Autor: “Pavel López y Gaya Makaran”
Neocolonización extractivista y resistencia comunitaria en el sur de Bolivia ¿Por qué debe importarnos tanto Tariquía?
De la tierra quemada por el proyecto neocolonizador están brotando nuevas o, más bien, renovadas formas de resistencia comunitaria que con el tiempo podrían crecer y entretejerse para hacerle frente a este panorama gris o un horizonte poco esperanzador que se avecina. Son espinas y piedras en el camino del capital y aunque muchos vean su lucha como condenada al fracaso, allá siguen como las lianas que envuelven y penetran el motor de la locomotora capitalista, frenando cuanto pueden el galopar planetario hacia el precipicio. Nos invitan a retomar el caminar milenario por los senderos inciertos, pero hermosos, donde la reproducción de la vida más allá del Estado-capital no es una utopía, sino una práctica cotidiana y necesaria para defender la vida.
Neocolonización extractivista y resistencia comunitaria en el sur de Bolivia
Esta nueva conquista, en la última década y media ha sido impulsada por los gobiernos “progresistas” o autodenominados “de izquierda”, los que en nombre del bienestar social y la soberanía nacional han emprendido proyectos de “desarrollo” y “modernización” capitalista, aunque lo que se ha evidenciado haya resultado, en la realidad de sus alcances y bestialidad de sus efectos, en “proyectos de muerte” para los territorios y para sus poblaciones y ecosistemas, en una inocultable reprimarización de modelos económicos con base extractivista, en contra principalmente de comunidades rurales y pueblos indígenas que desde los años 80 han resistido el embate neoliberal y han ido recuperando y resguardando sus territorios y sus modos de vida en un esfuerzo por su r-existencia (Porto Gonçalves) y autodeterminación social.
La nueva empresa colonizadora se presenta hoy, sin embargo, más ambiciosa que las de antaño, puesto que esta vez pretende expandirse más allá de sus lugares tradicionales, que en el contexto latinoamericano corresponden en gran medida con enclaves extractivistas, e imponerse de manera irreversible y definitiva, imposibilitando la disputa por el espacio-tiempo, al subsumir todo el territorio y todas las formas de vida a la lógica del capital y a su espacio-tiempo único.
De hecho, el “Estado Plurinacional” en manos del masismo constituye un muro de contención y un aparato de desarticulación de las resistencias de “los de abajo”.
un horizonte contra-hegemónico en Bolivia hoy se presentaría básicamente en torno a las manifestaciones de estas resistencias comunitarias, indígenas como en el caso TIPNIS, campesinas como en Tariquía, o articuladas entre ambos actores como vemos en la lucha contra el proyecto hidroeléctrico Rositas en el Chaco boliviano.