La Organización del Precariado
Capital, Estado y Socialismo
Presidencia Kirchner :
Un GoBierno del Fraude Laboral y una Pésima DistriBución de la Riqueza
“Un “marxismo” sin proletariado ni política; un economismo que coloca a la riqueza privada en el centro de la determinación social; la recuperada buena conciencia de los agiotistas, de los corruptos, de los especuladores, de los financistas, de gobiernos exclusivamente interesados en sostener el enriquecimiento de los ricos: he aquí la visión del mundo que se nos propone bajo los estandartes triunfales de la civilización”.
Alan Badiou, De un desastre oscuro, Sobre el fin de la verdad de Estado, 2006.
“¿Qué es el Cambio Social? ¿Qué es la producción entre iguales? ¿Cómo se vincula la “capacidad” con la “necesidad”? Tenemos, creemos, la necesidad de repensar y recrear organismos que nos contengan en el desarrollo permanente de las contradicciones: decidimos hace mucho intervenir en la dialéctica poder-saber, ¿y para qué? Para PODER CREAR. (..) Es hora de hacer volar a imaginación colectiva, de producir cambios reales y concretos, iniciar un proceso de sanación comunitaria, es hora de poner en común el resultado del trabajo vivo –alienado o no-. (..) De hecho, la independencia de clase -la autonomía- es sólo el principio de un camino que llegue a la vinculación de otra economía, otra cultura, otra práctica política. Y en eso estamos, trabajando”.
Asamblea Popular de Floresta, 5 años en documentos, Diciembre de 2006.
“Para hornear este pan, hará falta que seamos todos levadura, que no solo masa, todos sujetos individual y colectivamente”.
Colectivo Autónomo Magonista, 7/1/07.
Intersecciones:
01. Precariado, terciariado, fraude laboral, en el Ministerio De Kirchner-Ceballos.
02. Peor que con Menem y De la Rúa.
03. Estado, Capital y Socialismo.
04. Poder y Territorio.
Al precariado, el nuevo género existencial del capital.
01. Precariado, terciariado, fraude laboral, en el Ministerio De Kirchner-Ceballos
“Los trabajadores del ministerio de Desarrollo Social de la Nación comenzamos a partir del martes 2 de enero distintas medidas de fuerza en las áreas dependientes de las subsecretarias que componen dicha institución. Se ha tomado la decisión de hacer un paro activo hasta el 17 de enero y nos declaramos en asamblea permanente en reclamo a las condiciones laborales y el maltrato institucional. Durante estas ultimas horas varios de nuestros compañeros fueron amedrentados por las autoridades políticas de dichas áreas, en algunos casos con la baja de contratos y el maltrato psicológico en forma de “aprete” para que levantemos las medidas tomadas”.
Adriana, Autoconvocados del GCBA, 8/1/07.
“Las precarias condiciones de trabajo que padecen trabajadores contratados como monotributistas, pasantes universitarios, becarios, contratados por organismos internacionales, trabajadores tercerizados, todos ellos carentes de toda cobertura de seguridad social y presos de una relación laboral endeble que engendra en el trabajador un estado permanente de incertidumbre y angustia”.
Junta Interna de Delegados de Desarrollo Social, ATE, CTA, 8/1/07.
En el Ministerio de Desarrollo Social, Alicia Kirchner y el “Huevo” Ceballos, de la ex-Patria Libre y apropiadores del nombre Libres del Sur que fuera expropiado a una organización social de Avellaneda, son tan neoliberales y flexibilizadores como en los ’90. ¡Vamos los “Nac$Pop”! Todo un ministerio que, mientras dice dedicarse al “desarrollo social”, evade las cargas sociales de sus empleados y delinque contra el derecho del trabajo.
Si esto es así en el Ministerio que conduce la hermana del “presi” y tiene a Jorge Ceballos, un abogado y ex–piquetero, que ahora gerencia la Subsecretaría de Organización y Capacitación Popular y se candidatea a la intendencia de La Matanza; un gerente que alardea ser la mano “izquierda” del Estado y desde donde dice construir “poder popular”, ¡Lo que será en el resto de los ministerios!
¡Cuánta impostura Patria Libre y Barrios de Pie! ¿Le cuentan esto a Chávez?, ¿Este es el tipo de trabajo por el que peleaban?, ¿Para esto querían desembarcar en el gobierno? Está claro que ya renunciaron, al menos, al socialismo del siglo XXI; pero ni siquiera les preocupa tener en blanco a los empleados de un mísero ministerio.
Este comportamiento está en consonancia con el capitalismo desarrollista de Mr. “K”. El PBI de 2006 supera en un 18,2% al de 1998. En cambio, el robo legalizado del trabajo humano por el capital, post devaluación de los ingresos en 2002, hace que los índices sociales sean mucho peores que al final de la década del noventa; la segunda década infame que parecía insuperablemente funesta para las mayorías que viven de su trabajo. No es así, ahora es peor.
Más allá de la perorata centroizquierdista de pingüino (pose recién adoptada por Kirchner después del 2001, mientras que fue un menemista acérrimo toda la década pasada) resulta valioso ver los resultados del doctor patagónico, en paralelo, con Carlos I de Anillaco. Y comprobar cuan neoliberal continúa siendo el converso de última hora. Cómo, no mejora la situación social de las mayorías, muy por el contrario, empeora.
