Autor: “Ramón Vera-Herrera, Desde los fuegos del tiempo”
Intentar ser los otros que somos
El poder no ceja en robarnos no sólo el tiempo de nuestro devenir y nuestro tiempo de resolución de nuestros asuntos más pertinentes, sino el tiempo de nuestra imaginación. Por eso busca cosificar nuestras relaciones. Hacernos meros receptores. Al hacernos así, lo que en realidad nos está robando es nuestro deambular por pasados, presentes y futuros, en una sola pasada donde nos impone su tiempo lineal, definido y compartimentado como mejor le convenga a sus intereses empresariales y políticos.
De la fragmentación al común. El nosotros de los cuerpos como territorio de relaciones significativas. El horizonte de la deshabilitación
El poder ha buscado fragmentarnos. El “nosotros” es el enemigo principal del dinero. El dinero, decía Marx, es el contrario exacto de la comunidad; el principio de las mediaciones para evadir la socialidad, el inicio de la erosión de la mutualidad.
Esa reconstitución entonces comienza con diálogo, reivindicando nuestra palabra.
(Nota: Nosotros en Valparaíso decimos: Abra su puerta y converse con sus vecinos)
Si el saber se construye en colectivo y debemos reconstituir a los sujetos, eso significa, ni más ni menos, reconstituir el colectivo, lo común, comenzando con la palabra, con el diálogo, la conversación; poniendo la responsabilidad en el centro mismo de nuestras acciones.
Así se logra volver al “nosotros”. El “nosotros” es el principal territorio: el tejido y retejido constante de nuestras relaciones significativas. El lugar donde habitas, tu hábitat, como espacio geográfico pero también tu propio cuerpo.
Sensacional. Lectura placentera, instigante y enormemente contributiva.