Esqueleto encontrado en Quintana Roo es el más antiguo de América
Especialistas nacionales y extranjeros han fechado científicamente con una antigüedad de entre 13 mil y 12 mil años los retos descubiertos en el sitio arqueológico Hoyo Negro, hace tres años
Por: MiMorelia.com - 15 de Mayo de 2014
Ciudad de México (MiMorelia.com).- El esqueleto humano descubierto en el sitio arqueológico Hoyo Negro, ubicado dentro de una cueva inundada de Quintana Roo, ha sido estudiado desde hace casi tres años por especialistas nacionales y extranjeros, y ha sido fechado científicamente con una antigüedad de entre 13 mil y 12 mil años en laboratorios de Estados Unidos y Canadá.
Estudios de ADN mitocondrial lo colocan como el eslabón que faltaba para poder confirmar el vínculo que existe entre los primeros pobladores de América y los grupos indígenas contemporáneos en este continente.
Se trata del esqueleto más completo y genéticamente intacto que se ha encontrado en América, el cual pertenece a una joven de entre 15 y 16 años que murió dentro de una cueva localizada en el actual estado de Quintana Roo, inundada después de la última glaciación que finalizó hace unos 10 mil años, y cuyos restos son los más antiguos localizados en el Nuevo Mundo. Los resultados que confirman la antigüedad del esqueleto, bautizado como la “Joven de Hoyo Negro” o “Naia”, serán dados a conocer en la prestigiada revista Science de este mes.
La investigación se realiza a través del Proyecto Arqueológico Subacuático Hoyo Negro, Tulum, Quintana Roo, co-dirigido principalmente por la arqueóloga pionera de la arqueología subacuática en México, Pilar Luna Erreguerena, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); James C. Chatters, antropólogo y paleontólogo de Applied Paleoscience and Direct AMS, reconocido mundialmente por el descubrimiento e investigación del llamado Hombre de Kennewick; Dominique Rissolo, arqueólogo del Instituto Waitt, y Alberto Nava Blank y Roberto Chávez Arce, miembros del Proyecto Espeleológico Tulum (PET). Además del INAH, se ha contado con el valioso apoyo de National Geographic Society, el Instituto Waitt, el Archaeological Institute of America y la National Science Foundation, entre otros. Asimismo, se ha trabajado muy de cerca con la directora del Centro INAH-Quintana Roo, arqueóloga Adriana Velázquez Morlet.
En palabras de la arqueóloga Luna Erreguerena, subdirectora de Arqueología Subacuática del INAH, “este descubrimiento coloca a nuestro país en una posición sobresaliente respecto a la gran oportunidad que Hoyo Negro ha abierto para resolver cada vez con mayor claridad el vínculo existente entre los primeros pobladores de América y los grupos indígenas actuales. Pero también nos coloca en una posición de gran responsabilidad y compromiso.”
Para lograr un fechamiento preciso de Naia los científicos realizaron análisis de ADN mitocondrial (en cuyo código genético se pueden rastrear linajes muy antiguos en el tiempo), Carbono 14 y Uranio/Torio. Además de arrojar una antigüedad de entre 13,000 y 12,000 años, los resultados indicaron que se trata de una joven de origen asiático (Beringio) del haplogrupo (cromosoma materno) D, identificado con las migraciones que llegaron a América desde Siberia; subhaplogrupo D1, que sólo tiene lugar en América.
La edad del esqueleto fue confirmada además por otros análisis realizados en semillas, carbón, guano de murciélago frutero, racimos de calcita y espeleotemas, y tomando en cuenta aspectos de la formación del sitio y medición de los cambios en el nivel del mar, que durante la edad de hielo era por lo menos 120 metros más abajo que el actual.
