Los Guardianes del mar, río y del desierto

23.Sep.10    Análisis y Noticias

Los Guardianes del mar, río y del desierto

Alejandra Valero, Eva Serna y Lucio Díaz

Revista Rebeldía

… Subimos Baja California, y llegamos con el pueblo kumiai. Y vimos que está partido por los gobiernos.
Su tierra la están quitando y están muriendo las familias kumiai. Y pensaba el kumiai que es que
está solo. No está solo, así le dijimos […] Fuimos al pueblo cucapá, que todo lo puede vivir pescando.
Y nos cuenta que cuando va a pescar es delito, lo meten a la cárcel, le quitan su lancha, le quitan su
pesca. El cucapá no puede vivir porque lo meten a la cárcel. Si no puede vivir, y no puede trabajar,
va a morir el cucapá. Pensaba el cucapá que estaba solo. No está solo, le dijimos al pueblo cucapá.
Fuimos a la tierra del pueblo comca’ac, el seri, en la orilla del mar. Mal vive el seri, pobremente…
Quiere el rico su isla, la quiere hacer un hotel. Pensaba el comca’ac que está solo. No está solo, le
dijimos al seri […] Fuimos a la tierra del yaqui. Y el yaqui nos cuenta que su tierra que tenía, la están
cortando y mordiendo los ricos […] Pensaba el yaqui que está solo. No está solo le dijimos.Bajamos
a la tierra del yoreme […] El yoreme nos cuenta que el agua sólo se abre para la tierra del rico. Para
la tierra del pobre, del yoreme, no se abre. Muere su tierra del yoreme, crece y se hace grande la tierra
del rico. Pensaba el yoreme que está solo. No está solo, le dijimos. Estamos nosotros.
(Subcomandante Insurgente Marcos en Sis oguichi, Chihuahua, 2006)
Llegó el momento en que el mensajero, el gran mensajero que nosotros reconocemos, que es el
Congreso Nacional Indígena —que tiene la sangre de todos los pueblos de este país— nos una y nos
ayude a unir otra vez el Río Mayo con el Río Jataté, la ceiba con la Isla del Tiburón del comca’ac,
con la montaña desnuda de árboles, la pura roca del o’odham, con la montaña del pima, con el río
del yaqui. Y podamos juntos levantarnos, voltear el mundo de cabeza y que se caigan de una vez, con
ese movimiento, los que están allá arriba.
(Subcomandante Insurgente Marcos en Cohuirimpo, Sonora, 2006)
Los Guardianes del mar, del río y del desierto
Alejandra Valero, Eva Serna y Lucio Díaz
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Con el trabajo de la Comisión Sexta del EZLN,
en 2006 y 2007, acompañada por el Congreso
Nacional Indígena, en los territorios del noroeste
del país, nos acercamos a la palabra y la experiencia
de lucha de los pueblos kumiai, cucapá, quilihua,
comca’ac, o’odham, pima y de las tribus yaqui y
mayo-yoreme. A través de su palabra, pudimos
conocer los proyectos que los malos gobiernos, las
grandes empresas, los gobiernos extranjeros y los
ricos de este país quieren hacer en sus mares, en
sus tierras.
La defensa de la tierra, del mar, del río, del territorio
que mantienen los guardianes, los pueblos
indios, dibuja varias líneas de tensión al confrontarse
calendarios y geografías. En este texto, a
manera de rompecabezas inconcluso, retomamos
pedazos de historias, palabras, luchas y botones
de muestra que ilustran la guerra de conquista en
esos territorios. Retomamos tres líneas de tensión
que unen a muchos pueblos indios, comunidades
de pescadores y colonias populares, en los mismos
dolores y rebeldías: el turismo depredador, bajo
la coartada del desarrollo; la criminalización del
trabajo, bajo la coartada de la conservación; y el
control del agua, como mecanismo de control del
territorio y de la vida.
Primera parte: calendarios y geografías
del Noroeste
…Vimos que los hermanos de la Baja California
Sur, que son los guaycura, los pericúes y los
cochimís en el paralelo 22, ya no están, ya han
ido desapareciendo como pueblos en ese estado.
Y vimos una leyenda en un centro cultural de
una zona de protección del patrimonio donde
su memoria ya es un adorno turístico. Estos
programas de protección ocultan los verdaderos
intereses de los capitalistas, que supuestamente
van a proteger estas zonas nacionales de reserva, y
sólo son trampas para despojar, para apropiarse de
esas riquezas, acabar con los pueblos para que más
tarde ellos lo vendan o desarrollen la explotación
de esas riquezas naturales, esos intereses son los
que están detrás del exterminio de nuestros pueblos.
(Don Juan Chávez, palabras del CN I en San
José La Zorra, Territorio Kumiai, 2006)
El mar y la vida
Muchos pueblos indios que se ubican a lo largo del
Golfo de California, desde Sinaloa, Sonora, Baja
California Sur, hasta Baja California, están fuertemente
relacionados con el mar: el mar les da de comer,
pero también es su casa, su territorio, aparece
siempre en las historias que cuentan sus antiguos,
es su vida. En el Golfo de California, los guardianes
del mar, del río y del desierto se llamaban tipais,
paipáis, pericúes, didius, monguis, guaycuras,
aripés, huichitíes y callejués; se llaman o’odham,
kumiai, mayo-yoreme, yaquis, comca’ac, quilihuas
y cucapás. Algunos, desde tiempos muy antiguos,
cerca de nueve mil años, se dedican a pescar, también
al aprovechamiento diverso del desierto. Para
los pueblos del mar y del desierto, y para la gente
del río, la pesca es parte de su vida.
El mar del Golfo de California ofrece el cincuenta
por ciento de la pesca nacional. Y no sólo eso, sus
humedales, manglares y sus formaciones costeras son
refugio de muchas especies de aves, mamíferos marinos,
peces e invertebrados. Algunos hábitats acuáticos
del Golfo son particularmente importantes, pues albergan
a los organismos juveniles tanto de peces como de
invertebrados. Sin éstos, muchas especies no podrían
sobrevivir. Los indígenas del Golfo lo saben y por eso
lo cuidan. Pero los poderosos, desde los conquistadores
españoles hasta los malos gobiernos “modernos”,
siempre han visto en territorio noroeste una mina para
saquearla a costa de sus pueblos originarios. Las historias
de los pueblos indios del noroeste son historias de
despojo, explotación y desprecio, de guerras de exterminio,
pero, sobre todo, de rebeldía y de defensa del
mar y del territorio.
Crónicas de una guerra de conquista
Los españoles que llegaron al Golfo convirtieron a
las “tribus no civilizadas” al cristianismo, para tener
fuerza de trabajo comprometida con la corona española
y así extraer las riquezas naturales. También
transformaron sus modos de vida por imposición,
forzándolos a ser sedentarios cuando, por miles de
años, su cultura había sido el nomadismo. Los misioneros
ambicionaban desde establecer pesquerías de
perlas hasta implementar extracción minera.
