El oximoron de la ética y el poder

20.Dic.09    Análisis y Noticias

INTRODUCCIÓN

Borges usó el oximoron, que reune dos conceptos contradictorios en uno, como por ejemplo la grandiosa pequeñez, la brillante oscuridad o el ruidoso silencio. El subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional lo tomó para referirse a la globalización fragmentada y otros oximoron de la actualidad, que está llena de ellos.

En nuestro caso esta reflexión intenta demostrar lo contradictorio que viene siendo combinar los conceptos de ética y poder, partiendo de la idea de que el uso de poder de algunos sobre otros es antinatural o, al menos, no resulta en placer compartido. En la URSS eso se resolvía mediante la afinidad ideológica, esto es, no importa, total vamos avanzando hacia el comunismo, como los cristianos: no importa, llegaremos al cielo.

La mirada teleológica o finalística, esto es, un objetivo de futuro compartido que autoriza a realizar o permitir todas las aberraciones posibles en la política, la administración del poder en la polis, resumido en la frase absurda de que el fin justifica los medios, fue organizada de manera semejante a un manual por Maquiavelo en su obra “El príncipe”, al que Saint Exupery responde con “El principito”. Esas dos obras y su comparación podrían formar parte de las escuelas de cuadros de la lucha emancipatoria, pero los adultos hábilmente destinaron este último sólo para los niños, evitando su estudio serio. Maquiavelo quiere cuidar el poder a toda costa, Saint Exupery un árbol en la luna, la imaginación al poder de los estudiantes del mayo francés.

Es interesante constatar que Marx insiste en la emancipación del trabajo en tanto Engels se utiliza muy poco de este concepto. La ética protestante se basaba en la incorporación del trabajo remunerado al universo de valores ya que la burguesía necesitaba superar la dependencia al señor para que los siervos fuesen libres y llegasen a sus nacientes empresas a vender su fuerza de trabajo.

Los consejeros del poder siempre fueron absolutamente contradictorios con cualquier ética, como Rasputín consejero del Zar o Richelieu consejero del rey. Ambos complotaban tras bambalinas para eliminar a los adversarios del poder establecido o para favorecer a los secuaces del príncipe. Algunas referencias históricas pretenden mostrarnos a los reyes y zares como personas bondadosas ignorantes de las triquiñuelas y asesinatos de sus consejeros, quienes al final pagaban los platos rotos, al igual que Bachelet que no se enemista con la lucha mapuche enviando a su Rasputín Viera-Gallo a quemarse mientras ella queda impoluta para luego asumir la dirección de la Casa de la Memoria junto a Carolina Tohá (ambas del PS), que aseguraron así su subsistencia de por vida.

Veamos pues, algo de la historia de la ética y el poder para luego entrar a una especie de preámbulo-síntesis del tema en el actual caso chileno, entendiendo que es extensivo a todas las formas de poder en todas partes.

BREVE HISTORIA DE LA ÉTICA EN EL PODER

La ética puede definirse como un sistema de valores que orientan las conductas de las personas en sociedad, en tanto la moral sería el conjunto de reglas éticas específicas. La ética habla de un marco general valórico y la moral dice de códigos normativos.

No vamos a analizar la ética de la democracia griega, ya que en las asambleas del Ágora sólo podían participar como ciudadanos aquellos que superasen una determinada cantidad de hectáreas de tierras y un cierto número de esclavos. El resto no eran ciudadanos.

Veamos como nace la teoría pura de los valores de Kant. La filosofía clásica alemana se caracteriza por ser un instrumento teórico-ideológico de conciliación burguesa con la oligarquía feudal, puesto que la burguesía concentrada en la región de Renania no conseguía acceder al resto de los feudos que posteriormente constituirían la Alemania. Los filósofos ingleses y en especial franceses eran decididamente materialistas y revolucionarios, ya que la burguesía contaba con la expansión de las nuevas relaciones de producción en todas partes y su hegemonía era creciente desde abajo. Para ellos la oligarquía debía irse, aunque no consiguieron derrotar al feudalismo inglés y debieron repartirse las instancias formales del poder: el ejecutivo para la realeza, una parte del legislativo para la burguesía y la función judicial para el derecho común, el common law. En tanto en Francia los reyes fueron pasados por la guillotina.

Hegel levanta la idea del historicismo, recogiendo antecedentes culturales e ideológicos de los feudos alemanes y los conecta con la acción del “gran espíritu”, con lo cual se encuentra conceptualmente con el dios de los cristianos que cuidaban el feudalismo. Kant levanta la teoría pura de los valores, esto es, un espacio ideológico independiente de las relaciones de producción, con lo cual se aspiraba a trascender el marco de la propiedad y disputar en el terreno conceptual las posibilidades de avanzar hacia la unificación alemana y el progresivo predominio de las nuevas relaciones de producción de compraventa de la fuerza de trabajo.

