Egipto: La Hermandad Musulmana convoca a ‘viernes de cólera’ tras represión

Después de los más de 600 muertos que dejó el ataque militar y policial a los manifestantes



La Hermandad Musulmana convoca a ‘viernes de cólera’ tras represión

Las manifestaciones contra el ‘golpe de Estado’ saldrán de todas las mezquitas de El Cairo y se dirigirán hacia la plaza Ramses, dijo el portavoz de la cofradía islamista, Gehad El Haddad.

Afp
Publicado: 15/08/2013 21:07

El Cairo. La Hermandad Musulmana convocó a un “viernes de la cólera” con nuevas manifestaciones en El Cairo, en un nuevo pulso contra el ejército egipcio cuando el balance de la represión de los últimos días asciende a 638 muertos.

Tras la condena unánime de la comunidad internacional del baño de sangre en Egipto, en Nueva York, los 15 países del Consejo de Seguridad pidieron el jueves a los diferentes actores un “máximo de contención”.

La Hermandad Musulmana llamó a nuevas manifestaciones tras la oración tradicional de los viernes, que hace temer una nueva jornada de violencia en el país, que se encuentra en estado de emergencia.

“Las manifestaciones contra el golpe de Estado mañana (viernes) saldrán de todas las mezquitas de El Cairo y se dirigirán hacia la plaza Ramses tras la oración por un “viernes de la cólera’”, precisó el portavoz de la cofradía islamista, Gehad El Haddad, en su cuenta Twitter.

Estados Unidos canceló, por su parte, los ejercicios militares conjuntos y aconsejó a sus nacionales que abandonen el país, aunque no ha interrumpido la ayuda militar anual -unos mil 500 millones de dólares- que va en su mayor parte al poderoso ejército de su gran aliado.

No obstante, las autoridades estadunidenses se reservan la posibilidad de adoptar “medidas adicionales”, advirtió el presidente Barack Obama, que condenó “enérgicamente las medidas adoptadas por el gobierno interino egipcio”, como la reinstauración del estado de emergencia.

La presidencia egipcia reaccionó inmediatamente y criticó las “declaraciones que no se basan en hechos”, y que en su opinión, amenazan con “alentar a los grupos armados violentos”.

Lejos de tratar de calmar la situación, las autoridades egipcias, designadas por el ejército, han autorizado a la policía a disparar balas reales contra los manifestantes que ataquen bienes públicos o a las fuerzas del orden.

El ministerio del Interior hizo este anuncio a raíz del ataque contra la sede de la provincia de Guiza en las afueras de El Cairo y la muerte de nueve policías y militares, cuya autoría fue atribuida a “islamistas”.

El gobierno había elogiado la “gran moderación” de la policía tras la dispersión del miércoles de los dos campamentos erigidos en El Cairo por partidarios del primer presidente democráticamente electo Mohamed Mursi, destituido el 3 de julio por el ejército, y la violencia que se propagó después por todo el país.

Según el último balance del ministerio de Salud, 638 personas perdieron la vida en el día más sangriento desde el inicio de la revuelta que expulsó del poder a Hosni Mubarak, en febrero de 2011.

Según el ministerio, 228 personas murieron en la plaza Rabaa al Adawiya, principal fuerte islamista y otros 90 murieron en otro foco de resistencia, también en El Cairo. Según las autoridades, 43 policías han muerto.

La Hermandad Musulmana habla por su parte de 2 mil 200 muertos y más de 10 mil heridos.

Las autoridades han decretado estado de emergencia por un mes y hay toque de queda entre las 19:00 (17:00 GMT) y las 06:00 (04:00 GMT). La suspensión del estado de emergencia fue un logro de la revuelta de 2011.

Por su parte, Tamarrod, el movimiento que promovió las gigantescas manifestaciones que llevaron a la destitución de Mursi, instó a los egipcios a que creen “comités populares” para defender al país contra lo que denominan “terrorismo” de la Hermandad Musulmana, el movimiento de Mursi.

Varias figuras emblemáticas egipcias se desmarcaron de la sangrienta operación de las fuerzas de seguridad.

El vicepresidente Mohamed El Baradei, premio Nobel de la Paz, que había aprobado el golpe militar contra Mursi, dimitió asegurando que rechaza “asumir decisiones con las que no está de acuerdo”.

También el imán de Al Azhar, la mayor autoridad del islam sunita, condenó la violencia y explicó que ignoraba los métodos que las fuerzas de seguridad contemplaban utilizar.
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La mayor masacre en su historia reciente ha colocado a Egipto al borde del conflicto civil, después de que los islamistas han vuelto el jueves a las calles para mantener vivas sus protestas, atacado edificios gubernamentales e iglesias cristianas. Mientras los familiares de las víctimas de la carga militar contra islamistas, ocurrida el miércoles, reclamaban el jueves sus cuerpos, desperdigados por hospitales y morgues improvisadas en El Cairo, el gobierno admitía una cifra aun provisional de fallecidos de 638, que los Hermanos Musulmanes decían que es mucho menor al número real de muertes que ellos han contado. Los heridos, según las autoridades, superan los 3.700.

