14-06-2019
Turquía y el uso del agua como arma de guerra y genocidio
Nacho Ibáñez
Directa.cat
Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.
A raíz de un llamamiento internacional del Movimiento Ecologista de Mesopotamia [1] por la defensa de la ciudad de Hasankeyf, el viernes 7 de junio se convocó una acción en el paseo de Gracia de Barcelona ante la sede del BBVA, uno de los principales financiadores del mega Proyecto de Ilisu, que pretende convertirse en la segunda presa más grande de Turquía y la primera sobre el río Tigris.
A lo largo de la historia podemos encontrar innumerables casos en que el agua ha sido utilizada como un arma más para la guerra. Las formas de hacerlo son innumerables: la desecación de pozos, la inundación de ciudades, el envenenamiento de las fuentes, el desvío de ríos, o los cortes del caudal del agua son sólo algunos ejemplos. El Estado turco los ha utilizado prácticamente todos. Hace años que utiliza los ríos Tigris y Éufrates, que nacen dentro de sus fronteras estatales y que dan nombre a toda la región de Mesopotamia –tierra entre dos ríos–, como si fuera el único beneficiario. Ambos ríos transcurren también por territorio sirio e iraquí.
El caso del río Éufrates es especialmente significativo y se ha situado históricamente en el centro de un conflicto con múltiples intereses geopolíticos. Por un lado Turquía, y por otro Siria e Iraq. Según el derecho internacional y lo que se aprobó en la convención de Naciones Unidas de 21 de mayo de 1997 sobre “el derecho de los usos de los cursos de agua internacional para usos distintos de la navegación”, el Eufrates es un río internacional, y por tanto los gobiernos nacionales deben informar y notificar cualquier actividad sobre los cursos de agua compartidos que afecten a otros Estados.
Turquía fue de los pocos Estados que se opuso a dicha Convención y hoy en día aún considera que al río Éufrates no le afecta su legislación. Así, está llevando a cabo diversos proyectos de infraestructuras hídricas sin consultar al resto de países ribereños, violando con ello las disposiciones de la ley internacional y causando daños irreparables a los proyectos de desarrollo en Siria e Iraq al reducir el flujo de agua y su calidad.
Acuerdos violados sistemáticamente
En 1987, Turquía y Siria firmaron un acuerdo por el que se comprometían a compartir el suministro de agua del Eufrates durante el período necesario para llenar la gran presa de Ataturk –principal presa de Turquía y pieza central del Proyecto de Anatolia Sudoriental (conocido como GAP por sus siglas en turco)– y en virtud del cual, Turquía se compromete a un suministro mínimo de 500 metros cúbicos por segundo en su frontera con Siria. En 1994 se registró ese acuerdo en Naciones Unidas, lo que no ha impedido que Turquía lo incumpla sistemáticamente, según declaran los órganos de gestión de los embalses en el norte de Siria.
Sin embargo, desde el comienzo de la guerra en Siria y habida cuenta del papel que juegan los kurdos como actores principales, el gobierno turco y su máximo representante, Recep Tayip Erdogan, han intensificado el uso monopolista del agua con la clara intención de perjudicar a las facciones que no le son afines, esencialmente el pueblo kurdo. Hace años que [Turquía] lleva a cabo un claro intento de exterminio de la población kurda, tanto en las fronteras de su propio Estado como en los Estados vecinos, y más concretamente en el Kurdistán del Norte (Kurdistán sirio).
Con la construcción de presas sobre el río Eufrates, Turquía ha conseguido su objetivo de abrir y cerrar el grifo del agua cuando más le conviene, utilizando este recurso para su ofensiva sobre las regiones orientales que tienen al Éufrates como fuente imprescindible para el abastecimiento de agua para el consumo diario, la agricultura y la generación de electricidad.
Actualmente, la región de Raqa está sufriendo de primera mano las acciones del Estado turco que, según denuncian sus habitantes, ha cortado abruptamente el caudal del río poniendo en claro riesgo las vidas de miles de personas. El momento no es fruto del azar: es ahora cuando los agricultores se disponen a iniciar los cultivos para el verano.
