Queridos amigos jóvenes y vecinas o vecinos desempleados:
Vosotros sois aquellos que alguna vez trabajaron y ahora están cesantes, o tal vez nunca han trabajado y sólo han vivido vendiendo alguna chuchería en la calle. Sabían o habían escuchado que antes habia trabajo, se acumulaba para la jubilación y habían derechos laborales, pero como hoy no hay nada de eso, es como algo desconocido.
Pues si, antes había trabajo para una parte de la población, mientras otra acumulaba miseria en los barrios. Recordamos que durante el gobierno popular había mucho trabajo, jubilación y demás, sin embargo no es cierto que alcanzaba el trabajo para todos, sino que la mayoría vivía mal, por ejemplo en las callampas de los barrios periféricos de Santiago, donde miles de cesantes se organizaron para tomar terrenos donde instalaron los famosos campamentos de pobladores sin casa. Los que trabajaban ahí eran los menos, muchos se dedicaban al cogoteo, al maestro chasquilla, al trabajo esporádico, empleadas domésticas y muchas a la prostitución, pero el estar juntos y resolver problemas entre todos ayudó a mejorar las condiciones de vida. Se compartía lo poco que había, se hacían espacios comunes, se cocinaba entre varios, habían almacenes populares que se comunicaban directamente con las tomas de tierras campesinas, donde los pobres del campo, los sin tierra, ocupaban también y producían para su familia y para esos almacenes de los campamentos que nutrían a los comedores populares, donde todos eran como una gran familia.
Decenas de campamentos se establecieron en todas las ciudades del país, miles de personas salían de la invisibilidad y comenzaban una nueva vida haciendo comunidades en las tomas, lo que modificó el panorama social y político del país y se llegó a finales de 1970 con otra conciencia política que se expresó en las elecciones. La izquierda del poder poco llegaba a esos lugares, tuvo que ser la autoorganización rebelde la que que propuso formas de vida alternativa.
La izquierda burocrática siempre trabajó hacia el obrero industrializado, el funcionalismo público y hacia los universitarios, ya que su objetivo eran los votos para ocupar puestos institucionales que permitieran dirigir la economía desde el aparato del estado. Los gobiernos de frentes populares de los años 50 y 60 eran alianzas con sectores empresariales y partidos dispuestos a aceptar que el beneficio económico llegara a una capa de clase obrera mientras aumentaba la miseria en las poblaciones. O sea, que los patrones cedieran una parte de la ganancia para retribuir a una pequeña parte de los obreros, la que fue llamada la aristocracia obrera, que recibía buenos salarios, se les construyeron casas y de hecho tenían el modo de vida de la pequeña burguesía o capas medias acomodadas.
O sea, que era falso que había trabajo para todos, son cuentos que nos meten para añorar tiempos pasados o soñar con tiempos mejores, como que esperamos el cielo de los cristianos, que nunca llega sino hasta después de muertos. El hecho cierto es que el gobierno popular ganó debido a los nuevos sectores sociales que surgen a la vida política desde la marginalidad, desde las callampas, tomándose las tierras sin esperar a que lo dijeran los dirigentes sindicales o partidarios de esa izquierda que vive soñando con cargos y que compartía el poder a costa de la ampliación de las capas pobres del país, la misma izquierda burocrática que hoy día negocia con el gobierno de la dictadura civil para ocupar cargos en el parlamento.
Vean si no es aristocrático que los trabajadores del cobre ganen de tres a cinco millones de pesos mensuales, mientras la mayoría de los que “trabajan” en todo el país no reciben ni siquiera de 3 a 5 gambas. Recordamos que hace unos meses atrás el señor Cuevas, de la aristocracia obrera y militante de la izquierda que usa el poder, dirigió una gran huelga para mejorar las condiciones de los subcontratados del cobre en el norte, pero luego se fue de ahí para ser candidato al parlamento en el sur. Vaya, al parecer no consiguió mucha simpatía en la región del norte. Si fue tan buen dirigente y consiguió tan buen resultado, para qué lo retiran de ahí y lo llevan donde solamente lo conocen por los diarios y la TV? Apuesto lo que quieran a que no sale elegido, en cambio sus jefes van a salir uno o dos de ellos. Nadie sabe para quien trabaja.
Bueno, si no hay más trabajo, habrá entonces que esperar que aparezcan más obras de construcción para hacer pololos y ganarse unos pesos miserables, si sabemos que la construcción es la que peor paga y sin seguridad ni beneficio ninguno. Todos ustedes han pasado por alguna obra y saben más de un detalle de como deben hacerse las cosas. Es lastimoso ver afuera en las obras a los trabajadores mayores y lolos dispuestos a obtener una paga miserable con tal de aparecerse con alguna pequeña cosa en casa. Total, simplemente se baja aún más el gasto, pero al menos pasamos otro día, a punta de pan y té, pero pasamos, haciendo equilibrios y malabarismos y se nos ponen los ojos como hipnotizados pensando en repetir ese ingreso de cuatro miserables chauchas que nos permitirán paliar el hambre, y la señora es la que más insiste en que vayamos a doblar el lomo por esos centavos, ya que ella es la que cuida a los frutos de la pasión.