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Sin embargo, en el año de 1734, los pericúes,
habitantes de la punta más sureña de Baja California
Sur, organizaron una rebelión contra la Minera del
Real de Santa Ana, un evento trágico en el cual
murieron más indígenas que españoles. En 1840,
los cucapás se rebelaron contra los misioneros.
También existen documentos que relatan la rebelión
indígena de los quilihuas contra el poder español.
De 1910 a 1911, los paipáis, tipais y quilihuas
combatieron en la Guerra de Revolución al lado de
los floresmagonistas.
El yaqui también recuerda su historia de rebeldía:
“473 años han transcurrido desde que llega
el primer español a nuestras tierras. En 1617, llega
una nueva etapa: los jesuitas llegan a nuestros
pueblos a evangelizar. Pero los yaquis nunca fueron
conquistados espiritualmente, mucho menos
a través de las armas. El proceso histórico de la
tribu ha sido de sublevaciones armadas en contra
del gobierno, registradas en la historia de aquél
entonces como de las rebeliones más grandes en el
occidente de nuestro país.
“Con todos los gobiernos, de la Colonia a la
Independencia, el trato fue igual. Pero llega la etapa
más sangrienta y más violenta: la etapa del porfiriato.
El porfiriato se propuso exterminar totalmente
a los pueblos yaquis. Nosotros somos producto
de esa generación que nacieron en las haciendas
henequeneras en Yucatán, de miles de yaquis que
vinieron nuevamente en busca de su tierra. A pesar
de las políticas de exterminio, no acabaron con
nosotros. En 1934-1940 la tribu yaqui lucha y rescata
una parte de su territorio ancestral.
“Ahora, lo que vemos en el futuro es que los
gobiernos, el mercado, la globalización, nos van
envolviendo a todos, y eso va a ser la pérdida total si
no nos fajamos los pantalones […] Hoy, el gobierno
sigue cabalgando en un carruaje donde las cuatro
ruedas son el desprecio, el saqueo, la represión para los
luchadores sociales y la explotación. Hoy, se siguen
usando esas vías para la dominación, y aún existe ese
estado de guerra, aunque sea de más baja intensidad.”
(Autoridad tradicional yaqui, Vicam, Sonora, 2006)
También la nación comca’ac, que sigue defendiendo
la Isla Tiburón, cuenta una larga historia de
resistencia frente a la guerra de exterminio. Cuenta
cómo la Isla Tiburón le salvó la vida a su pueblo,
porque con el decreto de exterminio ellos se refugiaron
en la isla hasta que se retiró la tropa. Y, cada
tanto, han tenido que sobrevivir peleando porque los
han querido aniquilar con armas, y esa es la importancia
que tiene la Isla Tiburón: ha sido como su escudo,
su corazón, dicen ellos.
Allí donde los indígenas del noroeste han visto
vida, trabajo, historia, cultura, los
malos gobiernos y los dueños del dinero
sólo ven riquezas. Bajo el mandato
de Lázaro Cárdenas, comenzaron los
proyectos que, en 1952, terminarían
por consolidar el despojo del agua del
Río Yaqui, con la construcción de la
presa Álvaro Obregón. Esta obra de
privatización del agua significó que una
parte integral de la identidad yaqui se
convirtiera en una mercancía que ellos
mismos estaban obligados a consumir.
Ya para el sexenio de José López
Portillo se vislumbraron grandes planes
para el Golfo de California. Se ideó
uno de los proyectos turísticos más
ambiciosos de la historia del país: un
conjunto de puertos o escalas náuticas
acompañados de zonas hoteleras, centros
comerciales y locales de servicios
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básicos, distribuidos a lo largo del Golfo
para el turismo náutico norteamericano.
Aunque López Portillo no pudo
concretar el plan, Ernesto Zedillo lo
retomó, y, ya para el sexenio de Vicente
Fox, se estaban terminando de construir
doce escalas náuticas. El proyecto,
denominado “Escalera Náutica” y renombrado
como “Mar de Cortés”, fue
promocionado como “una oportunidad
de desarrollo para la población y para
conservar el ecosistema de la región”.
Al proyecto Mar de Cortés le
siguió, en 2004, un decreto de
Ordenamiento Ecológico del Territorio
(OET), auspiciado por los gobiernos
de Nayarit, Sinaloa, Sonora y las dos
Baja Californias, por los empresarios
pesqueros y otros acuacultores, por la industria
turística y por algunos científicos. Claro, también
hubo que simular la participación de los pueblos de
esos territorios en el diseño de las nuevas políticas
de conservación y aprovechamiento para la región.
El OET supuestamente es una herramienta legal que
impulsa el reconocimiento local de las características
de los recursos y, por lo tanto, permitiría a sus
participantes equilibrar los objetivos económicos,
sociales y ambientales.
Es importante señalar que la oficialización (le decimos
aquí “oficialización”, porque los pueblos han
realizado reconocimientos de los recursos de su territorio,
generando prácticas y sistemas normativos para
garantizar los equilibrios desde tiempos ancestrales)
del OET nació en el sexenio de Luis Echeverría, pero
tuvo un resurgimiento importante en el sexenio de
Carlos Salinas de Gortari, con la reforma a la Ley General
de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente
(LGEEPA, 1992). De hecho, el sexenio salinista es
reconocido, entre otras cosas, por el lugar que la política
ambiental —en este caso la estrategia oficialista
para justificar el despojo— alcanzó dentro del Plan
Nacional de Desarrollo. Con estas iniciativas políticolegales
en el terreno de lo ambiental, Salinas gestó otra
de las aristas de la tendencia de destrucción-despoblamiento
/ reconstrucción-reordenamiento que los compañeros
zapatistas han señalado como parte esencial
del embate del neoliberalismo contra la humanidad.
Uno de los supuestos objetivos del OET es lograr
la coexistencia armónica entre el desarrollo
económico y la protección de la naturaleza, pues
no es posible hacer negocios si los ecosistemas se
han extenuado. El OET es, en pocas palabras, un
intento por consensar la repartición del territorio
entre los sectores turístico, pesquero (incluyendo
la pesca industrial, pero también la de menor escala
o ribereña) y conservacionista. En la realidad,
el OET de 2004 ha dejado como consecuencia una
larga lista de conflictos sin resolver entre estos
sectores y también ha puesto en marcha la destrucción
de grandes pedazos de áreas naturales en pos
del desarrollo económico.
