De los chalecos amarillos en Francia a las luchas obreras portuarias en Valpara?so

Buen an?lisis, aunque el entrevistador y el autor ponen el ?nfasis en la izquierda y el sindicalismo, sin percibir que ambos est?n en repliegue, pues como demostr? el gran incendio de Valpara?so, hay algo m?s de fondo que tienen los mapuche (identidad de naci?n) y que se presenta a rasgos y en momentos en esta ciudad-puerto (solidaridad humana, instinto de la especie, etc). Los mapuche no luchan por una promesa o un destino futuro, sino por la ra?z de las formas de vida comunitaria que constituyen su ser actual, a diferencia de la porte?idad donde ha sentado sus reales el individualismo y donde el sector que cuenta con trabajo estable es un m?nimo, en tanto la mayor?a procura un ingreso en las calles y consecuentemente con ello s?lo vota el 30% de la poblaci?n. En ese terreno el sindicalismo y la izquierda no tienen donde esparcir las esperanzas, que finalmente han resultado en todo el planeta solamente un modo “alternativo” de administrar el capitalismo.



03-01-2019
Entrevista al historiador Franck Gaudichaud
De los chalecos amarillos en Francia a las luchas obreras portuarias en Chile: La centralidad de la acci?n directa

Mat?as Guerra U.
Revista ROSA

Franck Gaudichaud es historiador y acad?mico de la Universidad de Grenoble Alpes, Francia. Ha estudiado al movimiento obrero en Chile y los movimientos populares en Am?rica Latina desde hace muchos a?os, destacando su trabajo en espa?ol m?s reciente sobre las distintas formas de autonom?a popular en el gobierno de Salvador Allende (?Chile 1970-1973. Mil d?as que estremecieron al mundo?, Lom, 2016). Desde hace algunos a?os, ha estado trabajado la historia reciente del movimiento obrero de los trabajadores portuarios de Chile (con un libro en preparaci ? n sobre el tema). Convers? con la revista ROSA (Chile) en esta extensa entrevista.
Ya que no hubo informaci?n clara acerca de qu? suced?a realmente con los disturbios de Par?s y en Francia en general, partamos discutiendo qu? ocurre en la coyuntura actual de los chalecos amarillos y la situaci?n pol?tica que se abre a partir de las movilizaciones masivas

Lo interesante es que se trata de un movimiento bastante in?dito, que surge desde abajo, en estratos/clases populares esencialmente de trabajadores, sin org?nica previa, sin presencia sindical marcada. Muchos de ellos incluso sin experiencia sindical, aunque no todos. Y sin una preorganizaci?n tampoco y trabajo previo de la izquierda partidaria. Eso es un elemento central. Es el surgimiento desde abajo de un descontento popular acumulado ante el gobierno de Macron, pero tambi?n por gobiernos anteriores. Algunos dicen que son 40 a?os de acumulaci?n de rabia contenida, que en un momento dado, por medio de una v?a de escape no prevista que fue el impuesto sobre la gasolina, hace que dos o tres personas lancen una petici?n por Facebook, y esa petici?n se vuelva viral, y en base a esa viralizaci?n donde hubo m?s de un mill?n de firmas en unos pocos d?as, algunos digan ?no basta con la petici?n, vamos a ir a las plazas, a las calles, y a las rotondas, y vamos a instalarnos en las v?as de circulaci?n a bloquear el tr?nsito?. De cierta manera podemos decir que esta movilizaci?n es una ?movilizaci?n 2.0?, de una nueva generaci?n, que muestra los l?mites de la presencia sindical y de las izquierdas (de las m?s social-liberales a las m?s anticapitalistas) en las clases populares y en los territorios. Muestra tambi?n una capacidad organizativa en red, y por eso no hablar?a de ?espontaneidad?: hay organizaci?n, pero es una organizaci?n mucho m?s horizontal y ?digital?, lo que conlleva evidentemente problemas e diversos tipos de dificultades en t?rminos de deliberaci?n, debate democr?tico, tomas de decisi?n, etc. Lo llamativo tambi?n es que es un movimiento donde est? ausente el lugar de trabajo y la relaci?n salarial, algunos autores (como el historiador Samuel Hayat) lo presentan como una lucha que parte de la ?econom?a moral? de las y los de abajo, del sentimiento de injusticia, mucho m?s que desde el trabajo organizado frente al capital. Esa ausencia inicial limita mucho el poder ?disruptivo? y antisistema del movimiento, por razones evidentes y es entonces un problema pol?tico de envergadura. Eso no quita que podemos calificar esta insurrecci?n en curso como la emergencia inesperada de una oposici?n popular al ?bloque burgu?s? y de un primer paso hacia la unificaci?n de las clases subalternas en Francia en contra del neoliberalismo macronista (siguiendo as? el an?lisis del economista Stefano Palombarini).

Bueno, esa gran sorpresa colectiva surge en noviembre y ahora estamos a casi dos meses de movilizaci?n. En el transcurso, hubo 6 grandes jornadas de movilizaci?n de chalecos amarillos, y el proceso fue tomando vuelo hasta el 8 de diciembre, donde hubo hasta 300 mil personas en las calles, en las distintas regiones de Francia, y en Par?s. Ahora, acerca del car?cter del movimiento, hay muchos debates para definirlo. Tuvo un impacto muy grande en los debates de las izquierdas y filas militantes sindicales tradicionales, que en un primer momento, quedaron totalmente atr?s y marginados del movimiento, sin capacidad, ni voluntad incluso de participar, que es lo peor. Se vio una gran falencia o incomprensi?n de la mayor parte de las direcciones nacionales de las centrales sindicales, CGT (Confederaci?n General de Trabajadores) incluido, por un movimiento que no controlan y por lo tanto tem?an. S?lo los sindicatos combativos de ?Solidaires? entendieron inmediatamente el potencial de esta lucha.

