El huerto ecológico. Haga el suyo en un pequeño espacio

25.Feb.09    Análisis y Noticias

Para tener un huerto ecológico no necesitamos mucho espacio ni ser ingeniero, con una pequeña parcela podemos conseguir una buena producción de hortalizas. Mariano Bueno, un gran especialista, nos ayuda a que nuestro huerto ecológico sea más productivo.

La tierra (el espacio) del huerto ecológico

Con una parcela mínima de unos 30 o 40 metros cuadrados podemos obtener una elevada producción de las hortalizas y verduras más utilizadas en la dieta cotidiana. Quien no disponga de tal espacio puede participar en algún grupo de huertos ciudadanos -o crearlo- y quien disponga de una terraza en su casa puede cultivar en ella una gran variedad de hortalizas: algunas lechugas, rabanitos, tomates, acelgas o calabacines, además de numerosas plantas aromáticas, medicinales o condimentarias.

Cuando se dispone de una parcela de tierra, lo ideal es su distribución en bancales tipo bancal profundo. Las dimensiones en longitud pueden ser muy variadas, pero en cuanto a la anchura conviene que estén entre los 120 y los 150 cm, lo que permite el acceso a través de los pasillos, por los lados del bancal, sin pisar nunca la tierra, acción que la apelmazaría y reduciría su actividad biológica.

Cuando sólo disponemos de un balcón o una amplia terraza, conviene proveerse de maceteros de grandes dimensiones y una cierta profundidad, la suficiente para que las raíces se desarrollen sin problemas. Los maceteros se llenarán de tierra fértil con grandes proporciones de compost (podemos usar el compost orgánico doméstico).
Luz y orientación en el huerto ecológico

Interesa que la parcela, balcón o terraza esté orientada al sur o, por lo menos, que reciba varias horas al día de luz solar, ya que las plantas necesitan sus radiaciones para realizar correctamente la fotosíntesis, de la que depende su desarrollo y el contenido de nutrientes y vitaminas que aprovecharemos al consumirlas.

Si la parcela o terraza no recibe sol directo pero hay una pared cercana que refleje su radiación, puede ser suficiente, convendría pintar la pared de blanco para sacarle el máximo provecho. Hay plantas que requieren mucha luz y mucho calor, como las solanáceas (tomates, pimientos, berenjenas) o las cucurbitáceas (melones, pepinos, calabacines, etc.), mientras que otras, como escarolas, acelgas, coles o espinacas, se desarrollan bien con menos luz y calor.
Agua en el huerto ecológico

El riego preocupa a muchos horticultores que ven como sus cultivos sufren y crecen mal por exceso de riego o por falta de agua. El exceso crea problemas de podredumbres y hongos parásitos y las carencias hídricas suponen una merma en el desarrollo vegetal y torna las plantas duras y con tendencia a espigarse o montar en flor.
La experiencia nos lleva a aconsejar un sistema de riego localizado (tubos de goteo con los goteros intercalados cada 30 o 40 cm o mangueras de exudación) y un sencillo programador de riego (de venta en tiendas de jardinería) que nos permite conectar el sistema a un grifo y que las plantas se rieguen quince minutos cada día o media hora cada dos días. Este sistema tiene la ventaja adicional de que nos permite ausentarnos durante largos períodos sin que por ello sucumban nuestros cultivos por falta de riego.
Plantas cultivables, semillas y semilleros de un huerto ecológico

La gran diversidad de plantas que puede albergar un huerto ecológico (aunque sea de reducidas dimensiones) implica disponer de planteles o de semillas adecuadas. Aunque siempre puede empezarse por semillas comerciales estándar, lo más interesante es procurarse semillas con certificación de producción ecológica, que, por suerte, ya empiezan a estar disponibles en nuestro país. También podemos recurrir a los contactos con agricultores ecológicos y al intercambio de semillas que promueven algunas asociaciones o grupos de agricultura ecológica.

Podemos realizar semilleros domésticos en pequeños recipientes reciclados -botes de yogur, cajas de envases desechables, etc.- y mantenerlos en el alféizar de la ventana de alguna habitación que le dé el sol y esté caldeada.