Cada vez hay menos trabajo y es lógico, pues la maquinaria y la tecnología hacen innecesaria la mano de obra, ya que antes una fábrica ocupaba mil personas y hoy día por la computación y la robótica, ocupa 20 o 30. Nada sacamos con presionar a las fábricas. Los patrones se ríen y ya no contratan a nadie, sólo a los computines y expertos en ingeneriería comercial. Por eso ahora todos corren a aprender computación, dos a cinco años estudiando, endeudándose, consiguiendo a duras penas la plata para financiar el título y luego a hacer cola para vendernos por unas chauchas.
Al mismo tiempo, como para revolver la herida con un dedo con ají, nos muestran la propaganda de mil cosas para que consumamos, un celular, un chocolate, un viaje a Tahití, un pantalón Falabella, unas zapatillas marca no sé qué, juegos de los transformers y demás.
Ellos saben que nosotros no podemos comprar, pero también saben que no falta el bendito que hace lo posible para satisfacer a sus hijos que le piden una y mil cosas, para que luego, en la misma pobla, aparecerse con los tenis aquellos reproduciendo cultura consumista. Nos hacen ver que somos nosotros los que estamos mal, que somos nosotros los que hemos fracasado en la vida, que otros han ganado y han sobresalido, y si ellos lo han hecho entonces nosotros también podríamos haber salido del hoyo. A seguir batallando, a seguir la lucha, que como la lotería o los caballos, tal vez la suerte nos acompañe.
Nosotros mismos nos educamos para ser ganadores o perdedores, nos enseñamos los unos a los otros que a veces se gana y otras se pierde. No me digan que muchas veces en el fútbol, vemos un compañero que se destaca, que todos quieren jugar con él, y ya sabemos que va a triunfar en la vida, y los muy pelotudos vamos a practicar una y otra vez, para ver si alguna vez ganamos. Y nos consolamos con la chupa después del partido, mientras el municipio nos pasa camisetas o arregla la cancha como que nos hicieran un gran favor, cuando ellos los burócratas de allá arriba saben que tienen que tenernos detrás de la pelota ganando y perdiendo, compitiendo, desafiando a la suerte, mejores y peores, superiores e inferiores, buenos y malos, ya que así nos convencemos más y más que somos perdedores y admiramos a los triunfadores, al tenista tal o cual, al futbolista o entrenador ese o aquel, mientras las señoras todas lloriquean escuchando al tal del festival de Viña, la ilusión de lo que no se tendrá como el cielo hasta la muerte.
Es hora de dejar de batallar por un puesto de trabajo que sólo será el terreno de disputa con los compañeros que están trabajando, ya que los patrones amenazan con echarlos pues afuera está la eterna fila de los marginados esperando su lugar. Es hora de organizarse en el barrio para desarrollar emprendimientos productivos autogestionarios, huertas comunitarias, comités de Comprando Juntos, en fin, son muchas las posibilidades. Hay un barrio donde un grupo está estudiando la existencia de tierra arcillosa para confeccionar ladrillos, tanto para sus propias viviendas como para vender a bajo costo a quienes se organicen para adquirirlos. En otro estamos haciendo capacitación para preparar subproductos derivados de la elaboración de productos del mar que traemos a bajo costo gracias a la cooperación de pescadores artesanales de Valparaíso, tales como empanadas de jibia, hamburguesas y otros. En otro lugar dos jóvenes instalaron un taller de reparación de bicicletas, en otro se está estudiando como confeccionar dinamos para generación de electricidad desde la energía mecánica.
Hay tantas posibilidades y experiencias que el sistema trata de esconderlos para que la población no los haga suyos. Tienen miedo pánico que se desarrolle otra economía de subsistencia que disminuya la presión sobre los puestos de trabajo, ya que ello permitiría el fortalecimiento de los trabajadores empleados y de sus organizaciones sindicales no burocráticas. Con la puesta en práctica de otra economía no sólo estaremos resolviendo necesidades para contar con algo en casa y articulándonos desde abajo en los barrios desarrollando una potencia que puede tener límites insospechados, sino que estaremos haciendo una alianza estratégica con los trabajadores organizados, quienes podrán desde sus organización autónoma entablar comunicación, intercambio y apoyo hacia las iniciativas barriales que ayuden a descongestionar el mercado laboral institucional. Los mismos trabajadores organizados pueden adquirir nuestros productos. Desde el barrio podemos apoyar sus huelgas y movilizaciones.
Es sólo dar un paso, conversar con uno o dos cesantes de su barrio y entrar en comunicación para que podamos ofrecer capacitación y asistencia gratuita, relatar experiencias de otros lados y traer material de apoyo. Escriba al mail unlibre@gmail.com y podremos encontrarnos.
Atte.
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Universidad Libre
http://www.ulibre.org