Islam político, grupos izquierdistas y autónomos se echan a la calle en apoyo a la rebelión amazigh del Rif en Marruecos.

Una mujer asume el liderazgo de la rebelión



El islam político se echa a la calle en Marruecos para apoyar la rebelión del Rif
La alianza entre islamistas, izquierdistas y jóvenes sin partido para respaldar a las reivindicaciones de la provincia díscola recuerda al arranque de la fracasada “primavera árabe” en ese país en 2011

07.06.2017 – 16:45 H.

El islam político se echa a la calle en Marruecos en apoyo de la revuelta del Rif y para exigir la liberación de sus líderes encarcelados desde finales de mayo. A su lado también se manifestarán pequeños partidos de izquierdas y algunas asociaciones juveniles. El centro de Rabat adquirirá el domingo, si el Ministerio del Interior no lo prohíbe, aires parecidos a los de hace seis años cuando irrumpió la “primavera árabe”. En Marruecos no prosperó porque, entre otras razones, las autoridades hicieron concesiones formales para acallar las protestas y el movimiento islamista con más capacidad de movilización, Justicia y Espiritualidad (JyE), no echó el resto.

Criticado ahora desde la izquierda y desde el Rif por su pasividad ante la rebelión rifeña y la represión que padece, JyE anunció este jueves que convocaba el domingo una manifestación nacional en Rabat en solidaridad con las demandas de los rifeños. Pequeños partidos como Vía Democrática y la Federación de la Izquierda Democrática, ambos más a la izquierda que los socialistas, se apuntaron de inmediato a la cita.

JyE es un movimiento ilegal, porque rehúsa reconocer al rey como jefe espiritual de los creyentes, pero goza a veces de cierta tolerancia. Es pacífico, centra buena parte de su actividad en la educación, y algunos académicos del islam político consideran que cuenta con más afiliados y simpatizantes que cualquier otro partido en Marruecos.

Las protestas no solo han tenido eco en el JyE, también en el Partido de la Justicia y Desarrollo que, en teoría, dirige el GobiernoDe su grado de implicación junto a los rifeños depende, en buena medida, la evolución del conflicto rifeño que empezó hace siete meses en Alhucemas cuando un vendedor ambulante de pescado falleció triturado por un camión de la basura Mohsen Fikri en el que se había vertido la mercancía que se le incautó.

Las endémicas protestas rifeñas, de carácter social, no solo han tenido eco en las filas de un movimiento como JyE, que no es legal, sino también entre los diputados de varias formaciones políticas empezando por el Partido de la Justicia y Desarrollo (islamista moderado) que, en teoría, dirige el Gobierno de Marruecos.

Los ministros de Interior, Abdelouafi Laftit, y de Justicia, Mohamed Auchar, comparecieron el martes en la Cámara de Representantes (Parlamento) para justificar su actuación en el Rif. Las fuerzas de seguridad solo intervinieron, según ellos, cuando las 843 manifestaciones señaladas, “legítimas” en origen, “dejaron de ser pacíficas” y se produjeron “desbordamientos”. El balance de estos excesos: 245 policías resultaron heridos, 42 furgones policiales fueron dañados y también se incendió una residencia donde se hospedaban policías.
Las torpezas de Rabat disparan las protestas en el Rif
Ignacio Cembrero
Los rifeños responden a las acusaciones de las autoridades, que despliegan al Ejército en Alhucemas, con una huelga general. Los activistas intentan recabar apoyos internacionales

“Aquello ha sido pacífico”, replicó, no obstante, Bouthaina Karoui, una diputada islamista. “Hay que retirar las acusaciones y acabar con las detenciones”, añadió. Otro islamista, Driss el Azami, lamentó el recurso a los “baltajias”, una palabra con la que en Marruecos se menciona a los jóvenes que tratan de abortar violentamente las protestas contra las autoridades. El presidente del grupo parlamentario del Istiqlal, el partido que condujo a Marruecos a la independencia, denunció que se reproche al movimiento rifeño estar a sueldo de potencias extranjeras.

Esa recriminación no salió en jueves de la boca de los ministros, pero sí la formula la prensa afín a los servicios de seguridad. El periódico en árabe “Assabah” abrió, por ejemplo, el lunes su edición asegurando que “los detenidos de Alhucemas han recibido fondos del Polisario”. Es “una revelación (…) tan imprecisa como dudosa por parte de un rotativo acostumbrado a manipular”, respondió el diario online “Le Desk”.
Mujeres durante una protesta contra los abusos policiales en Alhucemas. (Reuters)
Mujeres durante una protesta contra los abusos policiales en Alhucemas. (Reuters)

Hace días también circularon por las redes sociales varias fotos privadas de Nasser Zefzafi, el líder encarcelado de la rebelión rifeña, extraídas del pendrive que fue incautado cuando la policía registró su domicilio en Alhucemas. Su divulgación forma parte de la guerra sucia emprendida para dañar su imagen. “Es un patético intento de manipular a la opinión pública”, denunciaba su abogado Abdessadek El Bouchattaoui.
El ‘número dos’ del movimiento rifeño, Nabil Ahamjik, detenido el lunes pasado.
El ‘número dos’ del movimiento rifeño, Nabil Ahamjik, detenido el lunes pasado.

