Si bien hay bastante noción del grado de deterioro en que se encuentra la sociedad chilena, en especial la ciudad de Valparaíso, así como el nivel de insatisfacción de la gente y el descrédito que ha alcanzado la clase política, las medidas que se avecinan, entre ellas la discusión y eventualidad del voto obligatorio, van a reformular el terreno de los debates e intervenciones en el plano electoral.
Dos son las razones básicas para una candidatura independiente, la primera es la necesidad de salir de la invisibilidad respecto de las numerosas experiencias de organización social y popular que no desean hacer de la política tradicional su espacio de acción y poco a poco avanzan hacia pasos iniciales de autonomía y autogestión, no sólo para transformarse en tema de discusión abierta, sino, lo que es más importante, para mostrar lo que se hace y como se hace para estimular la multiplicación y legitimación social de las maneras de reorganizar la sociedad desde abajo, para encontrar allí, en redes de economía alternativa y solidaria, de cooperación y apoyo mutuo, las formas de subsistencia para el hogar, lo que es mucho más perceptible por la gente que la construcción discursiva y concientizadora de una comprensión de modelos societales macros.
La segunda, muy interesante, es la dimensión que ha alcanzado la crisis de las llamadas capas medias, sector social muy potente en Valparaíso, cuya formación o situación le permite vivir constantemente con ciertas expectativas de movilidad y ascenso económico social, pero cuyo empobrecimiento, falta de espacios concretos para realizar sus anhelos y su evidente insatisfacción generalizada le provoca una irritación que aún no llega a la comprensión de que su alianza con los sectores más populares representaría una transformación positiva para sus formas de vida. Este sector no consigue desprenderse de la institucionalidad, ya que es justamente en ella, particularmente el estado y el mercado, donde deposita sus esperanzas, no alcanzando la ruptura conceptual como para plegarse a una alternativa social proveniente del mundo de los pobres. La izquierda tradicional utiliza el discurso de los pobres para instalar en este sector de capas medias la posibilidad de dirigir al resto desde puestos administrativos, de vanguardia y de autoritarismo intelectual o profesional, pero de manera muy clara ello está siendo también rechazado. Como reguero de pólvora se extiende en los sectores medios la sensibilidad humana y social suficiente y necesaria como para proponer medidas prácticas de acercamiento a posturas y dinámicas sociales provenientes del mundo de la llamada marginalidad, que la TV y la represión se encargan diariamente de agrandar como efecto amenazador con referencias a la delincuencia, el tráfico y el que llaman de “terrorismo”, justamente para evitar el reconocimiento mutuo de que lo único que los separa realmente es un poco de dinero, ciertas expectativas y materialmente las estructuras del estado y del mercado, que establecen roles específicos y contradictorios para cada uno de ellos (pobres y capas medias).
Poco a poco crece la conciencia entre estos sectores medios de que es posible proponerse y hacer algo mejor con sus propias manos, prueba de ello es el fuerte crecimiento de la conciencia y práctica crítica de los estudiantes secundarios y universitarios, la acción y mensaje cada vez más rupturista de artistas y gente de la cultura, el acercamiento de profesionales jóvenes a posturas de autonomía social buscando puertas por donde caminar debido a que las del mercado y del estado están cerradas a cal y canto, dejando solamente resquicios para que no estalle el dique. También está la irritación y desesperanza de los profesores de escuelas, pero que de manera notoria se extiende también entre los universitarios, en tanto que en el funcionalismo público ello es más que evidente.
De ese modo la propuesta es operar sobre la base de la alianza práctica entre estos dos sectores: la parte alta de los cerros con la parte baja. La parte alta sigue siendo disputada por el programa populista de la UDI y la parte baja por el proyecto “civilizado” de la Concertación. La izquierda pica un poco de cada uno con el mismo viejo programa de siempre que sólo consigue distanciar aún más a la gente.