Antes del OET de 2004, pero también a raíz de
éste, se han impulsado de manera radical decenas
de decretos de Áreas Naturales Protegidas (ANP)
en la región del Golfo, que han tenido efectos
adversos para la gente de abajo, puesto que éstas
son trazadas sin respetar a las comunidades
indígenas y pescadoras que realizan actividades de
subsistencia en ellas, o asociadas a ellas, además
de imponer medidas de protección ambiental
que son completamente ajenas al cuidado que
los pueblos hacen de por sí de sus territorios. Se
trata de millones de hectáreas del Noroeste que
han transformado radicalmente el control de esos
territorios y que, junto con corredores de áreas
naturales privadas, buscan ser administradas por
ONG’s vinculadas a firmas capitalistas.
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Han sido los pueblos indios del noroeste, así como
ejidos y comunidades de pescadores, quienes han
revelado con claridad el verdadero panorama que se
muestra detrás de proyectos como la Escalera Náutica
o el Ordenamiento Ecológico. A saber: destrucción
de la naturaleza bajo el yugo de proyectos de
infraestructura, turismo y minería, persecución a los
indígenas por sus formas tradicionales de aprovechar
su territorio, afectación a los recursos pesqueros y a los
mantos acuíferos por su sobreexplotación comercial.
Han sido los pueblos quienes han descubierto,
en el impulso a la industria turística y ecoturística,
que las mentiras de los malos gobiernos escondían
beneficios para una minoría de empresarios a costa de
la miseria de muchos que han sobrevivido en el Golfo
de California desde hace miles de años. Quienes
llamaron la atención sobre el conservacionismo
biológico como coartada que el capital usa para
apropiarse del territorio y para perseguirlos. Quienes
defienden su derecho a aprovechar y cuidar los
recursos naturales de manera armónica y quienes
han identificado en las áreas naturales protegidas un
pretexto para excluirlos de su propio territorio.
Segunda parte: líneas de tensión y
perlas de la guerra de conquista
Ellos dicen: vamos a matarlos para
apoderarnos de sus tierras, hay que
exterminarlos para construir hoteles y
carreteras en su territorio, porque ellos no
aprovechan sus tierras para el desarrollo de
este país. Ustedes se preguntarán por qué somos
tan poquitos, porque el gobierno mexicano casi
nos llevó al exterminio. Creo que muchos de
ustedes no saben, en la Isla Tiburón, decía un
historiador, que llevaban ametralladoras alemanas
para matarnos, eran 2 mil americanos y 3 mil
mexicanos con el plan de repartir las tierras de
la tribu comca’ac. Pero, como siempre, nosotros
tenemos la sangre derramada en estas tierras, por
eso es que todavía estamos vivos, estamos aquí y
tenemos nuestros cantos, nuestra lengua y el color
de nuestra piel, y tenemos todavía estos
tres colores que ustedes están viendo.
(Testimonio comca’ac, abril de 2007,
Punta Chueca, Sonora)
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1. Turismo depredador bajo la
coartada del desarrollo
El ordenamiento del territorio mantiene en su seno
la añeja contradicción entre desarrollo económico
y conservación biológica, que ignora el capitalismo
verde, tratando de ocultar que lo único que
en realidad importa es la valorización del capital.
Ante la búsqueda de los dueños del dinero por
abrir nuevos mercados y nichos de explotación, las
zonas “intocables”, donde los recursos naturales
estaban bien conservados, se han convertido en espacios
creados a modo por los grandes consorcios.
En éstos, los hoteles son cinco estrellas, los puertos
elitistas para que norteamericanos descansen,
buceen, convivan con especies marinas en peligro
de extinción, tengan gasolineras para sus yates, se
bañen en las costas de playas privadas, practiquen
golf, encuentren spa y paisajes mientras practican
deporte náutico y aventurero.
El plan de ordenamiento ecológico es, a fin de
cuentas, una estrategia económica que oculta la
complicidad de la clase política con la depredación
de esa región, la malversación de fondos públicos
y la corrupción que acompaña a las cuatro ruedas
del capitalismo. Los proyectos turísticos del Mar
de Cortés son un botón de muestra de lo que la
clase política junto con los dueños del capital pretenden
implementar, desde arriba y sin mirar a los
pueblos que abajo viven y resisten.
La escalera náutica:
turismo de clase (política)
La Escalera Náutica, de acuerdo con sus documentos
básicos, es el “megaproyecto turístico del siglo
XXI”. Durante su puesta en marcha, el 21 de febrero
de 2001, en la Paz, Baja California Sur, fue
anunciada como un programa “crucial y estratégico
para el desarrollo del país”. Recibió el apoyo
de gobiernos de los distintos partidos políticos: del
federal panista encabezado por Vicente Fox; del
perredista de Baja California Sur, cuyo titular era
el ex presidente del Partido de la Revolución Democrática,
Leonel Cota Montaño; y de los priístas
de Sonora y Sinaloa, entre los que se encontraban
Armando López y Juan S. Millán.
Originalmente, el proyecto consistía en la instalación
de “escalas náuticas” en la costa del Océano
Pacífico, de Baja California a Sinaloa (el estado de
Nayarit se incorporó después). Ha sido ampliamente
cuestionado por biólogos, ecólogos y geólogos por
considerar que los estudios oficiales de impacto ambiental
son fraudulentos y sólo buscan justificar el
desarrollo de centros turísticos, a pesar de que dañan
de manera irreversible los ecosistemas que se asientan
en la región. La Escalera Náutica se compone de
tres programas fundamentales:
1. Las Regiones Turísticas Integrales. Se trataría
de tres regiones turísticas establecidas en 23 áreas
naturales protegidas: una en el Alto Golfo de California;
otra que comprende la zona del Vizcaíno-
Loreto-Barranca del Cobre; y la última que integra
a Los Cabos-Mazatlán-Vallarta. Estas zonas estarían
unidas a través de 14 rutas turísticas integradas por
30 circuitos distribuidos en Baja California, Baja California
Sur, Sonora, Sinaloa y Nayarit.
2. Las llamadas Escalas Náuticas, creadas para
atender los requerimientos del turismo náutico, desarrollar
la infraestructura para prestar servicios de
navegación “segura” de embarcaciones de tránsito, y
que conformarían las puertas de entrada a las regiones
turísticas integrales. Según el proyecto del Mar
de Cortés, las escalas náuticas serían siete en Baja
California, nueve en Baja California Sur, cuatro en
Sonora, tres en Sinaloa y cuatro en Nayarit.
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3. El Programa de Mejoramiento
Integral de las Localidades
de Costa, que no es más
que el reordenamiento y puesta
en valor de los poblados a través
de “un modelo urbano sostenible”.
Dentro de este programa
se contempla la “adquisición y
urbanización de reservas territoriales,
el desarrollo urbano turístico
integral, el reacomodo de
las zonas rurales seleccionadas
para las escaleras náuticas y el
mejoramiento de la imagen de
estas zonas”.
