Palabras del dirigente fabril boliviano, Óscar Olivera, en Chiapas

20.Feb.09    Análisis y Noticias

Vendredi 23 janvier 2009

Palabras del compañero Oscar Olivera F., militante de la Federación de Trabajadores Fabriles de Cochabamba (Bolivia)
[Las siguientes son las palabras del compañero Oscar Olivera F., militante
de la Federación de Trabajadores Fabriles de Cochabamba (Bolivia) y uno de
los principales voceros de la Guerra del Agua en Cochabamba en el 2000.
Palabras dirigidas en un evento organizado por los zapatistas en Chiapas y
que tienen el mérito de plantear una serie de interrogantes y
problemáticas respecto a la naturaleza del actual gobierno “progresista”
boliviano y los desafíos para constituir un movimiento popular y autónomo
que siente las bases para realmente hacer las transformaciones sociales de
fondo por las cuales el pueblo boliviano se movilizó durante el primer
gran ciclo de luchas del siglo XXI.]

Hermanas y Hermanos; Compañeras y compañeros:

Es para mi un enorme privilegio y honor el poder estar aqui, junto a
ustedes en este territorio, moreno, sencillo y noble, como su gente.

Este privilegio y honor no habría sido posible sin ese esfuerzo
gigantesco, digno, rabioso y colectivo de miles de hombres, mujeres,
jovenes, niños y ancianos de mi pueblo, de nuestros pueblos, quienes no
sólo hacen nuestra verdadera historia, sino también son los que escriben
nuestra historia. No hubiera sido posible estar aquí y tampoco el EZLN
podría ser visto y sentido hoy como un gran ejemplo de dignidad y
esperanza, sin ese esfuerzo de nuestros hermanos y hermanas indígenas, de
nuestros hermanos y hermanas de la ciudades, de nuestros hermanos y
hermanas de México.

Quizas por eso hoy también me siento estar de manera inmerecida aquí junto
a ustedes, con ustedes.

Por ello, deseo rendir mi homenaje a esos hombres y mujeres, jóvenes,
niños y ancianos que en el transcurso de nuestras luchas fueron agredidos
y apresados, heridos y heridas, muertos y muertas para que la vida se siga
reproduciendo, para que nosotros sigamos viviendo.

Si algo de común hemos sentido, vivido y padecido todos y todas quienes
nos encontramos hoy aqui, en este encuentro, es el miedo, la angustia, la
discriminación, el racismo, el desprecio, el olvido y más que el olvido,
quizás, el ser ignorados.

Pero también hemos sido capaces de sentirnos indignados, de
re-encontrarnos, de organizarnos, de hablar, de movilizarnos, de
alegrarnos, de llorar, de reír, de amar, de odiar, de recuperar nuestras
capacidades, de confiar en nuestras fuerzas, de recuperar nuestra VOZ,
nuestra palabra, pero ante todo también de recuperar nuestra capacidad de
DECIDIR.

Es así que en abril del año 2000, hace 8 años, basados únicamente en
nuestras fuerzas, discutiendo cara a cara, reconociéndonos como iguales,
juntando nuestras fortalezas y debilidades, haciéndonos visibles ante los
ricos y poderosos, quienes durante años se habian dedicado a poner a
disposicion del capital transnacional a nuestra patria, a nuestras
tierras, a nuestros territorios, a nuestras empresas, a nuestra gente, al
cínico y desacarado saqueo y despojo de eso que la Madre Tierra, nuestra
Pachamama nos ha dado de manera tan generosa para que los que habitamos
esas tierras podamos vivir con dignidad, justicia y bienestar, como lo
hicieron nuestros padres y abuelos, como lo deberían hacer nuestros hijos
y nuestros nietos y nietas.

Estos que dicen ser gobernantes y administradores del Estado privatizaron
el agua, llegando al extremo de hacerlo con el agua de la lluvia.