En la zona de Al Tabqa la situación es más que preocupante. En este lugar miles de personas viven de la agricultura. Agricultores locales denuncian que hace más de un mes que no pueden regar sus cultivos. Muchos pozos, como los de las aldeas de Ayid o Kerin, se4 han secado por completo y en otros la situación es crítica porque el nivel del agua se encuentra por debajo de las dinamos, lo que hace imposible su extracción. También en la generación de energía la situación es cada vez más insostenible ya que la región depende en gran medida de la producción hidroeléctrica y el caudal de agua actual de las presas sólo permite un suministro para 12 horas diarias.
Muchos expertos han dejado claro que las acciones del Estado turco son muy graves: provocan sequías que llevarán a la desertificación de una zona de veranos muy calurosos y donde se necesita una cantidad constante de agua. Por todo ello los habitantes de esta región reclaman urgentemente a la comunidad internacional que actúe y detenga a Turquía antes de que las consecuencias sean irreversibles.
El Proyecto Ilisu puede acabar con toda una cultura
Uno de los casos más significativos del uso que hace el gobierno turco del agua como arma de guerra es el Proyecto Ilisu. Con este proyecto pretende invisibilizar y negar la existencia milenaria del pueblo kurdo además de generar consecuencias humanitarias, culturales y medioambientales catastróficas.
El Proyecto Ilisu consiste en la construcción de la segunda presa más grande de Turquía y la primera sobre el río Tigris, y es la pieza clave del Proyecto de Anatolia Suroriental (el GAP). Este tiene como objetivo la construcción de 22 grandes presas y 19 centrales hidroeléctricas. La toma de Ilisu inundará una superficie de 313 km², el equivalente a más de 30 mil hectáreas, proyecta la construcción de un dique de 135 metros y se prevé una capacidad de producción eléctrica de 3800 GW por hora.
El proyecto inundará aproximadamente unos 200 pueblos y aldeas, además de la ciudad histórica de Hasankeyf, donde actualmente viven más de siete mil personas con una población de mayoría kurda. Se calcula que unas tres mil familias nómadas que habitan la zona se verán afectadas. Evidentemente, estas últimas así como la mitad de la población afectada no tienen tierras en propiedad, y por lo tanto ningún derecho de reasentamiento ni compensación económica. En consecuencia, los habitantes de la zona, con la pérdida de su medio de subsistencia, principalmente la agricultura, y de su historia, y con la pérdida de sus estructuras familiares y comunitarias, se ven abocadas a un futuro de pobreza extrema en las ciudades. En las últimas cuatro décadas ya ha migrado el 50% de la población, principalmente a la ciudad petrolera de Batman. Todo esto conlleva ya un cambio definitivo en la demografía de todo el Kurdistán.
Impacto ecológico y cultural irreversible
Las consecuencias medioambientales no son tampoco nada despreciables. Se trata de una zona de gran valor ecológico con un gran número de especies de peces, reptiles y aves así como vegetales, algunas de ellas autóctonas de la zona, que se verán abocadas a la extinción. Además, los expertos señalan que desencadenará la salinización y la erosión del terreno además de graves efectos en el cambio climático, en la calidad del agua o en la propagación de la malaria, ya que grandes ciudades como Batman o Amed (Diyarbakir) vierten sus residuos al río Tigris. Todo ello afectará al conjunto de la geografía de la Alta Mesopotamia e incluso puede llevar a la desecación río abajo de los humedales de Mesopotamia, en Iraq, considerado uno de los ecosistemas más importantes del mundo.