Es decir, en primera instancia, asistimos a un momento de rechazo por parte de amplios sectores, y no solo del poder, de los medios de comunicaci?n y de los sectores dominantes, ya que tambi?n las org?nicas de izquierda se quedaron afuera y dijeron ?eso no es lo nuestro?. Es verdad que se vislumbr? la presencia activa de la extrema derecha en algunas marchas o rotondas, con discursos racistas, homof?bicos, excluyentes, etc? Lo que invitaba a ser cautos. Pero, luego nos dimos cuenta que la movilizaci?n era mucho m?s amplia y popular de lo que cre?mos, y que incluso la extrema derecha estaba quedando marginalizada dentro del movimiento, por lo que las centrales sindicales llamaron a apoyo, pero tibio, interpelaron a Macron, pero sin ofrecer perspectivas reales de unidad y menos a?n a construir una huelga nacional reconductible.

Entonces desde las izquierdas no habr?a mucha influencia. Ni desde el inicio, ni en el desarrollo mismo del conflicto.

Al inicio, realmente no. La izquierda institucional, ni hablar? Si hablamos del Partido Socialista, es un partido completamente org?nico al neoliberalismo desde hace a?os. Despu?s tenemos a Francia Insumisa, dirigida por Jean-Luc M?lenchon. Se trata del principal movimiento antineoliberal y de oposici?n de izquierda en el parlamento. M?lenchon, con algunos diputados como Fran?ois Rufin, entendieron bien y r?pidamente el car?cter de revuelta popular de los ?chalecos?, y por ende apoyaron, pero sin capacidad de influencia real en este movimiento. Desde la izquierda anticapitalista tambi?n hubo un momento de desconcierto y dudas, y despu?s se llam? a intervenir y consolidar, sin buscar cooptar el movimiento: en este sentido, las intervenciones medi?ticas de Olivier Besancenot (figura del Nuevo Partido Anticapitalista) fueron muy claras y acertadas.

El coraz?n movimiento est? formado de miles trabajadores modestos, de la clase obrera, muchos j?venes precarios y pensionados pobres, y tambi?n peque?os empresarios, artesanos, auto-emprendedores, entre otros. Son sectores esencialmente blancos, eso s?, con una d?bil presencia de los ?barrios perif?ricos urbanos? y de los j?venes ?postcolonizados? (de origen ?rabe, africana, etc). La heterogeneidad es ideol?gica tambi?n. La ultra derecha xen?foba intent? instrumentalizar y meterse fuertemente al inicio del movimiento porque la base inicial del movimiento es antifiscal, e hist?ricamente en Francia el ?Poujadisme?, una revuelta anti-impuestos, nace de la protesta de peque?os empresarios contra el Estado, contra los servicios p?blicos, y por lo tanto, con una visi?n reaccionaria muy fuerte. Entonces inicialmente ten?a elementos para volverse un movimiento popular reaccionario. Sin duda, existe una lucha por la hegemon?a dentro del movimiento entre varias orientaciones opuestas. Eso la derecha extrema lo entendi? muy bien. Pero fue el descontento social, y las reivindicaciones de car?cter social, incluso de clase yo dir?a, que se impusieron mayormente en la agenda de movilizaci?n. Pero siempre con cierta heterogeneidad. Es verdad, en las rotondas, hubo hechos lamentables. Insultos homof?bicos; un cami?n con inmigrantes clandestinos fue detenido por manifestantes para entregarlos a la polic?a; esl?ganes racistas. Hubo hechos as?. Pero son claramente. Ahora, si vemos la agenda de reivindicaciones, lo que se pide es aumento del sueldo m?nimo, reintegrar el impuesto sobre las grandes fortunas que derrib? Macron, limitar el sueldo de los ricos, desarrollar servicios p?blicos en las zonas rurales y perif?ricas urbanas, imponer un sistema de refer?ndum y democracia participativa, etc. En algunas comunas, los ?chalecos amarillos? hicieron incluso llamados a la autogesti?n y a crear cooperativas para salir del neoliberalismo. De hecho, la frase ?que los grandes paguen mucho y que los peque?os paguen poco? resume una gran sed de igualdad social frente al ?presidente de los ricos? y la Rep?blica olig?rquica francesa. En base a eso, existe todo un espacio para participar de una cr?tica clasista del neoliberalismo versi?n Macron, aunque por el momento domina un discurso m?s ?ciudadanista? que clasista, y cierta diluci?n de los antagonismos productivos y de la relaci?n salarial a favor de una oposici?n ?populista? entre ?pueblo? y ?casta?.

Y en el contexto de una alzada feminista a nivel mundial, ?existe una relevancia pol?tica del feminismo, y de las mujeres, dentro del movimiento de los chalecos amarillos?

Feminismo, directamente no. Pero, las mujeres est?n en el centro de las movilizaciones de los ?chalecos amarillos?. De hecho, a partir de las primeras encuestas sociol?gicas y an?lisis cr?ticos en curso (publicamos algunos en la revista ContreTemps http://www.contretemps.eu/ ), se destaca que m?s del 50% de l@s manifestantes son mujeres. Y eso es una ruptura tambi?n. Muchas mujeres precarias, due?as de casa, obreras a tiempo parcial, cajeras y empleadas relatan que han vuelto a vivir, a salir, a sociabilizar, a romper dominaciones y rutinas esclavizantes. Estaban sobreviviendo: ahora est?n en la rotonda, en la casucha que se construy? de manera colectiva, en la olla com?n, generando comunidad, hablando con el vecino que hace m?s de un a?o que no ve?an, escribiendo en lienzos y cuadernos de peticiones sus demandas, su hartazgo, sus sue?os. Y algunas de esas mujeres cuentan como parten rompiendo con la dominaci?n patriarcal en la casa, con el trabajo de reproducci?n social, diciendo a su marido ?preoc?pate de los hijos, de la cocina, del aseo, yo voy a la rotonda, basta?. Entonces es muy interesante ah? el empoderamiento de las mujeres. No en una base discursiva feminista, por el momento. A partir de un ?ya no podemos m?s?. Aunque desde una antipol?tica muy marcada, eso s?, lo que representa otro l?mite actual. Y esa es una tendencia del movimiento. Est? muy fuertemente anclado en el ?que se vayan todos?, ?no queremos partidos?, ?no queremos banderas?, tendiendo a llamar a crear un consenso nacional por sobre los disensos pol?ticos, lo que dificulta mucho debates esenciales sobre democracia social y pol?tica o necesarios conflictos de clase.

