Fragmento final del artículo de Roland Denis “Victoria de Trump: la pelea de las identidades fragmentadas y las grandezas de la sangre”. Ver el texto íntegro en: https://www.aporrea.org/internacionales/a237267.html
Entre estos códigos básicos de confrontación que nos dejan las elecciones en los EEUU, el discurso de las identidades fragmentadas y el discurso de la unidad y grandeza de la sangre, queremos resaltar el gran papel que han jugado en medio de todo este desbarajuste dos movimientos revolucionarios que primero no se dejaron llevar por la ola posmoderna “diferencialista”, “democratista”, que desarmó a gran parte de la izquierda mundial, pero a su vez no se quedaron estancados rememorando y rezando por principios teórico-políticos que implosionaron en el siglo XX, principalmente el marxismo- leninismo en todas sus versiones. En medio de todo esto el movimiento kurdo revolucionario presente desde Turquía hasta todo el kurdistan en Siria, Iran, Irak, así como el movimiento zapatista si los vemos desde una “sangre” totalmente distinta y una identidad que no se fragmenta sino por el contrario se ratifica como pilar de lucha de la humanidad entera, vemos el renacimiento de una izquierda revolucionaria y en armas que parece empezar a entender de lleno el mundo que nos toca vivir. Construyendo un “nosotros” real y creador, ancestral como nación kurda, o como identidad indígena, pero que salta por encima de todo diferencialismo y se proyecta como bastión de la totalidad de un pueblo, y a la hora de la guerra y las grandes batallas como fue la de Kobane en el norte de Siria o la insurrección de Chiapas, aprendieron a hablar por la humanidad entera.
No es un discurso en ambos casos “de las diferencias”, es mucho más de ellas, está en ellas y las trasciende desde ese “nosotros” que necesariamente conformamos como pueblo, pero que no le interesa para nada someter a distancia del resto de las identidades populares su condición de ser. Por el contrario, el movimiento revolucionario kurdo en el norte de Siria e Irak, han sabido en una guerra infernal unir naciones confrontadas históricamente como lo son los turcomanos, árabes, asirios, kurdos, en proyectos societales comunes y ejércitos compartidos, convirtiéndose en una fuerza militar de gran calibre que ya nadie puede ignorar, y que a un fascista probado como el presidente turco Erdogan le aterra. Y al tratarse de una circunstancia de guerra, hay por supuesto un “discurso de la sangre”, que nunca pudo entender el marxismo-leninismo ni el reformismo, pero que en esta caso no se trata de grandezas y vacíos mesiánicos, muchos menos de razas, nacionalismos vacíos y aclamaciones de grandeza, sino de la sangre que estamos dispuestos a dar por nuestra liberación, de la sangre kurda que se derrama por todos los pueblos del mundo.
Llama la atención en el caso de los zapatismo y su obvia identidad indígena, como en el caso de los kurdos y su reivindicación central de la mujer. No hay indigenismos, ni feminismos aislados e impotentes encerrados dentro de ellos mismos. Indígena y mujer si vamos a sus documentos constituyen piezas estratégicas dentro de una política universal de liberación que cumplen el mismo sentido que en algún momentos marxistas y anarquistas le dieron a la clase obrera. La mujer dentro del medio oriente dada el feudalismo patriarcal de la situación, como el indígena en países como México, son el lugar, el cuerpo y la consciencia principal, para la liberación de todos, de allí su papel político central, mas allá de todo “ismo” y de toda diferencia o de derechos aislados aislados por reivindicar. Suponen como mujer o indígena tanto la dignidad como la potencia libertaria de todos y todas. Se trata entonces de una nueva subjetivación del poder revolucionario que en este caso oxigena el conjunto de las resistencias mundiales, siendo “sangre” e “identidad”, pueblo, clase, género y nación, dando así un paso adelante que supone por la profundidad de sus códigos políticos una bofetada total a todo liberalismo y todo fascismo. Las puertas de la liberación siguen abiertas, y siguen sosteniendo un arma y un espíritu indoblegable, en su moral su identidad, su alegría…seamos kurdos, seamos zapatistas.