Desde hace varios trabajos venimos insistiendo en contrastar la gestión de Kirchner contra la de Menem. Y en particular la del año 1998, ¿Porqué? Es que a partir de aquel año se inicia la última recesión y comienza una etapa de cuatro años que terminaría con el crack de 2001. Comparar el 2006 contra 1998, es una buena manera de confrontar dos momentos “normales” del capital. Realizar lo contrario, como hace el gobierno, contraponiendo los números del ciclo ascendente de negocios de los últimos tres años, contra la recesión, la crisis de 2001 y el inicio de la contratendencia del capital de 2002, resulta intelectualmente deshonesto.
El lapso 1998-2001 comienza con la desaceleración económica, su posterior depresión hasta su total colapso. A partir de 2002, la Argentina reinicia un nuevo ciclo de acumulación originaria de capital. Haciendo que el año 2006 coincida con la “normalidad” de un nuevo ciclo del capital. Es decir, medimos el país capitalista “normal” de Menem, contra un país “normal” capitalista de Kirchner. Anticipamos una conclusión: en la comparación pierde Kirchner, lo que es igual a decir, pierde la multitud.
La tasa de desempleo actual, o para decirlo con toda propiedad: el porcentaje de trabajo negado por el capital, resulta un 3,2% superior a 1998. Medio millón más de argentinos que pasaron a las filas del excedentariado, o masa superflua para el asalariamiento humano.
El empleo por una paga informal subió otro 16,8% en comparación a 1998. Es decir, otros 1.1 millones que revisten en las filas del precariado.
El ingreso promedio de los ocupados descendió otro 23,8 por ciento.
Y la pobreza ascendió otro 60,2% desde 1998. Los famosos nuevos pobres de los ’90 de Menem, ahora abarca a otros 6.7 millones de las y los neo-nuevos-pobres, sin y con empleo, de Kirchner.
El crecimiento de la indigencia es escandaloso. Con los Nacionales y Populares, peronistas y progresistas; sean lavagnistas, radicales alfonsinistas o radicales “K”, ¡La indigencia se multiplicó en un 156% desde fines de los ’90! O sea, ahora, hay 3.7 millones más de indigentes que con Menem.
En la distribución de ingreso también empeoraron las cosas desde el peronista neoliberal de Menem al peronista desarrollista de Kirchner. La distancia que separa al 10% más rico del 10% más pobre es cada vez más abismal. En 1998 era de 22,8 veces y ahora resulta 29,2 veces más. Por lo tanto, aumentó la desigualdad de ingresos en otro 28,3 por ciento.
02. Peor que con Menem y De la Rúa.
“Mientras el gobierno nacional, provincial y los políticos en general disputan electoralmente para ver quién se queda con más cargos, la pobreza y la desatención se mantienen e incluso se profundizan. (..) Las políticas de este gobierno garantizan una realidad en donde cada vez es mayor la brecha entre los que más y los que menos tienen, generando una realidad de “ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres”.
Frente Popular Darío Santillán.
Pero hay más malas nuevas para la multitud: con Kirchner lo que obtienen los ocupados por su trabajo es peor que con De la Rúa. Ni siquiera comparado contra el 2001, que arrastraba cuatro años recesivos, sale bien parado el gobierno de Kirchner; que lleva, tres años de crecimiento a tasas chinas. Veamos: De la torta del PBI los ingresos de los ocupados pasó del 25,4% en el 2001 al 22 por ciento en el 2006. Y más terrible aún es para el precariado o el empleo no registrado. Comparando el Indice de Precios al Consumidor de 2001 a 2006, el poder adquisitivo de los asalariados en negro descendió otro estrepitoso 18,3 por ciento.
Pero sigamos que hay más: Para el primer trimestre del 2006, el 54,8 por ciento de la fuerza de trabajo ganaba menos que el irrisorio salario mínimo de $ 630 (U$S 210).
Discriminando: el 45% del total de las y los asalariados está por debajo del salario mínimo. Y existe hasta un 17,2% de asalariados formales que ganan menos que eso. Es decir, que el trabajo registrado tampoco les garantiza a todos los empleados formales salir de la pobreza. ¡Nunca visto!
Pero aquí viene lo peor: el 80,2 por ciento del total de los empleados bajo el fraude laboral del empleo no registrado no gana ni los miserables $630. Encima, se fija a partir de diciembre de 2006 el salario mínimo en 800 pesos (U$S266) es decir, el propio gobierno “Nacional y Popular” establece un piso salarial por debajo de la línea de la pobreza, que para una familia tipo está en $890 (U$S296).
Recordemos que dice la legislación Argentina en relación al salario mínimo:
“ARTICULO 116 (Concepto). Salario mínimo vital, es la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”. Del salario mínimo vital y móvil, Ley de Contrato de Trabajo, 13 de Mayo de 1976. Esta ley de la dictadura militar, con sus modificaciones, está vigente. Va de suyo para el gobierno, que un trabajador/a y su compañera/o tiene garantizada la reproducción de su fuerza vital de trabajo, y la existencia de su prole, con un salario mínimo miserable de 890 pesos. ¡Kirchner lo hizo!
Pero aún no terminamos: como el precariado abarca el 59,9% de toda la fuerza laboral, el aumento del salario mínimo, no pasa de la letra muerta para seis de cada diez trabajadores y trabajadoras. Con el aumento en los convenios colectivos tampoco cambia el cuadro de situación. Ya que la “Patria Paritaria Peronista de los ’70”, a quedado reducida, por obra y gracia de militares, radicales, peronistas y la propia burocracia sindical, a la irrisoria suma del 18,9% del total de la fuerza de trabajo. ¿A quién representa Hugo Moyano, los Gordos del sindicalismo y la CGT? A nada más que a ese escaso 18.9 por ciento de la fuerza laboral de la multitud.