Por eso, una de las interrogantes est? entonces en la perspectiva pol?tica que tomara este movimiento excepcional y en la batalla por la hegemon?a existente dentro de este movimiento. Como lo escribi? un compa?ero de Contretemps, el ?chaleco amarillo? es un ?significante flotante?, que es f?cil adoptar, un s?mbolo unificador de mucho malestar, pero que pol?ticamente puede partir en varias direcciones opuestas. ?C?mo participar de este movimiento lealmente, sin instrumentalizar, pero sin perder el Norte, para construirlo, ayudar a vertebrarlo y enriquecerlo, para construir juntos un frente unitario en contra de Macron, su gobierno y su mundo? Es un desaf?o de todas y todos en las izquierdas sociales y pol?ticas.

Tambi?n dentro de lo que comentas se puede ?perspectivar? que la forma en c?mo se organiza este movimiento tiene que ver mucho con la influencia de ?la comuna?, y tambi?n en la centralidad de la violencia pol?tica como una forma legitimada por el movimiento de demostrar su descontento. En esto se puede hacer un paralelo con los portuarios actualmente en Valpara?so, ya que la acci?n directa ha jugado un rol importante en la movilizaci?n.

S?, de hecho tienes toda la raz?n. Eso es un elemento central en el repertorio de acci?n. Los chalecos amarillos demostraron que es necesario poner el cuerpo, y que eso tiene recompensa al final. Lo mejor de todo es que este movimiento es el ?nico movimiento que logr? arrancar, aunque sean migajas, al poder. Nosotros tuvimos m?s de 1 mill?n de personas movilizadas el a?o 2010 por las pensiones, y perdimos. Para la reforma laboral de hace 2 a?os, nuevamente huelga general y paro nacional, y perdimos. Y ahora llegan los chalecos amarillos e hicieron retroceder a Macron al cabo de 4 semanas de enfrentamientos. Y lo hicieron a trav?s de la acci?n directa y desde la calle: es una lecci?n clara. La esencia del movimiento es la acci?n directa, a veces incluso una acci?n directa muy osada, de enfrentamiento radical con las fuerzas policiales, con bloqueos del tr?nsito, ocupaciones, etc. Claro que tambi?n hay que recalcar el nivel de represi?n, no se hab?a visto nada parecido desde el 68. Desplegaron blindados en las calles, 89 mil fuerzas policiales y gendarmer?a a lo largo de toda Francia: quedaban solo 2 regimientos a disposici?n, todos los otros estaban en la calle. Y en Par?s solamente, m?s de 9 mil efectivos policiales, incluso con brigadas especiales en civil. Esto gener? m?s de 2 mil arrestos, varios de ellos con arresto domiciliario preventivo, ?posible gracias al estado de excepci?n anti-terrorista! Es decir, muchas m?s detenciones que durante el mayo del 68.

Estamos inmersos en un Estado cada vez m?s policiaco y represivo, con una ley antiterrorista que se constitucionaliz? con el gobierno de Macron. Vivimos una fase superior de un autoritarismo neoliberal ?republicano? en un pa?s del centro del capitalismo mundial. Recordar que hubo 10 muertos en total, la mayor?a por accidentes cuando gente desesperada se lanza en contra de los piquetes, pero tambi?n producto de la represi?n. Y un sin fin de heridos. Gente de la tercera edad siendo disparada con bombas aturdidoras y balas de gomas. Extremidades mutiladas por explosiones de granadas y TNT: Francia es de los pocos pa?ses europeos en donde se permite el uso del TNT como una forma de dispersi?n de las marchas.

?Hasta qu? punto el desenlace de este movimiento es un peque?o retroceso en las pol?ticas neoliberales de Macron?

S?. Ha sido el ?nico movimiento de los ?ltimos a?os que haya obligado a ejecutivo a sentarse y Macron tuvo que perder su arrogancia mon?rquica, acompa?ada de un desprecio clasista sistem?tico a los que denomina como ?los nadie?. Y justamente ?los nadie? lograron doblarle la mano y desprestigiar a ?J?piter? (como se autodenomino). A partir de ello, Macron hace una declaraci?n de 20 minutos en los canales nacionales de tele donde casi se pone a llorar en una actuaci?n bastante lamentable, donde tuvo que anunciar medidas inmediatas. Estas reformas, eso s?, son un insulto para los movilizados. Por lo menos, tuvo que anular un impuesto nuevo que hab?a implementado sobre las jubilaciones, pero el anuncio del aumento de sueldo m?nimo en realidad va a ser una prima? ?pagada por las arcas p?blicas! Y no por los empresarios, o sea m?s deuda para el Estado, y m?s ventaja para el capital. Pero el poder retrocedi?: los chalecos mostraron que s? se puede? Y adem?s se hizo desde la acci?n directa, sin org?nica inicial, entonces es toda una lecci?n autocr?tica para nosotros, desde los sindicatos y la izquierda.

