Autor: “Julio López Campos”

Nicaragua: El agotamiento de la dictadura y el rol crucial de la disidencia sandinista

Al mejor estilo estalinista, Ortega fue marginando, hasta excluir por completo, a quienes no se plegaron a su proyecto personal de control y poder, y terminó apropiándose del Frente Sandinista y las cúpulas de las organizaciones sindicales y populares, en aquel despelote posterior a la caída del campo socialista y la derrota electoral del sandinismo.


Nicaragua y Afganistán: intereses globales y efectos colaterales

El ex comandante guerrillero, hoy en la resistencia popular contra la dictadura de Ortega en Nicaragua, nos trae este interesante análisis geopolítico de la derrota yanqui en Afganistán mientras Ortega y Putin intentan restablecer la presencia rusa en Centroamérica.


Nicaragua: Daniel, nunca es tarde

Comandante Julio López Campos. Dirigente histórico del FSLN. Reclutado por Carlos Fonseca fue jefe del Departamento de Relaciones Internacionales del partido, durante la época revolucionaria. Durante treinta años fue amigo de Daniel Ortega y hombre de confianza.


Vuelan más plumas en la izquierda por Nicaragua, escribe el comandante Julio López Campos: El inexcusable respaldo del canciller de Cuba a Ortega

Fidel jamás habría aceptado la complicidad política frente asesinatos cometidos contra un pueblo desarmado. Ni ofrecido apoyo a las acciones de un gobierno déspota, como el nicaragüense, por estrechos cálculos de geo-política regional.


“Tengo la certeza de que derrotaremos esta dictadura”. Habla el anterior encargado de relaciones internacionales del gobierno sandinista

Tengo la seguridad de que Ortega está terminado. Tengo la certeza de que es imposible que nos arrebaten la victoria. Lo que sueño es que nos resulte menos costoso. Tengo la seguridad de que nunca más podrá haber orteguismo en Nicaragua y veo muy precarias las posibilidades de que pueda haber un Frente Sandinista Orteguista en el futuro, aunque sí quiero pensar que los nicaragüenses seremos capaces de recuperar lo mejor de nuestra herencia, a Carlos Fonseca, y a la cabeza de ese legado estará Sandino, con todos los valores de aquel hombre que luchaba por la justicia y que merecía “no sólo ser oído sino creído” porque no reclamaba para él “ni un palmo de tierra para su sepultura”.