En general, el ahora llamado
“Proyecto Mar de Cortés” está
pensado para el “alto turismo” de
Estados Unidos, principalmente
de California, Arizona, Nuevo México y Colorado,
que realizaría travesías en yates por la costa del
Pacífico mexicano. En cada una de las escalas se
ofrecerían los servicios de atraque, rampa de botado,
descarga de sentinas, suministro de combustible,
agua potable, televisión por cable, bar, sanitarios,
regaderas, refacciones y reparación de yates. Además,
se anuncia la construcción de hoteles, campos
de golf, restaurantes, tiendas departamentales y
diversos aeropuertos. El gobierno federal, por medio
de Fonatur, creó un fideicomiso que administra
la empresa de desarrollo náutico Singlar SA de
CV, encargada de la venta de las escalas náuticas
a un grupo selecto de empresarios nacionales e
internacionales, entre los que destacan Carlos Slim,
José Luis Azcúnaga, Roberto Aboumrad Ayub y
Francisco Coppel.
El proyecto gubernamental se va estableciendo
en una región que ocupa el cuarto lugar mundial
en riqueza biológica: ahí se reproducen la ballena
gris, el tiburón ballena y la vaquita marina. Fonatur
prometió que, para la etapa 2001-2006, se crearía
la infraestructura básica para desplegar la actividad
náutica e impulsar la inversión privada y, en 2015,
comenzaría la estabilización del proyecto. Para esta
fecha, ya estarían concretados un puente terrestre
para el traslado de embarcaciones del Pacífico al
Mar de Cortés; cuatro rutas de internación para embarcaciones
remolcables; una red de aeropuertos y
aeródromos de apoyo, y un sistema para la distribución
y venta de combustible.
Los efectos directos de este tipo de desarrollo
turístico son derrames y otras alteraciones a esteros
y bahías por la construcción de marinas, hoteles
y desarrollo urbano, que dañan la productividad
pesquera, así como la riqueza marina y paisajística,
además de la sobreexplotación de las escasas
fuentes de agua dulce.
En Baja California Sur, por ejemplo, los centros
y paradas náuticas se están construyendo dentro de
cuatro áreas naturales protegidas de la región, que
de por sí ya presentan muchos problemas relacionados
con su manejo: la Reserva de la Biósfera El
Vizcaíno, el Área Natural Protegida Valle de los Sirios,
el Parque Nacional Bahía de Loreto y el Parque
Nacional Cabo Pulmo.
El pasado 25 de junio de 2010, la Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)
autorizó la construcción de tres complejos turísticos
en Baja California Sur y Sinaloa con un total de 76
mil cuartos (el triple de los que existen en Cancún).
El permiso va en detrimento de arrecifes y manglares
con alta importancia ambiental, ecosistemas que
son cunas de vida marina y protegen las costas contra
huracanes. Se trata de permitir, pues, verdaderos ecocidios
de graves consecuencias.
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Bajo la misma lógica, el Centro Integralmente
Planeado Escuinapa es uno de los proyectos más
ambiciosos del actual gobierno. Ubicado al sur
de Sinaloa, dentro de Marismas Nacionales, su
construcción está diseñada alrededor de una de las
zonas de humedales prioritarios para la conservación
a nivel internacional; lo que ocasionará un severo
desgaste ecológico a la región y un alto impacto a la
actividad pesquera en el noroeste del país. El proyecto
considera una capacidad de 44 mil 200 cuartos, cuatro
campos de golf, una marina de 400 embarcaciones,
un malecón marítimo, paseo de los lagos interiores,
ramblas comerciales y de entretenimiento, y servicios.
A eso se suma que frente a La Paz, Baja California
Sur, los humedales ubicados en el Mogote y que protegían
la bahía han sido afectados por la edificación de
un complejo turístico de 2 mil cuartos y 2 mil condominios.
Algo similar sucede a un lado del Parque Nacional
del arrecife Cabo Pulmo, donde con el proyecto Cabo
Cortés están en construcción 30 mil cuartos y un campo
de golf que ponen en riesgo el ecosistema. Este ecosistema
cuenta con un valor especial para la preservación
de la diversidad genética y ecológica de la región, es reconocida
como zona de jaguar, cuenta con alrededor del
10 por ciento del total de manglares de México y más
de 90 especies de fauna, de las cuales 73 se encuentran
amenazadas o en peligro de extinción, y es el hábitat
de una población de 20 mil aves acuáticas y refugio invernal
para más de cien mil aves acuáticas migratorias.
El proyecto de ampliación del puerto de Manzanillo
ya ha destruido manglares de manera directa
e irreversible. De acuerdo con el último censo, en
Colima, actualmente hay 3 mil 74 hectáreas de manglar.
Sin embargo, cada año se pierde al menos el
2 por ciento. Hoy más que nunca se deben conservar
los manglares, ya que éstos mitigan los efectos
provocados por la crisis ambiental y climática, cuya
adaptación y mitigación es tan cacareada por los malos
gobiernos y aparece, siempre y cuando se puedan
sacar cuentas alegres, en la agenda de empresas, gobiernos,
fundaciones, ONG’s y organizaciones que
gestionan programas gubernamentales.
El proyecto del Mar de Cortés se ha ido estableciendo
sin tomar en cuenta, no sólo la biodiversidad
que se asienta en las zonas contempladas, sino
también a los pobladores, los guardianes de los
recursos naturales, los pueblos indígenas, quienes
han sabido conservar y establecer un verdadero
equilibrio entre la sobrevivencia de la población
y de los ricos recursos naturales que se establecen
a lo largo del Golfo. En ese sentido, la implementación
total del proyecto aún está en el aire, no
sólo por los niveles de corrupción y malversación
de fondos que han beneficiado a unas cuantas familias
ligadas a la clase política, sino, sobre todo,
porque hay que tomar en cuenta la organización y
resistencia de los pueblos indios que, durante la
segunda etapa del trabajo de la Comisión Sexta en
La Otra Campaña, pusieron en el plan nacional de
lucha su determinación de defender el mar y el territorio
que les pertenece como pueblos indios y
que pertenece a los mexicanos.
Dos mafias ligadas al despojo del Golfo,
dos botones de muestra
Además de ser dueña de unas 800 hectáreas en los
municipios de La Paz y Los Cabos, la familia Cota
Montaño ha despojado a sus legítimos dueños de sus
tierras, como lo hizo Narciso Agúndez Montaño en
el ejido La Purísima. Más recientemente, Alejandro
Cota Montaño ha propiciado invasiones de tierras
en Los Cabos. Además, son propietarios de las empresas
Transportes Águila, Suburcabos, Baja Pack,
y socios en Aerocalafia y Baja Ferries, a través de
diferentes prestanombres.