Se podr?a entonces se?alar que se logra una din?mica de lucha de clases sin que el movimiento en s? tenga una identidad clasista

Es una din?mica de lucha de clases, sin el movimiento obrero organizado en el centro por el momento. Hay organizaci?n pero esa organizaci?n es en red, de forma horizontal. Y ahora con m?ltiples tensiones obviamente. Hay portavoces m?s de derecha, y otros que se piensan anticapitalistas, existe una mezcolanza ideol?gica muy grande, asombrosa. Con algunos s?mbolos ambiguos: por ejemplo, volvi? a aparecer fuertemente la bandera francesa y la marsellesa en las manifestaciones. S?mbolos que nosotros, desde la izquierda anticapitalista, no reclamamos, porque esencialmente fue la extrema derecha quien la enarbola. Obviamente, en las rotondas, en nuestras ?marchas amarillas?, no se ven banderas rojas, no se canta la internacional, no se dice ?abajo el capital?, tampoco se discute mucho del c?digo laboral o de la reducci?n del tiempo de trabajo para todxs. Pero no se puede caer en un sectarismo ideologizante est?ril o en un desprecio hacia lo popular (que desgraciadamente existe en la izquierda) confundiendo los manuales militantes con la realidad de la sociedad. Hay que partir del pa?s real y de las demandas populares emancipadoras (combatiendo las reaccionarias), poner el acento en la lucha por la igualdad (en contra de los discursos nacionalistas) y por la democracia pol?tica: es la ?nica v?a de la reconstrucci?n de una alternativa popular, desde abajo y genuina. Este movimiento es una rebeli?n inmensa, una ruptura de los sentidos comunes, una fisura en la dominaci?n de la casta pol?tica profesional y neoliberal. Eso a pesar de la guerra medi?tica permanente para desprestigiar la violencia de las calles y los ?radicales?. Los ?chalecos amarillos? son una oportunidad hist?rica, en tensi?n, en devenir, despu?s de las tentativas del movimiento de las plazas ?Nuit Debout? y a pesar de las derrotas sindicales sucesivas. Por lo tanto, tenemos que estar inmersos en ese proceso para participar a esa potencial reconstrucci?n progresiva, en un momento en que las fuerzas oscuras y reaccionarias invaden toda Europa y cuando el Frente Nacional sigue creciendo en Francia a todos los niveles. El desaf?o es grande y las turbulencias por venir a nivel europeo ser?n fuertes.

Volvamos a la comparaci?n entre la coyuntura de los chalecos amarillos y los portuarios en Valpara?so, principalmente a partir de las similitudes de estos movimientos en su accionar, poniendo la centralidad en la acci?n directa y la solidaridad entre trabajadores de distintos sectores. Ahora, es evidente que hay que problematizar el desenlace que tuvo el movimiento en Francia, en tanto hizo retroceder a Macron, en comparaci?n con el desarrollo del conflicto en Valpara?so, donde Von Appen prefiri? aceptar las p?rdidas millonarias producto del paro en vez de sentarse a negociar. Ah? uno tiende a preguntarse qu? est? realmente en juego en esa disputa.

Es dif?cil el paralelo directo, obviamente, los contextos, din?micas y repertorios son muy disimiles, las reivindicaciones y formas de organizaci?n tambi?n. Pero lo que vimos durante 35 d?as en el puerto de Valpara?so es de nuevo el papel de la acci?n directa, de ?la calle?, de la movilizaci?n, y al mismo tiempo la b?squeda de aliados en otros sectores de la ciudad y de los territorios en lucha. En Valpara?so, tenemos la organizaci?n sindical como motor y centro de la movilizaci?n, una diferencia capital con lo que pasa en Francia. Lo interesante en el ?puerto principal? es que hay una forma de organizaci?n sindical que rompe primero con una hegemon?a sindical hist?rica fuertemente corporatista, aliada de los empresarios y que podr?amos calificar de ?control social?, y que algunos de los estibadores que pude entrevista califican como ?mafiosa? o ?amarillenta?. Entonces, lo que ocurre en Valpara?so es que hubo una ruptura (parcial hasta el momento) con una conducci?n sindical reaccionaria, con un control f?rreo sobre el puerto y sus trabajadores. Y al mismo tiempo, surgi? un enfrentamiento directo de m?s de (00 estibadores precarizados eventuales con un empresario portuario muy importante del sector portuario-maritimo, a nivel nacional pero tambi?n internacional, que es Von Appen, Ultraport y en este caso concreto en TPS (Terminal Pac?fico Sur) concesionario en el terminal 1 de la estatal Empresa Portuaria de Valpara?so (EPV), y por otra parte Terminal Cerros de Valpara?so (TCVAL), de capitales espa?oles, en el terminal 2. Y esta resistencia inesperada y transversal en Valpara?so, emerge desde del eslab?n m?s precarizado y explotado del puerto: eventuales sin garant?as m?nimas de turnos anuales, sin provisi?n de trabajo negociada, sin ?nombrada? es decir control sindical sobre el trabajo, y por lo tanto sin derecho a vacaciones, salud, post- y pre- natal (a diferencia de lo que existe en otros puertos donde hay presencia de la combativa Uni?n Portuaria de Chile /1.

La huelga hist?rica que acaba de ocurrir en ?Valpo? se dio tambi?n gracias a la presencia de una nueva generaci?n de dirigentes que tienen formaci?n, ideas pol?ticas, experiencia militante, hecho que juega un rol fundamental para poner un descontento difuso en palabras, ideas y despu?s en acci?n y movilizaci?n. El papel de Pablo Klimpel y de un par de otros dirigentes ha sido evidente en el ?xito de la huelga /2. El petitorio y el paro tienen como fundamento una reivindicaci?n sobre cantidad de turnos, remuneraci?n de los eventuales, estabilidad laboral, capacitaci?n, etc. en un contexto de relaciones laborales muy precarias y arcaicas. Tambi?n reclaman una ley general de puertos y el fin de las represalias antisindicales y de las ?listas negras?. Pero, claramente el tema no fue solo ?economicista?, ni se redujo a atender un problema de corto plazo de los trabajadores. Esta huelga y negociaci?n es tambi?n una disputa por el poder dentro el puerto: as? lo entendi? Von Appen y por eso se neg? a negociar por estos estibadores revoltosos que explota y desprecia a diario, al contrario de la otra empresa. Al contrario, TCVAL quiso acabar el fuego al cabo de 13 d?as de paro y despu?s de la intervenci?n del gobierno, acordando la formaci?n de una mesa de trabajo, de un bono de $1 mill?n de pesos y de un pr?stamo de $500 mil.