La utilización de este proyecto como arma también tendrá un fuerte impacto sobre el patrimonio histórico y cultural. Uno de los objetivos es hundir los numerosos vestigios que demuestran la existencia milenaria del pueblo kurdo que el Estado turco siempre ha negado. En la zona se encuentran más de 400 yacimientos arqueológicos además de muchos otros que aún no han sido excavados, así como miles de cuevas utilizadas como asentamientos humanos. La ciudad de Hasankeyf tiene una historia de más de doce mil años y en ella se han hallado restos de más de 20 civilizaciones diferentes (asirios, hititas, persas, romanos, bizantinos…). Hasankeyf fue una de las ciudades claves en la desaparecida Ruta de la Seda y allí podemos encontrar alguna de las primeras muestras de asentamiento humano estable en todo el mundo. La gente debe padecer diariamente el ruido de las explosiones y la destrucción de sus templos de memoria colectiva, intensificando el trauma por la extinción de su comunidad y de su forma de vida.
Desde hace más de 20 años asociaciones como la plataforma Mantengamos Hasankeyf Viva, o el Movimiento Ecológico de Mesopotamia, han llevado a cabo diversas acciones para detener el proyecto. Algunas de ellas han fijado su objetivo en los bancos promotores del proyecto y en las empresas que participan del consorcio constructor. En 2013 el Tribunal administrativo de Ankara decidió detener el proyecto por sus consecuencias medioambientales. Lo que no ha frenado los planes gubernamentales, que se aprestan a cambiar la ley de impacto medioambiental y a seguir adelante. A partir de la intensificación del conflicto y la represión contra el pueblo kurdo con la quiebra de la tregua con el PKK, el gobierno del AKP suprimió toda forma de protesta y aumentó la represión. Desde entonces, la zona se ha convertido en terreno militar y el gobierno ha armado a miles de agentes de seguridad que impiden cualquier aproximación a las obras. Desde que se produjo la huelga de los trabajadores tras haber sido agredidos por personal de seguridad durante las negociaciones para mejorar sus condiciones laborales, el gobierno solo contrata a obreros de zonas alejadas a los que les impide cualquier contacto con la población local.
Desde finales del año pasado las obras del proyecto se han acelerado. El río Tigris ha sido desviado para construir una carretera que facilite el transporte de los escombros de la antigua ciudadela de Hasankeyf, y se han tapado una gran parte de las cuevas existentes. Ello ha provocado una grave alteración del curso del río reduciendo la calidad del agua y eliminando el hábitat de numerosas especies animales y vegetales, así como la extinción masiva de peces. Según datos del gobierno turco el proyecto ya se encuentra completado en un 97%, a pesar de que las asociaciones que se oponen lo creen imposible y afirman que se trata de un intento más de desmoralizar a la disidencia.
Notas
1. Véase en castellano: Declaración del Primer Foro por el Agua en Mesopotamia (MWF) Universidad de Sulaimani, Sulaimaniya, Región del Kurdistán de Iraq, 6-8 de abril de 2019 [N. de la T.].
Fuente: https://directa.cat/turquia-i-lus-de-laigua-com-arma-de-guerra-i-genocidi/
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El agua bajo asalto en Mesopotamia
19 de abril, 2019 Foro por el Agua de Mesopotamia (MWF), Movimiento Ecologista de Mesopotamia
Declaración – Primer Foro por el Agua de Mesopotamia (MWF)
Universidad de Sulaimani
Sulaymaniyah, Región de Kurdistan de Irak, 6-8 Abril 2019
https://rojavaazadimadrid.org/el-agua-bajo-asalto-en-mesopotamia/
La ciudad milenaria de Hasankeif en Bakur (Kurdistán norte, Turquía), amenazada por la gran presa de Ilisu sobre el río Tigris.
Sobre-extracción, drenaje de marismas y humedales, deforestación, demasiados proyectos de riego, tierra mal drenada, pesticidas y fertilizantes, escorrentía, contaminación por pobre o frecuente no tratamiento de las descargas de industrias y hogares, construcción extendida de grandes y pequeñas represas en cascada, creciente explotación de las aguas subterráneas de los acuíferos, canalización de flujos, proyectos de trasvase de agua entre cuencas y los estragos del cambio climático inducido por los combustibles fósiles han perturbado de manera diversa los ciclos hidrológicos y creado condiciones de severa escasez a nivel local y regional. Para seres humanos y no-humanos, dicha escasez física ha sido exacerbada por políticas que apuntan a la mercantilización y/o politización del agua, negando el acceso al agua como bien común.