La canasta familiar de bienes y servicios para una familia con dos hijos en edad escolar, para el área metropolitana -Capital Federal y Gran Buenos Aires- está en los $2.400 (U$S800). Mientras que el ingreso promedio de todos los ocupados apenas llega a los 840 pesos (U$S280).
El precariado como grupo dominante de la fuerza viva de trabajo hoy abarca el estremecedor porcentaje del 59,9%. Autoexplotados, mal llamados trabajadores “autónomos”; la ilegalidad del empleo en negro; el empleo familiar; o simplemente trabajadores a los que se les niega un puesto asalariado por decisión del Estado del Capital. Para así, ahorrarse los patrones salarios o capital circulante; enflaquecer a la que fuera la compacta y hegemónica clase obrera fordista, y generar una fuerza laboral de castas. Un universo compuesto por una cada vez más pequeña aristocracia de registrados, y una inmensa mayoría de precarios y trabajadores negados, excedentarios, trivialmente llamados desocupados.
La división en segmentos laborales vuelca el combate social de la multitud a una brutal competencia entre todos ellos. Unos, por mantener sus derechos sociales conquistados bajo el fordismo, y el resto, la mayoría, por ingresar al “digno” universo de la esclavitud salarial. Esta es una astuta forma del capital para desviar la antagonía del trabajo contra el capital, transmutándola, en una feroz competencia entre los modernos esclavos genuinos del fordismo y los postmodernos esclavos informales del posfordismo.
¿Éste es el trabajo digno del que tanto se jactan Kirchner y Ceballos? ¡Si no sirven ni para hacer keynesianismo laboral! El primero en violar sus propias normas es el propio gobierno. El estado de emergencia y excepción también abarca el fraude laboral, una manera de hacer normal y permanente el estado clandestino del empleo en negro.
03. Estado, Capital y Socialismo.
“La “nacionalización” (estatización) de los medios de producción y la “planificación” burocrática no entrañan en modo alguno la abolición de la explotación y nada tienen que ver con el socialismo. (..) El socialismo no es una etapa necesaria de la historia. Es el proyecto histórico de una nueva institución de la sociedad, cuyo contenido es el autogobierno directo, la dirección y la gestión colectiva por los seres humanos de todos los aspectos de su vida social y la autoinstitución explícita de la sociedad. Al reducir el socialismo a una cuestión puramente “económica” y la realidad económica a las formas jurídicas de la propiedad, al presentar como socialistas la estatización y la planificación burocrática, dichas concepciones tienen la función social de enmascarar el dominio de la burocracia, de ocultar sus raíces y sus condiciones para justificar la burocracia activa o para disimular las miras de los burócratas “revolucionarios” candidatos al poder.”
Cornelius Castoriadis, Los dominios del hombre, Las encrucijadas del laberinto, 1986.
“No nos asustan los nombres, sea socialismo o como se llame”.
Miguel Pérez Abad, presidente de Fedeindustrias de Venezuela, 13/1/07.
Si lo denominamos el Estado del Capital es porque su función principal, su sentido esencial, es garantizar la reproducción del capital. Si para ello debe precarizar la vida de millones, encarcelar y asesinar, no duda en hacerlo. La sociedad del capital conforma, para el propio capital, apenas un soporte para circular el trabajo como mercancía y acumular más capital. Todo vale para los empresarios y sus gobiernos: Engaño y simulación, promesas y mentiras, guerras y torturas, desapariciones y genocidios, dan cuenta de ello.
Ante el curso tétrico de la civilización mercantil que tiene como parada final la autodestrucción, ¡Qué duda cabe!, que la imaginería que está desplegando Hugo Chávez ante la futura reforma constitucional de Venezuela es mucho más que un soplo de aire fresco. Ciudades comunales y consejos comunales federados; Explosión Revolucionaria del Poder Comunal y autogobierno; paulatina disolución de la división política heredada del capitalismo: desaparición de los estados y municipalidades; fin de los intendentes y gobernadores; y ciudades autónomas donde el pueblo decida en asamblea que hacer con los recursos de su comuna. ¡Quien diría hace unos pocos años, que hoy desde el estado se pensara en estos términos!
¿Todo esto, es obra de Chávez? La respuesta es “Ni”. Si, porque es él y la minoría de su gobierno quien lo impulsa. Y No, porque el origen de este movimiento de las acciones, las ideas y los corazones viene de abajo. La multitud tiene que saberse poderosa. Sus insurrecciones están obligando a los estados a repensarlo todo. La democracia Capital-Parlamentaria sobrevive con respirador artificial, y la multitud autogobernada tiene que desconectarlo. La iniciativa de la vía al socialismo de Chávez, con todas sus dificultades, contradicciones y hasta incoherencias; nos ha puesto, por así decirlo, varios escalones más arriba del espantoso vuelo de gallinas que tienen los gobiernos de Kirchner, Lula, Tabaré o Bachelet.
Si la política no es un acto de amor por la igualdad, no existen militantes anticapitalistas, sino puro funcionariado mercenario. Si la política no resulta esa pasión por la justicia que calienta el pecho, en su lugar, aparecen todos los “pecho frío” de la gestión. Si la política no es vocación transformadora, queda reducida a una oscura profesión ¿A quién puede enamorar luchar por el superávit fiscal para pagarle todo al FMI? ¿Quién se puede sentir convocado por los precios controlados con dos millones de pibes que trabajan? ¿A quién moviliza el aumento de las reservas del Banco Central mientras no hay un peso para las empresas recuperadas? ¿Quién siente alegría por el aumento de las exportaciones cuando se pasa hambre en el país? ¿Quién puede dar la vida por que las calles no estén rotas, las plazas enjauladas, los vecinos saquen la basura en horario, y el máximo grito de autonomía del estado sea que cada uno se haga responsable de la caca de su perro? Con estas propuestas descafeinadas, ya no digamos amor, ni siquiera se puede hablar de entusiasmo.