El trasplante es una operación delicada pero fácil de realizar, en la que lo más importante es dañar lo menos posible las raíces y que no falte el riego hasta su nuevo enraizamiento en el huerto ecológico o en el macetero.

En ocasiones podemos recurrir a las plantitas que venden los viveristas, aunque, a menudo, tanto la procedencia de las semillas como el uso de abonos químicos y plaguicidas las desvitaliza y es fácil que nos den problemas.
Nutrir las plantas en el huerto ecológico

En agricultura ecológica se da más importancia a nutrir la tierra que a alimentar las plantas cultivadas. Las plantas no disponen de un sistema digestivo como estómago o intestinos y tal función se realiza en el suelo donde crecen mediante la fabulosa labor de las bacterias, los hongos, las lombrices y el resto de microorganismos que habitan en cada gramo de tierra. Naturalmente, todos estos organismos vivos precisan ser alimentados y de ello se encarga el compost y toda la materia orgánica en descomposición presente en la tierra.

Por ello deberemos incorporar con regularidad materia orgánica previamente descompuesta (compost, estiércol, restos orgánicos, etc.). Aunque podemos conseguir compost y abonos orgánicos en el comercio, resulta muy interesante su elaboración a partir de los restos orgánicos domésticos; para ello podemos fabricarnos un sencillo compostero o adquirir alguno de los comercializados para tales fines.

Las necesidades de abonado varían de una planta a otra y tenemos plantas, como las patatas, los tomates o las alcachofas, que requieren grandes cantidades de materia orgánica a medio descomponer, y, en el otro extremo, tenemos las zanahorias o las judías, que sólo toleran la materia orgánica muy descompuesta -compost muy fermentado-. Con una buena rotación de cultivos en los bancales o los maceteros conseguiremos aprovechar al máximo la materia orgánica aportada, ya que, por ejemplo, tras el cultivo de tomates, que hemos abonado con gran cantidad de compost (de 4 a 10 Kg. por m2), podemos cultivar lechugas sin añadir más compost y, al cosechar las lechugas, podemos sembrar zanahorias o guisantes (cualquier leguminosa), que aprovecharán al máximo los remanentes de materia orgánica. Cuando cosechemos, podemos añadir de nuevo compost y empezar el nuevo ciclo con otras plantas exigentes: calabacines, pimientos, berenjenas, etc.

Autor: Mariano Bueno
www.mariano-bueno.com

Cultivos asociados

La asociación de cultivos es un sistema en el cual dos o más especies vegetales se plantan suficientemente cerca para conseguir determinados beneficios. La interacción entre la asociación de cultivos puede tener efectos inhibidores o estimulantes.

La asociación de cultivos, cultivo múltiple o sistemas de policultivo (M.A. Altieri, 1983) son sistemas en los cuales se plantan especies de vegetales con suficiente proximidad espacial para dar como resultado una competencia inter-específica y/o complementación. Esta interacciones pueden tener efectos inhibidores o estimulantes en los rendimientos, y en consecuencia los policultivos se pueden clasificar como sigue (Hart 1974):

* Policultivo comensalístico: interacción entre las especies de cultivo con un efecto positivo neto sobre una especie y ninguna sobre la otra.
* Policultivo amensalístico: la interacción entre las especies de cultivos tiene un efecto negativo en una especie y ningún efecto observable en la otra. Por ejemplo: plantas anuales intercaladas entre plantas perennes.
* Policultivo monopolístico: la interacción entre las especies de cultivos tiene un efecto positivo neto en una especie y un efecto negativo neto en la otra. Por ejemplo, el uso de cultivos de cobertera en huertos.
* Policultivos inhibitorios: la interacción entre los cultivos tiene un efecto negativo neto sobre todas las especies. Por ejemplo el cultivo intercalado que involucra a la caña de azúcar.