Zefzafi, de 39 años, fue apresado en la madrugada del 29 de mayo y desde entonces otros 82 cabecillas han sido también detenidos y serán o han sido ya inculpados por la fiscalía. Algunos solo están acusados de desórdenes públicos mientras otros, como el propio líder y su ‘número dos’, Nabil Ahamjik, de “separatismo” y de incitación al odio contra los símbolos del Estado y atentar contra su seguridad. Nunca Zefzafi ha reivindicado la independencia, ni siquiera la autonomía del Rif, pero es verdad que en sus mítines ondeaba la bandera de la efímera República del Rif (1921-1926).

No solo islamistas y diputados piden la puesta en libertad de los presos sino también la sociedad civil. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos también reivindica la liberación de los presos y a ello se suma, por ejemplo, el editorial del semanario francófono ‘Tel Quel’ de Casablanca: “Antes de demostrar que Zefzafi es “malo”, el Estado debe liberarle a él y a los que fueron detenidos con él. Creer que es posible ocultarse detrás de un discurso exclusivamente legalista o policial es poner en peligro a Marruecos”.

Aministía Internacional no solo denuncia la “oleada masiva de detenciones” sino que, citando a los letrados, sostiene que cuando comparecieron ante los magistrados del tribunal de Alhucemas los detenidos “tenían heridas aparentes y aseguraban haber sido golpeados” cuando fueron apresados. Zefzafi se lo dijo al fiscal que le interrogó en Casablanca y anunció su intención de querellarse con los policías que le maltrataron, según su abogado.
La activista rifeña Silvya Ziani, detenida el martes a la salida de Alhucemas.
La activista rifeña Silvya Ziani, detenida el martes a la salida de Alhucemas.

El relevo de Zefzafi fue asumido, tras su detención, por dos mujeres, Nawal Benaissa, una madre de familia numerosa, y Sylya Ziani, una cantante. La primera fue convocada la semana pasada por la policía que le hizo algunas preguntas en la comisaría de Alhucemas, pero la dejó en libertad. La segunda fue detenida el lunes por la tarde cuando salía de la ciudad en un taxi colectivo. Fue transferida a la sede central de la policía judicial en Casablanca. Es la primera mujer apresada hasta la fecha.

Pese a estar en parte descabezadas, las protestas continúan a diario de noche, tras la ruptura del ayuno del Ramadán, en toda la provincia de Alhucemas e incluso más allá de sus límites. En la capital provincial han perdido algo de fuelle desde el 29 de mayo y son cada vez más difíciles de celebrar. Los antidisturbios han tomado permanentemente la plaza de Mohamed VI, la principal de la ciudad, obligando a los manifestantes a retirarse a la plazoleta de Sidi Abded.

Silvya Ziani cantando ante una manifestación en Alhucemas el pasado diciembre.

El ministro del Interior no precisó en su intervención parlamentaria cuantos efectivos había enviado a Alhucemas, pero los activistas calculan que entre los diversos cuerpos policiales suman unos 25.000 agentes, es decir uno por cada doce adultos afincados en esta pequeña pero turbulenta provincias marroquí.
————————————————–

tras la detención de zefzafi
Una mujer asume el liderazgo de la rebelión del Rif
Pese a la detención del cabecilla de la revuelta del norte de Marruecos, las protestas continúan en toda la región encabezadas ahora por Nawal Benaissa, madre de cuatro hijos

03.06.2017 – 05:00 H.

De poco ha servido a las autoridades de Marruecos decapitar, el lunes pasado, a la rebelión del Rif apresando a sus cabecillas empezando por su principal protagonista, Nasser Zefzafi, de 39 años, encarcelado ahora en Casablanca a la espera de ser juzgado.

Una mujer, Nawal Benaissa, de 36 años, casada y madre de cuatro hijos, ha tomado el relevo. La rodean mujeres cubiertas con el “hiyab” (pañuelo islámico), pero ella luce una larga cabellera cuando cada noche, tras romper el ayuno del Ramadán, arenga micrófono en mano a la muchedumbre concentrada en el barrio de Sidi Abed. Imposible manifestarse como antes en la céntrica plaza Mohamed VI de Alhucemas porque está tomada por los antidisturbios.

