La insurrección de los chalecos amarillos en Francia

Dicen ser pueblo, ni de izquierda ni derecha: “Aquí no hay jefes. Somos el pueblo”. “Estamos contra la mundialización y el capitalismo”. “BFMTV [la cadena de información continua] es la tele de Macron”. “Es el presidente de los muy muy ricos”. “Nos insulta, nos degrada, nos humilla”. “Piensa más en Europa que en el pueblo francés”. “Que dimita”.



POR EL ALZA DE LOS CARBURANTES
Graves disturbios durante la protesta de los “chalecos amarillos” en París
Más de 106.000 personas se manifestaron en todo el país, frente a las 280.000 de hace una semana

Hay 130 detenidos, 42 en París

La Policía francesa ha empleado gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los manifestantes

El enfrentamiento entre radicales violentos y las fuerzas de orden francesas fagocitó la manifestación en París del movimiento de los “chalecos amarillos”, que nació en protesta por el alza de los carburantes y que ha evolucionado como expresión de descontento contra el deterioro del poder adquisitivo.

Según datos oficiales, más de 106.000 personas se manifestaron en todo el país, frente a las 280.000 de hace una semana, lo que permitió al ministro francés del Interior, Christophe Castaner, hablar de “importante debilitamiento” del movimiento de protesta identificado con la prenda fosforescente obligatoria en todo vehículo.

La iniciativa ha acabado en graves enfrentamientos en los Campos Elíseos, donde grupúsculos violentos han lanzado objetos a los antidisturbios y levantado barricadas, y han sido respondidos por gases lacrimógenos, cañones de agua y cargas policiales.

El ministro del Interior francés, Christophe Castaner, ha informado que durante la jornada de este sábado han sido detenidas 130 personas en el marco de las movilizaciones de los ‘chalecos amarillos’ contra los impuestos a los combustibles, 42 de ellos han sido arrestados en París.

Desde el 1 de enero de 2019, el precio de la gasolina en Francia subirá 2,9 céntimos y el diésel, 6,5 céntimos el litro. Según la emisora Europe1, en 2018 el precio del combustible diésel aumentó un 23 por ciento y el de la gasolina, un 15 por ciento.
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Manifestantes vistiendo chalecos amarillos, como símbolo de protesta
Manifestantes vistiendo chalecos amarillos, como símbolo de protesta - EFE
¿Quiénes son y qué piden los «chalecos amarillos» en Francia?
El movimiento, sin líder, volvió a movilizar este sábado a centenares de miles de hombres y mujeres que cortaron y/o bloquearon carreteras y autopistas en toda Francia
Juan Pedro Quiñonero
Juan Pedro Quiñonero
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Corresponsal en París
Actualizado:
25/11/2018 03:24h
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Sin líder visible ni organización concreta reconocida, el movimiento de los «chalecos amarillos» volvió a movilizar este sábado a centenares de miles de hombres y mujeres que cortaron y/o bloquearon carreteras y autopistas en toda Francia, para protestar contra la subida del precio de los carburantes y el costo de la vida.

¿Quiénes son?

Franceses de clase media modesta y precaria, que viven en pueblos o ciudades pequeñas, donde sufren de manera muy particular la subida del precio de los carburantes (son muy dependientes en la vida de cada día), víctimas de la precariedad de los servicios públicos, que han sido suprimidos en zonas rurales alejadas de las grandes ciudades.

¿Quienes son sus amigos y enemigos?

El francés medio tiene amigos o familia que viven en pueblos pequeños: de ahí la gran solidaridad moral y comprensión. Por el contrario, las élites intelectuales, culturales y sociales, siempre han considerado que esa Francia profunda era un poco «arcaica» y «provinciana». Los chalecos amarillos son la revuelta de esa Francia profunda contra las elites parisinas, que Emmanuel Macron encarna de manera arquetípica.

¿Qué quieren?

Que no suban los carburantes, recuperar el poder adquisitivo perdido, recuperar los servicios públicos perdidos en la Francia periférica que no tiene las ventajas de París y las grandes ciudades.

¿Cómo están organizados?

No hay organización que «dirija» el movimiento, que no tiene líderes ni portavoces: en cada pueblo, ciudad, departamento o región la gente se agrupa a través de las redes sociales.

¿Qué hacen los partidos políticos y sindicatos ante la crisis?

Extrema derecha y extrema izquierda intentan «recuperar» el movimiento. Socialistas y derecha tradicionales dicen «comprender» la «cólera». Los sindicatos están divididos.

¿Qué piensa el hombre y la mujer de la calle?

Entre el 70 y el 80% de los franceses dicen apoyar o comprender el movimiento, que contemplan con aparente simpatía, de momento.

¿Puede prosperar un movimiento sin organización, sin programa concreto ni portavoces?

La extrema izquierda espera algo parecido al nacimiento de Podemos. La extrema derecha espera que los «chalecos amarillos» franceses se transformen en algo semejante a La Liga Norte italiano.
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La Francia ‘amarilla’ que nadie vio llegar
Aunque poco concurrida, la protesta en París contra Macron acaba con barricadas incendiadas y gases lacrimógenos

El País
MARC BASSETS
París 25 NOV 2018

Pocos los vieron llegar. Que algún día, en algún lugar, estallaría el malestar difuso que existe en Francia con el presidente Emmanuel Macron y con las élites políticas y económicas, podía ser previsible. Pero que el hartazgo se expresaría de esta forma nadie, lo anticipó. Las barricadas incendiadas en los Campos Elíseos de París, durante una manifestación poco concurrida este domingo, subrayaron la dificultad para gestionar un movimiento que desde hace una semana ha llevado a miles de franceses a protestar en rotondas, carreteras y autopistas en todo el país.