Enamora la epopeya no el gerenciamiento. La mayoría de la Nueva Clase de los políticos están secos de ideas. Mera gestión sin pensamiento y sin proyecto. Cuando no son las ideas propias del postfascismo. Ahí lo tenemos a Lula acusando de terroristas al proletariado del delito. Un delito hijo de la indigencia que el mismo profundizó durante su presidencia. Los gobiernos administran la producción del excedentariado y su miseria; y cuando este se rebela, como puede y como sea, la respuesta del estado va del paco fulminante y las prisiones repletas con un 90 por ciento de pobres, a los escuadrones “para” y estatales de la muerte.
Ahí esta Kirchner haciendo un despliegue descomunal de fuerzas represivas en el puerto de Buenos Aires para evitar el escrache de la Asamblea de Gualeguaychú a Buquebús. ¿Desde cuando hay que tolerar que las demandas sociales sean contestadas con la vigilancia panóptica, el sistema penal o lisa y llanamente la represión? Señores progresistas, si llevan a la práctica un estado terrorista soft, háganse cargo, y dejen de recitar la cantinela de los derechos humanos. Si permiten la desaparición de Jorge Julio López, si condenan al precariado a más de media Argentina, si gobiernan la UBA a puro golpe y con la violación de sus propias leyes, si el desierto verde de la soja mata comunidades completas, si el sistema estatal de salud está colapsado, si la policía asesina como nunca, si en las prisiones se tortura como en la época militar; entonces, no sigan insultando la inteligencia de la multitud con tanta engañifa.
Contra todos los parapléjicos de la imaginación, contra lo machacones de la razón de estado, contra los enanos del intelecto; la imaginación radical instituyente se presentifica cada vez más. Son los movimientos sociales y el arte insurgente, los militantes de la vida y las poetisas empedernidas, los privados de salarios pero no de coraje, los orfebres del deseo y las escritoras de lo prohibido, las murgas de la resistencia y los medioambientalistas consecuentes, los obreros clasistas, las travestis del común y los editores de la gratuidad, el medioactivismo honrado y los lúcidos cumbieros, los viejos con arrugas en el alma y los jóvenes envejecidos por la pobreza; son ellos y ellas, con sus prácticas y lenguajes, sus afectos y valores, anhelos y obstinación, los que están provocando que el poder se las tenga que ver con todo este nuevo imaginario. Horizontalidad y asambleísmo, okupación y resistencia, antikapitalismo y autogobierno, insurrección y autogestión, rebelión y organización autónoma de la vida. Está emergiendo desde el sótano de la historia la plebe fragilizada y descartada. “¡Bien has cavado, viejo topo!”. Perdón por el recuerdo, pero seguramente los muertos por la emancipación social estarán contentos, han vuelto con nuevos bríos y nunca está demás recordar alguna de sus exclamaciones más preclaras. Para eso existen las enseñanzas de las y los que nos precedieron: nos reconfortan con su imaginación redentora y nos advierten con los destellos de sus derrotas.
En cambio, que el estado venezolano haya tomado otras iniciativas diferentes a los ex–setentistas; montoneros y tupamaros, petistas y socialistas que hoy gobiernan, es un logro de la multitud. Y será ella misma la que deberá cincelar cada nuevo concepto. Como pulió la estrategia movimientista, insumisa, y cuando hizo falta insurreccional. En Ecuador, Bolivia y Venezuela entramos a otro estadio de combate. Y ha llegado la hora que entendamos perfectamente que el campo de la guerra social le tiene reservado un lugar destacadísimo a la batalla de las ideas.
La imaginación es una dimensión más de la revolución. Y la filosofía se regodea al sentirse, una vez más, a sus anchas pensando lo imposible. La concreción de este nuevo cuerpo de ideas, dependerá, como siempre, de la constitución de un cuerpo social instituido en nuevas organizaciones políticas. Y de su propia y antisistémica producción económica. Como siempre, también, la última palabra la tiene el sujeto social del cambio.
Siempre hemos tratado de ver lo positivo en cada brizna de lucha, en cada nuevo sueño, en cada canto de amor a la rebeldía. Eso requiere ser receptivos y actores de los cambios, pero también celosos anti-indulgentes. Nuestros reparos no son la verdad, pero son nuestra verdad. Y como tal la defendemos. Con cada compañera y compañero que busca honestamente el cambio social de raíz estamos dispuestos al debate, al enriquecimiento mutuo, y por supuesto, a la mutua modificación de las prácticas y pensamientos puestos en juego. Queremos que las ideas caminen juntas, pero no rehuimos la polémica fraternal cuando los entrecruces nos ponen ante caminos antagónicos. De eso se trata el compañerismo espiritual: de la construcción de la camaradería militante. Un vínculo de amistad, una forma de amor. Ni enamoramiento fugaz, ni encandilamiento. Pero como ninguna felicidad es completa y no nos caracterizamos por ser obsecuentes, ni nos dejamos deslumbrar por lo que digan los funcionarios en el estado, es nuestra obligación compañera entrever las futuras encrucijadas.
No importa si el Estado del Capital constituye un estado de los monopolios privados o un capitalismo de estado. En este último caso, se continúa explotando el trabajo humano. La versión capitalista al socialismo deviene, necesariamente, en un estatismo burocrático y verticalista porque su base continúa siendo la ley del valor, el precio, la medición del trabajo en dinero, y la reproducción ampliada del mercado. Sea con el viejo Comecon, o los actuales Alca y Mercosur y el proyecto del Alba. En todos los casos, la forma estado, la forma mercancía, la forma dinero sigue su curso.