Gracias a los esfuerzos de los doctores Rissolo y Chatters por reunir a un grupo de renombrados especialistas de diversas disciplinas e instituciones, estos análisis fueron realizados y verificados en los laboratorios Applied Paleoscience and Direct AMS de Washington y en los de las universidades de Nuevo México, Pennsylvania, Washington, Texas en Austin, Illinois en Urbana-Champaign, McMaster en Canadá, Northwestern en Illinois y Copenhague en Dinamarca.
Además del esqueleto humano se han descubierto restos de 26 mamíferos correspondientes a once especies del Pleistoceno Tardío que incluyen: gonfoterio, tigre dientes de sable, perezoso de tierra tipo Shasta, tapir gigante, cerdo de monte, oso, puma, lince, coyote, coatí y murciélago frutero. Se ha definido a Hoyo Negro como “un contexto paleontológico perfecto”.
La arqueóloga Luna Erreguerena manifestó: “Este proyecto ha resultado una experiencia fuera de serie en la que un grupo de seres humanos ha unido sus conocimientos y sus esfuerzos para trabajar hacia una misma meta: llevar a cabo una investigación multi y trans-disciplinaria de alto nivel y gran ética en un sitio que ha guardado una inmensa riqueza cultural durante miles de años y que ahora está dispuesto a compartirla con la humanidad”.
Por su parte, el doctor Chatters, autor principal del artículo que publicará este mes Science, declaró que el hecho de haber encontrado el esqueleto humano en tan buenas condiciones de preservación ha permitido obtener las muestras necesarias para realizar los análisis que llevaron a un fechamiento tan preciso, lo cual no había sido posible debido a que no se contaba con un cráneo y una dentadura en tan buen estado como los encontrados en México. “Hoyo Negro es una cápsula de tiempo que ha conservado la información sobre el clima y la vida humana, animal y vegetal que existían al final de la última era de hielo”, agregó.
De igual manera, el doctor Rissolo afirmó: “Hoy en día, los cenotes y las cuevas inundadas de la Península de Yucatán son las fuentes más prometedoras para el estudio del hombre Paleoamericano. Estos sitios sumergidos que datan de la era de hielo son una oportunidad única para conocer una parte de la historia humana desconocida hasta hoy respecto a la interacción entre el ser humano y su medio ambiente en un entorno prehistórico completamente distinto al actual”.
Además de los científicos, el Proyecto Hoyo Negro ha contado con el apoyo de Alejandro Álvarez, Alberto Nava Blank y Franco Attolini, espeleobuzos altamente calificados, así como de ingenieros y técnicos que han aplicado, e incluso desarrollado, métodos y técnicas extraordinarios para ser usados por primera vez en este sitio con resultados impresionantes, sobre todo en los campos del software y la fotografía.
La información para los análisis realizados fue obtenida a partir de fotografías, videos y muestras tomadas por los espeleobuzos a petición de los especialistas. De acuerdo con la ética obligada de dejar los restos en su lugar, se decidió estudiarlos in situ como indica la Convención 2001 de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, de la cual México es signatario. Sin embargo, a fin de garantizar la seguridad de los vestigios más representativos del esqueleto de “Naia”, éstos fueron extraídos y se encuentran bajo resguardo del INAH.
La arqueóloga Pilar Luna expresó su deseo de que este proyecto establezca un ejemplo de cómo investigar, de manera respetuosa y científica, otros cenotes y cuevas inundadas, principalmente en los estados de Yucatán y Quintana Roo, muchos de los cuales contienen restos culturales invaluables que datan de las épocas prehistórica, prehispánica y colonial. Enfatizó la necesidad de invitar a los buzos exploradores, quienes son los que descubren estos restos, a que le informen a la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH para que se tomen las acciones pertinentes para garantizar su estudio y preservación.
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El Tiempo, Bogotá
Los estudios genéticos permiten confirmar su linaje asiático Beringio (en referencia al puente terrestre que existió durante diferentes eras glaciales en lo que hoy es el Estrecho de Bering) y está vinculada con migraciones siberianas de un grupo que desarrolló cambios de adaptación al nuevo medio.