Mediante redes de corrupción integradas por
empresarios que pagaron grandes sumas de dinero
a los regidores del ayuntamiento de Los Cabos, por
aprobar de manera rápida y expedita y sin mayor
averiguación desarrollos turísticos y habitacionales,
se autorizó la construcción del desarrollo turístico
denominado “Paraíso del Mar”, en El Mogote,
una península de 500 hectáreas frente a La Paz,
vendida a fin de cuentas por el entonces gobernador
Leonel Cota Montaño al empresario Luis Cano
Hernández. El fallo de la licitación a favor de la
empresa de esta mafia sudcaliforniana provocó el
disgusto de otros desarrolladores canadienses, a
quienes se compensó con lo que se conoce como
“Desarrollo Loreto Bay”, donde está en proceso
la construcción de un complejo residencial que ya
deforestó los manglares correspondientes a la zona
Loreto-Nopoló.
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En estos dos despojos y ecocidios también
participaron Alberto Cárdenas Jiménez y José Luis
Luege Tamargo (secretarios de Medio Ambiente
en el sexenio de Fox), siendo ratificados por
Rafael Elvira Quezada actual secretario de Medio
Ambiente. En ningún momento hubo un estudio
serio del impacto ambiental que “Paraíso del Mar”
tendría en toda la Bahía de La Paz. Con este tipo de
operaciones, la clase política y grupos empresariales
mexicanos y extranjeros pretenden, de manera
sigilosa, convertir una de las dos penínsulas de este
país que es México, la de Baja California, en un
enorme centro comercial e inmobiliario dedicado a
fraccionar la geografía peninsular para vender todo
lo existente, incluso lo que la Constitución prohíbe.
Son muchas las luchas que se han levantado contra
el ordenamiento capitalista del turismo en los ejidos
y colonias sudcalifornianas, como la de los ejidatarios
de El Centenario, de los colonos de La Paz
o de los ejidatarios de El Vizcaino, que nos enseñan
que el responsable no es sólo la empresa salinera en
El Vizcaino, ni los que compraron a Cota Montaño
para apropiarse de El Mogote y de El Centenario,
sino todo un sistema, cuyo motor es la obtención de
ganancias y que todo lo convierte en mercancía.
Otro botón de muestra es un personaje formado
a la sombra del ex presidente Carlos Salinas de Gortari,
quien en 1991 lo nombró asesor en las negociaciones
para la firma del Tratado de Libre Comercio
en materia agropecuaria, Eduardo “Tours”, que llegó
a la gubernatura de Sonora, en 2003, para afianzar el
poder económico familiar y desde ahí administrar su
feudo. Desde el poder estatal, el gobernador y su familia
amasaron una fortuna incalculable. Dueña de casi
medio estado, la familia Bours no cesa de comprar
e invertir en proyectos multimillonarios. Son dueños
de empresas como Bachoco, Tepeyac, Ocean Garden,
Larvas Génesis y Alma, e invierten en hoteles lujosos,
sistemas de transporte, minas y grandes extensiones
de tierra con sofisticados sistemas de riego para sus
cultivos de cártamo, trigo y mandarina, además de desarrollar
megaproyectos de acuacultura.
Sólo en Puerto Peñasco, al amparo del poder, los
Bours han invertido cerca de 3 mil millones de dólares
en la adquisición de tierras y la construcción
de grandes firmas hoteleras. Muy cerca del Golfo de
California, en lo que se conoce como playa San José,
Francisco Javier Bours adquirió mil hectáreas, donde
se construye, con maquinaria del gobierno del estado,
el más ambicioso proyecto de acuacultura para la
cría de camarón. El producto ya fue colocado en el
mercado gracias a una negociación operada a través
del Banco Nacional de Comercio Exterior, en la cual
los Bours compraron la comercializadora Ocean Garden.
Creada por cooperativistas pesqueros, Ocean
Garden cayó primero en quiebra y durante varios
años estuvo en manos de Nacional Financiera que la
vendió en poco más de 70 millones de pesos. Ahora,
la empresa está convertida en una de las más importantes
exportadoras de mariscos de todo el mundo.
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Además de dominar el mercado del marisco,
la familia Bours controla también, por medio de
la empresa Tepeyac, que opera Ricardo Bours,
un amplio sector del mercado de los fertilizantes
y ha penetrado en varios estados del país, como
Veracruz y Tabasco, mediante la compra de
otras empresas líderes en la distribución de
agroquímicos como Fypa SA de CV y NPK
Agroindustrial SA de CV. Finalmente, mediante
sus vínculos con el secretario de Comunicaciones
y Transportes, Luis Téllez, los Bours obtuvieron
la concesión para operar la aerolínea Alma, cuyos
aviones vuelan por todo el país y se aprestan a
abrir rutas internacionales.
Los grandes planes turísticos, productivos y de
“conservación” requieren el control de las costas,
de las playas, de las islas, de la zona marítima, de
los desiertos y de los ríos, de las mejores tierras de
cultivo y de los distritos de riego. Por ejemplo, los
compañeros comca’ac platican cómo el entonces
gobernador Bours se paseaba en helicóptero por
encima de la Isla Tiburón, mientras amenazaba
de forma directa o a través de sus enviados con
expropiarla. También las comunidades mayoyoreme
y la tribu yaqui están siendo amenazadas
con ser despojadas de sus tierras. En el territorio
de la tribu yaqui conocimos del proyecto que
pretenden llevar adelante para construir una
carretera que lleve directo a las Guásimas, y que
permita tener acceso a la zona costera, a toda la
zona de playa, que corresponde, por decreto, a la
tribu yaqui. Con los pueblos mayo-yoreme, están
haciendo lo mismo, tanto en la parte de Sinaloa
como en Sonora: están acabando con la actividad
pesquera de ambos pueblos.
Los pueblos mayo-yoreme y yaqui están rodeados
de agroindustriales que acaparan las mejores
tierras, los insumos y los subsidios, y controlan la
producción por medio de la renta masiva de tierras
y de la agricultura por contrato, pero, sobre todo,
por medio del control del agua, de los distritos de
riego. Los neohacendados de Sonora, encabezados
por la familia Bours, saben desde hace varias décadas
que quien controla el agua controla el territorio,
la producción y el mercado. La larga lucha
de la tribu yaqui por el agua de su río es otra asignatura
pendiente en la historia de este país.
2. Criminalización del trabajo bajo la
coartada de la conservación
Vamos a proteger nuestro territorio porque vienen
nuevos métodos científicos […] están metiendo
investigación, y de estos estudios sacan información
y llegan métodos nuevos que están pisoteando
nuestro derecho […] porque en la Isla Tiburón
nosotros hemos vivido cientos de años, desde
nuestros antepasados, y ahora por esta región hay
un método que se llama ordenamiento ecológico,
que dice que nosotros, que aquí vivimos, ya no
podemos pescar y aprovechar como hacíamos
antes, para que el gobierno nada más lo maneje.