Es el mercado el que crea al estado. Y no hay capitalismo ni socialismo sin estado. No hay dominio de la ley del valor de cambio sin jerarquías, sin opresores y oprimidos, expoliadores y expoliados, dirigentes y dirigidos. Sin clase propietaria o nueva clase administradora del capitalismo de estado, y clase trabajadora o empleados estatales.
La Patria Grande con la que amenaza el Nacionalismo Popular, en términos mercantiles y en sentido sustancial, no deja de ser, en el mejor de los casos, una patria más grande para cada capitalismo de estado y su respectivo mercado. Un territorio donde prorrogar la ley del valor por un tiempo más, mientras las contradicciones inherentes al mercantilismo se van haciendo más extensamente profundas y explosivas. Un estado ampliado, un estado regional, una Comunidad Sudamericana de Naciones, será una Patria Grande Capitalista. Y como el capital no tiene patria, al igual que la multitud, que más quiere que ampliarse. Que sea una patria que se autotitula, desde el estado, socialista; al capital no lo asusta. En definitiva, donde siga habiendo patria mercantil, continúa reinando el Estado del Capital.
Ese tipo de socialismo, o digámoslo sin pudor, todo tipo de socialismo, ha fracasado en todas y cada una de las experiencias históricas donde se proclamó como la vía a la emancipación del individuo social. En realidad, nunca el Socialismo de Estado llegó a ser la primera etapa del comunismo. El socialismo nunca socializó los medios de producción, sino que los estatizó. No fue el trabajo el que se autogobernó por medio de sus propias instituciones democráticas. No se progresó un ápice en terminar de abolir las clases y la propiedad estatal. Una estrategia de este tipo está condenada desde sus orígenes. Mientras que el hacer humano se realice como trabajo cuyo fin es el valor de cambio, todo el dominio del hacer queda apresado por la lógica capitalista. Mientras la mercancía no sea abolida, mientras no se extinga la diferencia entre el valor de uso y el valor de cambio; toda la producción, tiene marcada desde su cuna la condena a muerte para alimentar al Moloch del capital. Bajo la forma del valor de cambio del hacer, inclusive antes de empezarse a producir, ya se sabe que su fin es alimentar al mercado.
Bajo cualquier forma del capital, y el estado es un de ellas, el trabajo nace para morir como capital. El salario, las finanzas, el consumo medido en dinero, la renta privada y el estado, son de las tantas formas que adopta el capital como relación social de poder, como vínculo universal de la clase propietaria contra la clase proletaria. Bajo el mercado, el trabajo muere como valor inmediato, como valor sin mediación de la mercancía, como puro uso sin valor dinerario; para que nazca, en su lugar, el valor de cambio. Impidiendo de esta manera la emancipación del hacer. La URSS, la mayor experiencia mercantil como circuito socialista del estado y dominio del partido único, no deja lugar a apelaciones melancólicas. El experimento etapista de la vía socialista como estación intermedia al comunismo fracasó estrepitosamente. Sin olvidar jamás el estado carcelario en el que devino la clausura de la república de los soviets bajo la dictadura de la burocracia de estado, la prohibición de las corrientes internas dentro del PCUS, el terrorismo de estado de la policía política y los campos de concentración contra las masas comunistas. Este es el legado del socialismo. No sólo al genocidio militar, sino que a todo esto, también le decimos, ¡Nunca Más!
A eso que se ha dado en llamar el Socialismo del siglo XXI, de reiterar el mismo error liminar: un único partido socialista y la expulsión del estado para quien no comparta esta estrategia, de ser así, en nada nos deberá asombrar la reedición de una nueva casta parasitaria y el culto a la personalidad del único líder que amalgame una nueva tiranía. No será la multitud la que autogestiona antimercantilmente su vida, ni será quien se autogobierne. Sino que será el estado, burocrático como cualquier estado, se llame como se llame, quien comande su trabajo para beneficio de la Nueva Clase Socialista y para gloria del mercado. Si este resulta el socialismo del siglo XXI, adiós a la emancipación social y personal y bienvenida la nueva esclavitud asalariada. Claro, será el arribo, por supuesto, a un “digno” asalariamiento del hacer a manos del trabajo “genuino” socialista. Por cierto, que se lo disfrazará con nombres más digeribles al paladar de los condenados: Economía social o solidaria, banco comunal y empresas sociales, cooperativismo y humanismo, microempresa y autogestión. Todo un proyecto social, indigno de llamarse anticapitalismo.
04. Poder y Territorio.
“Para nosotros uno de los temas importantes fue el de discutir nuestra identidad como trabajadores -puntualizó para Prensa De Frente Joaquín, de Encuestadores en Lucha-, porque la dilución de esa identidad es un obstáculo para la organización debido a que muchos están como pasantes o temporarios en un ámbito laboral muy heterogéneo y fragmentado”. (..) Muchos de los jóvenes encuestadores son estudiantes universitarios y, “al no poder encontrarnos en nuestros lugares de laburo, fue en la universidad donde nos fuimos conociendo y reconociendo nuestros problemas como clase trabajadora”, sintetizó el estudiante de Antropología. Durante los últimos años aumentó notablemente la demanda a las consultoras por parte del Estado como de empresas privadas. (..) Muchos trabajan en negro y otros son empleados en calidad de monotributistas, pero bajo una total dependencia laboral, en su mayoría fuera de la red de beneficios sociales y sin ningún respaldo de las tradicionales estructurales gremiales. (..) Elevando los principios de solidaridad de clase como uno de los ejes indiscutibles en la proyección del espacio y su intervención en los futuros conflictos. “Vamos a empezar a documentar las experiencias de lucha para que le puedan servir a otros compañeros que no saben como organizarse”, adelantó Joaquín. (..) Esta novedosa iniciativa grafica con la práctica concreta que, a pesar de la adversidad para la lucha con la que se enfrentan los trabajadores, mientras haya capitalismo habrá reservas para construir el poder de la clase obrera”.