Lo que hicimos entre todos y todas, frente a tantos años de dictadura del
capital transnacional, de dictadura de los partidos políticos, de
caudillos serviles al Banco Mundial y al FMI, fue a través de nuestra
lucha, poner freno a los malos gobiernos, como dicen ustedes hermanos y
hermanas, y logramos, en base a cientos de puntos de bloqueo, en la ciudad
y el campo, expulsar a una de las transnacionales más rapaces que existen,
la transnacional Bechtel, y borramos de una ley hecha a espaldas de la
gente todo aquello que significaba expropiación y mercantilización del
agua. Echamos a andar en aquel año, como dice la hermana mexicana Raquel
Gutierrez Aguilar, el camino de nuestra propia auto-emancipación.

Emanciparse, según el sentido más clásico de la palabra, significa
“quitarse de encima la mano del amo”. Eso hicimos entre todos y todas
organizados en la Coordinadora de Defensa del Agua y de la Vida:
comenzamos a quitarnos de encima el yugo del capital transnacional,
rompimos el destino del despojo y miseria que unos cuantos poderosos
habían diseñado para imponernos como única realidad posible y aprendimos,
al hacerlo, que éramos capaces de dirigirnos a nosotros mismos,
vislumbramos que podiamos modificar el sentido de lo que se entiende por
política, recuperando para nosotros mismos y nosotras mismas, en común, en
asamblea, en el diálogo frente a frente, la decisión sobre las cuestiones
más importantes que a todos incumben: la decisión sobre los asuntos
públicos dejó de ser entonces ocupación y tarea de expertos y políticos, y
en común, recuperamos la Voz, la Palabra y la Decisión, es decir no sólo
logramos des-privatizar nuestras aguas, sino logramos des-privatizar la
política, entendiendo, de manera muy simple ésta como “la manera de
auto-regular la convivencia común, de dialogar, de confrontar, de decidir
y de ejecutar”.

En aquellos dias nos erguimos sobre nuestras dos piernas, nos miramos a
los ojos entre todos y todas, deliberamos una y otra vez sobre lo que era
conveniente; llegamos a acuerdos y los ejecutamos, eso hicimos, eso
hicieron ustedes antes del 1º de enero del 1994. Esa es nuestra fuerza,
esa debe volver a ser nuestra fuerza, esa debe ser siempre nuesta fuerza.

En la larga lucha por recuperar nuestros derechos, por recuperar lo
saqueado, por disponer nosotros mismos, nosotras mismas de lo que hay en
nuestros territorios, nosotros, en Cochabamba, Bolivia, con lo que se
denominó la Guerra del Agua, fuimos pioneros. Fuimos iluminacion, pero no
mando. Eso quisimos, eso fuimos.

Han pasado ocho años, desde que sucedió aquello, se sucedieron otras
luchas: por la coca, por el gas y el petróleo. Han pasado unos años más
donde han asumido el gobierno varios compañeros y hermanos y hermanas de
lucha, han pasado tres años que Evo Morales fue puesto por estas luchas,
por la gente sencilla y trabajadora del campo y la ciudad en los
gobiernos, en el gobierno, no para que lo administren sino para que lo
transformen y no se transformen ellos como ha pasado hasta hoy.

Desde el 2000 hasta el 2005 fueron cinco años de lucha, de recuperacion de
nuestra capacidad de indignarnos, de rebelarnos, de ocupar espacios
territoriales, con horizontalidad, con transparencia, con respeto, con
reciprocidad, con solidaridad, con igualdad, sin jerarquías, sin caudillos
ni patrones.

Estas múltiples luchas, grandes y pequeñas, nacionales y cotidianas,
fueron los espacios donde experimentamos la verdadera Democracia, aquella
que posibilitó las asambleas y los cabildos, en la plazas, en las calles,
en los caminos, esos espacios donde nos asignábamos nuestras tareas. Esas
tareas que las cumplimos con absoluta mística y compromiso, porque eran
“nuestras tareas”, no fueron impuestas por nadie desde “arriba”, vinieron
desde abajo.