Nosotros no podemos estar de acuerdo con eso
de Áreas Naturales Protegidas, va a estar difícil
que compaginemos con esos programas del
ordenamiento que quieren para todas las islas
del Golfo de California, lo que queremos es que
nosotros lo vamos a manejar como sabemos
y como es el respeto de este lugar sagrado. Si el
gobierno no deja eso siempre vamos a
estar en conflicto con ellos, el gobierno
tiene que reconocer que nosotros somos los
dueños y que manejemos como lo sabemos.
(Testimonio comca’ac frente a
la Isla Tiburón, 2006)
A partir de la década de los noventa, se puede
apreciar un auge “conservacionista” en el Golfo,
que tiene como propósito arrebatar el control del
territorio a los guardianes del mar, reordenándolo y
reorganizándolo para servir a los fines del sistema
capitalista. “La protección al ambiente” funciona
como coartada para criminalizar únicamente el
trabajo indígena (la pesca industrial está exenta),
pero tal protección se relaja mágicamente si está de
por medio la construcción de obras de infraestructura
que promuevan la obtención de ganancias. Así,
por ejemplo, mientras el desierto de Sonora se
llena de áreas naturales protegidas, ese mismo
desierto es contaminado con basureros tóxicos en
territorio o’odham. La lucha de los ejidatarios de
Guerrero Negro contra la explotación minera de
transnacionales como Mitsubishi, que despoja y
destruye y que viola el plan de manejo de la Reserva
de la Biósfera el Vizcaino, muestra esta doble cara.
68
En 1993, incumpliendo el convenio 169 de la OIT,
que prohíbe decretar como reserva de la biósfera a un
territorio indígena sin la aceptación de sus habitantes,
Carlos Salinas de Gortari, firmó el decreto de la Reserva
de la Biósfera del Alto Golfo y Delta del Río
Colorado sin el consentimiento de los cucapás, y con
eso abrió la puerta para que se les prohibiera pescar
—es decir, realizar su principal actividad ancestral—
en grandes áreas de la reserva. Con el Ordenamiento
Ecológico de 2004 se continuó el esquema de hacer
intocables las regiones decretadas como áreas naturales
protegidas. Finalmente, habiendo cumplido con
el encargo de organismos internacionales como el
Convenio para la Diversidad Biológica —que entre
sus objetivos incluye realizar el ordenamiento de los
territorios ricos en biodiversidad para, supuestamente,
hacer posible el contradictorio sueño de impulsar el
desarrollo capitalista simultáneamente con la protección
del ambiente—, en junio de 2005, la UNESCO
declaró que las 244 islas, islotes y áreas naturales protegidas
del Golfo de California son Patrimonio de la
Humanidad, mientras la guerra de exterminio contra
los pueblos indios del noroeste busca perpetuarse.
El conservacionismo neoliberal mexicano
Bajo la coartada de la conservación biológica, se han
impuesto áreas naturales protegidas sobre territorios
indígenas. Es el caso de Isla Tiburón, en territorio
comca’ac, en Sonora, y el de la Reserva de la Biósfera
Alto Golfo y Delta del Río Colorado, que abarca
parte del territorio cucapá, en Baja California. Los
decretos de protección automáticamente imponen
formas de conservación desde arriba y casi nunca
concuerdan con las formas tradicionales de protección
del ambiente. En algunos casos, también excluyen
a los habitantes de las actividades de “aprovechamiento
sustentable”. Es por eso que en la Reserva
de la Biósfera del Alto Golfo, los compañeros cucapás
han sido constantemente perseguidos por pescar.
A la par de esta supuesta tendencia a la protección
ambiental, el poder muestra una cara de destrucción
a conveniencia. Por ejemplo, los ya casi incontables
proyectos turísticos que se realizan en toda la región
del Golfo destruyen los manglares o las formaciones
costeras, y la infraestructura turística y las vías de comunicación
que la acompañan (carreteras, supervías,
aeropuertos) contribuyen a incrementar la salinización
de los mantos acuíferos subterráneos debido a la
sobreexplotación de agua, que, de por sí, ya es escasa
en esta zona desértica.
Todas estas actividades van “amparadas”, primero
que nada, por la corrupción presente en las esferas de los
poderes locales: los gobiernos estatales y municipales
son los primeros en cobijar a las empresas que llevan
a cabo la destrucción ambiental. Por ejemplo, a la
Asociación Mexicana de Desarrolladores Turísticos,
de Ernesto Coppel Kelly. Pero, por otro lado, las
dependencias federales que supuestamente deberían
estar encargadas de implementar la protección del
ambiente también solapan la destrucción ambiental:
es la Semarnat la encargada de aprobar los estudios
de impacto ambiental que acompañan a cualquier
proyecto de construcción en áreas vulnerables. En el
Golfo de California, la empresa Acuacorp de Hidalgo
SA de CV, por ejemplo, realiza manifestaciones de
impacto ambiental que son avaladas fácilmente por
Semarnat, incluso cuando están mal hechas o contienen
imprecisiones. El director general de la empresa
Acuacorp anteriormente fue director de impacto y
riesgo ambiental de Semarnat, lo cual explica porqué
las manifestaciones de impacto ambiental se han
convertido en un mero trámite burocrático que ha
perdido significado.
En cuanto a la pesca, el poder muestra una doble
cara al establecer decretos de veda a la pesca de
algunas especies que están en peligro de extinción
o que deberían ser protegidas con el fin de que sus
poblaciones se recuperen de la sobreexplotación. Se
trata de criminalizar el trabajo indígena y artesanal
mientras se cubre la verdadera depredación. Sirva de
ejemplo este breve recuento de agresiones recientes
al pueblo cucapá y quilihua:
1. Durante los trabajos de la Comisión Sexta del
EZLN, en 2006, los compañeros cucapá y quilihua
denunciaron el acoso y persecución de que han sido
objeto desde que existe el decreto de reserva de la
biósfera. Relataron las amenazas que han caído sobre
ellos, así como el hostigamiento de parte de los poderes
estatal y federal, que llegó al extremo de que el
vientre de una mujer embarazada fuese encañonado
para la revisión de su panga tras la pesca tradicional.
2. El 19 de mayo de 2008, una operación militar en
los poblados de El Mayor y el Indiviso, municipio de
69
Mexicali, decomisó ocho toneladas de curvina golfina
a los compañeros de la Cooperativa Pueblo Indígena
Cucapá. El operativo estuvo a cargo de miembros de la
Secretaría de Marina, del Ministerio Público Federal,
de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
(Profepa) y de la Comisión Nacional de Pesca
(Conapesca), quienes confiscaron un camión que
había sido rentado por la cooperativa para transportar
el pescado. Después de varios días de litigios, el
gobierno estatal “en su máxima benevolencia”
decidió comprar la mercancía a los compañeros de la
cooperativa, pagar el alquiler del camión y retirar los
cargos en su contra.
