Brasil: la batalla por el Tapajós. La resistencia de las comunidades munduruku

Ya que el gobierno no lo hace, comuneros iniciaron su propio proceso de demarcación de tierrras frente a la ofensiva empresarial



La batalla por el Tapajós: la construcción de hidroeléctricas amenaza al pueblo Munduruku (parte 1)
Traducción publicada el 8 Enero 2015

Los caciques se unen para defender el territorio de Sawré Muybu, cuya demarcación oficial puede hacer inviable la construcción de la hidroeléctrica. Foto: Marcio Insensee e Sá, Agência Pública. CC BY-ND

Este reportaje fue originalmente publicado el 11 de diciembre de 2014 por la Agência Pública, con apoyo de Mongabay, en dos partes: “La batalla por la frontera munduruku” y “Décadas de lucha por el Tapajós”, ambas escritas por el periodista Bruno Fonseca. Fueron adaptadas y reproducidas por Global Voices en tres partes.

El pueblo Munduruku está formado por más de trece mil hombres, mujeres y niños que viven en los márgenes de los 850 kilómetros del río Tapajós y sus afluentes, localizado en el norte y centro oeste de Brasil. La mayor parte de su población va a sentir el impacto de un proyecto gubernamental para la región: la construcción de siete hidroeléctricas en la cuenca, a parte de otras dos ya en proceso en el río Teles Pires, un afluente del Tapajós en el límite con Mato Grosso.

Los Munduruku poseen hoy cuatro Tierras Indígenas homologadas en los estados de Pará y Mato Grosso. Pero el territorio de Sawré Muybu, considerado sagrado, nunca ha sido reconocido oficialmente por el gobierno brasileño. Sus fronteras pueden ser el mayor obstáculo nunca antes superado por la ruta del gobierno de Dilma Rousseff en el proyecto para la explotación de la cuenca del Tapajós.

La demarcación de este territorio puede ser una barrera para una hidroeléctrica estratégica para el gobierno federal: la central de San Luis de Tapajós, que pretende ser la tercera mayor del país con un presupuesto previsto de 30.000 millones de reales y una potencia máxima de 8.040 megavatios. El proyecto prevé el ensanchamiento de partes significativas de Sawré Muybu, haciendo inviable la vida en el lugar. Entre los cambios previstos está el descenso en el número de peces y de la caza, elementos esenciales para la supervivencia de este pueblo.

Como solución, estudios recientes realizados por la central han sugerido que los Munduruku sean desplazados de la zona. En respuesta a ello, la Funai (Fundación Nacional del Indio) ha apuntado que esa propuesta es inconstitucional y ha recomendado la suspensión de la licencia de la central, según una publicación interna del 25 de setiembre a la cual Pública tuvo acceso.

La expulsión de indígenas está vetada por el artículo 231 de la Constitución. En defensa de la central, el gobierno usa la ausencia de demarcación como argumento para alegar que la tierra de Sawré Muybu nunca ha sido oficialmente reconocida como Munduruku, lo que despierta la ira de guerreros y caciques de toda la cuenta del Tapajós.
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El gobierno planea construir nueve plantas en las cuencas de Tapajós y Teles Pires. Los iImpactos afectarían a la tierra Munduruku en su conjunto.
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La planta São Luiz do Tapajós inundaría gran parte de Sawré Muybu. Dos más plantas más fueron proyectadas alrededor de esas tierras indígenas.

Con fecha de realización fijada para el 15 de diciembre, la subasta de la central hidroeléctrica de San Luis de Tapajós ha sido pospuesta para el 2015, en una fecha todavía no comunicada. El gobierno federal ha tenido que echarse atrás porque el proceso de certificación ambiental aún no ha sido concluido. Faltaba la opinión de la Funai sobre el Estudio del Componente Ingígena, documento responsable de indicar el impacto que la central provocará en la vida de estas poblaciones.

El atropello del proceso de licencia ha revelado que el gobierno no está demasiado atento a la cuestión indígena, población más vulnerable a las transformaciones ambientales provocadas por la central.

Presionado por acciones del Ministerio Público Federal (MPF), el gobierno federal ha establecido una agenda de consulta a los pueblos tradicionales sobre las hidroeléctricas. La consulta previa está exigida por diversas acciones del MPF de Pará, las cuales toman como base los derechos de pueblos indígenas garantizados por la Constitución y por el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, de la cual Brasil es signatario.

El convenio establece que los gobiernos están obligados a “consultar a los pueblos interesados” antes de cualquier acción gubernamental que afecte a su territorio y vida, además de “poner los medios por los cuales esos pueblos puedan participar libremente en todos los niveles decisivos de instituciones electoras u órganos administrativos responsables de políticas y programas que les afecten”.

Después de anunciar la consulta, sin embargo, el director de la Secretaría General de la Presidencia, Gilberto Carvalho, declaró que esta no será vinculante. O sea, nada de lo que sea dicho por los indígenas podrá impedir la obra. “Esta debe ser celebrada para atender peticiones, disminuir impactos, pero no es impeditiva”, dijo en una entrevista a la BBC.“No renunciaremos a construir Tapajós”.