Tomados separadamente, cada uno de estos asaltos puede ser causa de gran preocupación. Tomados de manera conjunta, plantean una amenaza para la supervivencia colectiva de humanos y no-humanos por igual. Defender el agua y el derecho de todas las formas de vida a tener acceso al agua en Mesopotamia es ahora un deber cívico crítico: sin agua, no puede haber vida.
El agua es un elemento crucial de nuestra cultura y espiritualidad. Muchas leyendas, mitos, canciones, poemas, oraciones y danzas están centradas en el agua. Éste ha sido el caso desde que los humanos se asentaron en Mesopotamia 13.000 años atrás.
Obras hidráulicas en la cuenca alta del Tigris-Éufrates.
Dentro de Turquía, Irak, Siria e Irán -los cuatro Estados a través de los que fluyen los ríos de la cuenca de Mesopotamia-, las múltiples crisis que afectan el agua no son accidentales. Durante el último siglo y más, gobiernos, intereses empresariales y acciones militares han seguido imprudentemente políticas que han contaminado y degradado los ríos y ecosistemas de la región.
Obras hidráulicas en territorio iraquí
Cientos de miles han sido desplazados forzosamente de sus hogares para abrir paso a proyectos de represas y trasvases de cuencas. El ambiente fluvial ha sido severamente degradado, amenazando la supervivencia de varias especies de flora y fauna; la salud de los ciudadanos se ha puesto en riesgo; y las desigualdades sociales y económicas se han incrementado.
El río Éufrates se seca…
Nada de esto ha avanzado sin resistencia. A través de la región de Mesopotamia, vibrantes movimientos por la justicia ambiental y social han buscado durante mucho tiempo ejercitar sus derechos constitucionales para hacer campaña por el acceso a agua limpia y segura. En varias oportunidades, ellos/as han enfrentado arrestos, prisión o cosas peores.
Comprometidos en trabajar por soluciones pacíficas, sostenibles y equitativas frente a estas múltiples injusticias, alrededor de 150 activistas por el agua de la región, junto con colegas afines de África, Asia, América y Europa, se encontraron en la Universidad de Sulaimani en la región de Kurdistán de Irak los días 6-8 de Abril de 2019 para participar en el primer Foro por el Agua de Mesopotamia.
Nos hemos encontrado en el espíritu de solidaridad y aprendizaje mutuo. Nos hemos interrogado sobre las diferentes causas de la escasez de agua, explorando las complejas maneras en que se responde a la demanda de agua a través de sistemas económicos y sociales. Hemos aprendido cómo la construcción intensiva de represas y otros esquemas de infraestructura hídrica han creado escasez de agua.
Exploramos formas alternativas de gestionar el agua para el interés de la mayoría y no de unos pocos. Escuchamos nuevas iniciativas, notablemente en la región de Rojava en la Siria desgarrada por la guerra, para desarrollar nuevos enfoques participativos para la gobernanza del agua, que involucren a todos los ciudadanos, independientemente de su origen étnico, género o religión, en enfoques desde abajo y consensuados para la toma de decisiones.
Nosotros, pueblos de Mesopotamia, afirmamos que, a pesar de nuestras diversas realidades culturales, sociales, políticas y ambientales, nuestras luchas son una y expresamos nuestra solidaridad con todos/as aquéllos/as que luchan por la justicia hídrica en la región y a nivel internacional.
Nosotros resolvemos:
Desafiar las políticas hídricas destructivas y explotadoras en la región, reconociendo la carga particular sobre las mujeres y otras identidades oprimidas, y abordar sus causas subyacentes.