En ese espacio de teoría pura de valores estaba asentada la posibilidad de generar un conjunto de principios de orientación de conducta que inicialmente sirvieran como punto de encuentro ideológico entre burguesía y oligarquía. Marx iba más allá y tuvieron que expulsarlo de Renania, a pesar de que era uno de los principales teóricos y activistas de la burguesía revolucionaria y tenía la osadía de cuestionar la línea conciliadora de los otros teóricos.

Kant insiste en que los valores pueden acordarse haciendo abstracción de las relaciones sociales concretas. Los socialistas impulsaban la necesidad de ir más allá, hacia la organización de todos desde abajo en comunidades territoriales, rescatando en parte la comunidad campesina, el sentimiento de lo común como espacio compartido de ideas derivadas de la vida cotidiana y en buena parte como reconocimiento de la existencia de las centenas de comunidades libres que establecían los llamados bandidos de los bosques, de las montañas y de los mares.

Sin embargo hubo de imponerse la racionalidad instrumental de la Ilustración, o sea el uso de la inteligencia y la lógica para alcanzar determinados fines organizando el estado de tal manera de articular a las personas en torno a la llamada convención, el acuerdo constituyente, mediante propuestas que imponía de facto el capital por sobre los sans culottes y las comunidades libres que se habían instalado por todas partes.

Así, la ética se subordina a los fines. De hecho se trata de una ética instrumental, un medio para llegar al objetivo propuesto y subordinar las voluntades y las conductas a los requerimientos del capital y del trabajo. Se levantan los conceptos del individuo como eje y de los derechos humanos como salvaguardia de las individualidades, haciendo tabla rasa con los orígenes comunitarios del ser, de nuestra procedencia de la horda y no de Adán y Eva. Los libros religiosos insisten en que en un principio era el caos y luego vino dios a poner orden, un orden en que hay que obedecer para alcanzar el cielo prometido.

Se trata de una ética utilitarista, ordenadora y de sometimiento. Thomas Hobbes había escrito que las leyes humanas debían someterse a la ley natural, y ahí metía a los dioses como elaboradores de los contenidos de las normas de comportamiento. Insiste en que la ley fundamental que sintetiza todas las leyes naturales está en la frase que dice “no hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a tí”. O sea que yo soy el destinatario final de las acciones y relaciones sociales, que no golpeo a otros para evitar que me golpeen a mí, que los trato con respeto para conseguir que ellos me respeten a mí.

Max Weber, el sociólogo teórico de las relaciones capitalistas dice que la relación social es una acción destinada a otros y que aspira a un resultado. O sea que el amor es utilitario, el afecto debe ser retribuido, el dar es para también recibir.

En el fondo las relaciones sociales son el ordenamiento correspondiente a las necesidades del capital, así el poder y la lucha por el poder priorizan por el fin utilizándose de todos los medios.

El poder ya es una aberración ética y mientras exista no hay ética posible. Lo otro sería proponer que la ética es solamente una orientación de conductas valóricas dentro de la sociedad de poder y que no habiendo ese poder, esto es, la sociedad sin clases, el comunitarismo. no hay ética posible, sino sólo conductas de relaciones compartidas.

John Holloway propone cambiar el mundo sin tomar el poder, y los zapatistas proponen dejar la lucha por el poder para construir un contrapoder que avance hacia el no poder, y no hacia el poder central. O sea, si hay capacidad de derrotar el poder del estado, esa misma capacidad usarla para construir lo nuevo y no para rearmar el aparato del estado

LA ÉTICA EN LA ACTUALIDAD

En los espacios de poder circula dinero y las decisiones hacia donde debe ir ese dinero, además de existir el comando de determinar las reglas de comportamiento de los subordinados. Los chinos dicen que no importa el color del gato, lo importante es que coma ratones. Los candidatos deben ganar la elección, he ahí un objetivo, y si alguien ofrece dinero, se encontrará alguna fórmula para justificarlo. Luego se montan los lobbies y lo que circula ahí es para obtener del parlamentario el voto en un determinado sentido.

No hay ministerio donde no se haya descubierto un brote de corrupción ni organización de actividades donde no se desvíe algún dinero. Los jefes o los que ponen ese dinero dicen que no les importa que lo roben en tanto sean eficientes en la tarea encomendada.

Entre los actuales candidatos presidenciales encontramos típicos casos de lo que decimos: Piñera el empresario pretende posar de ciudadano y ni siquiera sabemos si sus miles de empleados y obreros tienen salario digno y seguridad social. Frei dice que hará todo lo que no quiso hacer la Concertación en sus gobiernos, mintiendo claramente.