Hoy despues de ese tiempo, debemos preguntarnos varias cosas:

¿Estos gobiernos han cumplido con las tareas fundamentales que el pueblo
había señalado con absoluta claridad? Este Bloque social unido y sólido
luchó con un horizonte colectivo absolutamente claro, que era el de la
recuperacion o re-apropiacion social de todo nuestro patrimonio —heredado
de las luchas y el esfuerzo de nuestros padres y abuelos—, consistente en
los hidrocarburos, los minerales, el agua, las empresas de producción y
servicios, nuestra biodiversidad. Es decir la recuperación de nuestro
territorio, no sólo entendiendo éste como un espacio físico, sino ante
todo como un espacio de convivencia social entre nosotros y nosotras, un
territorio donde convivamos en armonía y como parte de la naturaleza y la
Pachamama.

La otra tarea era construir o re-construir una “nueva institucionalidad”
basada en nuestros “usos y costumbres”, en los proyectos de sociedad
soñados por nuestros antepasados, de nuestros amautas y sabios en los
valores que nos permitan construir nuestro presente y nuestro futuro.

Las medidas aplicadas por este gobierno, si bien han sido un importante
esfuerzo por recuperar la capacidad soberana de los gobiernos de nuestros
países frente al capitalismo, en la práctica simplemente ha sido
establecer nuevas reglas de juego que permitan disponer mas recursos de la
renta petrolera o devolverle al Estado la capacidad de gestionar
“nacionalmente” las empresas “nacionalizadas”, sin cambiar en absoluto la
institucionalidad estatal que promueve la corrupción, el despilfarro
debido a la falta total de control y participación social en la toma de
decisiones en estas empresas.

La convocatoria a la Asamblea Constituyente y la elección de los Prefectos
(gobernadores) fueron los desaciertos capitales de este gobierno en la
posibilidad de un proceso de re-articulacion de la derecha
oligárquica-fascista-terrateniente-empresarial-partidaria.

La serie de consultas, referéndums y otras formas de “democracia” han
llevado a invisibilizar e ignorar, ante esta casta de elites partidarias
de uno y otro lado, las graves consecuencias en la economía de la gente,
producto de la crisis mundial de alimentos y la crisis financiera
capitalista, parecería que hoy son más importantes los números y las
cifras que devolverle la dignidad y el bienestar a la población.

En síntesis no ha habido “nacionalización” o reapropiación social de los
expropiado, ni ha habido esa Asamblea Constiuyente “sin intermediación
partidaria para construir un país desde abajo” como reclamamos desde el
año 2000.

Otros problemas entre muchos otros, son los siguientes:

La cooptación de los principales movimientos sociales y la subordinación
de los mismos a las políticas estatales.

La cooptación y permanencia de agentes del neoliberalismo en el aparato
estatal.

La pérdida de la capacidad de establecer una agenda autónoma frente al
gobierno, como fue del 2000 al 2005, para desmontar esa estructura estatal
que vuelve flojos, ladrones y mentirosos a los gobernantes, y que fueron
los objetivos fundamentales de nuestras luchas, los que le dieron vigor a
nuestras movilizaciones en ese periodo, de las cuales muchos de los que
ahora son gobierno, participaron.

Pero lo más preocupante desde la percepción de la gente común de algunos
sectores sociales, particularmente de las ciudades, como los obreros y
obreras, así como la clase media, es que este gobierno perdió la humildad,
la reciprocidad y la generosidad, como valores fundamentales indígenas en
su práctica cotidiana. Varios de estos sectores que luchamos junto a los
campesinos e indígenas, somos ignorados y nos sentimos excluidos de este
proceso.

Un proceso donde no se toma en cuenta a todos y todas ha generado
tristeza, decepción, impotencia, pero al mismo tiempo nos ha señalado, con
absoluta claridad, que la forma de “hacer política” no ha cambiado, que la
relación de la cadena mando-obediencia no se ha modificado y que algunos
de los que hablaban de “mandar obedeciendo” hoy, que están en el poder,
tienen miedo de horizontalizar el poder y devolverle el poder a su
legítimo dueño, que es pueblo, porque saben que si hacen esto perderán los
privilegios que éste otorga, no sólo materiales, sino ante todo la
capacidad de seguir mandando.