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Yucatan.com.mx
El esqueleto de una joven de 15 años, de unos 12 mil años de antiguedad, encontrado en una cueva del estado de Yucatán podría resolver el misterio sobre el parentesco entre los paleo americanos y los indios nativos, reveló hoy la revista Science.
El esqueleto de la joven, bautizada como Naia (Ninfa del Agua), fue encontrado en el Hoyo Negro, una cueva submarina en las costas yucatecas, donde la adolescente probablemente murió de una caída antes que la zona fuera sumergida en agua.
‘Este esqueleto sugiere que los Paleo americanos representan una población temprana que pasó por Bering, no una migración previa de cualquier parte de Eurasia’, concluyó una veintena de científicos participantes en la investigación.
‘Es consistente con la hipótesis que tanto los paleo americanos como los indios nativos derivan de una fuente única de población, aún cuando compartan o no una relación lineal’, señaló.
Inicialmente el cráneo de Naia fue encontrado por los buzos Alex Alvarez y Susan Bird mientras buceaban en Yucatán en 2007. Ambos contactaron a la arqueóloga Pilar Luna del Instituto de Antropología e Historia (INAH) de México.
Con respaldo de National Geographic Society continuaron la búsqueda de los restos y encontraron su pelvis rota, además de otros objetos como dientes de tigres y osos.
Científicos estadunidenses realizaron las pruebas de edad y determinaron una antiguedad de entre 12 mil a 13 mil años, además de los marcadores genéticos que emparentaron a Naia con los indios nativos de América de otras latitudes.
El descubrimiento de un vínculo genético ofreció el primer indicativo de que la diferencia de rasgos físicos entre los paleo americanos y los indios nativos no deriva de fuentes de origen diversas, sino de cambios evolutivos que transformaron su fenotipo.
Los rasgos craneales de los predecesores paleo americanos son más alargados y protuberantes, con una frente amplia; mientras que los indios nativos actuales tienen características que incluyen un rostro más redondo y frente corta.
‘Las diferencias entre los paleo americanos y los indios nativos probablemente derivan de una evolución in situ más que de ancestros diversos’, concluyeron.
El descubrimiento abona asimismo a la hipótesis de que la migración por el estrecho de Bering pudo haber ocurrido en diferentes tiempos por grupos de migrantes diferenciados.
Por ello ‘las diferencias cráneo faciales entre los indios nativos y sus predecesores paleo americanos se explican mejor como cambios evolucionarios posteriores a las divergencias de quienes pasaron por Bering de ancestros siberianos’, indicaron.
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AP
Hace miles de años, una adolescente cayó en una caverna profunda en México y murió. Ahora, su esqueleto y su ADN están ayudando a científicos a estudiar los orígenes de los primeros americanos.
Su investigación refuerza la idea de que los primeros pobladores llegaron de Asia a través de un puente terrestre que ya desapareció, según un análisis publicado el jueves por la revista Science.
El esqueleto casi completo de la muchacha fue descubierto por casualidad en 2007 por buzos expertos que estaban cartografiando cuevas subterráneas al norte de Tulum, en la parte oriental de la Península de Yucatán. Un día, se toparon con una enorme cámara subterránea profunda.
“En el momento en que ingresamos supimos que era un lugar increíble”, dijo a reporteros Alberto Nava, uno de los buzos. “El piso desapareció ante nosotros y no podíamos ver al otro lado”. Ellos lo llamaron Hoyo Negro.
Meses después, regresaron y lograron llegar al fondo de la cámara de 30,5 metros de profundidad, la cual contenía huesos de animales. Fue entonces que se encontraron con el esqueleto de la muchacha en una saliente, cabeza abajo, “con dentadura perfecta y las cuencas de los ojos observándonos”, narró Nava.
Los buzos nombraron al esqueleto Naia, por una ninfa acuática de la mitología griega, y a éstos se unió un equipo de científicos para investigar el descubrimiento.