El detonante del movimiento de los chalecos amarillos —la prenda obligatoria en todo los automóviles en Francia— fue el aumento del precio de gasoil, el combustible hasta ahora más barato y que, en enero de 2019, casi se equiparará con el precio de la gasolina. Pero la revuelta va más allá.

Marc Bassets
@marcbassets
· 24 nov. 2018
La Francia “amarilla” desembarca en París#GiletsJaunes

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Marc Bassets
@marcbassets
#giletsjaunes en los Campos Elíseos pic.twitter.com/Bgvi2V9d9n

3
8:55 - 24 nov. 2018
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Sin líder ni ideología, quizá no sea más que una de estas expresiones periódicas del descontento francés. O podría representar, finalmente, la llegada del momento populista francés que otros países occidentales ya han vivido, y que Francia esquivó con la victoria de Macron en las presidenciales de 2017.

El miércoles por noche, el termómetro marcaba cero grados, y un centenar de chalecos amarillos se congregaba en el acceso a la autopista A-16, que conduce al túnel bajo el canal de la Mancha, en Calais. Hostiles a la prensa, que consideran manipuladora, los chalecos amarillos de Calais aceptaron hablar cuando supieron que el periodista era extranjero. Entre ellos se mezclaban votantes de Jean-Luc Mélenchon, el exsocialista que lidera el partido francés equivalente a Podemos, con votantes de Marine Le Pen, presidenta del Reagrupamiento Nacional, heredero del Frente Nacional, viejo partido de la extrema derecha.

Bajo la mirada de la policía antidisturbios, que les impedía cortar el acceso a la A.-16, se formaban tertulias. Las reclamaciones eran heterogéneas. “Aquí no hay jefes. Somos el pueblo”. “Estamos contra la mundialización y el capitalismo”. “BFMTV [la cadena de información continua] es la tele de Macron”. “Es el presidente de los muy muy ricos”. “Nos insulta, nos degrada, nos humilla”. “Piensa más en Europa que en el pueblo francés”. “Que dimita”.

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France Gilets Jaunes
@Novembre2018
Affrontement actuellement sur les Champs-Elysées

4
9:47 - 24 nov. 2018
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El precio del gasoil o diésel es la bandera de las clases medias que sienten que pierden pie: la Francia de los que necesitan el coche para desplazarse en su vida cotidiana y que no llega a fin de mes. Es la Francia del automóvil con diésel —la de las ciudades medianas y pequeñas, mal conectadas por el transporte público— cada día más alejada de la Francia del metro, la bicicleta y el patinete. La Francia de provincias frente a la de la burguesía cosmopolita de las grandes ciudades que ve a la Francia periférica como un país exótico.

La fractura es territorial, entre grandes y pequeñas ciudades. Y es política: entre la Francia de Macron —el joven político que creyó que, destruyendo las viejas estructuras partidistas, podía acabar con el eterno pesimismo francés— y la que, o bien se quedó en casa en las últimas presidenciales, o votó a los extremos. También es una fractura ideológica: la lucha contra el cambio climático, ¿debe castigar a quienes usan el coche? ¿Cuánto están dispuestos a pagar los franceses para preservar el medio ambiente? Y, ¿deben pagar los más humildes?

La fractura opone a dos países que no se entienden. La incomprensión puede transformarse en un sentimiento de agravio y desprecio clasista hacia la Francia de los ringards y los beaufs —los horteras y los cuñados, en jerga popular— y hacia “los tipos que fuman pitillos y van con diésel”, como les llamó el portavoz del Gobierno, Benjamin Griveaux.

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Los chalecos amarillos escapan por ahora a toda captación partidista. Le Pen y Mélenchon confían en capitalizar el descontento, como Laurent Wauquiez, líder de Los Republicanos, pero van con cuidado. Los episodios de violencia y algunas palabras e incidentes racistas en las concentraciones han servido a la mayoría macronista para alertar de la deriva extremista.

La dificultad añadida, para Macron, es que no tiene interlocutores. No hay sindicatos detrás. ¿Con quién debería reunirse, si quisiera negociar? El presidente ya ha superado las protestas por la ley laboral que agilizó el despido y por la reforma de la SNCF, los ferrocarriles públicos. El martes presentará propuestas. El mantra gubernamental sostiene que Macron escucha el descontento pero mantendrá sus reformas.

Francia —también las élites— observa a los chalecos amarillos con una mezcla de inquietud e interés: a fin de cuentas, los sondeos revelan que la mayoría de franceses simpatizan con ellos. Pocos los vieron venir; nadie sabe adónde van.

BARRICADAS EN FUEGO EN LOS CAMPOS ELÍSEOS
No fue la gran movilización que algunos esperaban. El desembarco en París de los llamados chalecos amarillos fue modesto. Pero accidentado. Unas 8.000 personas participaron ayer en la manifestación no autorizada en los Campos Elíseos, la avenida próxima al Palacio del Elíseo, sede y residencia de Macron. En el resto del país se movilizaron unas 106.000. La semana pasada fueron 280.000.

Los incidentes —barricadas incendiadas, gases lacrimógenos, 42 detenidos— marcaron la protesta en la capital. El ministro del Interior, Christophe Castaner, dijo que grupos de ultraderecha se habían infiltrado. Y acusó a Marine Le Pen de atizar a quienes llamó “los sediciosos” al sugerirles que fuesen a los Campos Elíseos en vez de a la zona designada, el Campo de Marte, más lejos de la sede presidencial. Le Pen le acusó de “manipulación politiquera”.