Movilizar apoyo para acuerdos negociados bajo leyes internacionales vinculantes que puedan asegurar el compartir equitativo de las aguas de los ríos Éufrates y Tigris para el beneficio de todas las vidas, humanas y no-humanas, en la región;
Levantarnos contra el uso del agua como un arma para la hegemonía y trabajar para asegurar que el agua sea una herramienta para la cooperación y la paz sostenible. Los estados-nación río arriba en Mesopotamia deben garantizar los derechos de las personas río abajo.
Hacer un llamamiento para el fin de los recientes recortes en los flujos de las aguas por parte de Turquía e Irán hacia Siria e Irak.
Hacer un llamamiento para prevenir la inundación de la ciudad de Hasankeyf, de 12.000 años de antigüedad, causada por la represa Ilisu y para preservar el patrimonio natural y cultural único de las marismas de Mesopotamia en Irak frente a su degradación.
Construir alianzas, nacionales, regionales e internacionales, para desarrollar políticas y prácticas que puedan democratizar la gestión de las aguas.
Asegurar que el agua sea usada en formas que prioricen el derecho colectivo de todos, en lugar de unos pocos, a sobrevivir.
Considerando que la mayoría de las aguas desviadas son destinadas al riego, los siguientes puntos son cruciales: Para los campesinos con economía de subsistencia, el agua limpia es importante. Por esto, en áreas cercanas a las aguas, no se deben usar químicos y semillas híbridas. El refugio para animales no debe construirse cerca de las aguas para que no se causen daños graves en éstas. El agua usada en la agricultura no debe ser contaminada por la industria. Cerca de las fuentes de agua, se puede realizar riego, pero no se deben transferir las aguas hacia áreas lejanas de sus fuentes. Así, en lugar de transferir agua a las plantas, se deben plantar productos adecuados al clima y al régimen de precipitación.
La contaminación y destrucción del río Tigris comienza de manera intensiva río arriba. Una razón de esto, es que el río en sus primeros 60 kms no tiene estatus de río (hasta Bismil). Solicitamos una campaña internacional para recuperar el estado del río en el tramo más alto del río Tigris.
Fortalecer la campaña «Save the Tigris» («Salvemos el Tigris») como una red a través de la cual activistas en Mesopotamia puedan intercambiar información y análisis, explorar elementos en común y diferencias, preparar declaraciones e informes comunes, y organizar actividades/campañas comunes.
Desarrollar el Foro por el Agua de Mesopotamia como un espacio abierto para abogar por nuevos procesos de toma de decisiones a nivel municipal, nacional y regional, e inclusive, donde se puedan formular y promover políticas hídricas ambiental y socialmente justas.
Implementar las recomendaciones específicas hechas en los talleres del Foro, listadas en el anexo adjunto.
Nos hemos comprometido a organizar el Segundo Foro por el Agua de Mesopotamia en Diyarbakir (Amed) / Turquía en un futuro cercano.
Principales organizaciones contribuyentes:
Campaña Salvemos el Tigris (Save the Tigris Campaign [STC])
Humat Dijla (Cuidadores del Tigris), Irak
Movimiento Ecológico de Mesopotamia, Kurdistan del Norte
Iniciativa Solidaria de la Sociedad Civil Iraquí (ICSSI), Irak
Iniciativa para mantener Hasankeyf viva, Turquía
Campaña Popular para Salvar el Kind Zagros, Irán
Waterkeepers Irak, Región de Kurdistan de Irak
«Make Rojava Green Again» (Hagamos Rojava verde otra vez), Rojava/Noreste Siria
Unión Ecología, Turquía
Mountain Watch, Iran
DOZ internacional, Noreste de Siria
Unión de Cámaras de Ingenieros y Arquitectos de Turquía (TMMOB), filial Diyarbakir (Amed), Turquía
KAREZE Environmental Association, Irán
Eco Movimiento del Líbano, Líbano
Ríos Sin Límites, Este y Norte de Asia
Movimiento de defensa del agua, la tierra y la protección del medioambiente (MODATIMA), Chile
Un Ponte Per, Italia
Corner House, Reino Unido
International Rivers, Estados Unidos
Water Grabbing Observatory, Italia
Italian Forum of Water Movement, Italia