¿Estalla crisis continental de la vivienda?

23.Sep.06    Análisis y Noticias

La noticia desde Venezuela decía que el 2 de septiembre varias decenas de familias sin techo ocuparon un galpón en el municipio Varela. Otras familias comenzaron a llegar posteriormente a anotarse como sin techo en una acción espontánea que al parecer luego fue “canalizada” por una ONG.

Esas familias inauguraron una especie de septiembre rojo continental, ya que simultáneamente la agencia APG Noticias informaba desde Tarija, Bolivia, que “A las 500 familias que ya se encuentran asentadas en el Parque Las Barrancas, se sumaron otras 1400 familias que se inscribieron recientemente pero ingresaron a la lista de espera”.

El 6 de septiembre cientos de familias sin casa ocupan terrenos en Peñalolén, Santiago de Chile mientras dos de ellos se quemaban a lo bonzo en el centro de la ciudad. En Chile y otros lugares los deudores habitacionales se han mantenido movilizados y realizando fuertes protestas.

El 22 de septiembre la policía desaloja familias que ocuparon viviendas desocupadas en el estado de Bolívar, Venezuela, mientras diversas movilizaciones y tomas de terrenos en distintos países anunciaban, sin llamar la atención, que algo venía, lo que se hace más perceptible en estos últimos días:

Hace dos días atrás se realizaron fuertes movilizaciones en Chiapas por parte de los sin techo, que ocuparon las oficinas del ministerio de la Vivienda. Ayer 21 de septiembre la dramática noticia llegaba del Perú donde familias desesperadas por no tener donde vivir ocuparon terrenos contaminados por una empresa minera y los sin techo paraguayos convocaron a movilizaciones en todo el país.

La más fuerte, sin duda, fue la ocupación ayer 21 en Lugano, Buenos Aires, atacada violentamente por la policía, por la que se efectúan hoy día marchas de protesta.

No parece casualidad que hoy, 22 de septiembre, se estén realizando movilizaciones en varias regiones de España por el derecho a la vivienda, con lo que la crisis parece adquirir dimensiones planetarias.

Sabido es que hay una fuerte migración del campo a la ciudad y de los países más pobres hacia las metrópolis, ello acrecienta la crisis provocada por la falta de empleos y la precarización del trabajo, además del descenso porcentual de los presupuestos destinados a la vivienda por parte de los gobiernos. A ello hay que sumar las miles de familias que perdieron su casa por la erupción del Tungurahua en Ecuador, los más de dos millones de personas que perdieron su vivienda por las recientes inundaciones en el estado de Orissa, India, los miles de desplazados por los enfrentamientos en Colombia y muchas otras causas naturales o sociales que agudizan la situación. Las periferias de las ciudades aún no ocupan el lugar de autoorganización y combatividad que manifiestan las comunidades originarias o en defensa del medio ambiente y su vida contra la contaminación capitalista, pero estas dinámicas pueden ser los prolegómenos de nuevas formas de protagonismo de los de abajo.

Sin duda el problema de los sin techo está tocando techo. Por diferentes lados se agrieta el dique de contención del sistema y los pobladores se organizan para ocupar terrenos y reivindicar ese derecho.

Las periferias de las ciudades cambian su cara. Hasta ahora aparecían en los noticieros con la policía persiguiendo traficantes, pero en estos días la imagen ha cambiado considerablemente. Los movimientos de los sin techo ocupan páginas noticiosas más que antes.

Hay tres tipos de organizaciones que caracterizan estas dinámicas. Por una parte están los partidos, que utilizan el problema para acumular fuerzas o lanzarse contra las autoridades por ser de otra corriente. Por otra parte hay las formas espontáneas derivadas de la desesperación y por último aquellas maneras de autoorganización que junto al problema de la vivienda asumen otras orientaciones, en especial tendientes a desarrollar espacios de vida en común, nuevas relaciones humanas y sociales. La primera –de los partidos- es el aprovechamiento de la espontaneidad y de la necesidad, mientras la tercera –la autoorganización- es una derivación de esa necesidad y espontaneidad.

Las tomas de terrenos urbanos van a continuar y hay que estimularlas y apoyarlas, no sólo para “acrecentar” la resistencia o para salir a marchar posteriormente con las banderas de las organizaciones, sino, lo más importante, para aproximar a las personas a construir conciencia del estar juntos, que entre muchos pueden buscar soluciones con sus propias manos. De ese modo el trabajo paciente entre los marginados en las periferias debería caracterizarse por una larga preparación previa, reuniones informativas y asamblearias, práctica de la autonomía y la democracia directa, distribución de tareas para el compromiso y el protagonismo de todos, constitución de comités de sin techo, sin casa o allegados, etc. por barrio. Y lo que es más importante aún, hacer listas de los desempleados, jóvenes y mujeres de entre ellos dispuestos a conversar también sobre formas de economía autogestionaria basada en la cooperación y apoyo mutuo, como aprovechar los recursos del terreno, como hacer ollas comunes y comedores populares, destacar voluntarios para cuidar a los niños, preparación de medidas sanitarias y de primeros auxilios, contacto con abogados para la defensa jurídica, planificación de movilizaciones para ir a los cuarteles a protestar por los presos.

Hay que asegurar la retaguardia de las ocupaciones, es decir, contar con otro lugar para la retirada en caso de no poder resistir la ofensiva estatal, o al menos poder regresar a los lugares de donde vinieron manteniendo las comunicaciones y las reuniones periódicas para no perder lo avanzado, para cuidar y cultivar el tejido hecho, para desarrollar los emprendimientos productivos que generen fondos comunes. Mantener la cohesión del grupo social es la tarea fundamental, ya que la misión del estado y sus fuerzas represivas será evitar el reagrupamiento, mantener la dispersión, impedir que se concentren para no dejarlos ser un sujeto social y sigan como víctimas aisladas del mercado.

Pensamos que la hora es propicia para organizar y multiplicar más colectivos autónomos de los sin techo y de los desempleados en los barrios periféricos de las ciudades. Es prudente estructurar un pequeño boletín informativo barrial que pueda informar y motivar a estas formas de autoorganización, no nos referimos a los informativos de las organizaciones, sino a un pequeño noticioso elaborado por los propios protagonistas locales. De la misma manera los grupos artísticos, murales, teatrales y musicales populares podrían concentrarse en el tema y los analistas escribir y publicar sobre ello.

Abrazos
Profesor J
profesorj@gmail.com