Hasta la carga del miércoles, las concentraciones de islamistas habían sido relativamente pacíficas. Los líderes de la hermandad habían pedido a sus seguidores que se limitaran a manifestarse contra el golpe de Estado del 3 de julio de forma cívica. El jueves, sin embargo, las protestas han tomado un cariz violento. Cientos de personas han tomado e incendiado un edifico del gobierno en El Cairo. En varios puntos del país ha habido ataques contra templos cristianos coptos, dando muestra de que el conflicto está tomando también tintes sectarios. A las puertas de la mezquita de Al Imam, la mayor morgue tras el ataque militar, los reunidos hablaban de guerra civil. Los Hermanos Musulmanes han convocado para este viernes una jornada de ira tras la oración de mediodía. “A pesar del dolor y la pena por la pérdida de nuestro mártires, el último crimen de los golpistas ha aumentado nuestra determinación para acabar con ello”, ha dicho el movimiento islamista en un comunicado.

En sus primeras declaraciones sobre la situación en Egipto desde el golpe, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha condenado “enérgicamente” la matanza de islamistas. “Deploramos la violencia contra civiles. Apoyamos los derechos universales a la dignidad humana, incluido el derecho a protestar de forma pacífica”, dijo durante su retiro vacacional en Massachusetts. La Casa Blanca ha evitado calificar la deposición militar de Mohamed Morsi y su gobierno de golpe de Estado, porque eso obligaría a EE UU a congelar la ayuda militar que destina anualmente a Egipto, que asciende a 1.300 millones de dólares.
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Obama ha ordenado, además, la cancelación de una serie de ejercicios militares conjuntos, bienales, que EE UU y Egipto iban a realizar en la península del Sinaí el mes que viene. “Aunque queremos mantener nuestra relación con Egipto, nuestra cooperación tradicional no puede continuar como hasta ahora mientras se sigue matando a civiles en las calles”, ha añadido. Hasta el jueves, la única medida de condena de la Casa Blanca tras el golpe había sido congelar una entrega de cuatro cazas F-16 a las fuerzas armadas egipcias. El presidente ha advertido de “más medidas” a tomar si el ejército y el gobierno interino siguen “por ese camino peligroso”.

Tres han sido ya las grandes masacres de civiles desde el golpe de Estado, con numerosas víctimas mortales. La primera, frente al cuartel de la Guardia Republicana, días después del golpe. La segunda, a finales de julio, tras un ultimátum dado por el ejército a los Hermanos Musulmanes para que desistieran de sus protestas y se integraran en el nuevo sistema político. La tercera, al del miércoles, ha sido la mayor, y ha provocado condenas internacionales a un gobierno interino que ha quedado retratado como una mera fachada del control militar del país. El jueves, el ministerio del Interior, y con él la policía, ha dicho que responderá con fuego a aquellos grupos de manifestantes que ataquen edificios gubernamentales.

Era una medida excepcional más dentro del estado de emergencia declarado por el presidente interino, el juez Adli Mansur, el miércoles. El permiso a la policía para que haga lo que considere necesario para contener la amenaza islamista ha dejado al país en el mismo estado de ley marcial que imperó durante las tres décadas de régimen de Hosni Mubarak, depuesto en las revueltas de la primavera árabe de 2011. El toque de queda quedaba impuesto a las 19.00, aunque muchos islamistas lo han desafiado el jueves con marchas y concentraciones en varias mezquitas de El Cairo. Los bancos permanecían cerrados y muchos comercios también. El paso de Rafá, acceso a la franja de Gaza por Egipto, ha quedado clausurado también por tiempo indefinido.
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Las acciones desbocadas del ejército han provocado la ira islamista, que ya ni siquiera se ve contenida por los llamamientos a la calma de la cúpula de los Hermanos Musulmanes. “Insistimos en que hemos sido y seguimos siendo pacíficos, y condenamos los ataques a edificios del gobierno y a iglesias”, ha dicho el jueves Attaf Abdel Aziz, portavoz del partido Libertad y Justicia, brazo político de la hermandad. “Pero el gobierno golpista ha instigado esta violencia para desacreditarnos, para aislarnos en las calles y hacernos desaparecer. Mucha gente está muy enfadada, y esa ira no la podemos controlar”, ha añadido.

“El ejército esta empujando a este país a la guerra civil”, clamaba Mohamed Gamal, médico de 41 años, frente a la mezquita de Al Imam, en una concentración de un millar de islamistas. “Durante semanas le hemos dicho a los autores del golpe que defenderíamos nuestros ideales y nuestras demandas de forma pacífica, pero nos ha ido acorralando, con violencia y sangre”.

El jueves el Ejército custodiaba con barreras los lugares en los que hasta el miércoles habían acampado miles de islamistas en El Cairo. En las inmediaciones de la mezquita de Raba el Adauiya sólo quedaban de aquellos asentamientos escombros, rocas, algunos coches calcinados y numerosas manchas de sangre, ennegrecidas, en el suelo. El ministerio del Interior mantiene que 43 agentes de policía y soldados murieron en la carga del miércoles. Algunos partidarios de los Hermanos Musulmanes, es cierto, iban armados y han abierto fuego en los enfrentamientos, pero no se han encontrado allí los grandes arsenales que el ministerio del Interior decía que amasaban en esos campamentos.