Del dolor y la rabia, la construccion de todos los colores

02.Abr.09    Zapatismo

Editorial Revista Rebeldia No. 64
25 de marzo 2009
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Cuando el conjunto del Estado mexicano dio la espalda a los pueblos
indios, al traicionar los Acuerdos de San Andrés, se esperaba del EZLN
la claudicación o la derrota. Desde arriba, se sentenció que el único lugar
posible para los pueblos originarios seguiría siendo el olvido y la muerte.
La respuesta de los zapatistas fue la de cambiar la mirada, encontrarse y
escuchar lo que estaba sucediendo en el México de abajo.
Ésa fue una de las principales apuestas de la Sexta Declaración de la
Selva Lacandona. En su paso por toda la República mexicana, los zapa-
tistas tocaron el dolor y la rabia de miles de hombres, mujeres, niños y
ancianos que se enfrentan en todos los lugares y de todas las formas a las
cuatro ruedas del capitalismo: la explotación, el despojo, el desprecio y
la represión.
En su sexto caminar, los zapatistas encontraron dolor en el México de
abajo. Miraron cómo los trabajadores y trabajadoras enfrentan sin ningu-
na mediación al capital. Escucharon de los pueblos indios y campesinos
la nueva guerra de conquista donde el despojo y el desprecio son el in-
grediente principal. Escucharon y tocaron el dolor de los jóvenes y mu-
jeres despreciados por el sólo hecho de ser. Niños y niñas que enfrentan
un futuro sombrío. Ancianos que son despreciados, sólo vistos como un
número más en las listas de limosnas, cuando no desechados por inservi-
bles. Dolor y rabia había.
Pero, como sucedió durante los Diálogos de San Andrés, los zapatis-
tas se convirtieron en puente para que los de abajo se escucharan, miraran
y compartieran el mismo dolor y rabia. El espacio creado, ahora, fue el
Primer Festival Mundial de la Digna Rabia. Quienes abajo luchan y re-
sisten en México y el mundo, los explotados, despojados, despreciados y
reprimidos se escucharon y miraron entre ellos mismos, entre ellas mis-
mas, entre elloas mismoas, sin intermediaciones.

Durante el Festival se habló de la rabia frente a la
violencia de arriba. Las y los trabajadores de México
y el mundo relataron la bestial violencia de los ca-
pitalistas en fábricas y centros de trabajo, donde los
someten a 14 ó 16 horas de trabajo, expuestos a quí-
micos que los están matando día a día, expuestos a
centros de detención porque son inmigrantes, porque
no tienen papeles. Para ellos, para ellas, es la derrota
en las juntas de conciliación y arbitraje, en los paros,
en las huelgas.
Indígenas y campesinos enfrentando la violencia
y el despojo de tierras, bosques, aguas y desiertos, de
su cultura y tradición. Para ellos, para ellas, es el ol-
vido, la represión, la cárcel, la muerte. Para mujeres,
niños, jóvenes y ancianos sólo hay sueños rotos, las
urnas, la espera, la desesperanza y la claudicación.
Una historia de desprecio y represión. Porque no
se afilian, porque no claudican, porque no se venden.
Una larga cadena de violencia. Y si se inconforman y
protestan, entonces viene la descalificación: son vio-
lentos, dicen arriba, porque cierran carreteras, porque
toman tierras, porque cierran fábricas, porque estalla
la rabia frente a los engaños, frente a los golpes, fren-
te a las cárceles y tumbas. Son violentos, son radica-
les, son puristas trasnochados, acusan.
Condenamos la violencia venga de donde venga,
dicen arriba. Pero es una falacia, no hay condena para
los empresarios que despojan explotan y reprimen, lo
mismo en las playas del Pacífico mexicano, que en
los campos y ciudades de Francia, Suiza, Canadá o
Italia. No hay condena para capitalistas que despojan,
asesinan y encarcelan en Estados Unidos y en la fron-
tera mexicana. No hay condena para los empresarios
que no pagan salarios en Irán. No hay condena para
los gobiernos que aplican penas de 60 y 112 años a
los luchadores sociales. No hay condena para los par-
tidos políticos de izquierda que traicionan, se corrom-
pen, desprecian y asesinan.
Durante el Festival quedó claro que no hay espera
ni resignación. Que lo que hay en México y el mundo,
abajo y a la izquierda, es rabia frente a los golpes,
el engaño y la muerte. Que en lugar de ser víctimas
o esperar la destrucción del capitalismo, con tod@s
nosotr@s incluid@s, la digna rabia se organiza, se
junta, se platica, se respeta.
Una digna rabia que, con el puño arriba, propone
y construye un mundo distinto. La digna rabia expre-
sada durante el Festival no es una rabia ciega, no lo
es, en primer lugar, porque es una rabia que responde
a la violencia de arriba. No es ciega, en segundo lugar,
porque frente a la violencia, los golpes y destrucción
la digna rabia construye los cimientos de un mundo
nuevo. Un mundo construido por colectivos, grupos,
organizaciones e individuos diversos. Que con hones-
tidad construyen algo distinto a lo que hoy existe, en
donde no hay lugar para contradicciones entre el decir
y el hacer.
Es una rabia creativa, que intercambia experien-
cias sin imponer las propias, que siente las mismas
rabias y construye caminos diversos. Que siente que
sí va a pasar lo que va a pasar: la destrucción del capi-
talismo y la construcción de un mundo mejor.