Publicado el 21/Septiembre/2013 | 00:08
Diario Hoy, Ecuador
Al cierre de esta edición el debate continuaba sin novedades
Los asambleístas de PAíS defendieron la explotación por los recursos que generará.
El primer debate sobre el proyecto Yasuní en la Asamblea Nacional no lo fue ni mucho menos. Cinco horas después de iniciado el intercambio de argumentos y habiendo intervenido 30 asambleístas, sólo tres de ellos (los opositores Ramiro Aguilar y Lourdes Tibán y el oficialista Mauricio Proaño) se habían referido al informe de la Comisión de Biodiversidad en el que supuestamente debía centrarse la discusión y sobre el cual debe pronunciarse el Pleno. Lo demás fueron discursos políticos más o menos afortunados, frases estereotipadas, ofertas demagógicas del tipo “todas las supercarreteras del país se construirán con los fondos del Yasuní” y reproducción fiel de lo ya mil veces escuchado en las cadenas nacionales de la Secom.
La sesión, que arrancó a las diez de la mañana mientras en las calles adyacentes al recinto legislativo tenía lugar un inusual movimiento de tropas policiales, empezó con un quórum de 122 asambleístas y continuó por la tarde, tras un receso de 40 minutos, con 30 legisladores menos. Afuera, una tarima se había levantado sobre la calle Piedrahita, con una pantalla gigante de alta definición donde se transmitía la sesión por intervalos, y un grupo concursantes con camiseta verde flex que se turnaban para exhibir sus habilidades en el arte de la cascarita. En torno a esa tarima se juntaron unos pocos puñados de seguidores correístas a quienes un maestro de ceremonias impartía el catecismo del plan B. Más tarde llegaron poco más de una veintena de jóvenes ecologistas, metiendo bulla con tambores. Fueron detenidos en la esquina por un cinturón de policías. Casi una hora duró la lectura del informe de la Comisión de Biodiversidad, cuyos argumentos se centraron, a pesar de la naturaleza de la Comisión, en los aspectos económicos y jurídicos del proyecto de extracción petrolera del parque nacional.
Carlos Viteri, presidente de la Comisión, hizo una débil defensa del documento en un discurso leído con dificultad y que no tuvo tiempo de concluir. No se refirió sino de forma muy somera a los argumentos del informe. Le siguieron los presidentes de las otras comisiones que se reunieron para analizar el pedido de Correa (Juan Carlos Casinelli, Mauro Andino, Richard Calderón y Zobeida Gudiño) quienes hicieron profesión de su profunda fe ambientalista y su manifestaron su inmensa preocupación por la salud del parque nacional Yasuní y el bienestar de los pueblos no contactados.
El debate arrancó la intervención de Patricio Donoso, quien hizo números sobre el aporte del Yasuní al presupuesto del Estado (según él, no pasa del 6 por ciento) y puso en duda la posibilidad de conseguir con eso todas las metas que el discurso oficial ofrece, a saber: agua potable y alcantarillado para todo el país, superación definitiva del déficit hatitacional, construcción de todas las supercarreteras que se necesitan, etc.
María Augusta Calle se centró confusamente, con mapa de por medio, en los bloques petroleros trazados al otro lado de la frontera, en territorio peruano. Armando Aguilar, completamente fuera del tema hasta que la presidenta Gabriela Rivadeneira lo llamó al orden (pero eso fue ya casi al final de su intervención) habló cuanto quiso sobre el proyecto de la universidad amazónica. Pamela Falconí, de sus principios éticos. Algunos se preocuparon por la repartición de los fondos para los gobiernos autónomos; otros, por criticar a la derecha neoliberal por su inacción ecologista de otros tiempos; lo más, por poner a salvo su prestigio de ambientalistas convencidos e inteligentes que saben (y esta frase adjudicada a Indira Gandhi se repitió una y otra vez, que la pobreza es la peor forma de contaminación).
Los que sí hablaron sobre el informe lo hicieron para apuntalar algún detalle, como el gobiernista Mauricio Proaño, que explicó técnicamente el funcionamiento del sistema de monitoreo que el informe propone, opara criticarlo abiertamente. Así lo hicieron Lourdes Tibán y, en especial, Ramiro Aguilar. La primera refutó el argumento jurídico usado por la Comisión para justificar la explotación petrolera en un territorio indígena, argumento basado en un arbitraje de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: el caso pueblo Saramaka contra el Estado de Surinam. Según el informe, el arbitraje propone “armonizar los derechos de los indígenas con las necesidades públicas de los estados”. Según Tibán, la Comisión de Biodiversidad omite que esa misma resolución de la CIDH impone la obligación de “obtener el consentimiento” de los pueblos.