Las revoluciones y las protestas colectivas acaban a veces colocando en primera fila a personajes anónimos que no hubieran destacado si no se hubiese producido un conflicto. Aunque participó en todas las manifestaciones desde que, en octubre, un camión de la basura trituró en Alhucemas a un vendedor de pescado ambulante, Benaissa no se había dado a conocer. No pertenecía a ningún partido, a ningún sindicato.

En el cortejo de mujeres rifeñas que recorrió Alhucemas el 8 de marzo sí estaba en primera fila, pero cuando de verdad se convirtió en protagonista fue el 30 de mayo, 24 horas después de la detención de Zefzafi, pendiente ahora de ser juzgado. Se le acusa de impedir la libertad de culto y, peor aún, de atentar contra la seguridad del Estado. Y eso que las protestas callejeras –unas 700 desde finales de octubre, según un balance oficial- eran pacíficas….

A principios de semana la policía detuvo a más de 40 rifeños, los principales organizadores de las protestas, de los que solo 31 han sido por ahora inculpados. Nabil Ahamyik, el brazo derecho de Zefzafi, logró huir y está en busca y captura. Desde su escondite sigue lanzando llamamientos a la huelga del comercio, ampliamente secundada el jueves y el viernes en la provincia de Alhucemas. Los fieles, en cambio, no boicotearon el viernes masivamente las mezquitas en la ciudad de Alhucemas, pero sí lo hicieron en Imzouren, la segunda ciudad de la región, donde rezaron en la calle.

Con Zefzafi encarcelado y Ahamyik en la clandestinidad el movimiento quedó descabezado el lunes hasta que al día siguiente irrumpió Benaissa. “Aquellos que tiran piedras o recurren a la violencia no son de los nuestros”, empezó la activista por proclamar en su primer mitin. Retomaba así el mensaje no violento de Zefzafi y se desmarcaba de los jóvenes que, la víspera, habían manifestado su ira atacando a las fuerzas del orden. Tres antidisturbios resultaron heridos.

La activista madre de familia no solo arenga sino que escribe en su página de Facebook. Allí explica su compromiso esta mujer que acabó el bachillerato pero, por falta de recursos, no pudo estudiar una carrera: “Nací y crecí en esta tierra del Rif aplastada por la corrupción, la marginalización y la injusticia. Participé en todas las manifestaciones pacíficas porque reivindico mis derechos, los derechos de los rifeños a la sanidad, la educación y el trabajo”.

Como su predecesor al frente de la revuelta, Benaissa niega cualquier atisbo de “separatismo” aunque en sus seguidores enarbolen banderas de la República del Rif (1921-1926). Ni siquiera esgrime reivindicaciones culturales o lingüísticas para que, por ejemplo, los rifeños puedan utilizar el tamazig y no solo el árabe en sus relaciones con la administración. Critica a las autoridades, pero alaba al rey Mohamed VI cuyo auxilio anhela. “El Rif quiere al rey y el rey quiere al Rif”, asegura cuando la prensa la entrevista.

En cuanto Benaissa comenzó a destacar suscitó el interés de la Dirección General de Supervisión del Territorio (DGST), esa policía de paisano que tanto miedo inspira a muchos marroquíes. Sus agentes empezaron a preguntar a sus vecinos, a sus familiares sobre quien era Nawal Benaissa. Fue convocada a la comisaría el jueves pasado y las redes sociales se incendiaron con la noticia de su detención.

No teme ir a la cárcel, sino el dolor que verla detrás de los barrotes “pueda causar” a sus padres “adorados”, a sus “hijos queridos” y a su esposo

Falsa alarma. A la activista le hicieron unas cuantas preguntas sobre sus intenciones, sus reivindicaciones, le huelga general en curso, pero la dejaron en libertad. “No me esconderé aunque eso signifique que me detengan”, había escrito en su página de Facebook. No teme ir a la cárcel, sino el dolor que verla detrás de los barrotes “pueda causar” a sus padres “adorados”, a sus “hijos muy queridos” y a su esposo, un taxista que no participa en las manifestaciones.

Benaissa mantiene viva la llama de las protestas en el corazón del Rif y también, aunque con menos vigor, en otras ciudades del norte de Marruecos y hasta en Rabat y Casablanca donde se han llevado a cabo concentraciones solidarias con los rifeños.

Para tratar de acallarlas, las autoridades marroquíes manejan el palo y la zanahoria. El lunes tocó reprimir con las primeras detenciones, pero el jueves se esforzaron más bien en apaciguar los ánimos. Tras la reunión semanal del Gobierno, su portavoz, Mohamed el Khalfi, aseguró que las protestas eran “legítimas” y que el derecho a manifestarse está garantizado siempre y cuando se respete la ley. “Las puertas del diálogo siguen abiertas con la sociedad civil, las órganos representativos y cualquier otro sector que así lo desee”, concluyó.