Primera Jornada Contra el Trabajo Precario, Prensa De Frente, 23/10/06.
La respuesta de la clase que vive de la fuerza de su hacer, debe estar a la altura del desafío que le impone el capital. Un asambleísmo como poder constituyente, que no separe el conflicto de los ingresos del dominio político del capital sobre la vida, la dimensión laboral de la barrial, la organización en la empresa y fuera de ella, el capitalismo de la sociedad de la mercancía, los patrones de su estado. Sólo así tiene potencialidad una composición de fuerzas que abarque a los ocupados y negados, registrados y precarios, activos y jubilados, para poder enfrentar conjuntamente la brutal ofensiva patronal post devaluatoria.
Llamémosle tentativamente: las “Multisectoriales de la Multitud”. Herramientas biopolíticas para intervenir dentro, contra y más allá, de las instituciones y empresas; y expandir, profundizar y organizar el conflicto en el territorio y viceversa. Por lo tanto, intervenir dentro, contra y más allá del campo y el asfalto, para expandir, profundizar y organizar la lucha en el estado y las empresas.
De este modo, el que está incluido en una firma o dependencia estatal sabe que afuera continúa su territorio. Un espacio poblado por cuerpos resilientes que colaboran con su lucha. De igual modo, los que enfrentan al Capital-Estado desde los duros adoquines y el desangelado ámbito rural, cuentan con sus aliados de clase al interior de las oficinas, fábricas y empresas.
La dimensión territorial resulta en sí mismo un espacio de la lucha de clases. Una geografía que integra el reticulado del poder y resulta el espacio de trabajo del 20 por ciento del neo y sub-proletariado de la pobreza y la indigencia. Trabajadores/as que no comen si no alquilan su sexo, vendedores ambulantes de lo que sea, cartoneros, etc. Y otros trabajadores “anfibios”: que reportan a una firma privada o dependencia estatal, pero plusvaloran el capital sobre la piel del territorio: motoqueros y encuestadores, repartidores y agentes sanitarios, fuerzas de venta y asistentes sociales.
Los territorios, como espacios subsumidos y tutelados por el capital, integran relaciones de fuerzas sociales en permanente recomposición y cosmovisiones antagónicas que concentran micropolíticamente, pero no por ello minusválidamente, el devenir de la multitud y los agenciamientos del poder. Ahí se expresa la defensa política de la vida en la asamblea de Gualeguaychú contra el sistema político representativo; el vendedor de paco y la complicidad estatal; la fábrica de la mercancía y la persecución gubernamental; el frágil trabajo y el gatillo fácil contra el excedentariado. Ahora, en la era postfordista, como nunca la lucha de calles es lucha de clases. El Asalto a la Legislatura porteña y la rebelión en Haedo, la batalla por la tierra y la quema de comisarías, el apedreamiento de las intendencias y el incendio de la disco La Casona; las sublevaciones en Ayo Ayo y la Banlieue parisina, la autonomía campesina en Venezuela y Paraguay, la resistencia mapuche en Chile y la Asamblea de Oaxaca, son apenas las muestras más visibles de la lucha de la multitud que recorre toda la geografía nativa y universal. Formas de conflicto que despliega espontaneidad y organización, insurrección y destitución, acción directa y brotes de poder constituyente.
Ya fue dicho, pero vale la pena reiterarlo: cada porción de territorio tiene una dimensión “Glocal”, global y local. Lo micro, no es un subproducto de lo macro. En cada espacio de las relaciones sociales mercantiles se está expresando todo el tiempo reproductivo de la sociedad del capital. Cada fragmento temporal integra el mundo espacial de las relaciones sociales de producción, distribución, consumo y acumulación capitalista. En cada combate consecuente de la multitud contra los empresarios, del trabajo contra el estado, de la clase hacedora contra el mercado; la parte no es el todo, pero es un todo. Cada partícula organiza en sí misma un universo. Un espacio “Loglob”, local y global.
La mercancía lo abarca todo y a todos. Un desajuste en cualquiera de sus nodos espaciales formadores de Trabajo-Capital, ya no digamos nacionales, sino locales, pone en potencial jaque mate todo el sistema de apropiación del tiempo de vida como tiempo del capital. El biopoder del estado es el comando mercantil que transforma la existencia de la multitud en biopolítica. Si no fuera así, no se explicaría la potencia anticapitalista que encierra la expansión de una lucha como la de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. Una potencia que subvierte las coordenadas Mercado-Estado. Una insumisión constituyente de la que tienen clara conciencia todos los gobiernos y sus escribas, el periodismo lacayo y el mundo empresario.
Por cierto, que con esto no estamos haciendo el panegírico de que lo pequeño es bello, ni defendiendo la autonomía insular, ni la posibilidad del comunismo en una manzana. Sino que, ponemos de relieve, que la fortaleza de la totalidad temporal del capital está unida a la fragilidad de la localidad espacial. El capital como relación de poder, de sometimiento de la minoría sobre la mayoría, excede cada frontera trazada por sus estados. Pero sin ellos no puede realizar su ciclo de reproducción. Los gobernantes tienen que seducir al mundo del trabajo para lograr su servidumbre voluntaria, o disciplinarlo cuando se rebela. Si la emancipación social de una comuna, provincia, país, fuera insignificante para el capital; sino afectaría al conjunto de relaciones universales mercantiles, los representantes del capitalismo no habrían combatido cada pequeña o gran experiencia de liberación del trabajo humano que lo puso en entredicho.
