Derechos sociales y lucha reivindicativa

10.Feb.08    Análisis y Noticias

¿De donde salen los derechos?
Se dice que algunos son naturales, que vienen con uno, como marca de fábrica, como los derechos humanos, el derecho a la vida, a no ser torturado, etc.
Los demás son los derivados del poder, que se ponen en las constituciones y demás normas para formar el marco institucional y generalmente se elaboran en el llamado poder legislativo, el que hace leyes, legisla. Toda norma jurídica define derechos para unos y deberes para otros. Esas normas son puestas como un pájaro pone un huevo en el nido, con la diferencia que dos aves han hecho una cópula natural y los parlamentarios hacen cualquiera clase de cópulas, menos las naturales, aunque no me atrevo a ser absoluto al respecto.
A eso llamaremos la cópula en la cúpula, donde todos los parlamentarios se agarran de los pelos o negocian entre bambalinas mediante un tipo de escarceo llamado lobby, donde los lobos se comen a las ovejas y hacen la gran cópula al resto de la ciudadanía.

Si parezco irónico o satírico, puede adjudicarse a mi estado de ánimo, ya que no escribo textos serios analíticos para convencer a nadie mediante la lógica de mis argumentos, sino que simplemente grito mis subjetividades, por eso, si busca caminos de liberación o recetas que le sirvan para el cambio social, puede dejar hasta aquí la lectura y continuar revisando sus mails sin que se le mueva un pelo, ya que tal vez puede imaginar que le estoy tomando el ídem.

Vea el artículo (jajajajaja, disculpe de llamarlo así. Artículo, vaya nombrecito, más se parece al arte de la gran cópula) en

Las comunidades originarias tienen el derecho a que los dejen en paz, ya que ellos tienen sus propios derechos y las formas de vida donde éstos se originan, de modo que nos referiremos a los derechos de los otros, los que aún tenemos mucho que aprender de la autonomía de las comunidades.

El capital dio forma acabada, por decirlo así, al aparato del estado y éste ahora es algo así como nuestro medio natural, en el cual debemos adaptar nuestro comportamiento. Al adecuarnos al estado simplemente estamos respondiendo a la necesidad de consolidación y continuidad de las relaciones capitalistas, llámense éstas democracias occidentales o capitalismo de estado. La familia y la escuela tienen la función de condicionar la psique y los primeros contenidos de raciocinio para que no veamos más allá de las cuatro paredes de la convención estatal, es decir, nos enceguecen, nos construyen una mirada de horizonte limitado. Obvio, si para eso tienen la sartén por el mango y pueden freír los huevos como les dé la real gana. En este caso nosotros somos los huevos, por decirlo corto. Algunos hablan de cortar el queso y mirándonos en el espejo no podemos evitar encontrarnos cara de queso, bueno, pero eso no es problema, ya que la construcción de nuestra mirada limitada hace que nos veamos los seres más maravillosos de la galaxia.

Luego nos explican que esa mirada reducida, ajustada a la sociedad del espectáculo, puede sustituirse por un paradigma y se nos ofrece la oportunidad, el derecho dirán ciertos humanos, de mirar de una u otra manera, cuidándose cuidadosamente los dueños del ganado de que nadie se saque el lente de mil colores semejante al que se pone uno en el cine de tres dimensiones, o como le llamen.

El paradigma, forma de mirar el mundo, es algo así como un programa windows que se instala en el DOS que modelaron en nuestro cerebro, donde cada disciplina aprobada por los ministerios de educación (jajajajaja, disculpen, no puedo contener la risa, ya que queda muy simpático el nombre que le pusieron al centro de domesticación, jajajaja). Así cada uno puede escoger su programa y caminar aún a ciegas contentándose en saber que otros también aceptan el artilugio que, dicho sea de paso, contiene todo lo necesario para calmar las inquietudes de la razón. La lógica y la “objetividad” son los dioses del iluminismo a los cuales no podemos eludir, so pena de los peores rigores de la discriminación de los “concientes”, muchos de los cuales se agrupan en clubes y logias, comúnmente llamados “partidos”, para salir a pregonar la buena nueva.

El caso es que los llamados derechos y deberes establecidos por la lógica sistémica no son más que las maneras de articular a los humanos, que astutamente llaman de homo sapiens para que se crean que “piensan”. Por ejemplo, el llamado derecho al trabajo sólo es posible realizarlo a condición de que contribuya a asegurar la continuidad de la ganancia, de otro modo no hay efectivación. Tal vez podamos decir que los derechos están condicionados, o sea, se consiguen a condición de ceder alguna cosa. Sólo que la maquinización, la robotización, la comunicación inalámbrica, satelital y la cibernética, junto a otras maravillas de la tecnología moderna, reducen cada vez más ese tal de trabajo empujando a millones hacia la marginalidad.