La chica tenía 15 o 16 años cuando murió en una cueva, que entonces estaba seca, señalaron investigadores. Ella pudo haber estado buscando agua cuando cayó en la cámara hace aproximadamente 12.000 o 13.000 años, dijo el líder del estudio James Chatters, de Applied Paleoscience, una empresa de consultoría en Bothell, Washington. Su pelvis estaba fracturada, lo que sugiere que sufrió una caída desde gran altura, indicó el especialista.
“Es el resto humano más antiguo que se conozca en América”, aseguró la directora del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, María Teresa Franco, al dar a conocer en la capital mexicana los resultados publicados el jueves.
Presente en la ciudad de México, el buzo Nava dijo que Naia “probablemente iba a buscar agua” cuando cayó.
Los estudiosos señalan que en la época en que murió era una zona seca y que al paso de miles de años el nivel del mar se elevó y cubrió toda la zona.
El análisis de sus restos, reportado por científicos de Estados Unidos, Canadá, México y Dinamarca, aborda un enigma sobre el asentamiento en el Continente Americano.
La mayoría de los científicos dicen que los primeros americanos provienen de ancestros siberianos que vivían en un antiguo puente terrestre, ahora sumergido, que conectaba Asia con Alaska a través del Estrecho de Bering. Se piensa que entraron a América hace alrededor de 17.000 años desde aquella masa terrestre, llamada Beringia. Y evidencia genética indica que los pobladores originales actuales del continente americano están relacionados con esos pioneros.
Pero los esqueletos más antiguos de América —incluido el de Naia— tienen cráneos muy diferentes a los de los pueblos nativos actuales. Para algunos investigadores, eso sugiere que los primeros americanos provinieron de un lugar diferente.
Naia proporciona un vínculo crucial. ADN recuperado de un molar contiene un marcador distintivo encontrado en pueblos nativos actuales, especialmente de Chile y Argentina. Se piensa que la firma genética surgió entre gente que vivía en Beringia, dijeron investigadores.
Eso sugiere que tanto los primeros americanos como las poblaciones nativas contemporáneas vienen de las mismas raíces ancestrales en Beringia, no de diferentes lugares, sacaron en conclusión los investigadores. Las diferencias anatómicas al parecer reflejan una evolución con el tiempo ocurrida en Beringia o América, señalaron.
El descubrimiento no descarta la idea de que algunos pobladores antiguos vinieron de otro lado, indicó Deborah Bolnick, una autora del estudio que trabaja en la Universidad de Texas campus Austin.
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NTR
Según los investigadores, se cree que la joven caminó por un largo túnel, posiblemente alumbrada por la luz de su antorcha y posiblemente en busca de agua; el fuego no le bastó para ver el precipicio que se abría a sus pies y cayó más de 30 metros hasta el fondo de un pozo donde había todo tipo de animales muertos.
Luna Erreguerena dijo que los buzos Alberto Nava Blank, Alejandro Álvarez y Roberto Chávez, “ingresaron por un túnel a 10 metros de profundidad, mil 200 metros de distancia cayendo en un pozo negro y con base en sus luces se percataron de huesos de animales y enseguida un cráneo. A partir de entonces, fueron más seguido, se interesaron, tomaron foto y video, y echamos a andar el proyecto”.
Por su parte, Alberto Nava Blank, uno de los buzos espeleólogos, comentó que fue en el 2007 cuando se descubrió el “Hoyo Negro” y agregó que tras la exploración, “nunca se pensó que se fuera encontrar el Hoyo, simplemente nos dedicamos a explorar túneles y al momento de llegar al lugar, el regulador casi se nos sale de la boca”.
“Al mover las luces nos atipamos con los huesos de animales, pensamos que ese era el descubrimiento, enseguida Alex pone su luz en un cráneo humano de color negro invertido y así lo encontramos”, señaló.
Según Nava Blank, se “cree que nadie más pudo entrar a ese sitio en 10 mil años”, por lo que consideró que se trata de un lugar virgen, nunca antes explorado.
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