Huelga general en el estado francés
El rechazo a la reforma de las pensiones une a estudiantes y trabajadores frente a Sarkozy
La reforma de las pensiones se votará de forma definitiva en el Senado con un rechazo masivo en la calle, que se ha mantenido constante hasta la huelga general de ayer, en la que los estudiantes se sumaron a las movilizaciones convocadas por los sindicatos. Las centrales calculan que 3,5 millones de personas participaron en las protestas. A su vez, el bloqueo de refinerías y depósitos agudizó la escasez de carburantes, que el Gobierno no prevé solucionar antes de cinco días.
GARA | PARÍS
El rechazo a la reforma del sistema de pensiones del Estado francés se endureció ayer durante otra jornada de huelga general que mantuvo el máximo nivel de movilización alcanzado el pasado 12 de octubre. Los sindicatos consiguieron mantener el pulso en la calle y miles de estudiantes se sumaron a la protesta contra la reforma que pretende elevar la edad mínima de jubilación de los 60 a los 62 años.
La de ayer fue la novena jornada de movilización contra el proyecto de ley y el número de manifestantes llegó a los 3,5 millones en todo el Estado, según las centrales, aunque la Policía lo rebajó a 1,1 millones. En cualquier caso, la participación fue similar a las mayores movilizaciones realizadas hasta la fecha y deja claro que el rechazo a la reforma se sostiene, y que no se ha producido la caída en el nivel de movilización que esperaba el Gobierno francés. La manifestación de París fue la más numerosa de las 266 convocadas y reunió a 330.000 personas según los sindicatos.
Pese a ello, el primer ministro, François Fillon, aseguró que el movimiento social contra la reforma «está al límite, comienza a desinflarse, pero al mismo tiempo se radicaliza».
Las doce refinerías del Hexágono, así como una veintena de los 219 depósitos de combustible, continuaron bloqueados, a la vez que el transporte se vio muy afectado por la huelga, lo que provocó que se agudizara la escasez de carburante que amenaza ya con paralizar la economía. Fillon confía en que la distribución de combustible vuel- va a la normalidad «en cuatro o cinco días».
En un comunicado publicado nada más comenzar una reunión con los distribuidores, el Gobierno admitió que «numerosos franceses, especialmente en el oeste del país, pero también en la región parisina, tienen dificultades de aprovisionamiento de carburantes».
La nota del Ejecutivo añadió que los carburantes «están disponibles en los depósitos y el Estado, por su parte, vigila para garantizar el libre acceso de camiones a la gran mayoría de esos depósitos».
A pesar de la masiva movilización, el presidente Nicolas Sarkozy se ha empeñado en sacar adelante la reforma y ayer advirtió de que adoptaría medidas contra los bloqueos de las refinerías y para «garantizar el orden». Casi 4.000 gasolineras de un total de 12.500 esperan aprovisionamiento, según el Gobierno. «No habrá carburante de aquí al fin de semana», calculó Michel-Edouard Leclerc, empresario de la distribución de carburante.
Hostelería y transporte
La huelga se dejó notar también en la actividad de hoteles, restaurantes, el comercio minorista y el ocio, así como en la construcción y en las obras públicas. También el transporte por carretera y el aéreo se vieron afectados.
En el aeropuerto de Orly se anularon el 50% de los vuelos y en el de Roissy, el 30%. Los problemas continuarán hoy, puesto que la CGT ha llamado a continuar la huelga en los aeropuertos franceses.
A la vez, la cifra de institutos bloqueados varió entre los 379 que contó el Ministerio de Educación y los 850 que cifraron las organizaciones de alumnos. Ambos datos confirman que la adhesión de los estudiantes ha extendido la marea de contestación al segmento de los más jóvenes, que, a su vez, han revitalizado la protesta.
La Policía cargó en París, en las protestas de Nanterre y en el suburbio Mantes-la-Jolie, así como en Lyon.
«Son nuestro futuro»
Frente a quienes reprochan que los más jóvenes se movilicen por el sistema de jubilación, «las pensiones son un poco nuestro futuro. Nos conciernen a todos. Hay que pensar en unión», explicó a Efe Latin Badiane, un alumno del Liceo Turbot de París que se había reunido con sus compañeros junto a los cubos de basura que bloqueaban la entrada a su centro de enseñanza.
Otros, en la manifestación en el centro de París, aseguraron que tienen la obligación de moverse «porque mañana se va a votar en el Senado» y es esencial impedir que la Cámara Alta refrende el texto.
Desde las organizaciones estudiantiles se piensa además que «la cuestión de las pensiones debe ampliarse a otros temas, como la precariedad de los estudiantes», como comentó a Efe Marie Prieur, portavoz del sindicato Sud Etudiant.
«La huelga continuará hasta que se retire el proyecto de ley. Que la apruebe el Senado no cambia nada (…). Porque el Gobierno acelere su calendario, no vamos a detenernos», añadió Prieur. De hecho, varias organizaciones juveniles y de estudiantes han convocado una nueva jornada de movilización para mañana.
En la misma línea se expresó el presidente del sindicato CFE-CGC, Bernard van Craeynest, quien indicó que la protesta ha llegado a un punto en el que no son las organizaciones sindicales las que llaman a la movilización.
«Un cierto número de ciudades, de gremios y de empresas han decidido pasar a la acción. No estoy seguro de que si hoy decidimos terminar con la huelga vaya a ser tan sencillo como apretar un botón», agregó el líder sindical.