia. Por estas razones, las ECA,s enfatizan en los procesos de toma de decisiones que las comunidades rurales asumen en términos de las situaciones que los afectan. En este sentido, los principios de una «cultura ecológica», que movilizan y guían los procesos sociales hacia el desarrollo rural humano sustentable, están arraigados en racionalidades culturales constituidas por las diferentes formas de organización simbólica y productiva de los pueblos indios y las comunidades campesinas.
Compartir con las comunidades campesinas los espacios que construyen cotidianamente es una manera de internalizar y entender por que actúan de determinadas maneras. El largo proceso que han sufrido de asechanzas, asedios, destrucción y muerte a lo largo del tiempo, las han obligado a asumir actitudes que van desde la cautela frente a lo que se les propone, como de alegría y fraternidad cuando de lo que se trata es de una invitación a construir un proceso creativo y constituyente. En este sentido, podemos afirmar que el primer acercamiento que se ha producido entre los integrantes de la Ecas y quienes oficiamos como compañeros de viaje en el trasegar de un camino que es necesario construir en el andar, ha sido el de reafirmar mutuamente y sin ambages, es una disposición siempre abierta, franca diáfana, la necesidad de crear efectos, emociones y sensaciones que reafirma y potencia la vida en sus múltiples manifestaciones.
La vida en el campo transcurre en medio de vicisitudes propias de una existencia que no deja de oscilar entre las presiones que el ominoso mercado y su sempiterno canibalismo que trata de engullir los mas caros principios de la vida que se experimenta en el mundo rural y las nobles aspiraciones de los campesinos y campesinas tratando de construir condiciones de vida digna donde lo predominante sea el respecto por la naturaleza y por sus ritmos.

La formación campesino a campesino mediante el diálogo de saberes y el intercambio de experiencias ha sido una de las premisas acogidas en el proceso de Escuelas Campesinas Agroecología. Producir el “acontecimiento agroecológico” permite la emergencia de nuevas miradas acerca de las relaciones que los campesinos(as) construyen con su entorno natural, social, cultural y económico. Cuando ellos afirman, en ese proceso de intercambio con el elemento esencial natural denominado tierra, pero también en la construcción social que empieza a emerger mediante el diálogo constructivo, que lo que se le haga a la tierra en términos de menguar su capacidad de creación y renovación, que todo aquello que pueda infligirse a la naturaleza, los afecta directamente a ellos con sus posibilidades de vida, precisamente allí esta surgiendo el pensamiento-fuerza que afirma que lo importante para la gente es su permanencia en el territorio en condiciones de equilibrio y reciprocidad con la naturaleza. En otras palabras, comprender que de la propia tierra nace una fuerza que produce una dinámica y un movimiento. Pero también, esta “conciencia” que empieza a trazar una línea entre lo que es ecológica y productivamente válido y los avatares propios de propuestas que no dimensionan el respeto por la naturaleza en su condición de aliada del ser genérico y universal, comienza también por cuestionar el orden vigente, el statu quo, pues la gente entiende que una formación económico-social como la capitalista es la causante de todos los desequilibrios sociales, ambientales y ecológicos que la humanidad constata hoy con especial dramatismo. Por esta razón, las campesinas y campesinos integrantes de las ECAS han empezado en su dinámica por entender que lo que ellos hacen, lo que piensan, lo que sienten y lo que son, está íntimamente relacionado con las luchas de resistencia y que la que resiste es la propia vida que es anterior a los poderes que la quieren controlar y dominar.
Los campesinos han ido comprendido en su proceso de formación autónomo y autárquico que allí donde crece el peligro crece también la posibilidad de salvación, es decir, que solamente es posible pervivir como cultura campesina si esos valores propios de tal condición se preservan y fomentan como reinvención de su habitar; en otras palabras, que en el abismo de una racionalidad que le apostó a la destrucción de la naturaleza y sus bienes y, por consiguiente de la vida, por el mero prurito de lo económico como valor fundamental, en esas mismas entrañas y con el languidiciente estertor pudibundo de sus malhadadas consecuencias, se retoma nuevamente una propuesta que había sido legada por las culturas andinas y a partir de allí comienza a esclarecerse y a reafirmar con mayor vigor la vigencia de la cultura campesina como espacio de creación de nuevos afectos y posibilidades inéditas de habitar poéticamente el mundo.
Ahora bien, recrear el mundo rural campesino tal y como se viene agenciando por parte de las Escuelas Campesinas de Agroecología, es también la posibilidad de resignificar con meros contenidos, afecciones y actos potentes, los valores tradicionales tan caros a la cultura rural campesina, pues, si bien ellos son parte integrante de las expresiones de solidaridad, ayuda mutua y reciprocidad, que están en la base misma de la interacción social humana, no es menos cierto, que la intervención institucional con todo tipo de ropaje ideológico, cultural y político, no ha hecho cosa distinta que socavar y volver deleznables tales principios.

Para concluir este hasta ahora esbozo quisiéramos referirnos al papel que como ONG’S nos corresponde en este proceso y para ello vamos a tomar prestado lo que algunos teóricos han dicho sobre el asunto.
Quien verdaderamente desafía ese enfoque centrado en el manejo de recursos son las ONGs progresistas y los movimientos sociales, que ven la perspectiva globalocéntrica como una forma de bioimperialismo y promueven en cambio la biodemocracia. Al reformular las amenazas que pesan sobre la biodiversidad (desplazando el énfasis hacia la destrucción del hábitat por proyectos de megadesarrollo, la agricultura impulsada por el capital y una ciencia reduccionista y los hábitos de consumo del Norte), la biodemocracia pretende desplazar la atención del Sur al Norte como origen de la crisis de la diversidad. Sus defensores proponen una redefinición radical de la producción, apartándola de la lógica de la uniformidad hacia la lógica de la diversidad. La biodemocracia se articula alrededor de una serie de premisas basadas en el control local de los recursos naturales y el apoyo a prácticas fundadas en la lógica de la diversidad, incluyendo el reconocimiento del cimiento cultural de la diversidad biológica. Los grupos progresistas se oponen a los derechos de propiedad intelectual sobre la biodiversidad y abogan por derechos colectivos que reconozcan el valor intrínseco y el carácter compartido del saber y los recursos. Esta visión cuestiona, por lo tanto, las construcciones más preciadas de la modernidad, como la ciencia positivista, la ley del mercado y la propiedad individual. Las ONGs que defienden esta posición constituyen subredes a nivel nacional y transnacional de las cuales aún no se tiene un conocimiento muy desarrollado.
Un segundo desafío a la perspectiva globalocéntrica es el elaborado por movimientos sociales que explícitamente construyen una estrategia política para la defensa del territorio, la cultura y la identidad. Este enfoque tiene muchos puntos en común con el de las ONGs progresistas, pero se distingue conceptual y políticamente de esta perspectiva y desempeña un papel diferente en la red de la biodiversidad. Los activistas de esos movimientos utilizan el interés general por la biodiversidad como un canal para defender todo su proyecto de vida, y no sólo los recursos genéticos. En muchos casos la preocupación por la biodiversidad ha derivado de luchas más amplias por el control del territorio. En América Latina ha habido una serie de experiencias valiosas en ese sentido, principalmente vinculadas a la demarcación de territorios colectivos en países como Ecuador, Perú, Colombia, Bolivia y Brasil.