Autodefensas kurdas recuperan más del 60% de Kobane, la ciudad más importante de Rojava (Norte de Siria)

Sostienen que ha sido gracias a los bombardeos aliados, sin embargo resistencia de las comunidades autónomas contra el Estado islámico confirma que avanzan por tierra desde antes de los bombardeos del jueves



Kurdos recuperan más del 60% de Kobane

domingo 28 de diciembre de 2014 - 12:00 a.m. La pequeña ciudad del norte sirio fronteriza con Turquía se ha convertido en símbolo de la lucha contra el grupo extremista

Los combatientes kurdos sirios retomaron el control de ‘más del 60 %’ de la ciudad de Kobane, que el grupo Estado Islámico (EI) asedia desde hace más de tres meses, afirmaron una ONG y militantes antiyihadistas.

La pequeña ciudad del norte sirio fronteriza con Turquía se ha convertido en símbolo de la lucha contra el grupo extremista, que logró controlar más de la mitad de la localidad tras la ofensiva lanzada el 16 de septiembre.

Pero tras la ofensiva iniciada en octubre por los kurdos y apoyados por los ataques aéreos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, ‘las fuerzas kurdas controlan ahora más del 60 % de la ciudad’, aseguró a la AFP Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). ‘El EI se ha retirado incluso de zonas fuera de control kurdo por miedo a las minas’, añadió.

Por su parte, un militante kurdo de Kobane, Mustafá Ebdi, aseguró a la AFP que las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG, la milicia kurda que defiende Kobane) ‘han avanzado en toda la línea de frente hacia el este en la última semana’, allí donde se concentra la presencia del EI.

Los extremistas se han retirado de la zona del cuartel general de las YPG, en el norte de la ciudad, de los barrios del sur y del centro cultural situado en el centro de Kobane, según la ONG.

Hace dos días, las YPG lograron llegar al edificio del ayuntamiento, que actualmente se encuentra completamente destruido por los combates, explicó Edbi.

‘El avance de los kurdos se ha debido en gran parte a las incursiones aéreas de la coalición’, consideró el militante.

Según él, de los 31 ataques anunciados por la fuerza internacional en las últimas 48 horas, 17 estaban dirigidos contra el EI en Kobane. ‘Los yihadistas recurren ahora a cavar túneles, tras el fracaso de su táctica con coches bomba y cinturones explosivoa’, señaló Ebdi.

Decenas de miembros del EI se han inmolado en Kobane desde su entrada en la ciudad, donde se enfrentan a la feroz resistencia de los combatientes kurdos. Los combates han dejado más de mil muertos de los dos bandos.

Mientras los kurdos combate en tierra, la coalición internacional formada por Estados Unidos contra el grupo yihadista lanzaron 16 ataques contra sus posiciones en Siria y otros 15 en Irak, informó la Fuerza Combinada de Operaciones estadounidense.

En Siria, la mayoría de los operativos se desarrollaron cerca de la ciudad de Kobane. Otros tres ataques lanzados en ese país fueron en la región de Al Hasakah, en ambos ataques se destruyeron armamentos del EI.

Por otro lado, tres de los ataques en Irak tuvieron lugar en las proximidades de Al Asad, donde derribaron un mortero del EI, así como un sistema de cohetes y cuatro vehículos del grupo. Otros ataques se produjeron en Irak se produjeron en Al Qaim, Bayi, Kirkuk y Tal Afar, según el informe oficial.

En los ataques en Siria participaron Estados Unidos, Baréin, Jordania, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. En cuanto a Irak, además de Estados Unidos, participaron Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Holanda y Reino Unido.
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El frío golpea a los refugiados en Siria; además pasan hambre

El Informador / ROJAVA, SIRIA (22/DIC/2014).- En el campo de refugiados de Newroz, a las afueras de Derik, falta de todo, desde agua hasta alimentos. Por si fuera poco, esta zona es golpeada por el frío y se vive en constante contacto con un elemento: el barro.

Los habitantes de Newroz, en su gran mayoría yazidíes que han huido del Estado Islámico (EI) en el Kurdistán iraquí, hacen un llamado a la comunidad internacional, por la que se sienten abandonados, y exaltan la labor de las autoridades locales, siempre presentes cuando se necesita solidaridad.