Con la tendencia del dominio real del trabajo incluido en el capital, la famosa subsunción real, ha llegado la hora de que la multitud aproveche esta desventaja. Si el capital todo lo ocupa, cada espacio y todo el tiempo; entonces, el trabajo todo lo hace y lo deshace al estar presente en cada dimensión existencial del capital.
Si necesariamente la incorporación real del trabajo en la tecnología, cuyas expresiones más salientes son el robot y la internet, destruye la ley del valor-trabajo, entonces, el capital busca imperiosamente restituirla.
Si forzosamente la incorporación real del trabajo en la tecnología echa abajo la ley del valor, la ley del trabajo-capital, entonces, el capital necesita obligatoriamente reponerla. Sin plusvalía fenece el capital. Sin plus-valor, un valor mayor al valor-trabajo objetivado como capital, un nuevo valor que plus-valore al viejo valor, un valor vivo que alimente al valor muerto; sin este plusvalor social, que para el capital es de vita o morte, no hay reproducción del capital-trabajo.
La internet es la tendencia a la subordinación del lenguaje a los dispositivos informáticos, la reducción del tiempo de circulación del dinero a cambio de acortar las distancias espaciales. El autómata, el robot inteligente, humanoide, constituye la expresión más acabada, objetivada, del intelecto general de la raza humana. Si algún día los androides liberaran a los terrícolas, si automatizasen lo que hoy entendemos por trabajo, ese día, habrá muerto el capital. Por un lado, el capital impulsa locamente esa tenencia hacia la subsunción real, hacia la objetivación como capital fijo del general intellect; y al mismo tiempo, es el propio capital quien tiene que poner sus propios frenos contrarrestantes para no colapsar. Sea que los monopolios con aristocracia laboral tercericen actividades hacia el precariado; las pequeñas y medianas empresas vivan del trabajo en negro; se nacionalice la economía para luchar contra el imperialismo extranjero -como si las empresas multinacionales no fueran las que dominan cada estado nación, o como si el patrón nativo fuera menos explotador que el foráneo-; se instaure un capitalismo de estado como socialismo del capital y su empleo público; se subordine a las cooperativas autogestivas al circuito de la mercancía; y se incluya el trabajo autónomo y autoexplotado de los microemprendimientos en la reproducción ampliada del capital como economía social.
Si el dominio estatal se vuelve más autoritario es producto de la extrema fragilidad del capital postfordista. Cuanto más hegemónico sea el desarrollo de la general intelligence, cuanto más precario y excedente sea el empleo del trabajo asalariado; menos mediadores se tornan los partidos y sindicatos, y por ende, menos representativo se vuelve el estado y más precaria su hegemonía. A más Capital-Ejecutivismo, menos Capital-Parlamentarismo; a más partido único, menos autonomía; a menor consenso, más policía; a menor capacidad dirigente, más dominio militar.
La paradoja capitalista es brutal: Más se autonomiza del trabajo humano, más dependiente se vuelve de él. Cuanto más tiempo socialmente necesario de trabajo destruye, más tiempo necesario tiene que crear para plusvalor el capital con un nuevo trabajo excedente. Más avanza la subsunción real, más dependiente se vuelve de nuevas subsunciones formales. El capital persigue su sueño histórico: emanciparse del trabajo para evitar la antagonía de la multitud. Más autónomo se vuelve, más fuerte se siente. Pero el capital está condenado a producir nuevo valor-trabajo como sea, de lo contrario, es su final.
Si el capital castiga cada intento de resistencia creativa: como la ciencia, las letras y el arte de la gratuidad, los Movimientos de Trabajadores Desocupados y campesinos autónomos, los asambleístas que okuparon la propiedad privada y las empresas que se autogestionan; es porque estas experiencias entreabren la abolición de la sociedad de la mercancía.
Para luchar contra la dominancia del trabajo muerto sobre el vivo el capital lanza sus medidas contrarrestantes en el 2002. Fuga de capitales unido al robo de los ahorros; devaluación de los salarios que pasan a ser, la mayoría, inferiores a la reproducción de la fuerza de trabajo; inflación para ganar en el consumo lo que no puede obtener en la producción; sobrevaluación del peso en un 300 por ciento para aumentar las exportaciones y el superávit fiscal que subsidia al capital industrial y financiero; y la emisión de cuasi monedas que integraba el 40 por ciento de todo el cuasi dinero circulante, para evitar, la profundización del sistema del trueque y la potencia anticapitalista del exclusivo valor de uso. Las legiones del excedentariado, los desocupados, despreciados en la era de la plusvalía relativa, resultan indispensables para el reinicio de la plusvalía absoluta del precariado. Las fábricas abandonadas por sus patrones que habían sido descartadas hasta el 2001, se vuelven vitales para reintroducirlas al mercado, evitando, la perspectiva de independencia política de clase de los y las obreras que las pusieron en funcionamiento.
