Kokang, el espectro de Crimea en Birmania (Myanmar) y la traición de China a sus amigos guerrilleros prefiriendo asociarse al estado birmano

China ha preferido aliarse y hacer negocios con la dictadura de Birmania.



Kokang, el espectro de Crimea en Birmania

JAVIER ESPINOSA Corresponsal Bangkok
Actualizado: 22/02/2015 17:35 horas
El Mundo

A sus 85 años, Peng Jiansheng, el viejo líder de la guerrilla Kokang de origen chino, parece mantener intactas las dotes de hábil estratega y manipulador que le han permitido sobrevivir en el complejo escenario político de Birmania durante décadas. Hace días difundió un comunicado a través de las redes sociales chinas intentando captar la solidaridad de quienes dijo “comparten raíces y raza”.

“¿Cómo es posible que tras más de 100 años desde la Guerra del Opio, todavía haya 200.000 chinos que sufren discriminación étnica?. Cada vez que le recuerdan a Jiansheng esta situación rompe a llorar y el dolor es insoportable”, escribió un personaje tan conocido por su larga relación con la insurgencia birmana como por su vínculo con el tráfico de drogas.

El llamamiento de Jiansheng -cuya milicia libra desde hace días cruentos combates con el ejército de Birmania en la región de Shan, en la frontera con China- es un ejemplo del brete al que se enfrenta Pekín ante la reactivación de la guerra civil en el país vecino.
Estado de emergencia en Birmania

El presidente birmano Thein Sein decretó el martes el estado de emergencia e impuso la ley marcial en Kokang, después de que los enfrentamientos hayan dejado ya más de 130 muertos en ambos lados -cifras gubernamentales- y provocado el éxodo de decenas de miles hacia la adyacente provincia china de Yunnan.

Las redes sociales chinas han distribuido estremecedoras fotografías de cadáveres regados por el asfalto en las localidades de ese territorio y aglomeraciones de refugiados en los campos de acogida que se han abierto en Yunnan.

Las autoridades de Pekín tienen que lidiar a la vez con sus intereses estratégicos y financieros en Birmania, y la solidaridad interna que podría generar la suerte de los Kokang, una comunidad y territorio vinculados a China desde tiempos ancestrales.
Paralelismo con Crimea y el conflicto ucraniano

Los censores en China se han apresurado a intentar eliminar de las redes sociales los gestos de apoyo suscitados por los insurgentes especialmente después de que algunos ciudadanos locales enarbolaran el paralelismo con el caso de Crimea y el apoyo militar de Rusia a los independentistas ucranianos.

Medios oficiales como Global Times reconocían que Pekín se enfrenta a “un desafío diplomático” con esta crisis pero arremetían contra aquellos en “los medios occidentales y en el internet chino” que “han vinculado Kokang a Crimea. No existe ningún fundamento para establecer esta comparación. El principal interés chino es la estabilidad en las regiones fronterizas. La simpatía que la sociedad china tenga hacia la comunidad Kokang no va a determinar la política de Pekín”.

Sin embargo, del lado birmano los combates han suscitado un cierto resquemor en el ejército gubernamental que el sábado acusó a las tropas de Peng Jiasheng de utilizar ex soldados chinos como “mercenarios”, mientras que un portavoz del presidente exigía a Pekín que impidiera los “ataques terroristas” desde su territorio.

La posición china podría complicarse aún más ya que Naipyidó ha indicado asimismo que otras fuerzas rebeldes están apoyando a los Kokang e incluyó en ellas al Ejército Unido del Estado Wa (UWSA), la guerrilla más poderosa de Birmania y con la que Pekín mantiene todavía una sólida alianza, nunca reconocida.
China y Birmania, unas relaciones llenas de altibajos

Pekín y Naipyidó han mantenido unas relaciones bilaterales repletas de altibajos desde las sangrientas razias anti-chinas que sacudieron Birmania en 1967.

China fue el principal mentor del Partido Comunista Birmano y la plataforma desde la que esta agrupación lanzó su insurrección a partir de 1968.

Una alianza que sufrió un giro radical a finales de los 80 bajo la égida de Deng Xiaoping, cuando China decidió convertirse en el principal socio comercial y militar de la dictadura birmana.

Precisamente, los acólitos de Peng Jiansheng fueron el elemento catalizador de la rebelión contra la cúpula del PCB que provocó el colapso de esta formación en 1989.

A partir de esa fecha, Peng creó el llamado Ejército de la Alianza Nacional Democrática de Birmania (MNDAA), firmó un pacto con los uniformados birmanos y consiguió su aprobación tácita para expandir el tráfico de drogas en su feudo fronterizo.

La estrecha relación de Pekín y Naipyidó sufrió un nuevo quebranto tras la ofensiva de los birmanos contra los paramilitares de Jiansheng en el 2009, una refriega que como ahora provocó la huida de decenas de miles de personas hacia Yunnan y obligó a China a reprobar de forma pública la actuación de Birmania.

Para expertos como Yun Sun, del think tank Henry L Stimson Center de Washington, por ahora la “importancia estratégica de Birmania para China tiene mucho más peso que su interés por los grupos étnicos de la frontera”.

Pero la misma analista escribía en la publicación birmana Irrawaddy que “dados los lazos históricos entre ciertos elemento locales en China y los grupos étnicos de Birmana, no resulta inconcebible” que funcionarios chinos del área de Yunnan estén actuando “a espaldas de Pekín” y apoyen de forma soterrada al movimiento Kokang.

Algo, que ni siquiera resultaría original. En 1994, Pekín tuvo que recurrir al ejército para aplastar una mafia especializada en el tráfico de drogas en Yunnan dirigida por un gerifalte de la milicia Kokang que actuaba en connivencia con policías chinos locales.