Los indígenas inician la “autodemarcación” de Sawré Muybu

En octubre, los Munduruku probaron una estrategia nueva, inédita para este pueblo cuyo historial de guerra es anterior al primer registro de contacto con los portugueses, en 1768. Provistos de hoces y machetes, iniciaron la abertura de una zanja de cuatro metros de ancho y siete kilómetros de extensión. Se trata de la autodemarcación de la tierra indígena de Sawré Muybu.
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Mundurukus reunidos para las actividades de autodemarcación. Foto: Marcio Issense e Sá, Agência Pública. CC BY-ND.

Los indígenas llamaron a la autodemarcación después de esperar durante siete años las acciones de la Fundación Nacional del Indio (Funai). Ha sido el tiempo que le ha tomado al órgano elaborar un documento que reconoce esa área como de ocupación histórica y que define los perímetros de la demarcación: el “Informe detallado de identificación y delimitación de la Tierra Indígena Sawré Muybu”. Desde que quedó listo, en septiembre de 2013, el documento está alojado en la presidencia de la Funai.

El reportaje de Pública tuvo acceso al informe en exclusiva y lo publica en su integridad lo publica en su integridad. Son 193 páginas de minuciosa demostración de los vínculos históricos que los Munduruku mantienen con ese trozo de tierra. El documento apunta que las 113 personas que viven ahí tienen su “reproducción física y cultural” amenazada por el proyecto de las hidroeléctricas. Y concluye que “el reconocimiento de Sawré Muybu por parte del Estado es imprescindible para dotar de seguridad jurídica a los indígenas y garantizar que sus derechos sean respetados”.
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Placa de autodemarcación, que evoca el passado guerrero de los Munduruku. Foto: Marcio Issense e Sá, Agência Pública. CC BY-ND

Para hacer la zanja, los Munduruku se han unido a los ribeiriños, que también van a sufrir daños. El grupo se sirve de las orientaciones del científico social Mauricio Torres y del historiador Felipe García, voluntarios que utilizan el aparato de GPS. Como referencia para la zanja, el grupo sigue las coordenadas exactas del mapa para la demarcación hecho por la Funai y alojado en Brasilia.

Fuera del carácter oficial, son pocas las diferencias entre el trabajo de ese equipo y una demarcación oficial. Lo que más difiere en las actividades es la ausencia de condiciones mínimas de seguridad. Sin el sello del gobierno, son muchos los riesgos en la ruta del equipo de demarcación.

Una semana antes, los Munduruku fueron cercados por las motos e camiones de un grupo de madereros. Días después, ellos abordaron a un grupo de 300 garimpeiros [mineros ilegales] que extraían diamante dentro de la tierra indígena. Avisados sobre la autodemarcación, los garimpeiros dijeron que solo saldrían de allí si la demarcación fuera oficial.

El portal de entrada al mundo

Preocupados con los impactos en su territorio como un todo, los indígenas Munduruku de diferentes partes de la cuenca se han unido y han escogido Sawré Muybu como un marco fundamental para ser defendido. Además de las familias que viven allí, aquella tierra contiene el suelo sagrado Daje Kapap’ Eipi, entendido como el lugar donde nacieron los primeros Munduruku, los animales y el río Tapajós. Dada su importancia espiritual y el contexto de conflicto político, el lugar se aproxima a lo que sería una Jerusalén Munduruku.
Cacique Juarez Saw Munduruku, de Sawré Muybu: ’só saio daqui morto’. Foto: Márcio Issense e Sá, Agência Pública. CC BY-ND

Cacique Juarez Saw Munduruku, de Sawré Muybu: ‘sólo saldré muerto de aqui’. Foto: Marcio Issense e Sá, Agência Pública. CC BY-ND

“Ese es el portal de entrada a nuestro territorio, hemos venido a proteger la tierra por nuestros hijos y nietos. Por el futuro”, dice Saw Rexatpu, guerrero e historiador munduruku, después de un día de trabajo en la zanja de la autodemarcación. “Nuestros bisabuelos murieron luchando aquí y nosotros vamos por el mismo camino. Si yo muriese aquí, dejo mi historia”. Viajó tres días para acudir a la llamada de Juarez Saw Munduruku, el cacique del pueblo Sawré Muybu.

Pero ¿y si la estrategia saliera mal y el gobierno les ordenase salir? “Nosotros no salimos”, responde el cacique, sin alterar el semblante tranquilo. ¿Y si la policía los sacara a la fuerza? “Es el fin de nuestro mundo, porque nosotros solo salimos muertos”.

Vea también: El documental “Munduruku: Tejiendo la resistencia”, producido por la cineasta Nayana Fernández, narra la lucha de los Munduruku por el territorio de Sawré Muybu. Los Munduruku también han creado una campaña de crowdfunding para costear la autodemarcación, entre otros objetivos. Para apoyar la causa se puede contribuir con cantidades desde 10 dólares estadounidenses.