La debacle de los gobiernos progresistas y la hora de los de abajo: América Latina: “Se terminó la fiesta”

Una frase tan simple como elocuente pronunciada esta semana por el uruguayo Enrique Iglesias, extitular de la CEPAL y del BID, describe a la perfección la actual coyuntura de Latinoamérica, no solo económica.



“Se terminó la fiesta”
2015-08-07

Ana Mengotti

Bogotá, (EFE).- “Se terminó la fiesta”, una frase tan simple como elocuente pronunciada esta semana por el uruguayo Enrique Iglesias, extitular de la CEPAL y del BID, describe a la perfección la actual coyuntura de Latinoamérica, no solo económica.

De la bonanza generada sobre todo por unas materias primas a precios de oro, hoy significativamente recortados, queda poco y los países de la región presentan en conjunto un panorama sombrío.

La inestabilidad de los mercados en China, la perspectiva de una subida de los tipos de interés en EU y la debilidad de las monedas locales frente al dólar también contribuyen a un panorama que Iglesias, también exsecretario general iberoamericano, definió como “una gran caja de sorpresas”.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calcula un crecimiento regional para este año de solo un 0,5 % y pronostica contracciones en Venezuela (-5,5 %) y Brasil (-1,5 %) que arrastrarán a Sudamérica a un resultado negativo (-0,4 %).

Mientras organizaciones internacionales advierten del inminente riesgo de una crisis humanitaria en Venezuela, un país afectado de lleno por la caída de los precios del petróleo, en Brasil crece cada día el gran escándalo de la corrupción en Petrobras y otras empresas públicas.

A la vez que aumenta a niveles inéditos la desaprobación a la presidenta Dilma Rouseff. Según una reciente encuesta, solo un 8 % de los brasileños cree que lo está haciendo bien, frente a un 71 % que desaprueba su gestión.

Rousseff, que ya ha tenido que tomar medidas de ajuste económico, está perdiendo además el apoyo de los partidos que componen la plataforma oficialista y hay fuerzas de oposición que quieren someterla a un juicio político, todo esto a falta de un año para los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro.

Aunque el contexto económico chileno es mejor, la presidenta Michelle Bachelet también pasa por una crisis de popularidad. Su aprobación (26 %) es mayor a la de Rousseff, pero el rechazo que despierta está casi a la par (70 %).

El desencanto de los chilenos es con la política en general y tiene que ver también con la corrupción, pues este año quedaron al descubierto casos de financiación irregular y tráfico de influencias en un país que en cierto modo se creía inmune a este problema.

En el frente exterior Chile se encuentra con que el Gobierno de Bolivia ha intensificado su reclamo de un acceso soberano al mar por territorios que hasta fines del siglo XIX fueron bolivianos y hoy son chilenos.

El Gobierno de Evo Morales no tiene que preocuparse por el crecimiento económico por ahora -la Cepal prevé un 4,5 % de expansión para 2015-, pero el precio del gas que exporta a Brasil y Argentina está ligado al del crudo y las exportaciones del país están disminuyendo, el mismo problema que padecen ya países como Uruguay y Colombia.

Además, pese a su popularidad, Morales también ha sentido el descontento. La ciudad de Potosí le echa en cara no cumplir sus promesas electorales y acaba de realizar una huelga de 27 días para reclamar inversiones y proyectos que fomenten el desarrollo.

En Ecuador, país productor de petróleo, también se siente la baja de los precios y hay sectores que no están contentos con la gestión del presidente Rafael Correa.

Después de las protestas registradas en junio contra dos proyectos de ley para elevar los impuestos, desde el pasado sábado una marcha indígena recorre el país en rechazo a algunas políticas del Gobierno y espera unirse en Quito a los gremios convocantes de un paro general para el 13 de agosto.

En Honduras el gobierno de Juan Orlando Hernández ha propuesto un diálogo nacional sin condiciones después de que surgiera el movimiento “Oposición Indignada” que desde mayo pasado organiza marchas de protesta contra la corrupción y la impunidad.

Algo similar ocurre en Guatemala, donde, después del estallido de varios escándalos de corrupción, se registran manifestaciones para pedir la renuncia del presidente Otto Pérez Molina y la postergación de las elecciones de septiembre.

En Nicaragua, con una economía que va viento en popa según las previsiones de la Cepal, la oposición se manifiesta los miércoles para pedir unas “elecciones limpias” y en El Salvador las pandillas tienen en jaque al transporte publico, y por ende a los ciudadanos, con sabotajes, asesinatos de chóferes y amenazas.

La nueva fuga del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán es la pesadilla del Gobierno mexicano. La popularidad del presidente Enrique Peña Nieto ha caído con lo que se considera una prueba más de los fuertes nexos entre delincuentes y funcionarios corruptos, mientras la bajada del crudo hace descender los ingresos del país y dificulta la puesta en marcha de las reformas.

En Argentina los problemas económicos y los de toda otra índole, así como el inevitable ajuste, están aparcados hasta las elecciones de octubre, que están precedidas de una sucia campaña.

En este complicado panorama, Puerto Rico aparece como la “Grecia” de Latinoamérica, aunque sus problemas financieros, al contrario que los de los helenos, no parecen preocuparle a nadie.

Estados Unidos mira para otro lado ante el primer impago de la enorme deuda de las corporaciones públicas de su estado libre asociado, que suma casi 73,000 millones de dólares y que el Gobierno de la isla ya ha dicho que no podrá pagar en las condiciones estipuladas.

EEM