Debido a la lluvia, una mujer y sus cuatro hijos se han quedado a la intemperie: su tienda está rebosando de agua. No hay ninguna tienda vacía cerca, y mientras tanto el diluvio sigue. Los habitantes del campo emplean parte del día a acumular materiales de desecho alrededor de la tienda, con la esperanza de bloquear la entrada del agua de lluvia, mientras que por la noche y las primera horas de la mañana se quedan en la tienda esperando que la tierra deje de ser agua y se convierta en barro para poder salir.

“Estos problemas no se resolverán pronto: a las tiendas les falta una base de cemento. Y hasta que esto no esté, seguirán siendo como bañeras cuando llueve. Cuando llegamos al campo, en agosto, con el calor, dormir en las tiendas fue un infierno. Pero ahora es aún peor”, asegura Ferhad, de 36 años y padre de tres hijos.

Antes de la llegada de los yihadistas a la ciudad de Sinjar —considerada la cuna de los yazidíes y situada a 50 kilómetros de la frontera con Siria— Ferhad era el propietario de una panadería rentable.

“Al personal del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) lo vimos sólo en agosto, cuando comenzó el éxodo de los yazidíes. Ahora dependemos de las autoridades del cantón de Al-Jazeera, especialmente para los alimentos. Todo escasea, pero tratamos de salir adelante con la esperanza de que la comunidad internacional despierte y se dé cuenta de las dificultades por las que pasan los yazidíes aquí en Newroz”, cuenta Abdolakim Haji, de 43 años, jefe del campo.

En agosto pasado los yazidíes huyeron de la ira del Estado Islámico en el Kurdistán iraquí y encontraron refugio en Rojava.

Los extremistas los consideran subhumanos, herejes, “adoradores del diablo”, porque están vinculados a ritos y cultos que preceden al monoteísmo. El de los yazidíes es un éxodo de dimensiones gigantescas. Alrededor de 50 mil han tenido que abandonar sus hogares en el área de Sinjar y están dispersos entre Iraq, Turquía y Siria. En este último país entraron después de días agotadores caminando a través de las montañas y se concentraron precisamente en el campo de Newroz.

También hay crisis sanitaria

En Newroz, con la llegada del frío y de las lluvias se ha creado una verdadera crisis sanitaria. Y para complicar el panorama, ahí está el barro. No hay un niño o una persona mayor que no tenga algún tipo de bronquitis, y los médicos son muy pocos en comparación con la cantidad de pacientes.

En el campo de refugiados hay dos pequeñas clínicas en dos tiendas de campaña a cargo de dos ONG locales diferentes. Los médicos son muy atentos y muy competentes, pero son muy pocos para satisfacer las necesidades de seis mil personas. Y además sólo pueden curar cosas sencillas.

“Aquí el que tiene algo grave no se puede curar. Muere, es así de simple”, se queja Aze, de 59 años, madre de seis hijos y abuela de 19 niños que no pueden hacer nada más que jugar en el barro.

La situación de los “hermanos” refugiados en las montañas de Sinjar monopoliza todas las conversaciones. Miles de yazidíes viven allí porque están bloqueados por las garras del Estado Islámico (EI) o porque se han unido a las milicias yazidíes que luchan junto a los militantes del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán, movimiento político clandestino kurdo-turco considerado una organización terrorista por Turquía, Estados Unidos, la Unión Europea e Irán) en el Kurdistán iraquí contra los yihadistas.

“Estamos en constante contacto telefónico con ellos. Más de dos mil de nuestros jóvenes han tomado las armas y luchan contra Daesh con los hombres del PKK. Estamos muy preocupados por nuestros hermanos, tienen rifles muy antiguos, ridículos en comparación con las armas de Daesh”, dice Hevall, de 64 años.

FRASE

” El campo lo creó en mayo el Departamento Social del cantón de Al-Jazeera para dar cabida a los diversos refugiados araboiraquíes amenazados por Daesh (acrónimo árabe del Estado Islámico) ”

Abdolakim Haji, jefe del campo de refugiados.

INFÓRMESE

Conozca más de cerca a los yizadíes

Derik es una ciudad del cantón de Al-Jazeera. Juntos, los cantones de Al-Jazeera, Kobani y Efrin constituyen Rojava (en kurdo, “Occidente”), también llamado Kurdistán sirio o Kurdistán occidental. Es una región autónoma, independiente de facto, en el Norte de Siria, y está habitada principalmente por kurdos.