3. El 20 de febrero de 2009, día en el que los compañeros
cucapá —y también el sector industrial y turístico—
iniciaron la pesca anual de curvina golfina, un
soldado de la marina, llamando la atención del pescador
José Luis Martínez, indígena cucapá, para hacerle
una revisión física, realizó un disparo, contribuyendo
así al clima de tensión que permanentemente se vive
entre los pescadores indígenas y las autoridades mexicanas.
En las áreas donde los turistas y los grandes
barcos pesqueros iniciaron sus actividades de pesca
recreativa y comercial, todo se mantuvo en calma.
4. El 18 de mayo de 2010, dos pescadores cucapás
fueron detenidos por militares destacados en la zona
núcleo en la Reserva de la Biósfera Alto Golfo y Delta
del Río Colorado, como parte del supuesto combate
al narcotráfico, y entregados a agentes de la Profepa.
Llevaban una totoaba, especie vedada, arrastrada por
su red de manera involuntaria. Los compañeros fueron
arrestados, esposados y tirados en la arena caliente (por
lo que sufrieron quemaduras de piel). Posteriormente
fueron trasladados a la oficina de la PGR local de
Mexicali, donde fueron torturados sicológicamente, y
en materia de horas fueron procesados y sentenciados
a nueve años de cárcel, trasladándolos como si fueran
criminales de alta peligrosidad.
A la par de la criminalización del trabajo, el poder
muestra la otra cara: la cara con la cual organismos
federales como Semarnat, amparados por estudios
de impacto ambiental realizados por Acuacorp SA
de CV, expiden permisos de pesca de arrastre (un
tipo de pesca no selectiva que provoca mucho daño
al ecosistema marino) para el sector industrial, en
las mismas áreas protegidas de donde los cucapás
son alevosamente excluidos. Es la misma cara con
la cual dependencias como Conapesca expiden permisos
para que los barcos camaroneros se internen
en áreas protegidas, aprovechándose de las recientes
reformas a la LGEEPA, que eliminaron la restricción
que impedía a los camaroneros trabajar en estas áreas
debido a que son incapaces de pescar en proporción
de uno a uno con otras especies. La pesca camaronera
es de las más depredadoras del mundo, pues por
cada kilogramo de camarón capturado, también se
pescan 14.7 kilogramos de otras especies.
Desde una perspectiva más amplia, vale mencionar
que al menos una tercera parte de las ANP federales
del país y una cuarta parte de su superficie se sobrepone
con territorios indígenas y rompe su construcción
del territorio. Las regiones que se declaran como
ANP pueden ser expropiadas si el gobierno justifica
que debe tenerlas en su posesión y propiedad para
una causa de “utilidad pública”. Lo que está detrás de
esta política ambiental lo develan no sólo las actividades
de “bioprospección” e “investigación” ligadas
al “ecoturismo” dentro de las ANP —realizadas por
ONG’s estadounidenses y mexicanas como el Fondo
Mundial de la Vida Silvestre (WWF), The Nature
Conservacy, Conservation Internacional, Endesu, Pronatura,
entre otras—, sino también la aparición, cada
vez más común, de licitaciones y desarrollo de megaproyectos
turísticos, carreteros, de minería o de explotación
petrolera e hídrica irracional al interior de las
ANP mexicanas, ambas ampliamente documentadas.
70
3. Agua-Vida frente al control capitalista
del agua, frente al sistema-muerte
Desde hace millones de años, el nivel del agua en
el mundo no ha variado mucho, sin embargo, en
los últimos 50 años su calidad ha trastornado las
condiciones del Agua-Vida en el planeta y para la
humanidad. Para el capital llegó la hora de transformar
el agua en mercancía, y este cercado al bien
común más elemental avanza a pasos acelerados
junto a su contaminación.
Cuando se habla de exceso o escasez de agua, pocas
veces se dimensiona su importancia para la vida en
el planeta. Cuando el agua dulce da vida en la tierra y
escurre hacia el mar ésta flota sobre el agua salada y, al
extenderse, va mezclando los nutrientes de tal manera
que el agua salada se convierte en espacio de vida,
como son los estuarios, zonas muy productivas.
Mientras allá arriba terminan de amarrar el gran
mercado del agua, a través de tratados comerciales,
desmoronando cualquier tipo de restricción social o
ambiental, la guerra por el control del agua ya se vive
en las regiones indígenas y campesinas de México.
Delta del Río Colorado…
“Cuando bajaba el agua la gente sembraba maíz,
calabaza, melones, sandía. Eso se acabó, no más
agricultura, pescado ya no hay, se acabó el río y se
acabó todo. El agua llegaba hasta aquí —dice el
viejo señalando la orilla del cauce seco—, entonces
era mucha agua, aquí era el río del doble del que
está allá… se acabó el agua porque Estados Unidos
la tiene detenida y ya no hay agua ahora….”
(Palabras de Huixpa Pashai, “Guardián de la
montaña del águila, anciano cucapá)
Del otro lado de la frontera —no lejos de las palabras
del viejo Huixpa Pashai—, en lo que antes fueron
territorios sagrados compartidos por diferentes
pueblos indios de esas geografías, en uno de los
desiertos más hermosos y secos del mundo, un canal
artificial, el canal All American, conduce el agua
desde el Río Colorado hasta uno de los distritos
de riego más espeluznantes del mundo. Esa es la
principal causa de la desaparición del río. A la entrada
del distrito hay un letrero donde se lee: “Welcome to
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Imperial Valley. A Desert Miracle”. Imperial Irrigation
District (“Bienvenido al Valle Imperial: Un Milagro
en el Desierto”. Distrito de Irrigación Imperial). En
esa zona llueve menos de 75 mm por año, pero se
cultiva alfalfa y trigo y se cría ganado. No se trata
de agricultura o ganadería, se trata de un paisaje de
agrobusiness encima del antiguo ecosistema, encima
de lo que pueblos vivos reconocían como su territorio
ancestral, su territorio sagrado.
Ahora, en ese territorio empresas de
agroexportación obtienen grandes ganancias
no sólo poniendo en riesgo la impresionante
riqueza natural del delta del Río Colorado y
a los pueblos que desde hace miles de años y
más recientemente ahí habitan, sino explotando
trabajadores agrícolas migrantes.
No importa si la gente necesita agua, no importa
que la tierra muera. No importa la opinión de los
científicos que conocen y hablan de ecosistemas.
No importa si el agua pertenece a un ecosistema o
si es un elemento esencial del mismo. Se trata de
otro ejemplo que nos recuerda que, cuando el capital
conquista un territorio, se termina la posibilidad de
un equilibrio entre el uso y la conservación de ese
ecosistema.
“Todos los pájaros que oyes pues están como los
indios, no tienen derecho al agua. ¿Por qué? Porque
esto que vino nos quitó el derecho de vivir. Todo lo
que mira uno vivo en este lugar ya no tiene derecho
de vivir porque no tiene agua. Ni el viento que respiramos
es de nosotros porque ya estamos todos contaminados.
