Elecciones legislativas en Bélgica
El independentismo flamenco tiende la mano tras su histórica victoria
El hasta ahora minoritario y joven partido de los independentistas flamencos N-VA se impuso ayer en las elecciones legislativas belgas tras lograr, según datos todavía parciales, más del 29% de los votos en Flandes, donde habita el 60% de los 10,5 millones de habitantes del Estado, lo que le convierte en la formación más votada en todo el territorio. Su líder, Bart de Wever, tendió la mano a los francófonos para afrontar los antes posible la reforma del Estado.
GARA | BRUSELAS
La histórica victoria conseguida en las urnas por el partido nacionalista flamenco N-VA, partidario de la independencia de Flandes, aunque esperada conmocionó a Bélgica, inmersa en plena crisis económica y a dos semanas escasas de asumir la presidencia de turno de la Unión Europea.
En su comparecencia ante seguidores y medios de comunicación, Bart de Wever reclamó que «lo antes posible» se afronten las reformas «necesarias» en el Estado federal, tarea para la que tendió su mano a los francófonos.
«Hay que reformar el Estado y hay que sanear las cuentas públicas, como flamencos éste debe ser nuestro objetivo. Tiendo la mano a los francófonos. Nadie tiene interés en bloquear el país. Hay que poner en marcha una estructura que funcione y que nos permita resolver los problemas y avanzar», declaró.
El nuevo Gobierno de coalición deberá afrontar una profunda reforma del Estado que dé más poderes a las regiones en materia fiscal, empleo y seguridad social, además de compartir la gestión de Bruselas, tal y como reclaman los flamencos pero rechazan los valones por temor a quedar relegados por el norte, más próspero y poblado.
En declaraciones a la cadena belga RTBF tras los primeros datos, el líder de N-VA pidió a las formaciones francófonas que «no tengan miedo» por su victoria. «No estamos en contra de Valonia», aseguró, pero «hay que adaptar las instituciones belgas a la realidad de que hay dos democracias».
Por su parte, el líder del PS, Elio di Rupo, hizo un llamamiento para que sea escuchado el deseo expresado en las urnas por los flamencos. «Una parte importante de los flamencos desea que nuestro país avance. Ese mensaje debe ser escuchado», dijo, y agregó que su partido «siempre ha estado preparado» para negociar una reforma del Estado con «más convergencia económica y social» para las comunidades. Un acuerdo «equilibrado» que «garantice más prosperidad a los bruselenses, flamencos y valones», afirmó».
Aseguró que su partido se comportará «de manera constructiva para estabilizar nuestro país» y pidió a los líderes del resto de formaciones que muestren a Europa la capacidad de Bélgica de hacer frente a las dificultades internas y desempeñar su papel de capital europea.
«Para salir de la crisis y retomar el camino de la prosperidad y el empleo Bélgica necesita un Gobierno federal» insistió Di Rupo, antes de concluir que «ahora corresponde a los elegidos estar a la altura».
Primera fuerza en la Cámara
Las elecciones anticipadas celebradas ayer confirmaron el triunfo en Flandes de los nacionalistas conservadores de N-VA, que, según datos parciales, habría obtenido más del 29% de los votos y 31 de los 150 escaños del Parlamento belga, colocándose como primera fuerza en la Cámara, mientras que en Valonia el Partido Socialista (PS) se alzó con el primer puesto y habría conseguido 24 escaños tras lograr en torno al 30% de los sufragios en su región. Los socialdemócratas flamencos del Sp.A habrían obtenido 14 escaños.
Del lado flamenco perdieron apoyo los democristianos (Cd&V) del aún primer ministro, Yves Leterme, que se habrían quedado con 27 diputados; los liberales (Open VLD) que forzaron la última crisis de Gobierno al abandonar la coalición, y las formaciones independentistas de De Decker, que desaparece de la Cámara, y la ultraderecha de Vlaams Belang.
Los resultados en Valonia muestran también la caída de los liberales del Movimiento Reformista, cuyo líder, el actual ministro de Finanzas, Didier Reynders, advirtió ante sus seguidores de que el auge de N-VA en Flandes «será problemático para el país». Su partido se habría quedado en los 17 escaños, mientras que los liberales flamencos del Open VLD habrían obtenido 12 diputados.
Con los primeros datos escrutados, N-VA se convierte también en la fuerza más votada en todo el territorio belga, por lo que De Wever debería ser el primer candidato al que el rey Alberto II encargue formar Gobierno. Sin embargo, el líder independentista se ha declarado en el pasado dispuesto a apoyar a un dirigente valón para dirigir el futuro Ejecutivo federal, pese a que Bélgica no ha tenido un primer ministro francófono en las tres últimas décadas. Di Rupo es el más señalado por analistas y medios para ocupar ese cargo, según Europa Press.
Ayer, en declaraciones a la televisión francófona RTL-TVi repitió su disposición a ofrecer el puesto de primer ministro a un francófono: «el título de primer ministro no es importante para mí», sostuvo.
Fruto de una evolución
Respecto a su objetivo declarado de lograr la independencia de Flandes, insistió en que eso no va a ocurrir de un día para otro sino «tras una evolución. Si Bélgica desaparece algún día, será tras una evolución. Ahora hace falta construir puentes», dijo.
Muchos políticos identifican el triunfo de N-VA con el hartazgo de la opinión pública flamenca por la falta de avances durante los tres años de Gobierno de Leterme para dar más autonomía a las regiones.
La eterna disputa entre flamencos y valones por los derechos lingüísticos de un distrito electoral de las afueras de Bruselas, Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV), fue el detonante que hizo caer al último Ejecutivo federal.
A partir de hoy se espera que el monarca inicie una ronda de contactos con los líderes de los grupos políticos y designe al encargado de formar Gobierno. Los complicados equilibrios entre las dos comunidades que debe respetar el Ejecutivo federal belga augura largas negociaciones, que podrían prolongarse hasta el otoño, pese a que Bélgica asumirá el 1 de julio la presidencia de turno de la UE.
Tras ganar las elecciones en junio de 2007, Leterme necesitó nueve meses y varios amagos de dimisión para construir una frágil coalición que finalmente cayó hace poco más de un mes.