13-05-2010
¿Son las protestas sociales una amenaza para el Mundial?
Joan Canela i Barrull
El Periodico
Comienzan de manera impredecible, sin que nadie sepa exactamente como, y acaban sin dejar más rastro que los restos de barricadas y, a veces, algún coche quemado. Es por eso que se las llama las “protestas palomita” y de forma periódica afectan los barrios de chabolas en Sudáfrica. Son la forma más común que tienen los “más pobres de entre los pobres” para exigir los servicios más básicos -como la luz eléctrica, el agua corriente o las alcantarillas- o ara protestar por la corrupción y el incumplimiento de promesas por parte de políticos locales. Aunque este tipo de revueltas son tan habituales en el país que han acabado por formar parte de su paisaje, su aumento -tanto en número como en virulencia- empieza a preocupar a los responsables políticos. Y más con el Mundial a la vuelta de la esquina.
2009 batió el record de “protestas palomita” de la joven democracia sudafricana y durante los tres primeros meses de 2010 “ya ha habido más protestas que en cualquier otro periodo desde 1994 -en palabras el viceministro de gobierno cooperativo y asuntos tradicionales, Yunus Carrim- y cada vez se están volviendo más violentas”. De hecho, en enero y febrero los motines fueron tan seguidos en Gauteng -la provincia más poblada e industrial del país, donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria- que el Gobierno empezó a denunciar que una “mano negra” se encontraba tras la coordinación de las manifestaciones.
Esta tesis nunca pudo ser probada, pero a medida que se acerca la fecha de inicio del Mundial una nueva fuente de preocupación recorre los despachos ministeriales. “Si no nos hacen caso llevaremos nuestras propuestas ante los estadios -gritaban ante las cámaras de televisión unos jóvenes airados de Lebohang, un campo de chabolas en la provincia de Mpulanga.- Si quieren un Mundial en paz tendrán que escucharnos”.
Lista de agravios
Aunque la mayoría de expertos dudan de la capacidad real de trasladar estas protestas fuera de sus barrios debido a su bajo nivel organizativo y su carácter eminentemente local, lo cierto es que cada vez son más los colectivos con sus propias listas de agravios que han visto en el Mundial el lugar ideal para hacerse escuchar. Las asociaciones de discapacitados quemaron neumáticos ante la sede de la Federación de Fútbol para protestar por la falta de accesos a los estadios; los supremacistas blancos amenazaron con “irrupciones” tras la muerte de su líder, Eugene Terre’blanche; los taxistas ya han anunciado huelgas para cuando empiece el evento en protesta por los nuevos servicios de autobuses; lo mismo los sindicatos en demanda de incrementos salariales y en contra de las nuevas tarifas eléctricas, y hasta los músicos han anunciado la celebración de un concierto alternativo al organizado por la FIFA, en el que denuncian que hay “pocos artistas sudafricanos”. Cualquiera que tenga una demanda va a aprovechar el momento para presionar a un gobierno muy preocupado por su imagen internacional.
Mundial amenazado?
Danny Jordaan , el director del Comité Organizador del Mundial, no deja de desgañitarse recordando las increíbles medidas de seguridad con las que contará el evento y recuerda que el país ya “hospedó con éxito otras competiciones internacionales como el mundial de Rugby o la Liga india de Críquet”, pero es evidente que hasta el momento no había pasado por la cabeza de los responsables de seguridad la posibilidad que huelgas o manifestaciones interrumpieran el funcionamiento normal del Mundial.
“Será imposible evitar que haya protestas masivas limitándose solo a poner más policía -opina Rachel Elfenbein, una socióloga canadiense que estudia el impacto del Mundial en Sudáfrica- sino que la existencia o no de estas estará relacionada con la creencia de la gente que el Mundial sirve para mejorar o empeorar sus vidas”.
Fuente: http://vacomva.net/index.php?option=com_content&task=view&id=484&Itemid=1