Y cuando la portada del diario La Segunda titula, hablando de Klimpel (y buscando personalizar una movilizaci?n colectiva), ?El chofer de Uber que desaf?a a Von Appen?, ponen correctamente de relieve el problema de qui?n tiene el poder en el puerto. Es decir c?mo un grupo de sindicalistas ?disidentes? pueden lograr movilizar a sus colegas y compa?eros, ?despu?s de 18 a?os sin paros en este puerto!, y desafiar a uno de los poderes m?s consolidados del espacio maritimo-portuario. Y ah? el paro, el bloqueo del puerto y de calles de la ciudad es el repertorio esencial, pues se bloquea la posibilidad de activar el puerto en un momento clave de fin de a?o y, a la vez, facilita el ?desborde? del conflicto hacia el resto de la ciudad, obligando al alcalde a intervenir tambi?n y, por fin, al gobierno que hasta el momento alud?a a un ?conflicto entre privados?? Hablamos entonces de una problem?tica netamente pol?tica que cuestiona el modelo neoliberal extractivista chileno en uno de sus nudos estrat?gicos: los puertos, por donde pasa m?s de 85% de las exportaciones y materias primas.

En ese sentido, el gobierno de Pi?era ya tiene experiencia previa, con los grandes paros portuarios durante el 2013-2014 y el papel de la Uni?n Portuaria (que en este entonces no ten?a presencia real en Valpara?so). En ese momento, Pi?era tuvo que sentarse obligado por la fuerza de los ?paros solidarios?, de puerto a puerto, de Norte a Sur del pa?s y preparar el camino a la legislaci?n de la llamada ?ley corta?. Y el gran temor de Pi?era es tener que vivir un nuevo flujo de conflicto tan amplio como en esos a?os, es decir de escala nacional, sobretodo en un momento en que, luego de mucha dificultad y tensiones, ha despertado de nuevo la Uni?n y ha habido paros solidarios y una extensi?n del conflicto a los otros puertos del pa?s en apoyo a Valpara?so. Y esto fue la clave para obligar a Von Appen a sentarse a negociar.

La solidaridad dentro del movimiento de trabajadores portuarios ha sido central, en tanto que la movilizaci?n parte con cerca de 500 trabajadores eventuales dentro de Valpara?so, y termina transform?ndose en un movimiento pr?cticamente nacional que supera tambi?n al puerto. Ejemplo claro de ello es la solidaridad que mostr? la miner?a con la causa portuaria.

S?, de hecho yo creo que una gran lecci?n de los portuarios chilenos de los ?ltimos a?os, digamos, a partir del 2010, con el surgimiento de la Uni?n Portuaria en el Biob?o (e incluso con la lucha que se da en esta zona en 2003), y despu?s a nivel nacional, es la pr?ctica de los paros solidarios, de puerto a puerto, de sindicato a sindicato, unificando estibadores contratados y eventuales. Claramente esto tiene que ver con la configuraci?n misma de los puertos, y que se deben bloquear varios puertos de una zona simult?neamente para tener poder real y as? evitar que se rompa la huelga a trav?s del desv?o de la carga a otros puertos o terminales. Pero tambi?n es una lecci?n para todo el movimiento sindical. Es decir, cuando hay solidaridad de sector a sector, eso cuestiona ya no solamente a un empresario en espec?fico, sino que al empresariado en general, como clase. Y eso lo hicieron muy bien los portuarios cuando montan un paro nacional (como lo practicaron varias veces entre el 2010 y el 2015). Es todo el empresariado, la c?mara mar?tima y el gobierno de turno los que est?n cuestionados como poder pol?tico y poder econ?mico. Creo que ese es el camino si se quiere comenzar un proceso de conquistas sociales dentro del neoliberalismo maduro chileno y, m?s all?, comenzar a pensar los caminos t?cticos de la superaci?n de este modelo de acumulaci?n en clave postcapitalista y ecosocialista.

Desde el ?renacer? del 2006-2007, existe un proceso parcial de revitalizaci?n sindical en Chile y hay muchas huelgas (la mayor?a ilegales), pero muy dispersas, con poco poder real, ya que son conflictos atomizados, y que desembocan en escasas conquistas o incluso en derrotas estrepitosas. M?s que nada desembocan en represi?n sindical y/o despidos de dirigentes. El problema es c?mo superar este c?rculo vicioso, en un contexto de baja sindicalizaci?n y fragmentaci?n/individuaci?n de la identidad de clase de las y los trabajadora, fen?meno alimentado por las herencias autoritarias y las condiciones reales del neoliberalismo consolidado desde 1990. Y bueno, para m?, uno de los caminos es seguir justamente este tipo de paros ?solidarios? y formas de organizaci?n ramal, cuesti?n que se construye mediante un proceso por cierto muy dif?cil y lento, sobre todo cuando se da en franjas de asalariados subcontratados y sin posiciones estrat?gicas (es decir con capacidad de disrupci?n y bloqueo de la econom?a, como la que tienen los mineros o los portuarios en Chile). Volviendo al caso de Valpara?so, el hecho que haya micreros, barras de f?tbol, peque?os comerciantes, estudiantes listos para ir a pelear junto a los portuarios en huelga, es una se?al de identificaci?n de los porte?os con su puerto y sus trabajadores, marca la identificaci?n popular y comunitaria con la identidad portuaria, diciendo ?ellos son nuestros?. Este tipo de ?coagulaci?n? y convergencia popular-territorial-comunitaria es tambi?n fundamental, y se ha dado en muchos conflictos portuarios a trav?s del mundo en todo el siglo XX (ahora existe une historiograf?a bastante extensa sobre el tema, en particular desde la historia anglosajona). Y cuando los estibadores se enfrentan a uno de los m?s ricos y m?s represivo del pa?s (Von Appen), el rechazo de los subalternos de la ciudad puede ser a?n m?s intenso. Surge, entonces, una ligaz?n molecular posible, desde abajo, que ojal? los otros sindicatos y la izquierda en general puedan facilitar y reforzar. Hay que notar que el papel de la CUT a nivel central y nacional en el conflicto de Valpara?so y en luchas portuarias anteriores ha sido, en mi opini?n, desastroso, sin tener como orientaci?n el apoyo a la huelga. Hicieron un par de declaraciones muy tibias, pero ?por qu? la CUT no hizo un gran llamado a movilizaci?n nacional en apoyo a Valpara?so? Eso har?a una central realmente combativa del sindicalismo clasista.

