Italia tiene hoy elecciones en medio de gigantesca crisis política e institucional: Alta abstención, un tercio de indecisos y mayor intención de voto a la antipolítica

La tarea del estado y los partidos es cohesionar a la población detrás del poder para asegurar el proceso de acumulación capitalista extractivista, lo que poco se ha logrado estos años en los territorios ocupados por el estado italiano, tercera fuerza económica europea. Esperemos que la multitud de partidos y grupos rebeldes dejen de lado su papel de vanguardia y su vocación de poder, para acercarse y sumarse a las múltiples y exitosas experiencias comunitarias, autónomas y puedan ir tejiendo redes de autogobierno local mientras allá arriba se disputa el trono y la corona, acá abajo se construye el cambio civilizatorio. Arriba popolo italiano! Bela Ciao partisanos! No votar o votar antipolítica.



50 millones de italianos están inscritos para participar en elecciones generales:

La alta abstención y los votantes indecisos en Italia mantienen a Europa expectante

domingo, 04 de marzo de 2018
María Paz Fernández Álvarez
Internacional
El Mercurio

La coalición de derecha bajo la influencia de Silvio Berlusconi figura entre las favoritas, pero no alcanzaría la mayoría para gobernar.

Los italianos votan hoy en unas elecciones legislativas con una serie de incógnitas que hacen difícil anticipar resultados y que mantienen expectante a toda Europa. Como tercer país con más influencia económica y miembro fundador de la Unión Europea, Italia pondrá a prueba la estabilidad del bloque al dirimir entre una visión xenófoba y euroescéptica (Liga Norte) y un movimiento antisistema (M5S).

Según los últimos sondeos, los indecisos oscilan entre el 30 y el 40% de los 50 millones de italianos inscritos para votar. A esto se suma el riesgo de la alta abstención de los jóvenes, grupo desencantado con los bloques políticos y por el casi 33% de desempleo juvenil.

Las encuestas sitúan como favorita a la coalición de derecha conformada por Forza Italia, el partido del ex Premier Silvio Berlusconi -quien ayer viajó hasta Nápoles para captar indecisos- los xenófobos y antieuropeístas de la Liga Norte y los Hermanos de Italia, que podría obtener alrededor del 35 y 37% de los votos, un porcentaje insuficiente para gobernar, ya que se necesita superar el 40%. Por su parte, la fracción antisistema Movimiento 5 Estrellas (M5S) sería el grupo político más votado en solitario, pero tampoco alcanzaría la mayoría.

“Es probable que veamos un resultado bastante confuso: el M5S puede emerger como el partido más grande del país, pero no puede formar un gobierno, porque está funcionando solo, y generalmente ha rechazado alianzas con otros, explicó a “El Mercurio” Alexander Stille, académico de la Universidad de Columbia. El experto agregó que el Partido Democrático (PD) “se encuentra en la peor posición porque, con razón o sin ella, tiene la responsabilidad de gobernar el país en un momento de intensa insatisfacción popular”.

“La economía aún no ha alcanzado el nivel que tenía antes de la crisis financiera de 2008, y esta sensación de deterioro en la situación económica crea la impresión general entre muchos italianos de que el sistema ha fallado. De ahí la creciente popularidad de los partidos antisistemas, como el M5S y la Liga”, añade Stille.

Estas son las cuatro apuestas a Primer Ministro que pretenden poner fin a unos inciertos comicios en Italia.
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Elecciones en Italia: ¿crónica de una abstención anunciada?
Matteo Re 02.03.2018 | 23:53
Levante

Según las últimas encuestas publicadas, las elecciones italianas de hoy domingo estarán caracterizadas por un alto porcentaje de abstención. La baja participación nunca ha sido una de las principales características del electorado italiano, más bien proclive al compromiso político que le conceden las urnas. En el país transalpino, desde la posguerra, y hasta 1979, la participación nunca bajó del 90%, una cifra abrumadora, muy por encima de la media de potencias europeas como Francia o Inglaterra en ese mismo periodo. De 1983 a 2008, la afluencia, a pesar de ir disminuyendo, se mantuvo por encima del 80 %. En 2013, con un 75 %, se registró el peor resultado de siempre que, sin embargo, está poco por debajo del mejor dato registrado en España tras el final del franquismo: un 79,9 % alcanzado en las elecciones de 1982.
La actual desafección hacia la política, que hace suponer que se registrará otro descenso en la participación de marzo, no es un fenómeno nuevo ni tampoco restringido a Italia. La antipolítica se está extendiendo con bastante rapidez por Europa y otras áreas geográficas, representada, además, por partidos que predican unas medidas rupturistas y de rechazo a pesar de formar parte del mismo sistema político que se proponen abatir.

Recorriendo la historia reciente de Italia, es posible detectar tres momentos claves para entender esa actitud de gradual y constante abandono de las ilusiones hacia la política de los ciudadanos. En una famosa entrevista realizada en 1981, el entonces secretario del Partido Comunista Italiano, Enrico Berlinguer, declaraba lo siguiente: “los partidos, hoy, no son más que una maquina de poder y de clientelas”. Era la primera vez que un político de esa talla denunciaba públicamente la degeneración de los partidos (por lo menos de algunos, ya que no incluía el suyo) y hacía pública aquella cuestión moral que, en adelante, se convirtió en uno de sus principales objetivos en pos de una amplia regeneración social. Los años ochenta marcaron también un proceso de alejamiento de la política debido a la saturación ideológica vivida en la década anterior. Los setenta, con un anticipo en el bienio 1968-1969, fueron caracterizados por una radicalización exacerbada de todo lo que olía a política. Una vez terminada esa época, una parte cada vez más abultada de la sociedad civil se alejó de ese exceso de politización.

Diez años más tarde, en 1992, la magistratura destapó una enorme red de sobornos y de financiación ilegal de algunas formaciones políticas, lo que provocó una reacción colérica por parte de una ciudadanía harta de asistir con pasividad a la constante degradación de la política. Como consecuencia de denuncias, detenciones y manifestaciones contestatarias, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista Italiano, partidos que habían liderado el panorama político en las décadas anteriores, se disolvieron. Aun así, en las elecciones de 1994 (las primeras que ganó Silvio Berlusconi liderando su nuevo partido, Forza Italia) el 86% de los italianos fue a votar. Sin embargo, dos años más tarde, en las elecciones anticipadas de 1996, ese porcentaje bajó en cuatro puntos, situándose en el 82%. A partir de ese momento, quitando un repunte en 2006, la participación fue menguando.

La etapa actual está caracterizada por un descontento generalizado hacia la política, consecuencia de la crisis económica de los últimos años, de una tasa de desempleo del 11,2%, solo por delante de España y Grecia en Europa, y de un paro juvenil situado alrededor del 32% (aunque hace pocos meses rozaba el 40%). Y son precisamente los jóvenes los más escépticos a la hora de ir a votar. La falta de líderes políticos creíbles, los casos de corrupción, la presencia en algunas listas de los denominados “impresentables” -aquellos candidatos con algún que otro problema pendiente con la justicia- y la generalizada sensación lampedusiana de que, gobierne quien gobierne, todo seguirá igual, harán posible que más de un italiano acuda a votar el 4 de marzo “tapándose la nariz”, tal como sugería en su día Indro Montanelli.