Crisis en Brasil gatilla incursión de militares en la arena política
Agencias
SAB 18 AGO 2018 | 07:56 PM
Según el TSE, pedidos de candidaturas de uniformados activos y en retiro para todos los cargos en disputa en los comicios de octubre crecieron más de 10% respecto a 2014.
“Desde la elección indirecta de 1985, la cúpula del poder militar nunca estuvo tan atenta a una carrera presidencial como la disputa de este año. Después de perder prestigio en las tres décadas posteriores al fin de la dictadura, las Fuerzas Armadas de Brasil ven una oportunidad de recuperar influencia institucional y política”. El análisis corresponde a Bruno Boghossian, máster en Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia y columnista del diario Folha Sao Paulo.
Como Boghossian, varios en Brasil han advertido sobre el rol que integrantes activos y retirados de las FF.AA. están jugando en esta campaña. Incluso, The New York Times ha destacado que generales retirados y otros exoficiales “con fuertes vínculos al liderazgo castrense” están montando una campaña electoral respaldando a veteranos postulados a varios cargos nacionales para los comicios del 7 de octubre, incluida la presidencia.
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Y esta última candidatura tiene nombre y apellido: Jair Bolsonaro. El abanderado del Partido Social Liberal (PSL), que marcha segundo tras Lula en las encuestas, no sólo es diputado, sino también excapitán del Ejército. Y en esa calidad apuesta a convertirse en el primer miembro retirado de las FF.AA. con la posibilidad de tener una candidatura viable desde el regreso a la democracia.
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Según el Times, militares en retiro han respaldado “con entusiasmo” su postulación. “En el puente que une los cuarteles a los palacios, se observa una alineación nítida entre la tropa y Bolsonaro, que va más allá del discurso de rechazo a la corrupción”, agrega Boghossian.
Bolsonaro, quien ha dicho que nombrará a generales en su gabinete “no porque son generales, sino porque son competentes”, recurrió precisamente al entorno castrense para reclutar a su compañero de fórmula, Antonio Mourão, un general retirado de cuatro estrellas que el año pasado, cuando aún estaba en servicio, insinuó que el Ejército podría tomar el poder si los tribunales brasileños no castigaban a los políticos corruptos.
Pero Bolsonaro y Mourão no están solos en esta carrera. Según un balance parcial entregado el viernes por el Tribunal Superior Electoral (TSE), los pedidos de candidaturas de militares y policías activos y en retiro para todos los cargos en disputa en las elecciones de octubre crecieron más de 10%, pasando de 1.044 solicitudes en 2014 a 1.154 en 2018.
“Hay un número creciente de candidatos militares en la política brasileña”, reconoce Maurício Santoro, cientista político y académico del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Esa tendencia, explica a La Tercera, obedece a varias razones. Una de ellas, señala, es “el descrédito de los grandes partidos y de los políticos tradicionales, a raíz de los escándalos de corrupción y de la crisis económica”.
Santoro también apunta a “la preocupación con la seguridad pública y el aumento de la violencia” y “la visión positiva de las Fuerzas Armadas por la mayoría de la población”. Al respecto, una encuesta realizada en junio por Datafolha reveló que un 78% de los brasileños declaró confiar en las FF.AA.
A juicio de Santoro, “los militares han llenado un cierto vacío del sistema político”, ocupando cargos ministeriales (Defensa y Gabinete de Seguridad Institucional) y comandando la intervención federal en la seguridad pública de Río de Janeiro.
Sin embargo, esta mayor presencia de los militares presenta varios problemas, señala Santoro. “Brasil es uno de los pocos países de América del Sur que nunca juzgó a militares por violaciones de DD.HH. durante el régimen autoritario. Los mecanismos de control civil sobre las FF.AA. todavía presentan diversas fallas, como ha sido ilustrado por las declaraciones de generales sobre temas partidistas, como el juicio de Lula”, afirma. Y recalca: “Las declaraciones de Bolsonaro y de su vicepresidente sobre la dictadura, tortura, Comisión de la Verdad y asuntos afines refuerzan los temores con esas heridas no cicatrizadas”.