La comunicación en Abya Yala antes de Colón

12.May.09    Análisis y Noticias

Luis Ramiro Beltrán, comunicólogo boliviano
Investigación, la comunicación antes de Cristóbal Colón
Por:Miguel E. Gómez Balboa

“América Latina es la región con más alto nivel de docencia en el área de comunicación, y posee un poco más de mil escuelas de comunicación; en Bolivia nomás algunos dicen que hay unas 40 escuelas. Entonces, cómo es posible que no se haya averiguado a la comunicación prehispánica”

Casi tres décadas esperó Luis Ramiro Beltrán Salmón, renombrado comunicólogo boliviano, para ver plasmado uno de sus caros sueños: la primera indagación documental sobre la comunicación prehispánica en América Latina. Tres colegas le ayudaron en el logro: Karina Herrera Miller, Esperanza Pinto Sardón y Érick Torrico Villanueva. El ganador del Premio Mundial de Comunicación McLuhan Teleglobe, de Canadá, explica en esta entrevista con Domingo el significado de La comunicación antes de Colón para las ciencias sociales, las bases de sus descubrimientos y la senda abierta para futuras publicaciones en este apasionante tema.

—¿Por qué cree que los estudios historiográficos de los comunicólogos, sobre todo de la región, no hayan escudriñado sobre la comunicación prehispánica en América Latina?

—Eso quisiera explicarme. Algunos piensan que los libros de historia del periodismo en América Latina comienzan, excepto raras excepciones, con que la imprenta llega de España a México; o sea, desde allí recién inicia la comunicación. Pero no era así, con las evidencias documentales que hemos conseguido, hace al menos 1.000 ó 2.000 años antes ya había formas avanzadas de comunicación, escritas inclusive, pero diferentes de las que venían de Europa, vía España. El autor colombiano Leonardo Ferreira dice que la proliferación de códices en Mesoamérica y de quipus en la región andina, o de otras inscripciones en cerámicas, esculturas, piezas de orfebrería y textiles demuestran lo equivocado que el comunicador ha estado respecto a lo nativo; y parte del desinterés entre los comunicólogos por esta valiosa referencia mediática de las sociedades precolombinas es simple y llanamente su ignorancia del pasado indígena. O la creencia, igualmente desinformada, de que los aborígenes no tuvieron un desarrollo de medios que influyera significativamente en la formación actual de las comunicaciones de América. Otros dicen algo más, que podría ser una suerte de haber heredado del conquistador el menosprecio por nuestras raíces.

—Lo llamativo es que este desinterés se da a pesar de que la región tiene cientos de escuelas de comunicación…

—Hoy, América Latina es la región que tiene el más alto nivel de docencia en el área de comunicación, cuantitativa y cualitativamente, y posee un poco más de mil escuelas de comunicación; en Bolivia nomás algunos dicen que hay unas 40 escuelas. Entonces ¿cómo es posible que no se haya averiguado este tema? El trabajo que hemos hecho, como hay literatura mínima de comunicólogos, está basado en la literatura de antropólogos, arqueólogos, historiadores y lingüistas. Fui juntando desde los años ochenta unos 1.400 documentos que organizamos con los compañeros del proyecto Ameribcom, de los cuales sólo utilizamos a fondo unos 300 o 400. De muchos de los autores sacamos un poquito de su investigación, para armar nuestra construcción y con eso llegamos a formular la primera tipología que hay de los medios de comunicación en el Perú anterior de la llegada de Colón.

—Para evitar las equivocaciones, ¿cómo diferenciar este trabajo comunicológico de los arqueológicos, antropológicos, sociológicos o lingüísticos?

—La comunicología es el estudio científico de la comunicación; es la disciplina más nueva de las Ciencias Sociales y algunos ortodoxos no le reconocen su calidad científica, y otros lo hacen pero la consideran complementaria. Pero la comunicología no es tan distinguible de las demás porque no existe sociedad si no hay comunicación. Por eso que América Latina tiene la fortuna de tener tantas escuelas de comunicación y una Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación que se ha ido conformando y fortaleciendo pese a que algunos no la reconozcan como una de las ciencias sociales principales. Lo importante es que cualquiera que sea el enfoque o tema por el que parta cada ciencia, una que otra puede ser más importante para cierta cosa, país o motivo. A nosotros, el enfoque de comunicación lo hallamos perfectamente útil para analizar el pasado de la comunicación prehispánica.

Este libro, lo que hace es abrir una senda. Estamos contentos con lo hecho, porque hemos logrado con nuestras limitaciones un mapeo, una visión panorámica que es más extensa que profunda del asunto. Éste es el primer paso dirigido a los demás, a esos millares de estudiantes de América Latina, a esos centenares de profesores para invitarlos, instarlos, entusiasmarlos y que entren a profundizar este mapa en sus respectivos países y con sus respectivos enfoques. No hemos hecho nada definitivo, esto es enmendable, ampliable, corregible. La plataforma está y la pueden usar.

—Este paisaje que nos muestran sobre la comunicación prehispánica, ¿qué mitos erróneos ha derrumbado?

