Los indígenas latinoamericanos buscan ser los protagonistas de su propio destino
Alfonso Gumucio-Dagron (dpa) | 08/07/2009
MÉXICO (dpa) - Han pasado casi 40 años desde la Declaración de Barbados, en la que se denuncia ampliamente el colonialismo y la represión de las poblaciones indígenas de América, con el objetivo de exterminarlas o asimilarlas, y se exige al Estado reconocer y garantizar la inviolabilidad de sus territorios, así como atender a sus comunidades, respetando sus culturas y entornos ecológicos, de modo que los indígenas sean “protagonistas de su propio destino”.
No hicieron mucho los gobiernos al respecto, pues las necesidades económicas de los Estados avasallaron los derechos de las poblaciones originarias, pero los indígenas se convirtieron en protagonistas de su propio destino ya sea por su participación en la política nacional y su visibilidad internacional, o por su resistencia en defensa de los territorios que de manera creciente se ven afectados por la expansión de la frontera agrícola para monocultivo de soja, caña de azúcar o palma africana o por la intervención de compañías privadas con proyectos de explotación de madera, hidrocarburos o minerales.
La necesidad de etanol para el mercado de Estados Unidos ha convertido la cabeza de algunos gobernantes en caja registradora: en Brasil, Colombia, Guatemala, por ejemplo, se destinan grandes extensiones de territorios antes vírgenes para el cultivo intensivo de la materia prima para el etanol.
Las dos últimas décadas han sido particularmente importantes en la emergencia de los indígenas como movimientos sociales, con dirigentes que han saltado al escenario internacional. La simpatía de Europa por el tema ha constituido un espaldarazo para los indígenas que en sus propios países no gozaban del apoyo de la clase dirigente.
El Premio Nobel de la Paz otorgado en 1992 a la maya guatemalteca Rigoberta Menchú abrió la puerta para el reconocimiento internacional de las demandas indígenas. Y sin duda el fenómeno mediático del “Subcomandante Marcos” del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en México -un político de la clase media urbana- y su salto al estrellato internacional visibilizó la situación de los indígenas de Chiapas.
Mucho ha cambiado en el escenario latinoamericano, y los ejemplos de líderes indígenas que llegan a posiciones de prominencia o poder son ahora varios, particularmente en países de mayoría indígena, como Guatemala, Bolivia o Perú.
En Bolivia, la Revolución Nacional de 1952 que eliminó el voto calificado y dictó una extensa reforma agraria fue la semilla de los cambios que se han vivido en años recientes, que llevaron en 1993 a la Vicepresidencia de la República al aymara Víctor Hugo Cárdenas, y el 2006 a la Presidencia al dirigente sindical de origen indígena Evo Morales.
En Guatemala los indígenas han ocupado ministerios en varios gobiernos democráticos, y se organizaron políticamente en torno a Rigoberta Menchú para competir por la primera magistratura del país, aunque con resultados muy diferentes a los de Bolivia.
Los gobiernos latinoamericanos han implementado políticas de protección, pero en muchos casos se trata de medidas que promueven procesos de asimilación antes que de fortalecimiento de las culturas originarias. La comunicación ha jugado un papel importante en esos proyectos desde el Estado, con fines diversos.
No son lo mismo las radios locales que el Instituto Nacional Indigenista creó en la década de 1970 para promover las lenguas indígenas en una veintena de poblaciones de México, que la red de emisoras Patria Nueva, que le permite al gobierno de Evo Morales llevar el discurso oficial a todos los rincones de Bolivia.
El tema del territorio apenas empieza a ser entendido en la región. Las reformas agrarias convirtieron al indígena en “campesino”, para dotarlo de parcelas de tierra para cultivo de autosubsistencia una manera de ahorrarle al Estado la responsabilidad de alimentar y de generar fuentes de trabajo para toda la población- sin entender que tierra y territorio son conceptos muy diferentes.
Las comunidades indígenas de las zonas bajas de Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador y otros países de América Latina han sufrido el impacto de la expansión de la frontera agrícola y de grandes proyectos económicos, como la carretera transamazónica. En Perú los recientes enfrentamientos sangrientos en Bagua muestran que los indígenas no están dispuestos a entregar sus territorios a compañías que explotan minerales, petróleo o madera.
El desafío para los gobiernos es muy grande, ya que por una parte están obligados a respetar los derechos humanos y en particular los derechos indígenas, y por otra se ven ante la necesidad de crear nuevas fuentes de ingreso en base a los recursos naturales de que disponen, renovables o no renovables, que en muchos casos se encuentran en territorios habitados por comunidades indígenas.
A la par de la defensa del territorio y de los recursos naturales, los indígenas de América Latina reclaman carta de ciudadanía para sus lenguas y sus culturas. Algunos gobiernos han incorporado en la Constitución Política del Estado algunas lenguas indígenas como idiomas oficiales, Bolivia lo ha hecho con 36.
La enseñanza en lenguas indígenas durante los primeros años de aprendizaje es una recomendación de la UNESCO, cuyas investigaciones demuestran que se aprende mejor y más rápido en la lengua materna, antes de adquirir una segunda lengua que permita ampliar la esfera de comunicación con el mundo.
Para fortalecer sus lenguas y su cultura las comunidades indígenas acuden a instrumentos de comunicación y los adaptan a sus necesidades. América Latina es pionera en radios comunitarias rurales e indígenas, a través de las cuales expresan su identidad tanto las grandes naciones de quechuas, aymaras, mayas o guaraníes, como las comunidades indígenas más pequeñas y aisladas.
Toleradas en Perú, Bolivia o Ecuador, y algunas en México, las emisoras indígenas son en cambio perseguidas en Guatemala, donde se las declara “piratas” por presiones de los consorcios privados de medios. En Brasil se les niega licencia para operar o se las clausura cuando lo hacen ilegalmente.
Una cosa es cierta: no hay marcha atrás. Los indígenas latinoamericanos han comprendido que su sobrevivencia ya no depende de su invisibilidad y timidez; ya no son tiempos para mantener un perfil bajo y esconderse en los últimos rincones de las selvas tropicales cada vez más invadidas por la explotación irracional de recursos naturales.
Ahora quieren no solamente reivindicar la palabra “indio”, antes peyorativa, sino también participar en las decisiones políticas que se toman en su nombre, y que afectan sus intereses culturales, sociales y económicos. En adelante los indígenas de la región están dispuestos a ofrecer su sangre, si fuera necesario, para defender su identidad.