A partir del desarrollo del conflicto, uno podr?a darle cierta importancia a esta movilizaci?n como un proceso de rearticulaci?n pol?tica de la clase obrera. ?Qu? opinas de esto?

Lo que intent? hacer el 2015 fue trabajar el concepto de las ?fisuras del neoliberalismo chileno? en un breve ensayo que circul? bastante dentro y fuera del pa?s, tanto en su formato impreso como digital /3. La idea era hacer un balance de la discusi?n sobre la caracterizaci?n del capitalismo neoliberal chileno, mostrar el surgimiento de un nuevo flujo de conflictos sociales y eco-territoriales, que cuestionan la ?democracia tutelada?, pactada y postcolonial chilena, pero en la l?nea de que no estamos en un momento de ?derrumbe? ni de ?correcci?n? de este modelo, que es uno de los neoliberalismos m?s consolidados y estable a nivel latinoamericano. La burgues?a chilena es hist?ricamente una burgues?a muy unificada, con fuerte capacidad de adaptaci?n, cooptaci?n y represi?n, a pesar de sus tensiones m?ltiples internas (lo vemos, por ejemplo, en la diferencia de actitud y t?ctica en los puertos entre los Luksic y los Von Appen). Es una burgues?a que tiene realmente al Estado en sus manos, m?s a?n con este gobierno ?empresarial?. Es decir, existe con Pi?era un gobierno del capital para el capital, directamente, sin mediaci?n.

En este contexto varias fisuras se abrieron, desde el 2006, en la hegemon?a neoliberal en Chile, principalmente a partir de las grandes huelgas de sectores estrat?gicos, como las forestales, los mineros, y el sector portuario. Vemos que esta emergencia y ?despertar? tambi?n ha sido acompa?ada con fuerza por la juventud del 2011 en las grandes movilizaciones estudiantiles. En tercer lugar, est?n la magn?fica ola feminista y lucha antipatriarcal desde el 2017 y las numerosas disputas eco-territoriales. Esto realmente abre un espectro de movilizaciones sociales populares muy amplio, articuladas tambi?n con movilizaciones hist?ricas como la del pueblo mapuche, que sigue siendo reprimido por un terrorismo de Estado de car?cter colonial. Entonces hay un espectro amplio de movilizaciones, pero que todav?a no conforma una brecha con orientaci?n anticapitalista, ni siquiera un bloque popular antineoliberal. El problema en esa etapa de la convergencia de los distintos movimientos, es la dificultad de los procesos de articulaci?n, pues m?s all? de las tentativas, estas luchas no comunican mucho entre ellas. Incluso a nivel estrictamente del proceso del trabajo, o sea, en cuanto a la posibilidad de la recomposici?n de una clase trabajadora con conciencia de ella misma, existen muchos obst?culos. Por lo cual, no es conveniente extrapolar desde conflictos sectoriales muy importantes, como los portuarios, una recomposici?n general de un movimiento obrero estructurado y clasista. Los obst?culos son la fuerte fragmentaci?n social, la precariedad de las condiciones cotidianas de vida, el endeudamiento generalizado, etc. Pero tambi?n hay potentes obst?culos ideol?gicos. La dominaci?n del sentido com?n neoliberal es muy fuerte en Chile (como en otras partes del mundo). Yo creo que una de las fuerzas principales del ?modelo de los Chicago Boys? es haber conquistado los sentidos comunes y la visi?n del mundo, incluso de gran parte de las izquierdas. Eso significa que hablamos de una batalla pol?tica que hay que dar. El reconstruir el movimiento obrero no es solamente tarea de las organizaciones sindicales, de organizaci?n y repertorios de acci?n, ya que tambi?n es un trabajo directamente pol?tico estrat?gico. Y ah? est? la pregunta del papel -o no- de una izquierda que se d? como tarea central la recomposici?n de un movimiento obrero y popular con perspectiva clasista, ecosocialista, feminista, internacionalista. Esa perspectiva estrat?gica no cierra el debate t?ctico actual para saber si hay que participar en las elecciones, presentar candidaturas, conquistar alcald?as, participar de los debates internos del Frente Amplio o construir por fuera, etc. Al contrario: afirmar este horizonte estrat?gico es esencial para poder posicionarse t?cticamente sin dejarse llevar por la corriente social-liberal y los vientos de la coyuntura. Es lo que Daniel Bensa?d llamaba el ?arte estrat?gico? de toda fuerza pol?tica anticapitalista.

