Autor: “Consejo Nocturno”

Un habitar más fuerte que la metrópoli (r)

Un iglú no es más que la continuación por otros medios del viento glacial, pero vuelto habitable.
La actual recomposición imperial del mando capitalista no solo impide seguir buscando un gran centro del «Poder», también anula todo intento de seguirnos «localizando» a nosotros mismos al margen de la catástrofe mundial, pues nos inscribimos en un campo de batalla sin línea del frente definida, un campo de batalla que coincide con todas las capas de la Tierra. La multiplicación y la proliferación de luchas como la de la ZAD en el bocage de Notre-Dame-des-Landes, la del NO-TAV en el Valle de Susa, o la del Frente de Pueblos Indígenas en Defensa de la Madre Tierra en el Bosque Otomí-Mexica, manifiestan, con sus grandes distancias, la naturaleza no exclusivamente local sino global de la conflictualidad política presente. Se trata siempre de constatar que el poder no puede seguir siendo asignado a este o aquel lugar privilegiado, identificado homogéneamente con una clase, una institución, un aparato o con el conjunto de todo eso. Desprovisto ya de todo centro que restrinja su compulsión a colonizar extensivamente cada rincón de la Tierra, el poder ha acabado por confundirse con el ambiente mismo.


Tiqqun de las afueras

El consejo nocturno no es un autor, colectivo u organización. Su existencia —en la órbita del Partido Imaginario o del comité invisible—- es sólo “de ocasión”: sus miembros se limitan a reunirse en momentos de intervención