Malestar en Irak se produce en momento crítico
ZEINA KARAM y QASSIM ABDUL-ZAHRA
Associated Press
Oct. 5, 2019
Los jóvenes iraquíes se coordinaron a través de las redes sociales. Hartos de una elite política a la que culpan de sus muchas carencias, acordaron realizar una marcha masiva el 1 de octubre.
Se toparon con balas, chorros de agua a presión y gases lacrimógenos que volvieron a hundir al país en la inestabilidad cuando apenas salía de una guerra cruenta contra el grupo Estado Islámico.
La respuesta al malestar ha provocado enfrentamientos en todo el país y la muerte de más de 50 personas en cuatro días. Hay cientos de heridos.
La agitación en Irak, un país clave para la política de Washington hacia el Medio Oriente, se produce en un momento crítico al crecer las tensiones entre Irán y Estados Unidos, ambos aliados del gobierno iraquí. Irak sirve de base para miles de efectivos militares estadounidenses, así como para poderosas milicias respaldadas por Irán. Ya existían temores de que el país se convirtiera un campo de batalla de representantes de ambos bandos.
Un vistazo a los sucesos de la semana:
¿QUIÉNES SON LOS MANIFESTANTES?
Son principalmente hombres veinteañeros, amargados y furiosos porque consideran que la elite ha derrochado la riqueza petrolera del país durante años. Incluyen a centenares de graduados universitarios de ambos sexos que no consiguen empleo, maestros, ancianos, mujeres y activistas de la sociedad civil.
Los convocó un hashtag en árabe que dice “protesto por mis derechos”. En las calles portan banderas o se envuelven en ellas. Reclaman contra el desempleo, la falta de oportunidades y la corrupción endémica, siendo esta última una de las principales consignas. Irak está en el 11mo puesto en el Índice Mundial de Corrupción de 2017. El desempleo juvenil supera el 20%, según el Banco Mundial.
Las manifestaciones mayormente espontáneas y sin conducción se concentraron en Bagdad y en los distritos obreros. Las protestas se produjeron en provincias de mayoría chiíta, con la participación de algunos sunitas. La mayoría de la población es chiíta, lo mismo que el gobierno.
¿POR QUÉ AHORA?
La presión empezó a aumentar desde que se declaró el fin de la guerra contra el grupo Estado Islámico en 2017, tal vez antes. Al finalizar los combates, grandes sectores de Irak estaban en ruinas y decenas de miles de personas estaban desplazadas, sin hogar al que regresar. Los servicios de agua y electricidad, ya conocidos por su ineficiencia, se deterioraron.
Se han producido manifestaciones en los últimos años, sobre todo durante el verano, cuando la escasez de agua y energía es más grave. El verano pasado se produjeron protestas violentas en la ciudad sureña de Basora cuando miles de personas se enfermaron con el agua contaminada.
La guerra contra el grupo Estado Islámico dio un peso sin precedentes a las milicias respaldadas por Irán conocidas colectivamente como Fuerzas de Movilización Popular, que combatieron al grupo extremista junto con el ejército iraquí y ahora forman parte de las fuerzas de seguridad. Han acumulado un poder político y económico enorme, capaz de desafiar la autoridad del gobierno central.
El primer ministro Adel Abdul-Mahdi, quien asumió el año pasado, prometió traer cambios y combatir la corrupción, pero se ha mostrado incapaz de lograr reformas significativas. Tampoco ha podido frenar a las milicias, y muchos iraquíes están furiosos con un gobierno al que consideran excesivamente sumiso a Irán.
CONTEXTO REGIONAL
La violencia que envuelve a Irak desde que las protestas se extendieron a la mayoría de las provincias coloca a Abdul-Mahdi en una posición harto difícil, amenaza con derribar su gobierno en momentos que crecen las tensiones regionales. A pesar de la cantidad de muertos, no le ha hablado a la nación, se ha limitado a emitir un comunicado en el que culpó a los “infiltrados” en las protestas por incitar a la violencia y prometer ocuparse de los reclamos.
Los manifestantes exigen la renuncia del gobierno, pero medidas tales como la imposición de un toque de queda y el bloqueo del internet indican una posición intransigente.
Políticos de gran influencia como el clérigo chiíta Muqtada al-Sadr han reclamado que se investigue a las fuerzas de seguridad por el empleo excesivo de la violencia, pero no han respaldado a los manifestantes.
Los líderes de las milicias FMP representadas en el gobierno y el parlamento no han hecho declaraciones sobre las protestas, aparentemente por temor a que resulten contraproducentes. Los manifestantes han incendiado algunas de sus oficinas en Najaf y Amara. Los canales de TV controlados por ellos casi han ignorado el malestar.
Hay indicios de que la tensión regional afecta la situación en Irak. Algunos manifestantes en Bagdad atribuyeron la violencia a grupos respaldados por Irán en las fuerzas de seguridad. La prensa asociada con los grupos respaldados por Teherán atribuye el malestar a Estados Unidos y Arabia Saudí.
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Karam informó desde Beirut.