Desde 2012, en el contexto de la guerra en Siria, Rojava está bajo el control de las YPG (Unidades de Protección Popular, las milicias de autodefensa kurdas), consideradas el brazo armado del PYD (Partido de la Unión Democrática). A finales de 2013 las autoridades kurdas, árabes, asirias y de otras minorías anunciaron la creación de un Gobierno autónomo en la región.

Yazidí es un término que significa literalmente “los que apagan las antorchas”, uno de los muchos rituales religiosos de este pueblo. En total son alrededor de 500 mil miembros y están presentes en Iraq, Armenia, Georgia, Siria, Turquía e Irán. Creen en un Dios primordial, que creó el universo y que se manifiesta en los Siete Ángeles, el más importante de los cuales es Tawisi Malek, el Ángel Pavo Real.

Su religión deriva de antiguos sistemas religiosos de Mesopotamia, e incluye las abluciones sagradas, la prohibición de comer ciertos alimentos, la circuncisión, el ayuno, la peregrinación por devoción, la interpretación de los sueños y la transmigración de las almas.
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Huyen de la furia del Estado Islámico.
Rojava, Siria
El tan temido invierno ha llegado al campo de refugiados de Newroz, a las afueras de Derik. Aquí falta de todo, desde el agua hasta los alimentos, desde las medicinas hasta los baños, y se vive en constante contacto con un elemento: el barro.
Los habitantes de Newroz, en su gran ma-yoría yazidíes que han huido de la furia del Estado Islámico en el Kurdistán iraquí, hacen un llamado a la comunidad internacional, por la que se sienten abandonados, y exaltan la labor de las autoridades locales, siempre presentes cuando se necesita solidaridad.
Debido a la lluvia, los residentes de las tiendas B2.48, B2.49, B2.50 y B2.51 han ocupado las tiendas vacías de alrededor. Una mujer y sus cuatro hijos se han quedado a la intemperie: su tienda está llena a rebosar de agua. No hay ninguna tienda vacía cerca, y mientras tanto el diluvio sigue.
Los habitantes del campo emplean parte del día a acumular materiales de desecho alrededor de la tienda, con la esperanza de bloquear la entrada del agua de lluvia, mientras que por la noche y las primera horas de la mañana se quedan en la tienda esperando que la tierra deje de ser agua y se convierta en barro para poder salir.
“Estos problemas no se resolverán pronto: a las tiendas les falta una base de cemento. Y hasta que esto no esté, seguirán siendo como bañeras cuando llueve. Cuando llegamos al campo, en agosto, con el calor, dormir en las tiendas fue un infierno. Pero ahora es aún peor”, asegura Ferhad.
Con 36 años y padre de tres hijos, antes de la llegada de los yihadistas a la ciudad de Sinjar -considerada la cuna de los yazidíes y situada a 50 kilómetros de la frontera con Siria- era el propietario de una panadería rentable.
“Al personal del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) lo vimos sólo en agosto, cuando comenzó el éxodo de los yazidíes. Nos proporcionaron las tiendas, mantas y un poco de comida. Y nada más.
“Ahora dependemos de las autoridades del cantón de Al-Jazeera, especialmente para los alimentos. Todo escasea, pero tratamos de salir adelante con la esperanza de que la comunidad internacional despierte y se dé cuenta de las dificultades por las que pasan los yazidíes aquí en Newroz”, cuenta Abdolakim Haji, de 43 años, jefe del campo.
En agosto pasado los yazidíes huyeron de la ira del Estado Islámico en el Kurdistán iraquí y encontraron refugio en Rojava gracias a la intervención de los combatientes de las YPG, que les ayudaron a entrar en territorio sirio a través de las montañas limítrofes.
Los extremistas los consideran subhumanos, herejes, “adoradores del diablo”, porque están vinculados a ritos y cultos que preceden al monoteísmo.
El de los yazidíes es un éxodo de dimensiones gigantescas. Alrededor de 50 mil han tenido que abandonar sus hogares en el área de Sinjar y están dispersos entre Irak, Turquía y Siria. En este último país entraron después de días agotadores caminando a través de las montañas y se concentraron precisamente en el campo de Newroz.