El Boletín de Anticipación Europa Global (GEAB, por sus siglas en inglés) anuncia para abril la “entrada en recesión de la economía de Estados Unidos (EU)” y el “punto de inflexión de la fase de impacto de la crisis sistémica global”, es decir, el “momento cuando las consecuencias negativas de la crisis se incrementan en forma exponencial” (boletín No.12, 15-2-07).
Por Alfredo Jalife Rahme -
La Jornada
GEAB consigue detectar lo que la poseída fauna neoliberal mexicana no ve, ya que padece lo que los neurólogos conocen como “ceguera funcional”: se disipa la neblina estadística y la evolución de la economía de EU aparece con toda claridad.
En su boletín anterior, GEAB había enunciado el punto muerto de la venta al menudeo en enero 07, déficit comercial récord en 2006, confirmación de la desaceleración económica por la Reserva Federal, quiebras en serie de los organismos de préstamos hipotecarios, continuación del desplome de bienes raíces en Estados Unidos, etcétera. Nada sobre lo que no hubieran sido alertados anticipadamente los dilectos lectores de Bajo la Lupa.
Según LEAP/E2020 (Laboratoire Européen d’Anticipation Politique Europe 2020), “en abril convergerán las tendencias negativas, cuando las múltiples crisis sectoriales se transformarán en una crisis generalizada, una profunda depresión (¡super-sic!) que afectará al conjunto de los actores económicos, financieros, comerciales y políticos”.
Las nueve consecuencias directas que convergerán en Estados Unidos son:
Aceleración del ritmo e importancia de las quiebras de las sociedades financieras, que pasarán de una por semana a una por día.
Alza espectacular de embargos inmobiliarios: 10 millones de estadounidenses arrojados a las calles.
Desplome acelerado del precio de los bienes raíces: un mínimo de 25 por ciento.
Entrada en recesión de la economía.
Baja precipitada de la tasa de interés.
Conflicto comercial con China.
China se despoja del dólar y reversa del carry trade del yen (nota: especulación que usa el diferencial de la tasa fija del yen, que recientemente cambió, frente a otras divisas más variables; ver Bajo la Lupa 5-4-06 y 8-11-06).
Desplome brutal (sic) del dólar frente al euro, el yuan, y el yen.
Desplome de la libra esterlina.
Muy a destiempo, el mago malhadado y malvado Alan Greenspan -con 11 días de atraso en relación con el boletín No.12 del GEAB- advirtió por vía satelital a una conferencia de negocios en Hong Kong que el “ciclo económico que empezó en 2001 estaba llegando a su fin”, y que la economía de EU “podría caer en recesión en los últimos meses de este año”. En la peculiar jerigonza hermenéutica de los esotéricos monetaristas centralbanquistas, el octagenario jubilado Greenspan importuna “a la mayoría de los pronosticadores”, quienes consideran a duras penas que habrá una “desaceleración más allá de 2008″ (Ap, 26-2-07).
No se le puede pedir al ex presidente de la Reserva Federal, quien pretende curarse en salud tras bambalinas, que adopte en forma más perentoria los hallazgos de los muy solventes analistas europeos. Lo real es que el israelí-estadounidense Greenspan, íntimamente vinculado a la fauna de neoconservadores straussianos (v.g Paul Dundes Wolfowitz), quienes idearon la unipolaridad y su guerra preventiva, dejó una papa caliente a su sucesor, Ben Shalom Bernanke.
No es gratuito que el ciclo económico bélico-financiero-económico estimulado por la Reserva Federal haya iniciado en 2001, año poco común en la historia de la humanidad. Lo mejor de la exposición de Greenspan fue que no ve que la “desaceleración del mercado inmobiliario de Estados Unidos se haya desparramado a la economía en forma significativa”.
En contrapunto, el usualmente bien informado analista británico Ambrose Evans-Pritchard aduce que la “crisis hipotecaria en EU va a la descomposición” (The Daily Telegraph, 24-2-07). El banco británico HSBC, que sufrió una paliza en el mercado hipotecario estadounidense, puso de lado 10 mil 400 millones de dólares para paliar las contigencias, mientras el “pánico ha empezado a arrastrar a un sector de los empréstitos hipotecarios después de la quiebra de 22 prestamistas en los pasado dos meses”. Evans-Pritchard lanza la palabra impronunciable: “sequía crediticia” (credit crunch), que no escuchábamos desde 1998, cuando el megaespeculador György Schwartz (alias George Soros) se consagró a demoler las economías asiáticas.
Puntualiza que “el costo de los seguros para cubrir las pérdidas se ha incrementado en forma exponencial, y ha provocado temores de una ’sequía crediticia’ que se difunda a todo el sector inmobiliario”. Cita a Peter Schiff, director de Euro Pacific Capital, quien diagnostica que el sector inmobiliario se encuentra en una “descomposición imparable”, una “espiral que se autoperpetua”.
Desde luego que no se puede esperar que los funcionarios de la Reserva Federal reconozcan la “descomposición” (nota: la palabra en inglés es muy fuerte: meltdown, que literalmente significa “pulverización”, y que mejor hemos traducido como “descomposición”), por lo que intentan mostrar su mejor rostro radiante negando tal “desparramamiento” a todo el sector inmobiliario y a la economía en general.
¿Cómo afectará el derrumbe inmobiliario de EU al México blindado (sic), con el que se conectó en megainversiones trianguladas y blanqueadas en las colonias residenciales de sus principales ciudades? ¿Podrá resistir el de por sí atribulado “Felipe El Breve” la inminente recesión estadounidense que no ven sus economistas neoliberales debido a su “ceguera funcional”?
Evans-Pritchard cita al indeseable perturbador (por romper filas con la opinión “consensual” lubricada en los multimedia por los monetaristas centralbanquistas) Nouriel Roubini, profesor de economía de la Universidad de Nueva York, quien, al contrario del mendaz Greenspan, afirma que el estallido de la burbuja inmobiliaria “jala lentamente a Estados Unidos a la recesión”. Los datos técnicos son apabullantes y nada boyantes. Según Roubini, está ocurriendo un “fenómeno extraño”. Normalmente, la “recesión viene primero y provoca problemas crediticios en su despertar”. Ahora, “EU enfrenta un ‘ciclo en reversa’, cuando la ’sequía crediticia’ ha golpeado antes de la desaceleración”. Se burla sin piedad al comentar que “tenemos ya una recesión en los sectores inmobiliario y automotriz, en la manufactura y en las inversiones reales. Si todo esto sucede en lo que el consenso (sic) denomina economía Goldilocks, ¿qué pasará, entonces, cuando la economía se desacelere?”.
Recordemos que la “economía Goldilocks” describe la economía estadounidense a finales de la década de los 90, que “ni está muy caliente ni muy fría, sino en su punto”, lo que para algunos economistas representa una óptima situación que ahorra al gobierno tomar medidas correctivas.
Ahora se entiende por qué anda para arriba y para abajo en todo el mundo el vicepresidente Richard Bruce Cheney, quien rabiosamente busca bombardear con armas nucleares a Irán con el fin de sacar a Estados Unidos de su recesión.
Las recesiones en EU suelen ser ominosas para la salud planetaria en términos económicos y militares. ¿Lo que no pudo resolver la Reserva Federal lo intentará ahora el complejo militar-industrial con su enésima guerra?.