—El principal que queda mínimamente en tela de juicio es el prejuicio —un poco etnocéntrico, de origen europeo y acogido por los americanos— que existía de la denominación de pueblos bárbaros, que ponía como señales de la barbarie, aparte de la violencia, a la agrafía; o sea, pueblos que no podían escribir. Y no es así, en América Latina había comunidades pequeñas y grandes que tenían una escritura formal, una comunicación con signos… Esas fuentes decían que no teníamos nada, y hemos cuestionado y demostrado con la literatura analizada en la mano, principalmente autores europeos que han trabajado en México y Perú, sólo para mencionar algunos países, la existencia más en Mesoamérica que en los Andes de un verdadero sistema de escritura, completamente distinto al que trajo España, sin embargo no menos válido.

En escritura, por ejemplo, tenemos la excelencia de tres culturas: los Zapotecas, los Miztecas y los Mayas. Los Miztecas son los más notorios porque hicieron libros comparables con los de hoy, algunos escritos en arcilla, en tejidos —como en el Perú con los excelentes papacus—, otros en piedras y en otros soportes; sólo que algunos se leen de atrás para adelante y hay gráficos, dibujos y también rayas, además existe un alfabeto, y el de los Mayas es el más perfecto que se hizo en nuestra región. Aquí en el libro damos la esencia de esos instrumentos, aquí el investigador avanzado va a encontrar las pistas necesarias y una bibliografía bastante amplia y asombrosa donde puede profundizar.

Hemos elaborado una tipología. Por ejemplo, en Mesoamérica identificamos cinco tipos de comunicación y en cada uno se hallan unas cuantas formas. Antes no había una tipología, sino pocas investigaciones de antropólogos y arqueólogos, pero la mayoría se ocupa de otras cosas y no de la comunicación. Por ejemplo, en el tipo de comunicación oral, todas estas culturas eran orales, pero algunas resultaban ser también escritas, por eso es que no a todas se les debe considerar ágrafas, y por cierto a ninguna se la debe considerar bárbara. La comunicación oral era fundamental para ellas, y su actitud para comunicarse oralmente inclusive era superior a la nuestra.

En Perú, en la época incaica, había una plaza especial que podía llamarse “la plaza de la prensa” porque había reuniones cotidianas en las que se podía conversar lo que sea; pero en ciertos momentos llegaban las autoridades para informar al pueblo de lo que estaban haciendo, y el pueblo podía expresarse y dialogar; eso era cotidiano y a eso se le llaman noticias. Incluso los propios chasquis eran mensajeros de noticias y los quipus eran instrumentos de contabilidad, pero también hay otros estudios que señalan que a través de los quipus se hicieron registros de alimentación, de topografía, o sea, eran vehículos informativos y no sólo contables. Y esta comunicación oral era combinaba, el hablar y escuchar con el cantar y bailar. En cuanto a los tejidos, más en Perú que en México se puede observar que había ropa con mensajes…

—¿Cuál es el siguiente paso de esta investigación? Tengo entendido que hay un proyecto para hacer los primeros 100 años de la comunicación tras el arribo de Cristóbal Colón…

—Primero, en el estudio no se pudo abarcar a toda Iberoamérica, tuvimos que separar con mucha pena no solamente Brasil, sino materiales de origen portugués, la amazonia, porque también la literatura es muy escasa en lugares de selva y muy amplia en los de valles y montañas. La meta que nos trazamos en el futuro sería el poder hacer el segundo libro, el de la comunicación post-Colón en su primer siglo para indagar sobre la comunicación entre conquistados y conquistadores… Y hay dos personajes muy hermosos.

Uno es La Malinche: ella era maya, su padrastro la vendió a los aztecas y ellos la regalaron al conquistador Hernán Cortés. Ella fue la intérprete de él, también la amante, pero era bastante inteligente y despierta, y sin esta auxiliar la conquista no habría llegado al punto de victoria total y al corto plazo con un hombre que no sabia nada del lugar. En México se la menosprecia porque es considerada traidora, aunque nosotros no estamos de acuerdo con esa versión porque ¿a quién le debía lealtad una mujer que fue vendida primero de una cultura a otra y luego regalada a unos extraños?, y por su capacidad de aprendizaje rápido aprendió el español. En el libro vamos a destacar a este gran personaje, la traductora, La Malinche.

Y en el lado incaico hay un libro de Guamán Poma de Ayala. Su crónica es una carta al Rey de España y tiene una maravillosa descripción del trato entre conquistadores y conquistados. Ese escritor relata lo que vive, es una historia excelente desde el punto de vista de un indígena que ha experimentado estar con los españoles. Este personaje es igual maravilloso porque hizo una historia en español con influencia nativa y dibujos de su cultura que actualmente todavía se estudian.

Tal vez no les guste a algunos colegas, pero en el campo de la investigación científica se toma en cuenta todos los matices y los comentarios, la cuestión es cómo los justifica el científico cuando los trata de explicar y cómo los sustenta fehacientemente. Ojalá este segundo libro podamos hacerlo sin complicación, sin pedir un peso o favores a amigos. Lo que buscamos con los libros es que no se queden sólo aquí, sino que puedan exteriorizarse para beneficiar a investigadores de países que hacen mucha investigación.

Las escuelas de comunicación producen en América Latina como 60 revistas de investigación, en Bolivia sólo hay una, o sea, no hay producción de investigación. No hay formación, a los comunicadores se los forma para producir mensajes y el científico estudia para producir conocimientos, estamos soñando con eso, esperando que se pueda cumplir el proyecto a espera de los resultados del segundo libro, pero nunca dejaremos de estar alertas e ilusionados con ver libros de otros que investiguen este tema.