Un factor que mencionaste y que ser?a interesante retomar es c?mo la izquierda se pone a disposici?n de este movimiento, y tambi?n c?mo act?a la izquierda institucional dentro de este panorama, principalmente teniendo en cuenta la participaci?n de la CUT y de sectores clasistas que han armado dos tendencias dentro del sindicalismo chileno

Primero, en el plano sindical est? la disyuntiva para saber de si hay que reconquistar la CUT para reconstruir la ?CUT de Clotario Blest? pero adaptada al siglo XXI o si es mejor construir otras herramientas sindicales clasistas porque, a estas alturas, la CUT est? cooptada por las fuerzas institucionales parlamentarias, y representa solo una franja limitada de los asalariados. Esto no es un debate te?rico, sino que un debate concreto, y por ello hay que analizar el papel de fuerzas pol?ticas concretas dentro de la CUT, que apuntan a combatir y reconstruir una direcci?n combativa (sin lograrlo hasta el momento). De hecho, tengo grandes dudas con esta tesis, m?s all? de que haya sectores sindicales honestos y comprometidos a la interna de la CUT con esta perspectiva. Y hay otros que dicen que hay que construir un movimiento sindical clasista por fuera de estos espacios cooptados. Creo que los dos podr?an converger si realmente hay una explosi?n social popular. En una coyuntura as? veremos qui?n es qui?n y quienes son los actores reales que empajan hacia la movilizaci?n. Lo segundo es la interrogante acerca del lugar que ocupa hoy el Frente Amplio. Uno est? o no con el Frente Amplio representa ?sin duda- la fuerza central de recomposici?n de la izquierda de los ?ltimos a?os en Chile, que ha logrado surgir a una escala nacional con fuerza. El Frente Amplio est? cruzado por tendencias contradictorias en el plano estrat?gico (?que van de grupos anticapitalistas hasta el partido liberal!), navegando entre elaboraci?n de un antineoliberalismo democr?tico radical y la tentaci?n de la institucionalizaci?n social-liberal. Algunas peleas internas de los ?ltimos dos a?os parecen tener m?s que ver con cuotas de poder medi?tico-institucional de algunas figuras que con la b?squeda de la reconstrucci?n colectiva de una herramienta pol?tica necesaria para el movimiento popular. En un momento en que hay un proceso de convergencia interna entre varios bloques, que podr?an clarificar el debate, hay que ver cu?l ser? el papel concreto del Frente Amplio durante los pr?ximos meses: no solo desde el parlamento (que es una arena esencialmente de los poderosos y de los dominantes), pero sobre con las y los de abajo, con ?los que luchan? como bien lo dice la Uni?n Portuaria. Algunas diputadas del FA fueron a apoyar a los estibadores en huelga, lo que est? muy bien. Se ve tambi?n su influencia en el movimiento estudiantil y en el movimiento feminista. Pero, por ejemplo, ?cu?l es la capacidad de incidencia sindical efectiva del Frente Amplio?, ?cu?l es el trabajo sindical concreto, la inserci?n en las poblaciones, en los territorios afectados por los desastres ambientales y extractivos? Yo creo que ah? se le ve bastante d?bil, por el momento.

Ah? tambi?n se ven ciertas limitaciones del sindicalismo institucional en cuanto a las formas pol?ticas adoptadas en las movilizaciones presentes, tanto del empresariado como de los trabajadores, y la centralidad de la violencia.

En la situaci?n portuaria, la violencia desde abajo es producto directo de las relaciones laborales y niveles de explotaci?n de la mano de obra en el puerto. Es impresionante que el empresariado chileno no lo entienda o que entendi?ndolo, no lo quiera tratar. Es decir, en vez de decir ?ah? tenemos un sector estrat?gico donde pasan 88% de las exportaciones del pa?s y tenemos que tratarlos bien?, la rapi?a y codicia del empresariado implementa m?s precariedad y m?s explotaci?n. Entonces, en vez de buscar espacios de negociaci?n, modernizaci?n y estabilizaci?n en este sector, como se dio en s otras partes del mundo, hay explosi?n de rabia, de violencia, de descontento. Por lo menos por parte de Von Appen, ya que hay otros sectores empresariales portuarios y de la c?mara mar?tima que ya est?n buscando un camino de modernizaci?n, cooptaci?n y ?pacificaci?n? de los puertos, justamente para sacarse la espina del pie que representa la Uni?n Portuaria. O sea, habr? que ver tambi?n la capacidad de la Uni?n Portuaria de enfrentar esas nuevas formas de control social y ?pacificaci?n? a trav?s de un ?neomanagement? y del ?dialogo? con los dirigentes sindicales (lo que no excluye la represi?n en contra de los recalcitrantes). Otro elemento respecto al sindicalismo institucional y la violencia es que en Chile casi la ?nica manera de reivindicar sus derechos laborales es desde la ilegalidad. La mayor?a de las huelgas son ilegales, hay prohibici?n de sindicalizarse legalmente en el sector p?blico, las negociaciones colectivas cubren menos del 10% de los trabajadores, el c?digo laboral e uno de los m?s regresivos del mundo occidental, etc. De hecho, los eventuales portuarios no tienen acceso a la negociaci?n colectiva, adem?s no se puede negociar por rama, la figura del rompe-huelga es legal y un largo etc?tera. Entonces ah? el contexto jur?dico-pol?tico laboral favorece la presencia de un sindicalismo ?apaciguado?, corporativo, con poca capacidad movilizadora y a menudo bajo el dominio de la empresa, o ?del otro lado- donde es posible, un sindicalismo de la acci?n directa ilegal, ?disruptivo?, ?movimentista?, pero a?n muy minoritario, por las condiciones mismas de la relaci?n capital trabajo en Chile.

