Rasgos comunitarios en un barrio urbano

10.Ago.09    Análisis y Noticias

Barrio Maestros Provinciales, un ejemplo de esfuerzo solidario de la clase media

Se ubica en pleno centro, junto a las bodegas Arizu y Escorihuela. Es pequeño, de unas setenta casas que fueron construidas por el consorcio de la Casa del Maestro, en la década del ’60.

En la ciudad de Godoy Cruz, a pocas cuadras de la avenida San Martín y en medio de lo que alguna vez fue una zona dedicada a la vitivinicultura, se ubica el barrio Maestros Provinciales.

El pequeño conglomerado nació a mediados de la década del ’60 de la mano del Consorcio de Maestros Provinciales para la Vivienda.

El nombre de la barriada proviene justamente de su origen como un barrio destinado a educadores. La comisión del consorcio fue la encargada de comprar los terrenos que según Nelly Fila, docente jubilada y vecina del barrio, pertenecieron a la bodega Escorihuela. “Esta zona estaba cubierta de olivares de la bodega”, comentó la educadora que llegó al lugar junto con su familia en el año 1968.

El complejo se construyó en cuatro etapas y para llevar adelante esta tarea se contrató a la empresa constructora Kolton (ver aparte).

Las primeras casas se entregaron alrededor de 1965. “Muchos de los vecinos que formaron parte de la comisión del consorcio luego constituyeron la unión vecinal y lucharon por el barrio, es el caso de Héctor Tuma, el ‘Cacho’ Juanteguy, Osiris París y Hugo Gil”, recordó Nelly quien luego también formó parte de ambas entidades.

El conglomerado está formado por poco más de 70 casas y tiene la particularidad de tener salida sólo hacia calle Presidente Alvear ya que las otras tres arterias -Los Olmos, Maestros Mendocinos y Los Álamos-, perpendiculares a esta última, no tienen continuación.

Es decir que el barrio, a pesar de estar dentro del radio céntrico de Godoy Cruz es un lugar muy tranquilo cercado por las vías en un extremo, por un colector del zanjón Maure en el otro, y por la costanera hacia donde no hay salida.

La empresa constructora y el arquitecto Casnati a cargo de la obra se encargaron de satisfacer las necesidades de todas las amas de casa. Así, según recuerda Hugo Tuma (74), esposo de Nelly Fila, se planificaron tres tipos de viviendas: de dos plantas, unas con la cocina en el frente y otras en cambio con el comedor en la entrada. Las casas fueron entregadas con casi todos los servicios: agua corriente, gas natural y se pavimentó al poco tiempo de formarse el barrio.

En este sentido, Delma Romano de Comellas (75), vecina y docente, contó que la empresa constructora debió rellenar el terreno para nivelarlo con el colector cloacal lo que, según ella, se hizo con el escobajo de la uva. “Algunas casas de la primera etapa tuvieron problemas porque el terreno no estaba bien asentado y entonces sufrieron algunas grietas en las paredes”, recordó la vecina.

Frente a esta situación Kolton se hizo cargo de los daños y reforzó las estructuras y los cimientos.

El barrio, aunque ideado y destinado para maestros, no era accesible para el sueldo de un docente. Delma de Comellas recuerda que cuando junto con su esposo adquirieron la carpeta de la vivienda destinaban un sueldo entero a pagar la cuota de la casa. Según la vecina, gran activista del conglomerado, una característica del mismo fue que todas las familias que llegaron fueron matrimonios jóvenes de clase media.

En sus orígenes el barrio estuvo compuesto por una uniforme clase social. De hecho, los propios vecinos como Delma de Comellas señalaron que ello jugó un importante papel en la crianza de los niños y en la propia unidad del barrio “Nuestros hijos iban a la casa de sus vecinitos y encontraban las mismas cosas que en su propio hogar”, apuntó.

“Había un ambiente familiar muy lindo. Para año nuevo sacábamos los mesones a las calles y cenábamos todos juntos. Todas las mujeres nos poníamos de acuerdo para llevar la comida y compartirla”, recuerda la señora de Comellas. El ambiente familiar y los valores como el respeto mutuo y la solidaridad son rasgos que los vecinos destacan como sobresalientes en el barrio.

La unión vecinal tuvo una gran actividad aunque en la actualidad se encuentra sin funcionamiento. Se organizaban desde carreras de bicicletas y embolsados para los más chicos hasta bingos con fines solidarios para ayudar a escuelas de niños discapacitados y colectas de juguetes, ropa y comida para llevar a barrios carenciados.

La barriada no cuenta con comercios en su interior y dos espacios verdes completan la geografía del lugar: uno es la plazoleta Américo D’Angelo Recuero en honor al reconocido maestro (ver aparte), donde también se ubica una réplica de la virgen de Fátima, patrona del barrio; y otro es un pequeño lugar en calle Los Álamos que culmina en el colector del zanjón.

Es de fácil acceso, varias líneas de micros pasan por allí y está cerca de grandes centros comerciales. Además, en los límites del barrio se ubica la bodega Escorihuela y la ex bodega Arizu lo cual da cuenta del pasado vitivinícola del lugar.

En relación a ello, Delma de Comellas recuerda que por las vías donde limita calle Los Olmos -terrenos que hoy son propiedad de la empresa Cencosud- entraban los trenes que llegaban a la puerta de la bodega para volver cargados de vino. “Cuando pasaba el maquinista las madres le dábamos a los chicos para que los llevara hasta el playón de la bodega y cuando el tren volvía los íbamos agarrando uno por uno”, recuerda la vecina.

El paso del tiempo afectó a la unión vecinal y quienes hoy habitan el barrio ya no son todos maestros. La zona es altamente cotizada por su excelente ubicación y tranquilidad. “Cuando una casa se pone en venta la compran muy rápido”, destacó Alicia Menéndez (63) otra habitante. Sin embargo, Delma de Comellas señaló que “a pesar de que siempre llegan nuevos vecinos, los valores que tenemos siguen intactos”.