Emblema libertario, la bandera amazigh deviene símbolo de la resistencia a la represión

En el centro de la misma, destaca en rojo intenso la letra Yaz (zeta) del abecedario tamazight, símbolo del “hombre libre” para todos los bereberes: cabiles, chauis, zenites, mozabitas, tuareg, chleuh, chenui y la población indígena canaria.



Emblema libertario, la bandera Amazigh deviene en símbolo de la resistencia a la represión

28 Junio, 2019
20:08

Agencias
Argel, 28 jun (EFE).- Adoptada oficialmente en 1997 en las islas Canarias, la bandera tricolor amazigh es, desde entonces patrimonio de la comunidad beréber y emblema universal de la libertad de todos los pueblos.

Un símbolo reconocible y extendido a lo largo de todos los países del norte de África, donde flamea con la libertad que representa, menos en Argelia, su lugar de origen, donde desde hace semanas ha devenido en paradigma de la creciente represión e intolerancia de un régimen militar cada vez más cansado de la protesta en las calles.

Presente desde que el pasado 22 de febrero estallara la movilización contra el régimen del ya dimitido presidente Abdelaziz Bouteflika, su ostentación fue prohibida a principios de abril por el jefe del Ejército y nuevo hombre fuerte de Argelia, general Ahmed Gaïd Salah.

“Esta bandera simboliza la unión de todos los pueblos de África del Norte, que son de origen beréber, y el único que representa una identidad cultural antes que una nacional”, explica a Efe el historiador y arqueólogo Abderrahman Jelifa.

“Porque al final cada país tiene su bandera nacional. Es evidente que la bandera bereber es supranacional”, que como gran parte de los argelinos no entiende la polémica suscitada en torno a una divisa que creen compatible con el enseña nacional.

Ideada en 1970 por el intelectual argelino Mohand Arab Besaud en la región de la Cabilia, y adoptada como símbolo de todos los bereberes durante el primer congreso Amazig celebrado en la ciudad canaria de Tafira -considerada la región insular de la gran Tamazgha-, se compone de tres colores.

Una franja azul que representa el mar Mediterráneo, una verde en referencia a la naturaleza y otra amarillo que recuerda las arenas del Sahara, en una imagen poderosa que evoca las regiones del norte de África el pueblo amazigh está repartido.

En el centro de la misma, destaca en rojo intenso LA letra Yaz (zeta) del abecedario tamazight, símbolo del “hombre libre” para cabiles, chauis, zenites, mozabitas, tuareg, chleuh, chenui y la población indígena canaria.

Aunque cada país tiene su polémica y si casuística, es quizá en Argelia donde la identidad amazigh constituye una cuestión sensible y controvertida.

Especialmente desde que el 20 de abril de 1980 estallara en la región de Cabilia (noreste del país) la llamada “primavera beréber”, una protesta popular multitudinaria convocada para exigir que el tamazight, hablado por miles de personas, fuera reconocida como lengua oficial.

La manifestación fue dispersada a sangre y fuego por el régimen militar del coronel Chadli Bendjedid, en una represión en la que murieron 126 personas, y 5.000 resultaron heridas y abrió una enorme brecha en el país.

Casi dos décadas después, el 14 de junio de 2001, los bereberes volvieron a tomar las calles con una impresionante marcha que desbordó la capital, donde ya entonces la incipiente cleptocracia de Abdelaziz Bouteflika había prohibido las manifestaciones.

Los congregados entregaron un texto con sus reivindicaciones al mandatario, quien un año después anunció la decisión de introducir una enmienda en la Constitución para reconocer el tamazight como lengua oficial del estado.

Un gran avance que, sin embargo, tardó casi tres lustros años en concretarse: en 2016, este idioma común que hablan casi cuatro millones de personas, fue reconocido en Argelia a través de un decreto presidencial.

Una grieta que parecía reparada pero que el pasado 2 de abril comenzó de nuevo a resquebrajarse cuando Gaïd Salah, el hombre al que Bouteflika puso al frente del Ejército en 2004 y el que firmó la sentencia del mandatario al exigir su incapacitación, advirtió de que solo la bandera nacional argelina podía mostrarse en las protestas.

Desde entonces, decenas de personas han sido detenidas por llevar banderas tricolores -usuales en el principio- a las manifestaciones de protesta contra el régimen y el propio Gaïd Salah que se repiten desde hace cuatro meses.

El domingo, dieciocho personas fueron encarceladas acusadas de “violar la unidad nacional”, apenas dos días después de haber sido detenidos con el símbolo de todos de los bereberes oculto entre sus ropas.

Un “error sin fundamento jurídico” que se entienden como una provocación, advirtió este jueves conocido abogado argelino Faruk Ksentini.

Algunos analistas creen que la obsesión del jefe del Ejército con la bandera forma parte de un mensaje a otros países, a los que quiere advertir que no está dispuesto a consentir lo que considera “una conspiración extranjera”.

Otros simplemente cree que se tratan de reflejos de la antigua y obsoleta política panarabista, panmusulmana y supremacista que dominó el siglo XX, que negaba las minorías y excluía toda identidad que no fuera árabe y toda religión que no fuera musulmana.

“Incluso si consideramos que han cometido un error, no merecen ser encarcelados. Es mejor no echa leña al fuego”, insistió Ksentini.