Jornada internacional de los Pueblos Indígenas (9 de agosto)
La explotación irresponsable de la naturaleza amenaza la supervivencia de los pueblos indígenas del mundo
Bolzano/Bozen, Göttingen, 6 de agosto 2010
Nunca antes la situación de los Pueblos Indígenas del mundo nunca ha sido tan dramático como hoy. Esta es, en pocas palabras, la conclusión de un estudio de la Asociación para los Pueblos Amenazados (APA) realizado en ocasión de la Jornada Internacional de los Pueblos Indígenas de la ONU (9 de agosto). La documentación sobre la situación de los pueblos nativos en África, Asia y América Latina muestra las consecuencias catastróficas de la avidez de oro, cobre, petroleo, gas y uranio, de la tala indiscriminada de bosques y del desvío de ríos debidos a proyectos hidroeléctricos. Las minas en territorio indígena contaminan a las fuentes de agua potable y la continua perdida de territorio deja a las comunidades nativas sin los necesarios recursos para poder seguir viviendo de la caza, la pesca y de agricultura. En general, las comunidades nativas simplemente piden poder seguir viviendo con dignidad y en paz en sus tierras ancestrales según sus milenarias tradiciones.
Las consecuencias del cambio climático son otra causa de la situación cada vez más dramática. Los 32.000 indígenas Kuna de la isla de San Blas a lo largo de las costas de Panamá están evaluando la posibilidad de migrar hacia la tierra firme a causa de la inundaciones que con creciente frecuencia devastan a sus tierras, muchas de las cuales se elevan tan sólo de un metro del nivel del mar. Muy difícil parece también la situación de los 25.000 indígenas de la cuenca del río Xingu en Brasil. La construcción de la presa de Belo Monte en el estado brasileño de Pará cambiará los flujos de agua del río y de esta manera quitará a las comunidades indígenas sus bases existenciales. Por este motivo las comunidades nativas han organizado una protesta en Altamira para el próximo 9 de agosto. En los últimos años ha vuelta a empeorar la situación de los Yanomami en la selva brasileña. Por un lado hay un proyecto de ley del gobierno que quiere facilitar la explotación de los yacimientos de uranio en tierra Yanomami, y por otro lado están volviendo los buscadores de oro ilegales que en los años ‘80 fueron responsables de la contaminación con mercurio de los ríos de la región. Entonces 1.500 personas murieron por los efectos directos de la contaminación.
Misma situación para los pigmeos Baganga del Gabón en África central donde la industria maderera está destruyendo sus bosques y la caza indiscriminada de venado les deja sin comida. El futuro de los Baganga podría parecerse mucho al presente de los penan en la provincia malaya de Sarawak: después de la completa destrucción de sus bosques, el pueblo nómada de los Penan fue obligado a asumir un estilo de vida sedentario y a sufrir un tremendo shock cultural. En la Nueva Guinea el gobierno indonesio quiere realizar nuevas plantaciones de aceite de palma, arroz, maíz, soya y caña de azúcar por lo cual piensa trasladar a la isla a unos 600.000 Indonesios que ocuparían la tierra de los pueblos Papua. Éstos se volverán entonces minoría en su propia tierra.
A pesar de la mejorías legales obtenidas desde el comienzo de la primera Década de los Pueblos Indígenas de la ONU en 1994, en la práctica poco ha cambiado desde entonces. La mayor parte de los estados nacionales no respeta a la legislación internacional y mientras las comunidades nativas no participen verdaderamente en las decisiones que les afectan, su situación será cada vez peor.