Retomando un elemento que mencionaste acerca de los sectores estrat?gicos, ser?a interesante conocer el legado de Dante Campana dentro de la organizaci?n portuaria, tomando como pieza central su documento de Propuesta Nacional del a?o 2004, donde se propone al sector portuario como un sector estrat?gico y se comienza a tejer un discurso que sit?a este elemento como el central

La trayectoria militante y de vida de Dante Campana me ha interesado mucho en el transcurso de mi investigaci?n. El papel de Dante remite a la ciudad de Concepci?n en particular, donde fue militante revolucionario, mirista, y despu?s dirigente portuario y miembro activo de los colectivos de trabajadores (CCTT). Es uno de esos militantes que adem?s de vivir y militar a diario con los trabajadores del puerto, dio orientaci?n, poniendo en papel ideas claves que 14 a?os despu?s a?n tienen vigencia en el puerto. El suyo es tambi?n un legado organizacional. Dante Campana es uno de los impulsores directos de lo que es hoy la Uni?n Portuaria de Chile, desde donde trazaba l?neas de reivindicaci?n en una agenda insistiendo en el papel estrat?gico de los portuarios, y l?neas organizacionales con base en los paros solidarios y organizaci?n territorial y comunal, lo que implicaba ?volver a la clase?, volver al territorio. Eso es muy importante subrayarlo. Hay que reivindicar a figuras militantes intelectuales obreras como Dante Campana, quien no solo encarna una izquierda con voluntad de inserci?n popular, con claridad ideol?gica y con ganas de organizar, sino que adem?s transforma eso en una influencia real y de largo alcance. Porque m?s all? de la desaparici?n de Dante, su legado est? bien vivo. Est? reconocido incluso p?blicamente por la Uni?n Portuaria. De cierta manera, es una lecci?n de vida de la incidencia que puede tener una trayectoria militante en el conjunto de los trabajadores, tanto como por sus ideas como por su praxis. Eso hay que destacarlo.

Respecto a las perspectivas del movimiento actual de trabajadores portuarios, ?esta rearticulaci?n germinal del movimiento obrero tiene potencialidades de devenir en una conciencia anticapitalista? ?Cu?l debe ser el lugar de la izquierda en este proceso?

En esta etapa los portuarios pelean por demandas inmediatas que son bien concretas, pero ya apuntando a una Ley General de Puertos y regulaci?n-armonizaci?n nacional, que ya ser?a un cambio estructural en las condiciones de vida y de trabajo. En eso est?n ahora. Atribuirle una orientaci?n anticapitalista a las luchas portuarias actuales ser?a confundir los planos de luchas y referir algo que parece estar potencialmente, pero que hoy no se reivindica y no est? en el panorama. Eso s?, est?n directamente insertos en la contradicci?n entre capital y trabajo y enfrentan una franja del capitalismo chileno de lo m?s poderoso. Es decir, cuando enfrentan a Matte, Angelini, Luksic, Urenda, Von Appen, no solamente est?n en una condici?n estrat?gica por operar en el puerto, sino que est?n frente a una de la fracci?n dominante de la burgues?a chilena. Y en ese sentido, cuando pelean, pelean contra del capitalismo m?s pujante de Chile. Entonces, en este sentido, podemos decir que todas sus peleas son anticapitalistas, aunque no tenga esa direccionalidad. El debate en torno a la acci?n de la izquierda es desde d?nde se construye, d?nde est? el acento en la construcci?n. Creo que ?como ya te dije- el debate tambi?n es estrat?gico, es decir, si es que ya estamos en un momento antineoliberal, y si ya podemos perfilar incluso una perspectiva anticapitalista. Esa es una gran discusi?n. En segundo lugar, el debate en torno a la posici?n desde donde se construye. Es decir, est? el debate dentro del Frente Amplio, y tambi?n por fuera en las izquierdas radicales y revolucionarias, sobre si la pelea electoral, la pelea parlamentaria, debe ser solo foco subordinado a una gama de acciones y luchas m?s amplias para participar a ayudar a reconstruir un tejido social popular muy maltratado por el neoliberalismo extremo transandino. Desde mi opini?n, creo hay que construir desde y con los trabajadores. Lo territorial, el feminismo, la autodeterminaci?n del pueblo-naci?n Mapuche y tambi?n las resistencias anti-extractivas tambi?n son fundamentales. Aunque yo pienso que ?en este momento- no es contradictorio con la participaci?n electoral, con una guerra de posici?n incluso desde lo institucional y la b?squeda de espacios medi?ticos, siempre y cuando haya claridad acerca de la centralidad de la reconstrucci?n desde abajo, desde lo popular sin populismo y con las y los trabajadores.

Mat?as Guerra U. es estudiante de sociolog?a de la Universidad de Chile, integrante del Centro de Investigaci?n Pol?tico Social del Trabajo (CIPSTRA) y miembro del comit? editor de Revista ROSA.

Notas:

1/ Ver el video de la intervenci?n de Franck Gaudichaud en el foro ?Puerto de Hambre. Pasado y presente de los conflictos portuarios en Valpara?so? (27 de diciembre del 2018), organizado entre Editorial Am?rica en Movimiento, el Instituto de Historia de la Universidad de Valpara?so y El Desconcierto: https://www.youtube.com/watch?v=Juac014Prz4.

2/ Ver el video de la intervenci?n de Pablo Klimpel en el foro ?Puerto de Hambre. Pasado y presente de los conflictos portuarios en Valpara?so? (27 de diciembre del 2018), organizado entre Editorial Am?rica en Movimiento, el Instituto de Historia de la Universidad de Valpara?so y El Desconcierto: https://www.youtube.com/watch?v=GZk4InYuJUo.

3/ Franck Gaudichaud, Las fisuras del neoliberalismo maduro chileno. Trabajo, democracia protegida y conflictos de clases, Buenos Aires, CLACSO, 2015 (En Open Access : http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/becas/20151203023022/fisuras.pdf ).

Fuente: http://www.revistarosa.cl/2019/01/01/entrevista-al-historiador-franck-gaudichaud-por-que-la-cut-no-hizo-un-gran-llamado-a-movilizacion-nacional-en-apoyo-a-valparaiso/