En cuanto a Ramiro Aguilar, criticó el informe por adolecer de lo que llamó “falta de sustentación jurídica”. Según él, el informe no está debidamente motivado y cae en muchas contradicciones. Al cierre de esta edición, ya entrada la noche, el debate, para el cual se inscribieron más de cincuenta asambleístas, continuaba sin mayores novedades ni aportes importantes. (RA)
Ayer, la maquinaria oficialista dio de largo al grupo de los Yasunidos
Policías cercando el perímetro de la Asamblea Nacional. Una fila de uniformados divide a las personas que portan banderas verdes de las que gritan acompañadas de tambores… Así se vive el ambiente mientras, en el Pleno, la secretaria lee el informe de la Comisión de Biodiversidad para aprobar la explotación del ITT.
Todo se inició ayer a las 09:00, los jóvenes llegan al parque El Arbolito, frente a la Corte Constitucional. El objetivo: marchar hasta fuera de la Asamblea Nacional para luchar por la no explotación del parque Yasuní.
En las cartulinas coloridas que portan se leen frases como: “Yo no pertenezco a ningún partido político. Yo pertenezco a la tierra y a la vida” y “Antes era oro por espejos, ahora es selva por cemento”. Mientras se agrupan llega un vehículo. Decenas de personas se bajan con banderas verdes con la leyenda “PAíS”.
Un señor de mediana edad le pregunta intrigado a uno de los que se bajaron del automotor “¿A qué vienen?” El otro le responde: “No sé, venimos con el jefe político” Ante la respuesta, el señor le pregunta si sabe a dónde van. “No sabemos, a donde vaya el jefe político” responde. Con cara de incertidumbre, el señor se va.
Para evitar enfrentamientos, la Policía Nacional forma un línea entre ambos bandos. Sin embargo, nada pasa. Los recién llegados suben a la Asamblea donde una tarima los espera.
A las 10:00, los jóvenes, ecologistas e integrantes del colectivo Yasunidos, hacen lo mismo. Pero, al llegar a la Asamblea, no los espera un show artístico sino una fila de policías que divide los grupos. Así, en la cuadra, el 80% del espacio se lo llevan los de PAíS y el 20% restante queda para los de Yasunidos.
Los ecologistas colocan una tela verde en el piso con la leyenda: “La revolución petrolera está en marcha” y, resignados por el espacio, se instalan para cantar y decir consignas.
Al otro lado todo es diferente. Los altavoces retumban por las canciones de un artista que se mueve al son de una canción tropical en la tarima. Mientras canta “ese día que soñamos vendrá”, unas 30 personas bailan frente al escenario mientras el resto está sentado, de pie o buscando algún vendedor para adquirir agua de coco.
Al artista le sigue otro. Con música bailable y bajo la promesa de regalar varios de sus CD’s logra mover a más gente. “Viva el país”, “¡Viva!”, “Viva el Presidente”, “¡Viva!”, “Viva la explotación” y nadie grita en respaldo.
Tras esto, la pantalla gigante al fondo de la tarima se enciende y aparece Carlos Viteri, asambleísta de PAíS y presidente de la Comisión de Biodiversidad. Viteri está dando un discurso en el Pleno que se transmite en la pantalla. Sin música y ante el exceso de volumen, los que antes bailaban se retiran a los lados tapándose los oídos.
Algunos aprovechan para tomarse fotos junto a las puertas de la Asamblea. “¡Para que vea la tía donde estuve!” dice una joven.
Otros, toman fotos a los canes de la Policía mientras algunos curiosos se acercan a la línea de uniformados para ver qué hacen los ecologistas del otro lado.
En el corto espacio, los jóvenes bailan y gritan consignas. Allí está también Jaime Guevara, al inicio toca su guitarra y luego el tambor. Dos hombres intentan ingresar una caja y refrescos al otro lado pero los ecologistas los abuchean. Sobre esto, Yasunidos se queja en su cuenta de Facebook: “Hay un fuerte cordón policial ya que del otro lado hay una gran tarima con artistas. ¿De dónde sale el dinero para pagar esto? Además circulan al lado de las banderas verdes paquetes de refrescos y sánduches para los participantes que llevan banderas verdes. Del otro lado estamos los defensores del Yasuní, con tambores y consignas, zapateando por la vida!!!” Los jóvenes repiten “¡Esto no es pagado, es pueblo organizado!”. (CG)