Entonces vemos muy mal todo esto. ¿Por
qué? Porque para nosotros es muy sagrado, pero para
otros no, para otros es puro negocio.” (Palabras de
Huixpa Pashai, “Guardián de la montaña del águila”,
anciano cucapá)
Los cucapás tenían un territorio de 2 millones 500
mil hectáreas, ahora sólo tienen 143 mil hectáreas,
mientras los quilihuas, que tenían 200 mil hectáreas,
ahora tienen sólo 26 mil. Bajo el pretexto de defender
la existencia de la vaquita marina y la totoaba, Carlos
Salinas decretó, en 1993, que la región del alto Golfo
y delta del Río Colorado pasaban a ser reserva de
biosfera y que los cucapás no podían volver a pescar
en esa zona. En la que poderosas cooperativas pesqueras
no indígenas han seguido pescando. Mientras
que las dos cooperativas cucapá no tienen más de 35
pangas, esas cooperativas llegan a tener más de mil.
Las curvinas golfinas son lo único que pescan los cucapás
y, evidentemente, no son ellos los responsables
del proceso de desaparición de las especies protegidas.
Más bien, hay que buscar la responsabilidad del
proceso de agresión al Río Colorado y al ecosistema
del delta en la instalación de varias presas del lado
norteamericano y la desviación del cauce para los
distritos de riego.
Tercera parte: tejidos de resistencia
Por eso pensamos que el CNI es el mejor puente
para que los pueblos indios del norte de México
se unan con los del Centro‑Pacífico, Oriente, Sur
y Sureste… Como parte de ese puente, el EZLN
enviará, en los próximos días, una delegación a
participar directamente con los pueblos indígenas
Cucapá y Quilihua, en el noroeste de México, en un
campamento de paz en defensa de su derecho a la
existencia. Simultáneamente, en San Cristóbal de
Las Casas, Chiapas, se instalará un campamento de
paz en defensa de una reserva ecológica y
en la Selva Lacandona se realizarán
actividades en defensa de la madre tierra.
(Comunicado del EZLN al CN I,
9 de marzo de 2007)
Reconocemos y apoyamos la lucha de los
pueblos cucapá y quilihua del noroeste del país
y convocamos a todos los pueblos, naciones,
tribus, colectivos y organizaciones que integran
el Congreso Nacional Indígena a participar en
el campamento de paz en defensa de su derecho
a la existencia […] Repudiamos la ofensiva
paramilitar que los malos gobiernos federal,
estatal y municipales han emprendido contra los
municipios autónomos zapatistas de Chiapas, con
el objeto de frenar su organización y el ejercicio
de su autonomía y hacemos nuestro el llamado de
nuestros hermanos zapatistas y convocamos a los
pueblos, naciones, tribus y organizaciones del CNI
para apoyar el campamento que se instalará en el
poblado de Huitepec Ocotal (II sección).
(Declaración de Tuxpan, Congreso
Nacional Indígena, región
Centro-Pacífico, 11 de marzo de 2007)
72
Mandamos un saludo fraterno y combativo a
todos los pueblos indios de México y del mundo
y especialmente a nuestras hermanas y hermanos
Cucapás y Quilihuas de Baja California en el
noroeste de nuestro México, que desde el pasado
26 de febrero del presente año, ya instalaron su
Campamento Civil Nacional e Internacional por la
Paz, como parte de su lucha por su sobrevivencia
como pueblo indígena […] El día de hoy, 13 de
marzo de 2007, la Junta del Buen Gobierno Zona
Altos damos por establecido formalmente
el Campamento Civil Nacional e Internacional
por la Paz en esta área natural
protegida y reserva ecológica
comunitaria zapatista El Huitepec.
(Junta de Buen Gobierno Zona Altos,
13 de marzo de 2007)
Los encuentros, las experiencias, las preguntas, las
respuestas y los acuerdos logrados con los trabajos
de la Comisión Sexta por el noroeste del país —
durante las dos etapas de su participación directa
en La Otra Campaña (2006 y 2007); con el campamento
cucapá, en febrero y marzo de 2007; con
el Encuentro de Pueblos Indígenas de América, en
octubre de 2008; en territorio de la tribu yaqui; y
con el Festival Mundial de la Digna Rabia, en diciembre
de 2008 y enero de 2009—, permitieron
acercar la palabra y la resistencia de los pueblos del
noroeste a la experiencia rebelde del zapatismo y la
experiencia de los pueblos del centro y sur del país.
Vicam dejó un mensaje claro: los pueblos indios de
América no se rendirán frente al capitalismo y defenderán
con la vida la tierra, la montaña, el agua, el
mar, el río, el desierto, la selva, el territorio.
Con la palabra de abajo fue posible darse cuenta
que las líneas de tensión que confrontan calendarios
y geografías en el centro y sur del país, se extienden
por todo el norte. El espacio de La Otra Campaña
se fue convirtiendo en un caracol que amplifica los
mensajes y articula la resistencia y la solidaridad
frente a la represión. La violenta detención y
procesamiento que sufrieron los pescadores cucapás
a manos del ejército, la Profepa y la PGR, en mayo,
despertó nuevamente la solidaridad y el trabajo
frente a la represión desde abajo y a la izquierda.
En mayo y junio de 2010, individuos, colectivos
y organizaciones adherentes a La Otra volvieron
a tejer una red de solidaridad por la libertad de
los compañeros y por el derecho de los cucapás
a la pesca, al territorio y a la vida. Los diversos
colectivos apoyaron a la delegación cucapá en la
construcción del plantón por la liberación afuera
del edificio de gobierno en Mexicali, desde donde
se generaron mantas, pintas, jornadas informativas
y actividades culturales.
El domingo 6 de junio de 2010, se realizó el
Primer Foro de Solidaridad Nacional e Internacional
con el Pueblo Cucapá y por la libertad de Emilio
Hurtado Valenzuela y Juan Antonio Guerra
Hurtado. Ahí, las dirigentes de la Cooperativa
Cucapá explicaron las agresiones y represiones
que padecen desde hace 18 años, cuando se decretó
zona de reserva ecológica el delta del Colorado y
el Alto Golfo de California, lugar en el que han
pescado desde hace muchos años. Dijeron que, en
estos 18 años, la única temporada que pudieron
pescar en paz, con tranquilidad, sin que los acosara
ni reprimiera la Profepa y los militares, fue en 2007,
cuando estuvieron la Comisión Sexta, compañeros
del Congreso Nacional Indígena y campamentistas
de La Otra Campaña. Al foro llegaron muchas
cartas de apoyo y solidaridad de diferentes rincones
del país y del mundo. El 16 de junio, 29 días
después de haber sido arrestados y consignados, los
compañeros cucapás recuperaron su libertad.