El derecho al trabajo y al salario digno se acompañan del respeto a la propiedad de los medios de producción, es decir, hay que hacer declaración explícita de reconocimiento de que dicha propiedad debe continuar. Te concedo el derecho al trabajo a cambio del deber de que no metas mano a la exclusividad de la posesión de las tierras, minas, fábricas, puertos, etc, etc. Negociemos. La negociación y ajustes de continuidad de la explotación capitalista están a cargo de las burocracias sindicales y partidarias, que cumplen su papel de establecer determinadas ideologías o paradigmas de derechos en sus asociados

Para evitar el cuestionamiento a la propiedad se ha inventado la propiedad estatal, y así siendo propiedad del estado parece que trabajamos para todos, por eso los defensores del capitalismo de estado insisten en el rol estatal de asegurar los derechos, derecho a la salud, derecho a la educación gratuita, derecho a vivienda, etc. derechos y más derechos, pero que sólo se pueden cumplir a condición de que aceptemos a papá estado como patrón.

Así, los derechos a la salud, educación, vivienda y otros más tienen su contrapartida en el deber de someterse a las reglas generales del capitalismo. Algunos proponen asumir el estado y desde ahí comenzar a cambiar las leyes, lo que obliga a ganar un parlamentario tras otro y cuando vamos llegando nos lanzan un golpe de estado y de nuevo a hoja cero. Otros sugieren atrapar el estado a como dé lugar, sea ganando militares, sea construyendo un ejército popular. Y así vamos.

Los bolivianos dieron una buena idea al proponer la articulación mediante el estado del desarrollo del las empresas capitalistas, las empresas del estado y las comunidades con su propia economía: los ayllus. Así sería el desarrollo de la nueva economía la que iría regulando y armonizando la continuidad capitalista al servicio del crecimiento de la autonomía comunitaria. Tristemente la lucha ideológica llevó nuevamente a la disputa de territorios y la oligarquía ahora aparece levantando autonomías locales bajo las mismas instituciones, evitando la expansión comunitaria.

Ello lleva a reflexionar acerca de la presencia de las capacidades locales de ejecutar nuevas formas económicas para asegurar la continuidad de un desarrollo que satisfaga a muchos, ya que no podrá ser la minoría poderosa la que determine que la mayoría de la población deba someterse a las reglas del juego que sólo favorecen a algunos.

Así como vamos no será posible una modificación de los actuales factores económicos y sociales para un tipo de economía y formas de vida que representen tanto los intereses populares como los intereses de las capas medias insatisfechas y empobrecidas.

La presencia de millones de marginados obliga a mantener siempre al día la lucha por los derechos, ya que las necesidades son tantas que se hace difícil mirar hacia delante y acercarse a descubrir modos de vida que avancen hacia una nueva sociedad desde la propia gente. Habrá que encontrar modos de combinar ambas cosas, la búsqueda de soluciones reivindicativas con la formación de las bases de una nueva sociedad protagonista y democrática desde los barrios y comunidades.

Algunas tomas de terrenos efectuadas en la década recién pasada han finalizado con casas y con la retirada de la casi totalidad de la población de toda dinámica organizativa, ya que muchos difundieron que era un derecho de la gente y un deber del estado, que una vez cumplido queda como santo patrono y adiós. Los activistas parten hacia otra toma y vuelta a lo mismo. Algunos constituyen bases de sustentación política y se preparan para entrarle al aparato institucional. Son más los que se movilizan, de eso no hay duda, pero así también son más los que llevan a ese movimiento detrás de fórmulas partidarias y electorales, contribuyendo así a reforzar el rol heteronómico, es decir, que las reglas vienen de afuera, que no es posible imaginar o realizar nuevas reglas o formas de vida con autonomía, con lo que se sigue en una dinámica similar al perro que se persigue la cola, de nunca acabar, de vuelta a lo mismo una y otra vez.

El campo social sigue siendo el terreno donde se disputan las ideologías, las vanguardias y los proyectos macro. No se reconoce como un terreno que puede adquirir sus propias maneras de organizarse y buscar soluciones a diferentes problemas, los cuales solamente son interpretados como nuevas luchas por otros “derechos”, haciendo de la lucha reivindicativa un caldo de cultivo para llevar a la “masa” detrás de esta o de la otra propuesta. Los líderes y dirigentes son los que luego aparecen como las personas viables para ocupar altos puestos y dirigir la máquina estatal hacia más soluciones. Se pasa de la lucha reivindicativa a la lucha política por el poder central.