El frente social contra el capital tiene tres pilares básicos. Son las fracciones de la multitud que más sufren el modelo “productivista” kirchnerista: el precariado, el excedentariado y los jubilados. Para darle cuerpo, masividad y territorialidad, la única manera, es una forma de organización que supere a la que se desarrolla puertas adentro de la fábrica y el estado. Para esto, se requiere, espacios organizativos donde los inestables, negados y pensionados puedan interactuar, cara a cara, más allá de su lugar de pertenencia. Tomando prestado un término ya acuñado, bien podrían llamarse “Coordinadoras de los Invisibles”. Ya que esto son, para el estado del capital, los que no están registrados, los descartados y la clase “pasiva”. Los desaparecidos sociales, los estafados por el fraude laboral y los condenados al gerontocidio. Todas ellas y ellos dueños de una vida fragilizada bajo el mercantilismo, pero repletos de potencia imaginativa, energía deseante y saberes activos.
Y siendo más específicos aún, en las empresas y oficinas del estado, se precisa la unión de los inestables: tercerizados, monotributistas y locatarios de servicios. Data entry y pasantes, costureros y encuestadores, franqueros y falsos becarios, teleoperadores y aprendices. La fuerza de la clase trabajadora está en su número, y hoy la mayoría de la multitud de los trabajadores son precarios/as. Empleados que se desempeñan en negro, bajo el eufemismo de una flexibilización laboral que resulta peor que la practicada en los ’90. Es por esto, que urge privilegiar la propia organización del precariado. Aún a costa de tener que enfrentar a la aristocracia de los empleados registrados. La mayoría de estos últimos, por el momento, están más ocupados en defender sus “privilegios” laborales, que en la construcción de una asociación con el conjunto de sus compañeros y compañeras de clase. Sin por esto descartar, que para darle volumen de clase, lo mejor sería que ya integrasen las Multisectoriales de la Multitud.
Pero quien lucha no se puede sentar a esperar que el conjunto de la fuerza de trabajo lo acompañe. Los que se sublevan contra lo establecido, mientras antagonizan al capital van complejizando sus aspiraciones, radicalizando sus métodos, profundizando la práctica asamblearia, ampliando sus metas, descubriendo aliados y enemigos. En definitiva, constituyéndose en una clase social autónoma del Estado-Capital con capacidad de autogobernarse.
No importa la efimeridad de la condición precaria del empleo si se conforman territorialidades intra y extra-laborales. Campos de afección de tiempo de vida, “Redes del Precariado”. Ya que cada contratado despedido llevará consigo su experiencia de organización y su caudal relacional a su nuevo puesto precario. Durante su trabajo, y en su condición de excedente cuando resulta excluido de sus ingresos, la construcción de una organización “extra muros” lo dota de la contención y el despliegue de toda una red afectiva. Contra el malestar laboral, el bienestar de la solidaridad de clase; contra la angustia de la incertidumbre, la inmaterialidad bioafectiva.
De igual modo, con el afianzamiento de los vínculos afectivos, que supera la precariedad de los lazos que establece el capital; esas redes serán excelentes herramientas de combate para evitar nuevos despidos. Y no solamente eso. Las coordinadoras barriales contra la represión, la defensa de los locales recuperados a la propiedad privada, el afianzamiento de los proyectos productivos de subsistencia, estarán dotados del único reaseguro para defenderlos: la materialidad de los cuerpos, la potencia de la inteligencia, las nuevas relaciones personales y grupales, que únicamente pueden defender su autonomía, si con ello, les va la vida. Y cuando mencionamos la defensa de la existencia, hacemos referencia, a una petite mort con la caída de cada espacio recuperado. El pasaje del espacio okupa a la urdimbre del circuito mercantil, termina, por el momento, con lo que podría haber progresado como un nuevo comienzo colectivo.
Un edificio ocupado son sólo paredes. Una fábrica son únicamente máquinas. Tanto es así para el capital cuando lo abandona, como para los recuperadores cuando no logran incluir a la propiedad okupa dentro de una Red Social de Resistencia. No se defiende la propiedad okupada, lo que se defiende es el tejido grupal que connota esa porción de ladrillos. Cuanto más crezca el complejo de relaciones personales, grupales, colectivas, más fuerte será el espacio donde se desarrollan, porque más conectado estará a otros territorios y singularidades. Del mismo modo, cuando se cierra un espacio, cuando lo recupera el capital, lo que cayó es un nodo de una red de nodos, donde latía la ambivalencia de la nueva vida. Un espacio-tiempo donde el deseo se expandía, donde la palabra compañera y compañero era, ni más ni menos, que compartir el pan de la existencia. Donde se desgranaba la miga de los sueños y los logros, la hogaza de los valores fraternos, donde la imaginación deja de estar depositada en el futuro y se hacía presente contra la vida boba.
Cada espacio expropiado abre la perspectiva de un nuevo tiempo. Como cada tiempo de trabajo que se le roba al capital abre nuevos espacios de existencia. Sean precarios en la universidad y en las Pequeñas y Medianas Empresas (PyME), sean empresas recuperadas, Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD’s), artistas callejeros y prostitutas, trabajadores rurales a la deriva y campesinos del subconsumo, y las asambleas populares del obrero social. Todos y todas, verdaderos habitantes de lo precario.
Una Red Social de Resistencia, o la Resistencia Social en Red, le podrá otorgar materialidad, consistencia, inteligencia colectiva y cuerpo social a la premisa: “Tocan a un precario y nos tocan a todas y todos”. Echan a un precario y nos despiden a todos; reprimen a uno y nos golpean a todos; meten en prisión y matan a un precario, y nos encarcelan y asesinan a todos.
Nunca olvidemos: el eslabón más débil del Estado-Capital, es aquel, donde el movimiento autónomo del trabajo es más fuerte. Y contra lo que indican las apariencias, hoy la fortaleza está del lado del precariado.
Glosando al joven Carlos, la consigna del momento es clara: “Precarios del autoempleo, del trabajo privado y estatal, ¡Únanse contra el gobierno del capital!”
15 de enero de 2007
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