Las ventajas de la Asociación correcta de cultivos

Por una parte influye sobre la dinámica de las poblaciones de insectos-plaga que generalmente provocan menos daños a los cultivos y, por otra, la supresión de hierbas adventicias molestas debido al sombreamiento, alelopatía, etc. y un mejor uso de los nutrientes del suelo con el consiguiente mejoramiento de la productividad por unidad de superficie.
Ejemplos de asociación de cultivos: existen diferentes asociación de cultivos siendo algunas desfavorables o no recomendables y otras favorables.
Asociación de Cultivos mas favorables

Asociación gramínea-leguminosa: aprovechando la fijación de nitrógeno atmosférico por parte de las leguminosa. Se utiliza para la implantación de pastizales y praderas, con la asociación de gramíneas (vallico, festuca, fleo, dáctilo, etc.) y leguminosas (trébol, esparceta, alfalfa, veza, etc.). Para abono verde, mezclando gramíneas (centeno, avena, vallico) con leguminosas (veza, guisante, haba, trébol). En cultivos hortícolas.
Cuando se asocia el maíz y la judía, el maíz hace de tutor; las judías se siembran cuando éste tenga 20 cm de altura.
En Sudamérica los indígenas incluyen una tercera planta a la asociación, la calabaza, beneficiándose ésta del sombreado y favoreciendo a la asociación al cubrir el suelo horizontalmente.
Leguminosas y otras familias: guisantes, judías o habas con coles o zanahorias en hileras alternas. Parece que la cebolla y el ajo se asocian mal con las leguminosas.

Asociación de hortaliza con diferente velocidad de crecimiento para obtener la mayor productividad por unidad de superficie: sembrar tres hileras de rábanos o de lechugas entre cada dos hileras de zanahorias.
De coles con lechugas, entre cada dos hileras de coles una hilera de lechugas y, dentro de las hileras de coles, una lechuga entre cada dos coles.
De zanahorias y nabos, los sembramos en hileras alternas; los nabos son cosechados antes que las zanahorias hayan alcanzado su pleno desarrollo.

Otras asociaciones beneficiosas: judía de enrame y pepino: una hilera de pepinos entre las dos hileras de judías (80 cm de separación).
Chirivía y escarola en hileras alternas dado que la primera tiene raíces pivotantes y la escarola poco profundas.
Zanahoria y puerro, eficaz para repeler a la mosca de la zanahoria y la del puerro. Una hilera de rábano entre cada dos de zanahoria; los puerros se plantarán en el lugar de los rábanos ya recolectados (en zanahoria de primavera). En zanahoria de invierno se alternarán dos hileras de zanahoria con dos de puerros.
Zanahoria y cebolla, tres hileras de cebolla y dos de zanahoria (25 cm entre hilera). Tomate y cebolla, se plantarán en primavera las cebollas en un campo preparado para acoger al tomate, éste en hilera y a cada lado de la hilera de cebollas (a 35 - 40 cm). Espinaca de primavera con apio, las espinacas se siembran en marzo, los apios en mayo en una hilera entre cada dos de espinacas.
Cebolla y fresas en hileras alternas. Achicoria y fresa.

Uno de los efectos positivos de la asociación de cultivos es que minimizan los brotes de enfermedades y plagas, así algunos autores como Altieri y Letourneau identifican ciertos policultivos con la plaga o enfermedad regulada así como el factor involucrado en ese efecto.

Autor: Marianne Hilgers
www.laosa.org

El Huerto Ecológico: como planificarlo

El cultivo del huerto ecológico resulta una actividad sumamente creativa y gratificante, al tiempo que resulta una excelente terapia muy relajante. Es muy importante como planificar los cultivos de nuestro huerto ecológico, acorde a nuestras necesidades.

Diseñar el huerto ecológico es lo primero que debemos plantearnos, pues conviene realizar una buena distribución de los espacios disponibles a fin de aprovecharlos al máximo y conseguir los mejores resultados con el mínimo esfuerzo.

Tan importante como el correcto diseño es el planificar los cultivos que deseamos realizar en el huerto ecológico; para ello será necesario que reflexionemos a fondo sobre nuestros gustos culinarios y las necesidades de consumo cotidiano. No tiene mucho sentido plantar veinte coles porque nos regalaron las plantitas si no solemos comer col más que ocasionalmente. En cambio, si todos los días comemos ensalada de lechuga, convendrá ir sembrando y plantando con regularidad (cada quince días o una vez al mes plantaremos unas quince o veinte lechugas); con ello tendremos un cultivo escalonado a lo largo de los meses y nunca faltarán en la mesa. Con tres o cuatro matas de calabacín bastará para el consumo familiar, con más de diez matas nos veremos obligados a regalar kilos y kilos de calabacines.

