Venezuela: aires de fin de ciclo

El deterioro del nivel de vida, el reparto mafioso de la renta petrolera, entre los motivos de la crisis del chavismo.



Venezuela: aires de fin de ciclo

El deterioro del nivel de vida, el reparto mafioso de la renta petrolera, entre los motivos de la crisis del chavismo.

Roland Denis
Diagonal

De acuerdo con todas las encuestas, la oposición de derechas ganaría las elecciones legislativas del 6 de diciembre con ma­yoría abso­luta. Du­rante más de 14 años, el chavismo ha gozado de una amplia mayoría parlamentaria. Hoy, a menos de un mes de los comicios, el panorama podría cambiar por completo. La vieja derecha, encarnación como nunca de los valores y deseos más conservadores y reaccionarios de la sociedad, va a tomar las riendas del poder legislativo. Lo que evidencia un inmenso fracaso de las facciones políticas que han dirigido la apuesta por un Gobierno revolucionario en los últimos 16 años, y muy particularmente, es el fracaso de los herederos en el mando político tras la muerte del presidente Hugo Chávez.

La explicación más común está directamente ligada al deterioro vertiginoso del nivel vida, producto del desfalco provocado por la anuencia entre sectores bancarios, importadores y gobierno, que acabaron en menos de ocho años con 250.000 millones de dólares en divisas, no menos del 10% de ellos robados directamente por las empresas ‘de maletín’ [empresas pantalla o ficticias] que esta nueva burguesía fue creando en estos años. Resultado, la mayoría responde con el voto de castigo a favor de la oposición sin importarle mayormente a qué proyecto de país está apostando con su voto. A la población venezolana, de manera pareja a lo que viene sucediendo en Grecia, pero por otros caminos, le toca pagar en masa con su trabajo lo que estas mafias políticas, empresariales y militares han saqueado a la nación. Esto se percibe cada vez más claramente entre las mayorías trabajadoras a pesar del lenguaje y la propaganda de un Gobierno que echa la culpa a una genérica e indescifrable “guerra económica” de los sectores capitalistas apoyados por los EE UU.

Estúpidamente, el Gobierno de Nicolás Maduro ha buscado victimizarse como sea para tapar lo que se hace demasiado obvio: su incapacidad de bloquear las apetencias mil millonarias de apropiación de la riqueza pública por parte de sectores ligados a las facciones políticas, empresariales y militares que supieron encumbrarse dentro de los laberintos de gobierno y de la apropiación de la renta petrolera.
Reparto mafioso

Hay una razón material muy clara que termina favoreciendo políticamente a una oposición ligada a sectores empresariales que, por lo general, forman parte de este reparto mafioso de la renta petrolera. No se trata de una oposición alternativa sino de la otra cara de la misma bestia, pero haciendo gala abiertamente de los valores conservadores y reaccionarios que defiende. Por ello, el voto apasionado que en algún momento ganó a su favor Hugo Chávez esta vez no será más que un voto sin sabor ni pasión de una población tremendamente desesperanzada.

La previsible derrota electoral constata el fracaso de los herederos del mando político tras la muerte de Chávez

Esta razón material se suma a problemas mucho más de fondo que nos ubican en el fracaso, una vez más, de la opción burocrática de la liberación. El proceso venezolano generó las condiciones de un despliegue inicial de una gran ‘ternura’ social. Es lo que llamaría el triunfo de la “razón muñequera”, la de aquellas artesanas que en distintos pueblos del interior del país, con toda ternura y creatividad, fabrican, hechas con retales de tela, muñecas que fascinan a niños y mayores. Ese sujeto que se esconde tras la muñequera encarna toda la solidaridad natural de nuestra sociedad. El movimiento popular y buena parte de la sociedad quedó seducida por este espíritu muñequero, amoroso y a la vez guerrero. De hecho, gran parte de la devoción que millones de personas le manifestaron a Chávez tenía que ver con esa ternura y el goce que evidenciaba.

Con una personalidad totalmente alejada del autoritarismo y la burocracia, el presidente de los venezolanos era un hacedor de sueños al igual que nuestras muñequeras. Todo eso se vino abajo desde el momento en que se creyó posible avanzar desde esta “razón de la muñequera” sin afectar a fondo los intereses dominantes dentro y fuera del Estado. Chávez muere sin atreverse a hacerlo, muere su autoridad necesaria, pero sin matar el autoritarismo, la corrupción y la lógica de Estado. La ternura se va desmoronando y es sustituida por una brutal reminiscencia de la ‘razón individualizada’, causa directa de que el voto se traslade hacia una derecha recalcitrante plagada de protofascistas, neoliberales y proyankis.

Así, el chavismo profundo y creador muere para ser sustituido por un espectáculo nihilista y vacío propio de toda mitologización de personajes e historias heroicas, fabricado por los actuales autócratas herederos del trono estatal.

¿Y qué viene después? Si la derecha gana el poder legislativo, se profundizará una crisis ya presente en las direcciones política y económica, junto a una tendencia divisoria tanto en la derecha como el chavismo, que nos llevará nuevamente al punto cero de esta historia. Por supuesto, en su lógica imperial, EE UU aprovechará la oportunidad para poner a este país contra la pared y utilizar la legitimación del voto derechista para forzar un acuerdo nacional entre Gobierno y oposición que favorezca sus intereses. O, de lo contrario, promoverá mucha más violencia, desde la lógica de guerra civil global que aplican. Las resistencias sociales producto de la poca acumulación de fuerzas que se ha podido dar en estos años serán muy débiles para enfrentar desde un primer momento tan grave situación.

Por tanto, pareciera oscuro el devenir inmediato. Sin embargo, el Caribe tiene su magia y las muñequeras no han muerto. Decir que quedamos en la nada puede servir de razón y lección para terminar de mover las energías que el Estado y sus burócratas han logrado bloquear desde hace no menos de diez años. En todo caso no hay garantía de nada cuando el resentimiento y la desesperanza han ganado tanto terreno. Un ciclo histórico termina y veremos qué nos viene, fenómeno que comienza a generalizarse en toda ‘Nuestramérica’ con el declive de las burocracias de izquierda… Aún así, los pueblos siguen su camino libertario.