Claude Bouvier, discípulo de Jodoroswky, propone que “el ser humano se cree libre, pero ya viene programado”

Veamos si eso es así y en qué medida.



Claude Bouvier
“El ser humano se cree libre, pero ya viene programado”
Viernes, 16 de agosto de 2013

Entiendo que Psicogenealogía es algo así como el destino que heredamos de padres y ancestros, ¿verdad?
En realidad, es la historia de la familia. Tomamos en cuenta qué pasó en las generaciones anteriores y qué cargamos nosotros, a partir de esa información, de esa historia familiar. Hay una anotación allí: buscamos la información hasta la cuarta o quinta generación, no más allá.
¿Tiene que ver también con que estamos ligados a un inconsciente colectivo?
Oui, voilá! Acaban de hacer un descubrimiento, en Ginebra, Múnich y Montreal, sobre las huellas que nuestros ancestros dejaron en su ADN. Ahora está demostrado que, por ejemplo, si un niño vive un acontecimiento dramático, supongamos una violación, eso va a dejar una huella en su ADN y la va a transmitir a su descendencia. Eso se llama memoria celular.
¿Y no estamos hablando de destino de alguna manera?
¡No! El destino es cuando no tomo conciencia y no hago el esfuerzo para comprender qué estoy viviendo. Lo que acabo de decirle nos permite darnos cuenta que un ser humano, en realidad, no es tan libre como piensa, porque está programado. En nuestra forma de estudiar la vida de una persona tomamos mucho en cuenta la fase de nueve meses antes de la fecha de concepción…
¿Por qué nueve meses?
Porque es una ley general biológica. La gestación son nueve meses. El niño, cuando nace, está totalmente ligado a su madre durante nueve meses y recién luego va a producir sus propias hormonas y mecanismos de defensa. Son ciclos.
Usted dice “antes” de la concepción…
Oui, oui. Nueve meses antes de la concepción, nueve meses de gestación y los nueve primeros meses de vida. Todo lo que viven los padres durante esos 27 meses viene a programar al bebé.
¿Nacemos programados también para resolver cosas que quedan pendientes de nuestros ancestros?
Oui, ¡es eso! Pongamos el caso de un bisabuelo que murió muy joven durante una guerra, como pasó en Europa. La viuda, joven normalmente, va a pasar la información a su descendencia. ¿Cómo podría liberarla de ese sufrimiento, de perder a su marido muy joven en la guerra? Es como un mandato que viene de esa generación que la descendencia tendrá que resolver.
¿Toda la descendencia o un individuo específico?
Eso es lo que nos queda por descubrir, porque a menudo es una persona, pero no sabemos cuál. Si ese bisabuelo era el hermano número dos puede influenciar, porque en la descendencia también será un número dos el que será afectado en su comportamiento psicológico, por una enfermedad. Al trabajar el conflicto, la salud aparece.
También dice que los nombres que ponemos a los niños tienen una carga…
Oui! La moda latina es dar el nombre del padre, madre, abuelo o abuela. He visto casos donde el mismo nombre se repite en cinco generaciones. Eso es horrible. ¿Por qué? Porque si mi abuelo se llama Antonio, el padre Antonio y yo Antonio,¿dónde está mi identidad?
¿Es preferible darle el nombre de nuestra estrella de rock favorita?
¡A lo mejor sí! Cuando nació mi hija, en la televisión en Francia se transmitía Dallas y estaba la famosa Kristel. Todas las chicas que nacían se llamaban Kristel. ¿Cómo llamé a mi hija? Kristel (risas).
¿Eso está más libre de ataduras?
Sí, en el sentido de que no hay lazo familiar. El ser humano actúa pensando que él toma decisiones, que hace su vida, pero es falso. Si tomamos el nombre Antonio y ocurre que un abuelo –como en un caso que he visto– mata a su primo y a su hermano, para quedarse con la herencia, todos los que vienen con el mismo nombre tendrán que pagar eso inevitablemente.
¿Y podemos liberar a nuestros hijos de esos destinos funestos?
¡Imperativamente! Tomando conciencia la persona misma. Hay que hablar con los niños, decirles la verdad. Porque todo eso, ¿en qué se origina? En secretos de familia.
¿Los secretos de familia dañan?
Enferman. Y siempre es un niño que va a pagar las consecuencias de los secretos de familia a través de una enfermedad o de accidente… Esto es exactamente como una hoja de contabilidad: hay débitos o hay créditos. Y cuando hay débitos, hay que pagarlos.
En su propia historia personal, ¿ha hecho ese mapeo?
Claro. ¡Y he encontrado de todo! (risas). Mi primer hijo nació con una enfermedad genética y me puse a estudiar la decodificación para conseguir el porqué de esa enfermedad. Dos años después lo conseguí.
¿Lo ayudó?
Ya estaba muerto. Pero si lo hubiera sabido cuando vivía, es evidente que iba a contarle la realidad. Hay que revelar la información, pero con conciencia. A menudo los padres quieren dar lo mejor a sus hijos, pero ellos también están programados y no se dan cuenta de que pueden pasar la información de sus propios padres.
¿Ha curado casos de cáncer?
Algunos. Hasta niños con leucemia.
¿Y sida?
He curado hasta ahora tres casos.
¿Los tiene registrados o no le interesa registrarlos?
Lo tengo todo. Voy a escribir mi libro, no se inquiete (risas).❧

claves

Nací en Bretaña (Francia). Me formé en la Escuela de Psicogenealogía de París, bajo la tutoría de Alejandro Jodorowsky. He ejercido la práctica y teoría de tratamientos alternativos por más de 30 años, y estoy en Lima para dictar un Taller Internacional de Iniciación a la Psicogenealogía y Decodificación de las Enfermedades, este fin de semana (Informes: 698-4048 / 657-4569 / 446-4146).