También hay cultivos complicados, como el de los melones o las sandías, que vale la pena dejar para cuando tengamos más experiencia o sólo si realmente nos sobra sitio, pues ocupan mucho espacio para los tres o cuatro melones que puede dar cada mata.

Una buena planificación requiere conocer los ciclos de cultivo de cada planta o variedad y saber más o menos el tiempo que ocupará el terreno, ya que éste varía desde un mes, desde la siembra a la cosecha, en los humildes rabanitos, a los tres a cinco meses (incluso más) que ocupan el bancal unas zanahorias. Sin olvidarnos de que, para mantener la salud y fertilidad de nuestro huerto ecológico, sería interesante respetar las rotaciones de cultivos y no repetir en una determinada parcela una misma familia de plantas varios años seguidos, pues se especializan ciertos parásitos que a la larga podrían causar serios problemas; lo ideal es respetar rotaciones de cuatro años, como mínimo.
Las herramientas de un huerto ecológico

En realidad, una vez realizados los bancales o dispuestos los maceteros, se requieren pocas herramientas para las labores y el mantenimiento del huertoecológico (alguna azadilla o legón, paletas trasplantadoras, un escardador, un rastrillo y poco más), ya que la tierra permanece siempre mullida, al no ser pisada, y muchas labores las podemos realizar simplemente con las manos, lo que nos permite un mayor contacto con la naturaleza y la vida.
Los problemas eventuales en el huerto ecológico

Si existe un tópico que perdura en el tiempo y generalmente no se corresponde con la realidad, es que el cultivo ecológico tiene tantos problemas que no es posible llevarlo a cabo y sólo se consiguen cosechas mediocres, alegando que, si todos los agricultores se pasasen a la agricultura ecológica, no se producirían suficientes alimentos y se incrementaría el hambre en el mundo. Recientes estudios estadísticos, llevados a cabo mediante seguimiento de fincas durante diez años, han demostrado que se están consiguiendo mayores producciones por hectárea en las fincas de cultivo ecológico que en las convencionales de cultivo químico.

En cuanto a plagas y parásitos, la experiencia nos demuestra que las plantas cultivadas de forma sana y respetando sus ciclos biológicos y ecológicos (e incluso cosmológicos) mantienen a raya a la mayoría de parásitos y enfermedades actuando de insecticidas naturales, siendo escasas las ocasiones en que hay que acudir en su ayuda y, además, para esas ocasiones, los agricultores ecológicos disponen de numerosas plantas medicinales reforzadoras de las plantas cultivadas, repelentes de parásitos o directamente con propiedades insecticidas naturales.

En casos graves también podemos recurrir a los insecticidas naturales a base de extractos de plantas o minerales, carentes de toxicidad para los consumidores de los cultivos tratados.

Respecto a las malas hierbas, la práctica del acolchado orgánico con paja o restos vegetales reduce considerablemente su presencia, aparte de proteger el suelo y las bacterias de la radiación solar perjudicial, y ayuda a minimizar la evaporación del agua, reduciendo las necesidades de riego.
Tiempo y experiencia para un huerto ecológico

Lo más importante de todo son las ganas y el desarrollo de la suficiente capacidad de observación y sensibilidad que permitan ir realizando las labores precisas en el momento adecuado; en este sentido, queda claro que la experiencia hace maestros y que nadie nace sabiendo, sino que, día a día, con la práctica vamos aprendiendo. Y si al principio no nos satisfacen los resultados, no hay que desanimarse, con el tiempo obtendremos plantas y cosechas realmente espectaculares. La naturaleza es muy agradecida y, si somos capaces de observarla con cariño y atención, fluyendo con ella en vez de ir en su contra o intentar forzarla en exceso, los resultados son siempre gratificantes.

Desde estas páginas os animamos a decidiros a cultivar vuestros alimentos (si no lo estáis haciendo ya) de forma sana y ecológica, vuestra salud y la del planeta os lo agradecerán; además, el cultivo del huerto familiar ecológico (por reducido que sea) resulta una actividad sumamente creativa y gratificante, al tiempo que es una excelente terapia anti estrés.

Autor: Mariano Bueno
www.mariano-bueno.com