Siendo la institucionalidad el espacio natural de estos sectores medios, es evidente que una candidatura alternativa que promueva resolver situaciones y crear un mundo con sus propias manos le abre un horizonte ilimitado. Para ellos no basta la propaganda oficial de que en la parte alta están los malos y hay que limpiar las calles del centro de vendedores ambulantes mientras se allana la periferia persiguiendo supuestas bandas de traficantes y de “terroristas”. La cara del habitante del sector alto se le aparece como más humana, pero ya no le seduce la propuesta de “dirigirlos” accediendo al poder o a la dirección de empresas, menos de reprimirlos para que nos dejen en paz, sin embargo hay aún una incapacidad potente de vislumbrar salidas, lo que impide su adscripción concreta a un programa popular rechazando tenazmente el discurso de la época de la UP y el actual mensaje de la izquierda.
Así, no le llega el mensaje popular directamente desde la parte alta de los cerros, ya que el terreno está lleno de interlocutores y representantes o voceros que hablan en nombre de los pobres, justamente aquellos que quieren organizarlos para dirigirlos. No hay la voz propia de la parte alta del cerro, no hay con quien dialogar, no hay con quien interactuar, mientras en la universidad los más variados colectivos tratan de representarlos intelectualmente y disputan el público que asumirá una de mil propuestas.
Así, la propuesta en desarrollo de formas de autogestión, empoderamiento de territorios sociales, construcción de escuelas comunitarias, ferias del trueque, centros culturales y otros más, en la misma medida que van saliendo de la invisibilidad, se colocan a la vista de la parte media y baja de los cerros como una respuesta popular a la crisis, recuperación de protagonismo y dignidad, creatividad, expresión de democracia de base, humanismo, protagonismo y solidaridad concreta, un verdadero espejo para las llamadas capas medias para rearmar su propia vida en la forma de asambleas locales, comités autónomos y otras que permitan también reproducir las formas horizontales, asamblearias y de democracia directa para diferentes temas, recuperando la soberanía popular y un concepto de ciudadanía que no se asienta en la dependencia del estado, sino en su capacidad de reunirse, imaginar y tomar decisiones.
Así una candidatura independiente traducirá al lenguaje y a los valores de las capas medias los contenidos y esencia de la autoorganización popular, rebelde, irreverente y pujante, interpretando a ambos y convocando no al voto, sino a formar una y otra asamblea o comité autónomo para llenar los cerros de hormigueros sociales construyendo sus formas de vida con sus propias manos. Se utiliza en este caso el espacio y el lenguaje de la institucionalidad para establecer una alianza práctica entre estos dos sectores, sin discursos o teorías, sino verificando logros y avances concretos en la materialización visible y verificable de las tareas de dichos comités autónomos o asambleas locales.
La lucha contra la delincuencia ya está visto que no debe plantearse desde la represión, sino que debe ser una lucha contra las malas condiciones económicas, por lo que desarrollamos la propuesta de constituir emprendimientos productivos autogestionarios en los cerros. Un programa económico deberá centrarse en el reconocimiento y el impulso de la capacidad popular de generar productos, servicios y energía alternativa, cosa muy accesible a la lógica de las capas medias, ya que su nivel cultural le permitirá que por vías racionales le entre hacia el corazón el profundo humanismo de esa salida popular en los mismos momentos en que son invitados a reunirse para constituir comités de salud que puedan interferir desde la población en los Consejos Locales de Salud. En esos Consejos Locales de Salud, se encontrarán unos y otros. El discurso de campaña invitará a formar esos comités de salud, los acompañará y orientará para que confluyan y se conozcan en las reuniones de los Consejos. Esos comités autónomos de salud tienen también la tarea de desarrollar maneras propias de salud comunitaria, natural y alternativa en los barrios. Lo mismo sucede con la propuesta de invitar a formar comités autónomos de educación, cultura, jóvenes, mujeres, medio ambiente, etc.
Así, una candidatura independiente no sólo se distancia fuertemente de las demás, sino que permite recoger de diferentes cerros, reuniones y experiencias los elementos programáticos que la sustentarán, podrá abocarse a un discurso y actividades de campaña que apunten a la efectivación inmediata de las propuestas.
Esta candidatura independiente llega en un momento preciso, crece la insatisfacción, la protesta y la desesperanza, así que, tal como fuimos a la Junta de Vecinos levantando un discurso y una práctica que logró en plazos breves un sólido apoyo de parte importante de la población, lo mismo es el momento de hacer a nivel municipal.