Pinochet desvió millones de dólares hacia cuentas bancarias en el exterior. Se hablaba de una nueva ética mientras se encarcelaba, torturaba, desaparecía y asesinaba a los opositores. Los sucesivos gobiernos de la Concertación acumulan desvíos de dineros, coimas, corrupción, represión y abusos de todo tipo. La actual presidenta ha desatado la represión más desenfrenada contra los mapuche mientras posa de icono de los derechos humanos.

La conclusión es que la ética es meramente un pretexto valórico para diferenciarse de otros, que oculta desvíos y abusos que no se exhiben al gran público. Las iglesias esconden y tratan de borrar las noticias que aparecen de los desvíos éticos de sus representantes. Los curas que tienen relaciones con mujeres de su feligresía y llegan a tener hijos son expulsados, cuando en realidad es más ético dejarse llevar por el amor y el deseo natural, que dibujar un sistema de doble moral.

No es posible pensar que el fin justifica los medios, ya que se reproducen, justifican y enseñan comportamientos contradictorios con los objetivos planteados. Una ética purista instalada en estructuras sociales verticales y autoritarias de poder necesariamente lleva al fracaso de los objetivos propuestos o debe ser abandonada para subsistir y practicar las reglas del juego establecidas, llegando entonces al establecimiento de la doble moral, una para el discurso y la adhesión, otra para los que tienen la sartén por el mango, aunque aquella sartén sea pequeña, como en las juntas de vecino, donde el maniobreo y la manipulación están a la orden del día. Pero eso no interesa si el partido tal o cual quiere mostrar que dirige dicha institución barrial para ganar adherentes. Ello hace también de la disputa de los cargos sindicales y estudiantiles un coto de caza para instalar micro cuotas de poder, o lleva al partido comunista a vender su alma al diablo de la Concertación con tal de situar algún parlamentario en el legislativo. Ayer la Concertación era el enemigo, hoy Frei es el salvador de la patria para los camaradas. El fin justifica los medios.

Cada partido tiene una estructura de dirección donde se analizan y acuerdan asuntos que no tocan las bases, que sólo se informan posteriormente mediante comunicados o puntos de la tabla, siendo los jefes los encargados de argumentar y convencer a las bases, por más que se hable de centralismo democrático, ya que el jacobinismo de la representación de delegados ha sido concebido justamente para evitar la expresión de soberanía popular transformándola en un mero ejercicio de selección de quienes tomarán las decisiones. De allí que los partidos son instrumentos de acceso y administración de poder. La burocracia dirigente se reparte los espacios de circulación de dinero, influencias y comandos. Y aunque algunos entiendan las dificultades de envolver su propio cuerpo en actos de corrupción, lo permiten en otros con tal de que cacen ratones.

Es muy difícil encontrar ejercicios de autocrítica al respecto y resulta más fácil esconderse a si mismos los modos y efectos de la falta de ética que enfrentarlos, pues se prioriza por la afinidad ideológica y la eficiencia en las acciones encomendadas. Los afines cierran filas y defienden al que aparece como corrupto, pero si tienen diferencias ideológicas lo acusan y persiguen por cualquier motivo, aún tergiversando los hechos o aceptando fórmulas simplistas que esconden las causas de fondo.

Si no hay ética posible en las instituciones, sólo queda el sálvese quien pueda. Ese es justamente el sentimiento que espera instalar el sistema en la población, transformando el espacio de poder como un terreno privilegiado de acceso mediante amistades o compromisos. Igual que dentro de los partidos e iglesias, donde acceden a los puestos superiores los más afines a los que ocupan cargos superiores que aseguran la reproducción y la continuidad de la estructura de que se trate.

Una nueva ética debe forjarse en nuevas prácticas democráticas y comunitarias entre las personas que conviven diariamente, en especial en los barrios y localidades donde se desenvuelve la vida cotidiana. Sin práctica corporal que ejercite y muestre nuevas relaciones humanas, no es posible desarrollar otra ética, ya que quedaría instalada en el aire y sólo podría asumirse mediante un compromiso ideológico, que fue lo que sucedió en la URSS, donde se sabían el manifiesto comunista de memoria y parecía que había cohesión ciudadana, lo que se demostró que no era cierto al derrumbarse y no quedar nada más que los burócratas, ahora como nuevos y flamantes empresarios o mafiosos.

La ética del Che Guevara se asentaba en el concepto que denominó de socialismo cotidiano. Cuántos entienden eso? hablan de la ternura del Che, de su humanismo, de su insistencia de avanzar al comunismo, etc, pero no lo practican.

Profesor J