El ser críticos o propositivos desde la perspectiva de contribuir a la
profundización de este proceso, como ayer, nos premian desde el Estado con
los calificativos de radicales, financiados por la derecha, como decían
los gobiernos de ayer cuando la protesta social era calificada como
narcotraficante y terrorista.

Pero hoy como ayer, pese a la dispersion de los esfuerzos y las luchas,
pese a estos sentimientos y padecimientos, nos estamos re-encontrando otra
vez en las asambleas, tratando, no sin miuchas dificultades, de
re-construir nuestros espacios de encuentro y deliberación, para
re-construir nuestra agenda desde abajo, para recuperar nuestra voz, para
que ya nadie, otra vez, a nombre de nosotros, de los movimientos sociales,
señale lo que debemos decir o hacer.

Por eso en estos últimos meses de lucha contra la derecha envalentonada,
racista y revanchista, muchos y muchas nos hemos re-encontrado en las
calles, en los caminos, en las movilizaciones. Muchos y muchas han muerto
también en estas luchas, otra vez, y en los silencios casi forzados, en
las impotencias, en las broncas y desesperanzas nos damos cuenta de varias
cosas:

Que nuestros pueblos no están dispuestos a renunciar a la lucha, ni van a
tolerar ser engañados o traicionados, y hay una firme decisión de
recuperar su autonomía para seguir luchando contra las transnacionales,
contra el poder del capital que aún permanece en nuestra patria, contra el
racismo, contra las políticas neoliberales de éste y otros gobiernos, que
nos siguen ignorando, que nos siguen olvidando y que utilizan discursos
revolucionarios cuando no lo son, porque revolución es transformación, no
es reformismo.

Mucha gente de manera generosa y sencilla ha dado su Vida por la Vida.
Hemos dado muchos muertos.

Ese pensamiento y ese accionar es el hilo transversal de estas nuestras
rebeliones, que no sólo se reducen, como muchos creen, a la disputa por la
gestión del aparato estatal, de los blancos por los indios; por la gestión
de una empresa o un bien común como los hidrocarburos; una lucha por por
ejercitar soberanía y/o “nacionalizar”, para “desarrollarnos”. No, no es
sólo eso. Las luchas son para la VIDA y por la vida, contra la muerte,
porque no nos interesa ser como los otros países “desarrollados”.

Nuestra lucha no es por alcanzar los altos indices de consumo que, a costa
nuestra, tienen los que habitan de los paises del muy Norte-Norte;
nuestras luchas son para que la humanidad sobreviva, para que nuestros
hijos e hijas, nuestros nietos y nietas no sólo sean la prolongación de
nuestros cuerpos, sino ante todo sean la prolongación de nuestros sueños y
esperanzas… y en esos espacios, asumir la decisión inquebrantable de no
vivir como esclavos es lo que nos impulsa, nos compromete, la cotidianidad
de nuestras vidas.

Nadie podrá derrotarnos, porque hemos vivido la posibilidad de cambiar
nuestras vidas, por las acciones y voluntades, colectivas y dignas, de
nuestros pueblos, de nuestra gente.

Hoy, en estos tiempos, quizás ya no de tanta rebelión, sino más que todo
de esperanza, los actores de arriba son casi siempre los mismos y
pretenden cerrarnos el paso.

Al mismo tiempo, no podemos dejar de seguir escuchando a nuestra gente,
sus padecimientos cotidianos, la lucha por la sobrevivencia, su gran
capacidad de auto-organización y de indignación cuando se trata de
defender sus derechos. Hemos visto la obligatoriedad de quedarnos con la
base, trabajar junto a ella.

Si no nos organizamos, si no nos movilizamos, no existimos.

Por nuestra independencia, autogobierno y autonomía como movimientos
sociales.

Sin caudillos ni patrones, para decirles a los poderosos y gobernantes que
nosotros SÍ existimos, para eso seguimos vivos. Y mientras sigamos vivos
no podemos dejar de luchar por nosotros, por nosotras, por la humanidad,
por nuestros sueños.

Nuestras luchas debes ser alegres, transparentes y en movimiento, como el
agua, como la vida.

San Cristóbal, enero 3 de 2009 y año 15 del levantamiento zapatista.