Nada nuevo bajo el sol, de modo que este grito no aspira solamente a describir lo que sucede, sino a reflexionar sobre nuevos rumbos de autoorganización de comunidades y de una nueva economía por abajo.

Muchos compañeros se suman a esos referentes centralizadores ante la ausencia de la comunidad organizada que ofrezca un paradigma fáctico. Los mapuche tienen un territorio a recuperar y una autonomía a rescatar, no están inventando nada sino expresando sus raíces, dando salida a su propia forma de vida tradicional. Y eso nos falta a nosotros, ya que el seguir dando vuelta en el sistema de deberes y derechos establecido solamente resulta en un afianzamiento del status quo.

Y pensar que luego hacemos una fuerte crítica a como la concerta ha podido manejar la subjetividad, pero si ellos tienen la sartén por el mango y muchos sólo quieren disputar ese mango. Hay que encender otra hoguera y ahí cocinar lo propio sin aspirar a la sartén institucional, ya que está visto que así solamente estamos legitimando lo que hay y que las soluciones solamente vienen por ese lado.

Los millones de marginados emplean su capacidad de iniciativa en sobrevivir dentro de las reglas aunque sea violándolas constantemente y allí se vuelca una cantidad enorme de aquellos que se distancian de todas las propuestas políticas. La idea que se extiende por el continente y en otros lugares es reordenar esa dispersión a partir de las familias, calles, cuadras y barrios, no de sumarlas detrás de referentes globales, transversales, nacionales, partidarios, ideológicos, en fin, que está lleno de modos de evitar que la gente se organice con su vecino inmediato, sino de adquirir un protagonismo local en la forma de una democracia no representativa, cara a cara, cuerpo a cuerpo, de donde salgan propuestas para el estado, pero al mismo tiempo para ejecutar con las propias manos, comenzando así a revertir la conciencia heteronómica (de que las cosas vienen de afuera) y practicar la autonomía de definiciones y prácticas de educación, salud y economía alternativa.

Así las tomas de tierras no deberían ser de exclusivas movilizaciones contra el estado para exigirle el derecho a la vivienda, sino también el territorio de construcción de una nueva sociedad, nuevas relaciones interpersonales, nueva economía y nuevas reglas del juego, nuevos derechos surgidos de la autoorganización social, que podrán reivindicarse igual que el derecho consuetudinario indígena.

Así la lucha de los estudiantes no debería quedar en los espacios de la educación, sino salir a los barrios adyacentes a participar junto a las nuevas formas de vida y de soluciones a los problemas que aquejan a la población, en especial constituyendo escuelas alternativas y formas de autogestión productiva, modelos de salud comunitaria y alternativa, métodos de energía alternativa y otras modalidades tecnológicas que puedan hacerse con medios simples al alcance de la gente.

Así la lucha de los trabajadores no debería quedar en el salario para traer algo más a casa, sino también de poner sus capacidades junto a la familia y el barrio para salir juntos a resolver situaciones de necesidad, producir objetos y alimentos, generar programas de comprar juntos, construir pequeños módulos de energía alternativa, agrupar a los trabajadores y estudiantes de la salud en su localidad para que descubran modos de atender directamente a la población, en fin, hay muchas posibilidades, lo importante es proponérselo.

Hay muchas pequeñas experiencias haciendo eso, reuniéndose, convocando, realizando, de tal modo que hace falta pasar con ellos a una fase de expansión, de salir de la invisibilidad y proponer al conjunto de la sociedad que se reorganice desde abajo mostrando las experiencias, saliendo a la calle a manifestar en el propio barrio, a mostrar, a invitar, a efectuar ferias del trueque, demostrar que una sociedad diferente es posible desde que uno mismo ponga el cuerpo.

En Valparaíso y otras ciudades vamos a salir muchos a las calles este año, vamos a darle otro sentido a la importancia que mucha gente le otorga a la contienda electoral caminando por los barrios convocando a la gente a juntarse y hacer medidas de mejoramiento y soluciones en su calle, cuadra y barrio, extendiendo la práctica de la democracia barrial y el protagonismo desde la gente, recuperando la soberanía popular y formando iniciativas autónomas de enfrentamiento de problemas. La idea es pasar a segundo plano, sin descuidar lo más mínimo, la lucha reivindicativa de los derechos exigidos al estado y al capital, dando prioridad a la autoorganización que permita ganar mayor confianza de que muchas cosas pueden hacerse con las propias manos.

O es eso o los mantenemos en la pasividad y que se movilicen solamente por la lucha reivindicativa que hasta ahora no produce resultado transformador ninguno.

Abrazos

Jaime Yovanovic Prieto, Profesor J
profesor_j@yahoo.com